martes, 4 de agosto de 2009

Editorial

Inquietante clima de tensión en América Latina

Se están profundizando en forma preocupante las diferencias -en gran parte de contenido ideológico- entre países de América Latina como Venezuela, Ecuador y Colombia. A ello se suma un inquietante mensaje pronunciado días pasados por el presidente peruano. Deben impulsarse acciones tendientes a mantener la paz y la democracia.

martes, 04 de agosto de 2009

Décadas atrás, cuando los gobiernos de facto se habían generalizado en América Latina, las hipótesis de conflicto con que se manejaban potenciaron las diferencias por problemas limítrofes y, en muchos de los casos, estuvieron muy cerca de provocar conflictos armados.

Los argentinos tenemos bien presente aquellas épocas; basta recordar lo sucedido con Chile, cuando sólo la oportuna y fundamental intervención del Papa Juan Pablo II y el envío del cardenal Antonio Samoré como mediador, logró frenar una guerra entre los dos países por el diferendo en el Canal de Beagle.

También existieron problemas entre Perú y Ecuador por la demarcación limítrofe, allí con el costo de vidas humanas, mientras paralelamente se producía una carrera armamentista en distintos países de esta parte del continente americano.

Con el advenimiento de la democracia -que se alcanzó casi en forma simultánea en toda América Latina- aquellas hipótesis de conflicto fueron perdiendo fuerza. La Argentina y Chile firmaron un acuerdo por el que se dejan de lado las discusiones de límites, mientras Chile, Bolivia y Perú decidieron priorizar la vía diplomática en sus problemas.

Sin embargo, en los últimos meses y como consecuencia de situaciones que no tienen relación con problemas limítrofes, sino que rozan directamente lo ideológico, esta parte del continente se ha visto envuelta en una serie de conflictos y discusiones que están potenciando un clima de tensión, que se retroalimenta en forma permanente por los posicionamientos políticos de algunos de los participantes.

Lo que está sucediendo entre Venezuela, Ecuador y Colombia como consecuencia de la lucha de este último país contra la guerrilla de las FARC es más que preocupante. Comenzó cuando el ejército colombiano abatió, en territorio ecuatoriano, al número dos del grupo guerrillero. La reacción no sólo surgió del país “invadido” (Ecuador), sino que Venezuela decidió participar en el problema, retirando a su embajador en Bogotá.

Hoy la tensión vuelve a la superficie a través del anuncio realizado por Colombia sobre un futuro acuerdo con EEUU para otorgarle el uso controlado de bases militares en su territorio. El presidente venezolano dijo que el hecho es “una nueva agresión”, calificó de “irresponsable” al presidente Uribe y hasta amenazó con expropiar todas las empresas de capital colombiano establecidas en Venezuela.

Esos hechos -graves de por sí- se profundizan ante la denuncia del gobierno de Colombia, en el sentido de que una serie de lanzacohetes antitanque, que Venezuela le había comprado a Suecia, aparecieron en la jungla colombiana en manos de guerrilleros.

Paralelamente, y sin que su país fuera mencionado, el presidente de Ecuador, Rafael Correa advirtió que responderá “militarmente” a Colombia, si en el futuro ocurriera un episodio como el de marzo de 2008, sin descartar la posibilidad de que pueda llegarse a una guerra entre ambos países.

En ese marco, no deja de preocupar también que Perú se haya sumado a la temática de conflicto y ello surge del discurso de su presidente, días pasados, en el que anunció que su país está a punto de culminar una millonaria inversión en un programa de emergencia para devolver la operatividad básica a sus fuerzas armadas, asegurando entonces que “aquel que intente agredir a nuestra patria tendrá una terrible sorpresa, el Perú está preparado para defenderse en todos los campos”.

A todos esos aspectos se suma la situación planteada en Honduras, donde se mantiene el conflicto a pesar de la presión de la OEA y que está teniendo paralelamente una preocupante intervención de terceros países, como es el caso de Nicaragua y Venezuela.

En el contexto señalado, surge la necesidad de que los países líderes de la región -como Brasil y la Argentina- junto con la OEA, inicien actividades tendientes a impulsar acciones de paz entre los países. Debe evitarse que esta parte del continente se convierta en una zona de conflicto permanente, en la que todos saben cómo comienzan pero muy pocos cómo terminan, ni a cuántos pueden alcanzar.

Fuente: Los Andes Online

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