Cada vez más lejos del motor argentino
Pese a los intentos del Gobierno, la industria local carece de capacidad para fabricarlo
Oliver Galak
LA NACION
El plan para volver a fabricar motores en la Argentina corcovea, se calienta, amaga con acelerarse, pero al final se ahoga. El Estado le sigue echando combustible, como la ley de impulso al sector de hace un año o la estatización de la planta de Mahle en Rosario, pero el motor argentino no termina de arrancar.
Cuando a mediados de julio el Gobierno anunció su decisión de hacerse cargo de la fábrica de aros de pistón que operaba la autopartista alemana, lo justificó aduciendo que la planta tiene "carácter estratégico" para el proyecto industrial del país. Se refería a los planes de fabricar un motor nacional.
Lo cierto es que los empresarios autopartistas coinciden en que, hoy por hoy, la Argentina está muy lejos de poder fabricar un motor con un nivel elevado de integración local, como ocurrió hasta los 90.
El fabricante de válvulas José Luis Basso fue uno de los principales impulsores de la ley 26.393, que fijó el Régimen de Consolidación de la Producción Nacional de Motores y Cajas de Transmisión. La norma, sancionada en junio de 2008, permitía a las automotrices cobrar hasta un 10% de reintegros por compras de partes de motores. Sin embargo, no alcanzó para que las terminales decidieran producir aquí los motores que traen de afuera.
"La ley cayó en el peor de los momentos, cuando las casas matrices recuperaron para sí la producción de componentes", afirmó Basso, presidente de la Asociación de Fabricantes y Distribuidores de Repuestos Motor. "Si no recuperamos esta posibilidad para el país, se van a terminar yendo todas las automotrices a Brasil." Según dijo, en la Argentina se producen excelentes partes de motor, como pistones, pernos, aros, válvulas o juntas, que luego se exportan a Brasil y Europa, donde se fabrican los motores.
En el autopartismo nacional hay un cierto grado de frustración. Una fuente del sector que pidió no ser identificada dijo que hasta ahora ninguna terminal se acogió a la ley 26.393 porque "falta credibilidad sobre la capacidad gubernamental" para administrar el tema. "La nueva camioneta de Volkswagen o el proyecto Viva de GM podrían haberlo hecho y no lo hicieron, porque las automotrices tienen muchas dudas de que finalmente les paguen", dijo el ejecutivo.
Julio Rodríguez, secretario del Grupo Proa (que reúne a autopartistas nacionales que no están en la mayoritaria Asociación de Fábricas Argentinas de Componentes, AFAC), sostuvo que "como a las terminales les estaban debiendo devolución de IVA y otros reintegros que no cobran, entonces ninguna se interesó" en ese régimen. "Aquí hablamos y hablamos y, mientras, los brasileños ya hicieron un motor para Peugeot y otro para Citroën", se quejó.
Según datos de AFAC, hasta 1997 el 85% de los autos fabricados en el país llevaban un motor nacional. "Hoy la planta que tiene mayor integración en motores es la de Fiat", explicó el economista Maximiliano Scarlan, de abeceb.com. Según comentó Basso, la automotriz italiana trae "partes semiarmadas de Brasil y termina de armar el motor aquí". Y destacó que General Motors está logrando una integración local cercana al 40%. En el resto de las terminales, la posibilidad de hacer un motor es todavía más lejana.
El gerente general de Mahle, Diego Verardo, sostuvo que si el Gobierno quiere fabricar un motor argentino, la planta de Rosario "es una buena plataforma". Y agregó: "Es un tema de dos o tres años de trabajo permanente. Y se debe lograr el acuerdo con algunas terminales que usen ese motor. Pero la Argentina tiene que tener reglas de juego claras, seguridad jurídica para que alguien se anime y diga: «Vengo a invertir»".
Fuente: lanacion.com
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