sábado, 5 de septiembre de 2009

Un molino de 134 años será museo

Es el de los Reynaud, ubicado en Luján de Cuyo, que posee su antigua maquinaria completa e intacta. Con ayuda de la Provincia y la Municipalidad ya está rescatado el edificio frontal.

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En obras. Los obreros ya trabajan en el edificio frontal, donde primero hubo una fideera anexa al histórico molino.

El Molino Reynaud, establecimiento cerealero que funcionó en Luján de Cuyo de 1875 a 1993, está siendo restaurado para que sea un museo en el cual pronto volverá a funcionar su antigua maquinaria que ha permanecido completa e intacta pese al transcurso de las décadas. Es parte de un proyecto de rescate de la identidad original de Chacras de Coria que incluye otros emblemáticos edificios de la zona.

Ubicado en calle San Martín 6538, el molino aparece en un plano de 1875, pero se estima que fue construido unos años antes en un sector que pertenecía a Chacras y hoy es Carrodilla. Inicialmente fue propiedad de Esteban Sarramea, miembro de una familia que tenía varios molinos hidráulicos, y en 1927 pasó a manos de los Reynaud, que lo explotaron hasta hace 16 años, cuando dejó de ser rentable.

Hoy es considerado uno de los pocos vestigios de la Mendoza cerealera y el único de su tipo que mantiene las máquinas, que se fueron comprando desde fines del siglo XIX y las primeras décadas del XX.

Eso le valió la declaración de Patrimonio Cultural Provincial y ser elegido como parte de un proyecto de rescate para el cual se consiguieron $60.000 del Fondo Patrimonial de la Secretaría de Cultura y una cifra similar que la Comuna lujanina aporta en mano de obra.

“Inicialmente esto era Chacras de Coria, sitio donde actualmente hay un enfrentamiento entre sus vecinos históricos y los que llegaron en la década de 1990. Queremos recuperar la convivencia con un programa cultural que incluye el rescate del que consideramos el ícono más antiguo de la zona como lo es este molino”, explicó Rubén Sosa, director de Cultura de ese distrito de Luján.

Sosa señaló que la primera etapa consiste en recuperar el depósito del molino: un edificio de 17m de largo por 6m de alto que da a calle San Martín y que como el resto de la construcción tiene paredes de 90cm de espesor. “Será entregado a los propietarios para que lo exploten como anexo al museo que funcionará en la nave central y el tercer cuerpo, que está dividido en tres niveles donde se encuentra toda la maquinaria. Será puesta a punto de modo de que funcione como lo hacía antaño”, detalló.

Se trata de una docena de aparatos como la mazamorrera, moledora, báscula, cernedores y trituradora que servían para procesar la harina que este molino vendió primero para proveer a la zona y luego para industrializar. Algunas datan de 1867 y tienen orígenes tan exóticos como Budapest, de donde llegó el banco de cilindros para la rotura de la materia prima, que fue construido en 1894.

Para que vuelvan a operar se recreará el sistema de acequias que llevaba el agua desde el canal cercano para generar la energía hidráulica que el establecimiento usó desde sus primeros días.

“Verlo funcionar de nuevo es un sueño. Hubiera sido más fácil y rentable demolerlo, pero tiene un gran valor sentimental ya que pasamos muchas horas de nuestras vidas trabajando aquí”, señaló Roberto Cruz (71), esposo de una descendiente de los Reynaud y administrador del molino hasta su cierre.

“Queremos que se perpetúe para que los mendocinos y los turistas sepan cómo era la Mendoza triguera y cómo se movía un establecimiento que fue muy importante”, remató.

Fuente: diariouno.com.ar

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