sábado, 28 de noviembre de 2009

La “conexión dinámica” en el clima

Investigadores reconstruyeron las temperaturas de los últimos 1.500 años.

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Eficacia. Los recientes estudios servirán para evaluar los efectos regionales de futuros cambios climáticos.

Investigadores estadounidenses reconstruyeron las temperaturas atmosféricas y marinas de los últimos 1.500 años y descubrieron “una conexión dinámica” entre los patrones de cambios de temperatura y fenómenos naturales como “El Niño”, según informó ayer la revista Science.

Según los científicos de la Universidad de Pensilvania autores de la investigación, esa relación podría ser importante para evaluar los efectos regionales de futuros cambios climáticos.

“Estudiar el pasado nos puede ayudar en nuestra comprensión de lo que se nos presenta para el futuro”, señaló Michael Mann, profesor de meteorología de esa universidad.

El equipo de investigadores analizó muestras en anillos de árboles, núcleos de hielo, corales y sedimentos para reconstruir las temperaturas atmosféricas y marinas durante los últimos 1.500 años.

Así reprodujeron el intervalo relativamente frío que ocurrió entre los siglos XV y XIX (conocido como la “Pequeña glaciación”) y las condiciones de temperaturas relativamente más altas de los siglos X y XIV (“Período medieval cálido”).

Según Mann, estos términos son relativos, pues aunque el período medieval parece haber sido más cálido en comparación con los últimos años de la Pequeña glaciación, hubo algunas regiones que fueron más frías.

Los científicos descubrieron que hace unos mil años hubo regiones como el Sur de Groenlandia que fueron más cálidas que ahora. Por otra parte, una extensa zona del Pacífico tropical era, al mismo tiempo, inusualmente fría.

El estudio también determinó un importante papel en los cambios determinados por otros factores naturales del clima, como las erupciones volcánicas y los cambios en la radiación solar.

Según los científicos, las condiciones cálidas medievales estuvieron vinculadas con una mayor radiación solar y menos erupciones, en tanto las más frías de la Pequeña glaciación se debieron a una menor radiación del sol y a una actividad volcánica más frecuente.

Esos factores fueron una importante influencia en los patrones térmicos regionales debido a su impacto en fenómenos climáticos como el “El Niño” y la oscilación del Atlántico Norte, indicaron los científicos.

Aguas cálidas y más saladas

El cambio de la trayectoria de los vientos de poniente en las aguas del Atlántico Sur está provocando la llegada de agua cada vez más cálida y salada a sus aguas, una tendencia que afecta directamente a las corrientes marinas del Atlántico Norte y al futuro del cambio climático.

Así lo asegura un artículo publicado ayer por la revista británica The Lancet, en el que se explica que ese cambio en la trayectoria de los vientos del Oeste en el Atlántico Sur ha aumentado las fugas de agua a ese océano, desde la corriente de Agulhas (que va desde el Océano Índico tropical hacia el extremo sur de África), lo que supone la entrada de agua más cálida y más salada.

Ayudados por un modelo de recreación de alta resolución, un equipo de científicos del Instituto Leibniz de Ciencias marinas de Kiel (Alemania) ha descubierto que esa entrada de agua cálida en el Atlántico Norte a través de las corrientes marinas tiene un efecto positivo: es capaz de frenar, en cierto modo, la reducción experimentada en los últimos años en las aguas profundas de ese océano.

Esa zona de aguas profundas requiere para su formación y mantenimiento aguas frías, densas y saladas, y se ha visto desbordada en los últimos años por el deshielo de los polos, que ha provocado el aumento del flujo de agua fría en esa zona.

Sin embargo, la entrada de agua salada y algo más cálida desde el Sur permite ahora compensar, según los expertos, este desequilibrio.

Fuente: diariouno.com.ar

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