jueves, 17 de diciembre de 2009

Arqueología

Buscan edad y origen de las piedras

El análisis de piezas de obsidiana, un vidrio volcánico, le permite a científicos establecer cómo organizaban su vida y cómo se vinculaban antiguos pueblos aborígenes de la región, hace miles de años. Un especialista de EEUU realiza el estudio en Mendoza.

jueves, 17 de diciembre de 2009

Buscan edad y origen de las piedras
Michael Glascock. El físico nuclear, en plena tarea en el laboratorio de la facultad de Filosofía y Letras. Foto: Marcos García / Los Andes

Como un evento de trascendencia para el capítulo científico local se ha interpretado la llegada a Mendoza del científico norteamericano Michael Glascock, un físico nuclear norteamericano que investiga la composición de rocas del suelo americano.

Esta es la segunda vez que Glascock viene a la provincia para reunirse con arqueólogos y estudiosos mendocinos, del resto de la Argentina y de Chile, con el cometido de analizar un vidrio volcánico llamado obsidiana, con una antigüedad de aproximadamente 8.000 años.

Un grupo de estudio, integrado entre otros por el argentino radicado en Chicago (Estados Unidos), Martín Giesso (arqueólogo) y los colegas Valeria Cortegoso; Víctor Durán, y la catamarqueña Patricia Escola, participaron de varias jornadas de trabajo en el Laboratorio de Geoarqueología de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNCuyo. Todo este operativo, que empezó en 2001, es una conjunción de esfuerzos entre la Universidad Nacional de Cuyo, el Conicet y el Museo de Historia Natural de San Rafael.

Las piedras bajo análisis, la transparente y brillosa obsidiana, provienen de depósitos geológicos o fuentes. Los aborígenes del pasado -de 6.000 a 10.000 aC- iban a esos sitios, juntaban rocas y se las llevaban a sus campamentos para producir puntas de flechas y diversos utensilios destinados a la vida cotidiana.

Los conocimientos de Glascock (60), investigador de primera magnitud de la Universidad de Missouri, resultaron básicos para la investigación en curso, pero además el visitante fue portador de un aparato que no poseen los estudiosos locales: un espectómetro de fluorescencia de rayos X.

Giesso y Escola explicaron que cuando se miden los restos de obsidiana en el espectómetro revelan una huella química, similar al rastro digital de los seres humanos, que son distintos entre sí. "Cada depósito geológico tiene una huella que lo caracteriza, que lo distingue, y al sacar un pedacito de obsidiana de una fuente y llevarla a 200 kilómetros se determina qué rastro tiene, pudiéndose establecer de qué depósito arqueológico vino. Así se estableció que hay obsidianas que viajaron 300 o más kilómetros transportadas por el hombre".

Estos depósitos geológicos están en la cordillera de los Andes, y el grupo de investigación ya ha analizado 1.000 fuentes o volcanes. Algunos de esos lugares, precisó Durán, son el complejo volcánico Planchón-Peteroa, las cercanías del Maipo, la zona de la laguna de El Maule (chileno-argentino), y los volcanes El Peceño y Payum Matru (Malargüe).

Pero también estos elementos aparecen en zonas de valle y la pesquisa apunta a determinar cómo viajaron estas piedras en distintos momentos, cómo organizaron su vida aquéllos remotos pobladores, qué espacios ocuparon, cómo se relacionaban con otros grupos.

La labor de Glascock durante los últimos 30 años ha sido estudiar de dónde salió la materia primaria encontrada en Argentina y Chile con la que fueron hechos las herramientas arqueológicas (puntas de flecha, cuchillos, etc), antes de la invención de la metalurgia y del bronce.

En esa tarea ha sido auxiliado durante mucho tiempo por Giesso, un egresado de la Universidad Nacional de La Plata, ahora radicado en Chicago.

En una palabra, con el espectómetro se ha identificado esas fuentes de obsidiana en Sudamérica, determinando su composición química o lo que es lo mismo precisando el ADN de esas piezas.

"Esto nos permite establecer cómo se vinculó la gente en un determinado territorio, cómo se movió o cómo intercambió bienes, objetos por objetos u obsidiana por alguna otra cosa", comentó Valeria Cortegoso, ahora dedicada a la investigación después de su paso por la función pública como directora de Patrimonio.

Algunas de las piezas analizadas pertenecen a colecciones de investigaciones del museo sanrafaelino, provenientes siempre de trabajos de campo realizados por científicos. Textos: Miguel Títiro

Brillante y atractiva a la vista

La obsidiana es un vidrio volcánico, a veces transparente, brillante y muy atractivo a la vista. El color de este material básicamente es el negro, y a veces se presenta con matices de verde o marrón.

El territorio mendocino es rico en este elemento, especialmente en el sur, desde la laguna del Diamante hacia abajo, pero también se la encuentra en la Payunia. Hoy no posee interés comercial e industrial, como ocurre con el mármol; se lo usa únicamente como adorno.

“En EEUU se roba material arqueológico”

A raíz de cierta frecuencia en los robos de material arqueológico en nuestro país, se le preguntó al profesor Glascock si en Estados Unidos ocurría lo mismo.

"Sí ocurre, hay saqueo de este tipo", indicó. "Es un problema muy serio. Cuando la gente que roba en el lugar donde se encuentra un bien de este tipo se pierde mucha de la información que necesitamos para interpretar esos hallazgos. La diferencia es que en mi país no hay tanta protección como en otros lugares, el dueño de una propiedad es también titular del subsuelo”.

Fuente: Los Andes Online

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