Cien años de gloria
El 24 de junio de 1910 nació en Milán la Anonima Lombarda Fabbrica Automobili (Alfa), marca que escribiría las más gloriosas páginas del automovilismo, siendo la pionera en ganar un campeonato mundial de F1 y la que llevó a Fangio a su primer título en 1951
Es sabido que cuando se habla de automóviles, la pasión ocupa un lugar destacado. Desde la invención del primer modelo hasta nuestros días, el hombre quiso ir siempre más lejos y más rápido. Concebidos como maravillas mecánicas, el invento rápidamente se extendió al mundo entero.
Así, de la mano de soñadores empedernidos y soñadores con capacidad de llevar sus ideas a la realidad, fueron surgiendo las más importantes marcas.
Algunas lograron proyectarse en el tiempo. Otras tuvieron una vida más corta.
Cada una fue adquiriendo, con el paso de los años, características propias. Unas se hicieron famosas por su confiabilidad, otras por su lujo, algunas por su diseño.
Pero de todas hay una que desde sus primeros pasos hasta hoy hace gala de su deportividad: Alfa Romeo.
Perteneciente actualmente al Grupo Fiat, recorrió como pocas un camino de hazañas en las pistas, y están unidos a ella varios de los apellidos más ilustres del automovilismo mundial.
Innovadora, buscando siempre ir más rápido, Alfa Romeo supo evolucionar y llegar a nuestros días con una identidad fuerte, marcada. En tiempos donde el diseño es víctima de los costos industriales y del túnel de viento, un alfa se reconoce desde lejos; sólo puede ser igual a sí mismo y la belleza de sus líneas es una constante en todos los modelos.
Combinación adecuada de elegancia, estilo y deportividad, su estética va siempre acompañada por motores eficientes y una sensación de manejo que sólo la sangre italiana es capaz de transmitir.
Era el 24 de junio de 1910. Aquel día, un grupo de hombres de negocios, encabezados por Ugo Stella, se hizo cargo de la fábrica de la Società Italiana Automobili Darracq, filial de una casa francesa que al no lograr el éxito esperado en Italia decidió armar las valijas e irse. Al asumir, le cambiaron el nombre por el de Anonima Lombarda Fabbrica Automobili (Alfa) sin saber que el destino le tenía preparado a esa marca que nacía en las afueras de Milán un camino de grandeza, victorias y hazañas.
El turismo 24HP, diseñado por Giuseppe Merosi, fue el primer modelo producido por Alfa. Entre 1911 y 1913 se fabricaron 300 unidades.
Eran tiempos en los que todavía no había línea de montaje y los automóviles se hacían de manera artesanal.
A diferencia de otros fabricantes, desde sus inicios Alfa demostró su vocación por la pasión y la velocidad. En 1913 Alfa produjo su primer auténtico deportivo, el 40-60 HP con motor de 6 litros y 70 CV de potencia. Ese auto debutó con un triunfo en la carrera de montaña Parma Poggio-Berceto.
Desde aquel momento la marca sería sinónimo de deportividad y aquellos primeros latidos del cuore sportivo anticiparían muchos resonantes triunfos que la pondrían en los pedestales más elevados de la industria automotriz.
Eran años que sacudían a Europa y al mundo. La Primera Guerra Mundial destruía vidas y economías, y Alfa no sería la excepción. En 1915 cayó en una crisis financiera y la Banca Italiana di Sconto designó como interventor a Nicola Romeo. Como otras industrias, fabricó armas y motores de aviación. En 1921, el ingeniero Romeo tomó una decisión trascendente al fusionar la fábrica con su empresa, Società Anonima Nicola Romeo; así nacía Alfa Romeo.
La producción de modelos no se detenía y los diseñadores empezaban cada día con el desafío de hacer modelos más rápidos y potentes.
En aquellos tiempos también haría su aparición un joven italiano apasionado por las carreras y la velocidad. Había comprado un Alfa Romeo para competir y sus aptitudes en las pistas pronto llamaron la atención de los dueños de la fábrica. Se llamaba Enzo Ferrari. La historia es tan extensa y tan rica, tanto en triunfos como en innovaciones, que resumirla es una tarea imposible.
Pero sí se pueden distinguir algunos de los puntos más destacados de su trayectoria. La marca lanzó en 1932 el primer verdadero monoplaza de la historia, el Tipo B (P3), un 8 cilindros de 2654 cc, que en 1935 fue aumentado a 3822 cc y que con 330 CV llegó a desarrollar 332 km/h.
El famoso 158 Alfetta fue el que llevó a Emilio Giuseppe Farina a conquistar el primer campeonato del mundo de Fórmula 1, y al año siguiente, Juan Manuel Fangio ganaría el primero de sus cinco campeonatos al mando de un Alfa Romeo.
Mientras tanto, la producción de autos de calle no se detenía y en 1954 se lanzó el primero de una serie de modelos que se conocerían como Giulietta y cuyas carrocerías llevaron la firma de los más prestigiosos diseñadores, como Bertone, Pininfarina y Zagato.
Vaivenes económicos mediante, y con las acciones de la compañía en una mano y otra, finalmente en 1986 se integró al Grupo Fiat.
Una historia llena de gloria unida a un presente con modelos bellos y potentes, todos unidos por el común denominador del cuore sportivo. Jorge Pandini
Fuente: lanacion.com



No hay comentarios:
Publicar un comentario