miércoles, 23 de febrero de 2011

Opinión | Nota II de III

India: el consumo como máquina de crecer

Por Emilio J. Cárdenas
Especial para lanacion.com

Miércoles 23 de febrero de 2011
India: el consumo como máquina de crecer
Foto Archivo / Luis Moreiro // 
Gentileza Ministerio de Turismo India

Desde que, en 1991, el gobierno de la India decidiera abrirse al capital privado y comenzar a aceptar algunos de los desafíos de la globalización, el país crece cual locomotora. Al 8,6%, impulsado por el consumo y el sector de los servicios, que crece al 9,2%. Con una novedad, el sector rural, que el año pasado creció apenas un 0,4%, este año se ha recuperado y crecerá al 5,6%.

Si el actual ritmo de crecimiento no se desacelera dramáticamente, por circunstancias inesperadas, se estima que la India será, ya en el 2025, el quinto país del mundo, en términos de niveles de consumo. Hoy ocupa todavía el doceavo lugar. Sobrepasará entonces a Alemania. Aunque lo cierto sea que cada indio, individualmente, consumirá entonces apenas la décima parte de lo que consuma cada alemán. Y que gastará sólo el 25% de sus ingresos en comida y tabaco, en lugar de un 40% en esos rubros, como ocurre hoy.

Para ese año, el 2025, habrá ya unos 25 millones de indios que califiquen como ricos. Una tajada de la población equivalente a un país del tamaño de Australia. En ese momento, el 40% del consumo de la India provendrá de las regiones rurales.

La "máquina de consumir" india es sustancialmente alimentada -según sugiere el empresario mediático Raghav Bahl- por tres diferentes, pero complementarias fuentes de energía.

El empuje de la juventud es la primera de ellas. La India tiene unos 500 millones de personas por debajo de los 25 años. Mientras sus padres se aburrían frente a las pantallas de la televisión pública, esos jóvenes están "cableados" y viven inmersos en Internet, con computadoras, celulares, y un mundo tecnificado que han edificado gracias a los avances de la electrónica. Tienen por ello una mezcla permanente de actitudes y preferencias de consumo que navega entre Oriente y Occidente, eligiendo así lo que prefieren de cada uno de esos universos. La quinta parte de esos jóvenes habla inglés, sin dificultades.

La segunda fuente es el aporte que hacen a la economía las mujeres. Una cuarta parte de las mujeres indias urbanas trabaja formalmente. Y una quinta parte de ellas ha completado su educación terciaria. Casi todas cumplen roles familiares que van más allá de los puramente domésticos, manejando -en muchos casos- las finanzas familiares.

La tercera avenida de alimentación del crecimiento del consumo en la India es su economía rural. Hablamos de unos 750 millones de almas que consumen anualmente unos 420 billones de dólares en su propio medio: el agropecuario. Ellos reciben subsidios del Estado del orden de los 25 billones de dólares por año, de los cuales buena parte se dedica a la electricidad y a los fertilizantes, mientras apenas una quinta parte se dedica a mejorar la infraestructura pública, esto es a contar con más y mejores caminos, puentes, puertos, sistemas de riego, entre otros.

El sector rural tiene, en algunos rubros, una productividad adecuada desde que absorbiera, en primera fila, la revolución tecnológica promovida en su momento por Norma E. Borlaug. En el sector avícola, fundamental en la dieta india (porque un 85% por ciento de la población no come carne vacuna, porque es hindú, mientras otro 12% de la población no come cerdo, porque es musulmana) de una producción anual de siete huevos por cabeza, en 1961, se pasó a cuarenta y dos, hoy. Siete veces más. No es poco.

Cuando hablamos del sector rural de la India, nos referimos al 70% de la población total del país, pero también al 56% del ingreso nacional, así como al 33% del ahorro nacional. Es realmente mucho. Aunque sólo la mitad del ingreso de este grupo social esté directamente vinculado con labores propiamente rurales, es bien importante cuando de estimular el consumo se trata.

Hay, no obstante, todavía mucho que mejorar en este sector, como lo comprueba el éxito obtenido por el dinámico gobernador de Gujarat, Narendra Modi, en el estado mencionado, que ha mejorado aceleradamente la infraestructura del mismo, muy particularmente la energética y la que tiene que ver con el acceso al agua. Como consecuencia de ello, su estado crece ahora a un ritmo del 12% anual, mientras que el de West Bengal, conducido en cambio por el Partido Comunista, lo hace apenas al 1,5%. Todo un "efecto demostración", del que ahora se habla en toda la India. Imprescindible, porque se puede hacer más.

La vecina China que, con menos tierra productiva que la India, cosecha -no obstante- más trigo y más arroz. En el caso particular del arroz, nada menos que duplicando la producción por hectárea de la India. La tendencia comenzó en los 70 y, poco a poco, los agricultores indios se han ido quedando atrás, respecto de los chinos. Esto sucede, en parte, por la desalentadora intervención del Estado indio en el proceso de comercialización de los granos, ahora morigerada. La India tiene tierra productiva en buen estado de fertilidad y puede aún crecer mucho en sus rindes agrícolas. Por esto, la seguridad alimentaria, que preocupa a otros, no es una urgencia demasiado inquietante en la India.

La agricultura emplea, directa o indirectamente, la mitad de su población en el sector rural, que produce el 15% de su PBI.

Faltan sistemas productivos integrados, mecanización y algunas reformas legales que permitan a las sociedades trabajar sin restricciones en este sector y agrupar extensiones de tierra, de modo de bajar costos y liberar la comercialización. Esto es urgente porque la suba de los precios de los alimentos en la India es la más alta de la región. El año pasado: 13,7%.

Hay en este sector oportunidades para los exportadores de maquinaria agrícola y para nuestros técnicos en producción.

(*) Ex Embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas 

Fuente: lanacion.com

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