Suspenden tareas de refrigeración por el aumento de la radiactividad
Cancelan el uso de helicópteros para tratar de extinguir el fuego en el edificio del reactor 3. "Los trabajadores no pueden continuar realizando ni siquiera el más mínimo trabajo en la planta por ahora", explicaron.
miércoles, 16 de marzo de 2011
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Japón ordenó el miércoles a los trabajadores de emergencia que abandonen la planta de energía nuclear dañada en medio de una intensificación de la fuga radiactiva, suspendiendo temporalmente los esfuerzos de enfriar los reactores atómicos recalentados.
El jefe de Gabinete, Yukio Edano, dijo que los trabajadores, que habían estado rociando los reactores con agua salada en un frenético esfuerzo por estabilizar sus temperaturas, no tuvieron otra opción que retirarse de las áreas más peligrosas.
"Los trabajadores no pueden continuar realizando ni siquiera el más mínimo trabajo en la planta por ahora", destacó Edano.
"No es tan simple de que todo vaya a ser resuelto con arrojar agua. Tratamos de evitar crear otros problemas", agregó.
"En este momento estamos echando agua desde tierra, pero hacerlo desde el aire implica bombear mucha agua y eso significa riesgo. Asimismo debemos tomar en consideración la seguridad de los helicópteros en el aire", agregó.
En la ciudad de Fukushima, aproximadamente a 60 kilómetros (40 millas) del complejo nuclear, cientos estresados funcionarios, agentes de policía y otros empleados luchaban por estar al tanto de la situación desde su improvisado centro de mando.
Un piso entero de uno de los edificios gubernamentales de la prefectura había sido tomado por quienes daban seguimiento a las evacuaciones, necesidades de energía eléctrica, cifra de muertes y provisiones.
En una habitación, soldados uniformados evaluaban las lecturas de radiación en mapas colocados a lo largo de un muro. En otra, oficiales de alto rango participaban en reuniones durante el transcurso del día, mientras que representantes de la industria de la energía nuclear sostenían improvisadas sesiones informativas ante las cámaras de los medios noticiosos.
El nivel radiactivo había descendido el miércoles por la tarde, pero no estaba claro si había permitido el regreso de los trabajadores, ni a cuanta distancia se habían retirado. El equipo de trabajadores, un equipo mínimo de 70, habían sido rotados regularmente una y otra vez de la zona de peligro a fin de minimizar que se expongan a la radiación.
Mientras tanto, las autoridades de Ibaraki, al sur de Fukushima, dijeron que el nivel de radiación era 300 veces más de lo normal al caer la mañana. Mientras que es nivel es dañino por período prolongado, no son fatales.
El gobierno ordenó que unas 140.000 personas radicadas en zonas aledañas permanezcan fuera de las calles. También fue detectado un aumento leve de radiación en Tokio, el cual desató compras de pánico de comida y agua.
La planta tiene seis reactores, y tres han sido sacudidos por explosiones. El reactor que todavía está en llamas estaba desconectado cuando ocurrió el terremoto de magnitud 9,0 que es el más poderoso que Japón haya registrado.
El organismo japonés de seguridad nuclear dijo el miéemos la naturaleza del daño, y (el reactor) podría estar fundiéndose, o podría tener algunos agujeros", aventuró un vocero del organismo, Minoru Ohgoda.
Unas tres horas después del incendio del miércoles, el organismo de seguridad nuclear afirmó que ya no se percibían llamas en la Unidad 4. Pero no pudo confirmar si el incendio había sido sofocado.
Los problemas han sido causados por el recalentamiento de los reactores al carecer de la capacidad de enfriamiento a causa de los daños que tuvo el equipo durante el terremoto y el tsunami. Un calentamiento excesivo provoca la fusión del reactor y la liberación de radiación peligrosa.
El jefe de Gabinete, Yukio Edano, dijo que los trabajadores, que habían estado rociando los reactores con agua salada en un frenético esfuerzo por estabilizar sus temperaturas, no tuvieron otra opción que retirarse de las áreas más peligrosas.
"Los trabajadores no pueden continuar realizando ni siquiera el más mínimo trabajo en la planta por ahora", destacó Edano.
"No es tan simple de que todo vaya a ser resuelto con arrojar agua. Tratamos de evitar crear otros problemas", agregó.
"En este momento estamos echando agua desde tierra, pero hacerlo desde el aire implica bombear mucha agua y eso significa riesgo. Asimismo debemos tomar en consideración la seguridad de los helicópteros en el aire", agregó.
En la ciudad de Fukushima, aproximadamente a 60 kilómetros (40 millas) del complejo nuclear, cientos estresados funcionarios, agentes de policía y otros empleados luchaban por estar al tanto de la situación desde su improvisado centro de mando.
Un piso entero de uno de los edificios gubernamentales de la prefectura había sido tomado por quienes daban seguimiento a las evacuaciones, necesidades de energía eléctrica, cifra de muertes y provisiones.
En una habitación, soldados uniformados evaluaban las lecturas de radiación en mapas colocados a lo largo de un muro. En otra, oficiales de alto rango participaban en reuniones durante el transcurso del día, mientras que representantes de la industria de la energía nuclear sostenían improvisadas sesiones informativas ante las cámaras de los medios noticiosos.
El nivel radiactivo había descendido el miércoles por la tarde, pero no estaba claro si había permitido el regreso de los trabajadores, ni a cuanta distancia se habían retirado. El equipo de trabajadores, un equipo mínimo de 70, habían sido rotados regularmente una y otra vez de la zona de peligro a fin de minimizar que se expongan a la radiación.
Mientras tanto, las autoridades de Ibaraki, al sur de Fukushima, dijeron que el nivel de radiación era 300 veces más de lo normal al caer la mañana. Mientras que es nivel es dañino por período prolongado, no son fatales.
El gobierno ordenó que unas 140.000 personas radicadas en zonas aledañas permanezcan fuera de las calles. También fue detectado un aumento leve de radiación en Tokio, el cual desató compras de pánico de comida y agua.
La planta tiene seis reactores, y tres han sido sacudidos por explosiones. El reactor que todavía está en llamas estaba desconectado cuando ocurrió el terremoto de magnitud 9,0 que es el más poderoso que Japón haya registrado.
El organismo japonés de seguridad nuclear dijo el miéemos la naturaleza del daño, y (el reactor) podría estar fundiéndose, o podría tener algunos agujeros", aventuró un vocero del organismo, Minoru Ohgoda.
Unas tres horas después del incendio del miércoles, el organismo de seguridad nuclear afirmó que ya no se percibían llamas en la Unidad 4. Pero no pudo confirmar si el incendio había sido sofocado.
Los problemas han sido causados por el recalentamiento de los reactores al carecer de la capacidad de enfriamiento a causa de los daños que tuvo el equipo durante el terremoto y el tsunami. Un calentamiento excesivo provoca la fusión del reactor y la liberación de radiación peligrosa.
Llega a 11.000 el número de muertos y desaparecidos por el terremoto
Actualmente, unas 450.000 personas viven en albergues temporales, en muchos casos durmiendo en el suelo de gimnasios escolares con escasa comida y sin agua.
Días después del doble desastre, un terremoto de magnitud 9 y un maremoto que barrió innumerables pueblos del litoral nororiental del Japón, millones de personas sobreviven con escasa comida y agua, sin calefacción bajo gélidas temperaturas, en medio de una crisis nuclear sin precedente.
Miles perdieron sus viviendas y el número de muertos y desaparecidos supera los 11.000.
Actualmente, unas 450.000 personas viven en albergues temporales, en muchos casos durmiendo en el suelo de gimnasios escolares.
Las autoridades informaron el miércoles que la cifra oficial de muertes a raíz de la tragedia llegaba a los 3.676. Más de 11.000 personas han muerto o han desaparecido, y muchos funcionarios creen que el balance de muertos superaría las 10.000 personas. Entretanto unas 434.000 perdieron sus viviendas y ahora viven en albergues.
En un inusual mensaje a la nación, el emperador Akihito expresó sus condolencias a las víctimas de su país devastado por un terremoto y un maremoto, y exhortó a los japoneses a que no desmayen.
"Es importante que cada uno de nosotros comparta los días aciagos que se nos presentan", destacó Akihito, de 77 años, una figura profundamente respetada en todo el país. "Rezo para que todos nos cuidemos mutuamente y superemos esta tragedia", agregó.
Asimismo expresó su preocupación por la crisis en la planta nuclear dañada por los desastres que han provocado una fuga radiactiva. "Con la ayuda de todos los involucrados espero que las cosas no empeoren", agregó.
Conforme pasan los días, cada vez más van surgiendo las increíbles historias dramáticas de los sobrevientes y de las víctimas de los pueblos devastados del litoral nororiental del Japón.
Desde el violento terremoto que fue seguido por un devastador maremoto, las autoridades han luchado para impedir una catástrofe ambiental por los daños causados a la planta Fukushima Dai-ichi, situada a 220 kilómetros (140 millas) al norte de Tokio.
El maremoto derribó los generadores diesel de emergencia, necesarios para mantener frío el combustible nuclerar, provocando una crisis atómica.
Se trata de la peor crisis nuclear que haya afectado Japón desde las bombas atómicas arrojadas a Hiroshima y Nagasaki durante la Segunda Guerra Mundial. Asimismo es la primera vez que ese tipo de amenaza nuclear se ha presentado en el mundo desde el desastre de la planta nuclear de Chernobyl, Rusia, en 1986.
La devastadora muralla de agua que el terremoto desató mató a miles de habitantes del litoral nororiental de Japón, arrasó pueblos completos, inundó carreteras y destruyó puertos, refinerias petroleras, plantas siderúrgicas y dejó cientos de fábricas sin funcionamiento.
Los expertos señalan que el costo de la destrucción excede el monto que provocó el catastrófico terremoto de 1995 en Kobe, que según Standard & Poor's ascendió a un total de 159.000 millones de dólares.
Las prefecturas más afectadas son cuatro, Iwate, Miyagi, Fukushima e Ibaraki, que albergan industrias desde los sectores agrícola, hasta los de autopartes y electrodomésticos, que constituyen un 6% de la economía del Japón.
Cientos de miles de personas han pasado cinco noches con escaso alimento, agua ni calefacción bajo temperaturas gélidas muchos de ellos sin vivienda, mientras tratan de buscar a sus seres queridos.
El puerto de Sendai, el más importante del noreste ha quedado destruido. A través de sus muelles pasaban vastos cargamentos de exportación de todo tipo. Otros tres puertos, Hachinohe, Ishinomaki y Onahama, han tenido daños considerables y es probable que no funcionen en varios meses.
Miles perdieron sus viviendas y el número de muertos y desaparecidos supera los 11.000.
Actualmente, unas 450.000 personas viven en albergues temporales, en muchos casos durmiendo en el suelo de gimnasios escolares.
Las autoridades informaron el miércoles que la cifra oficial de muertes a raíz de la tragedia llegaba a los 3.676. Más de 11.000 personas han muerto o han desaparecido, y muchos funcionarios creen que el balance de muertos superaría las 10.000 personas. Entretanto unas 434.000 perdieron sus viviendas y ahora viven en albergues.
En un inusual mensaje a la nación, el emperador Akihito expresó sus condolencias a las víctimas de su país devastado por un terremoto y un maremoto, y exhortó a los japoneses a que no desmayen.
"Es importante que cada uno de nosotros comparta los días aciagos que se nos presentan", destacó Akihito, de 77 años, una figura profundamente respetada en todo el país. "Rezo para que todos nos cuidemos mutuamente y superemos esta tragedia", agregó.
Asimismo expresó su preocupación por la crisis en la planta nuclear dañada por los desastres que han provocado una fuga radiactiva. "Con la ayuda de todos los involucrados espero que las cosas no empeoren", agregó.
Conforme pasan los días, cada vez más van surgiendo las increíbles historias dramáticas de los sobrevientes y de las víctimas de los pueblos devastados del litoral nororiental del Japón.
Desde el violento terremoto que fue seguido por un devastador maremoto, las autoridades han luchado para impedir una catástrofe ambiental por los daños causados a la planta Fukushima Dai-ichi, situada a 220 kilómetros (140 millas) al norte de Tokio.
El maremoto derribó los generadores diesel de emergencia, necesarios para mantener frío el combustible nuclerar, provocando una crisis atómica.
Se trata de la peor crisis nuclear que haya afectado Japón desde las bombas atómicas arrojadas a Hiroshima y Nagasaki durante la Segunda Guerra Mundial. Asimismo es la primera vez que ese tipo de amenaza nuclear se ha presentado en el mundo desde el desastre de la planta nuclear de Chernobyl, Rusia, en 1986.
La devastadora muralla de agua que el terremoto desató mató a miles de habitantes del litoral nororiental de Japón, arrasó pueblos completos, inundó carreteras y destruyó puertos, refinerias petroleras, plantas siderúrgicas y dejó cientos de fábricas sin funcionamiento.
Los expertos señalan que el costo de la destrucción excede el monto que provocó el catastrófico terremoto de 1995 en Kobe, que según Standard & Poor's ascendió a un total de 159.000 millones de dólares.
Las prefecturas más afectadas son cuatro, Iwate, Miyagi, Fukushima e Ibaraki, que albergan industrias desde los sectores agrícola, hasta los de autopartes y electrodomésticos, que constituyen un 6% de la economía del Japón.
Cientos de miles de personas han pasado cinco noches con escaso alimento, agua ni calefacción bajo temperaturas gélidas muchos de ellos sin vivienda, mientras tratan de buscar a sus seres queridos.
El puerto de Sendai, el más importante del noreste ha quedado destruido. A través de sus muelles pasaban vastos cargamentos de exportación de todo tipo. Otros tres puertos, Hachinohe, Ishinomaki y Onahama, han tenido daños considerables y es probable que no funcionen en varios meses.
Fuente: Los Andes Online



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