“Volar en transbordador es como ir en una montaña rusa”
El astronauta Terry Virts calificó de triste el fin de la misión del Atlantis.
domingo, 10 de julio de 2011
Agencia AFP
Volar en un transbordador espacial es como subir al cielo a alta velocidad a bordo de una desvencijada montaña rusa y luego regresar a casa tras estar en un club nocturno cósmico, dijo el astronauta estadounidense Terry Virts.
Consultado sobre su mejor recuerdo en el espacio, este coronel de la Fuerza Aérea y miembro por 11 años de la NASA fue incapaz de destacar un sólo momento de su primer y único viaje, de dos semanas, a bordo de un transbordador el año pasado.
“Todos los días tenía un recuerdo favorito”, dijo Virts en una entrevista en el Centro Espacial Kennedy. “El lanzamiento en sí mismo es increíble, los sonidos y las vistas... En 20 años de piloto de combate y piloto de pruebas nunca sentí nada parecido”, explicó Virts, de 43 años, que voló el Endeavour en febrero de 2010.
“Estás acelerando, así que en cierto modo es como estar sometido a la fuerza g. Hay mucho ruido. Es un poco como un avión, pero suena como un tren, muy fuerte porque hay mucha presión del viento en las ventanas... La vibración es como ir en uno de esos viejos vagones de madera de montaña rusa que traquetea, sólo que un poco más”, dijo.
Un astronauta apenas tiene tiempo de recuperar el aliento tras ser propulsado hacia el espacio cuando de repente aparecen las primeras vistas majestuosas de la Tierra. “Alrededor de un minuto en vuelo... (y) pude ver la totalidad de la costa este del país”, contó Virts.
“Y unos minutos después estoy flotando en el espacio y está amaneciendo y los motores están golpeando y suena como un disparo”, explicó, describiendo el momento en que los cohetes propulsores se separan, a unos 45 km sobre la Tierra. “Hay un fogonazo -añadió- y entonces se separan del tanque y arden durante unos 10 segundos, y es un espectáculo de luz increíble... Y unos minutos después estamos sobrevolando los Alpes. Y eso era el primer día. Cada día había una experiencia como ésa”.
Quizá, la única forma de superar lo alucinante del despegue sea el ardiente reingreso en la atmósfera de la Tierra bajo el amparo de la oscuridad. “Si alguna vez vuelves del espacio a la Tierra, recomiendo que se haga de noche”, aconsejó y apuntó: “El reingreso fue incluso más impresionante que el lanzamiento”.
Al sumergirse de vuelta en la atmósfera terrestre, la tripulación es testigo de un espectáculo de luz único procedente de la compleja interacción de campos eléctricos y magnéticos que rodean y protegen del Sol al planeta.
Aunque los astronautas se entrenan exhaustivamente y hacen simulaciones de vuelo para prepararse a esos momentos, nada es comparable con vivirlo de primera mano, explicó. “Fue chocante. Lo sabía, había visto videos, pero hacerlo es como... uau”.
Virts explicó que hay mucha nostalgia entre los astronautas estadounidenses por el fin del programa del transbordador, y calificó el momento de “triste” porque miles de empleados de la NASA están siendo despedidos y no hay un proyecto sólido para el futuro inmediato.
Tras el regreso del Atlantis, la NASA dependerá de los Soyuz rusos hasta el desarrollo de una nueva nave espacial estadounidense, que no será antes de 2015, como muy temprano. Varias empresas privadas compiten para ofrecer un medio de transporte de astronautas y carga a la ISS.
Consultado sobre su mejor recuerdo en el espacio, este coronel de la Fuerza Aérea y miembro por 11 años de la NASA fue incapaz de destacar un sólo momento de su primer y único viaje, de dos semanas, a bordo de un transbordador el año pasado.
“Todos los días tenía un recuerdo favorito”, dijo Virts en una entrevista en el Centro Espacial Kennedy. “El lanzamiento en sí mismo es increíble, los sonidos y las vistas... En 20 años de piloto de combate y piloto de pruebas nunca sentí nada parecido”, explicó Virts, de 43 años, que voló el Endeavour en febrero de 2010.
“Estás acelerando, así que en cierto modo es como estar sometido a la fuerza g. Hay mucho ruido. Es un poco como un avión, pero suena como un tren, muy fuerte porque hay mucha presión del viento en las ventanas... La vibración es como ir en uno de esos viejos vagones de madera de montaña rusa que traquetea, sólo que un poco más”, dijo.
Un astronauta apenas tiene tiempo de recuperar el aliento tras ser propulsado hacia el espacio cuando de repente aparecen las primeras vistas majestuosas de la Tierra. “Alrededor de un minuto en vuelo... (y) pude ver la totalidad de la costa este del país”, contó Virts.
“Y unos minutos después estoy flotando en el espacio y está amaneciendo y los motores están golpeando y suena como un disparo”, explicó, describiendo el momento en que los cohetes propulsores se separan, a unos 45 km sobre la Tierra. “Hay un fogonazo -añadió- y entonces se separan del tanque y arden durante unos 10 segundos, y es un espectáculo de luz increíble... Y unos minutos después estamos sobrevolando los Alpes. Y eso era el primer día. Cada día había una experiencia como ésa”.
Quizá, la única forma de superar lo alucinante del despegue sea el ardiente reingreso en la atmósfera de la Tierra bajo el amparo de la oscuridad. “Si alguna vez vuelves del espacio a la Tierra, recomiendo que se haga de noche”, aconsejó y apuntó: “El reingreso fue incluso más impresionante que el lanzamiento”.
Al sumergirse de vuelta en la atmósfera terrestre, la tripulación es testigo de un espectáculo de luz único procedente de la compleja interacción de campos eléctricos y magnéticos que rodean y protegen del Sol al planeta.
Aunque los astronautas se entrenan exhaustivamente y hacen simulaciones de vuelo para prepararse a esos momentos, nada es comparable con vivirlo de primera mano, explicó. “Fue chocante. Lo sabía, había visto videos, pero hacerlo es como... uau”.
Virts explicó que hay mucha nostalgia entre los astronautas estadounidenses por el fin del programa del transbordador, y calificó el momento de “triste” porque miles de empleados de la NASA están siendo despedidos y no hay un proyecto sólido para el futuro inmediato.
Tras el regreso del Atlantis, la NASA dependerá de los Soyuz rusos hasta el desarrollo de una nueva nave espacial estadounidense, que no será antes de 2015, como muy temprano. Varias empresas privadas compiten para ofrecer un medio de transporte de astronautas y carga a la ISS.
Fuente: Los Andes Online



No hay comentarios:
Publicar un comentario