viernes, 30 de septiembre de 2011

Crearon en el país la primera vacuna contra un parásito mortal

30/09/11
Desarrollo inédito en el mundo. Inmuniza al ganado frente a la hidatidosis, una enfermedad que se transmite a humanos.


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Argentina desarrolló una vacuna contra la hidatidosis, la zoonosis con mayor número de casos en seres humanos reportados en el país. Es la primera vacuna del mundo contra un parásito y, al aplicarse al ganado ovino y caprino, permitirá cortar la cadena de trasmisión de esta enfermedad endémica, que representa un riesgo para 5 millones de personas y, en particular, para 500.000 nenes menores de 5 años.

La vacuna, que ya se halla disponible a través del laboratorio argentino Tecnovax, fue presentada ayer por el doctor Oscar Jensen, del Departamento de Investigación en Salud de la Secretaría de Salud de Chubut, que lleva 30 años luchando contra la hidatidosis. Participaron en el acto los ministros de Ciencia y Tecnología, Lino Barañao; y de Industria, Débora Giorgi; y el secretario de Agricultura, Ganadería y Pesca, Lorenzo Basso.

En 2010 se notificaron 385 nuevos casos de hidatidosis, una enfermedad crónica que se caracteriza por la formación de quistes en distintos órganos, en especial en hígado y pulmones. Pueden pasar desde algunos meses hasta varios años antes de que se presenten síntomas, que requieren de tratamiento médico o incluso quirúrgico. Los casos más graves causan entre 10 y 15 muertes por año.

El parásito Echinococcus granulosus suele hospedarse principalmente en ovejas y cabras, pero también en vacas, cerdos, caballos, llamas y alpacas; se lo encuentra además en animales silvestres como guanacos, vicuñas, zorros y liebres.

Llega al humano a través del perro, que se contagia al comer vísceras de animales infestados, en especial durante la faena. El parásito completa su ciclo en el intestino del perro que, al defecar, elimina huevos que contaminan el ambiente. El ganado los ingiere al pastar o beber, y así se mantiene el ciclo de la zoonosis.

Las personas pueden infectarse al ser lamidas o al acariciar a un perro parasitado, e ingerir los huevos; al alimentarse de verduras, o al beber agua contaminada con materia fecal de un perro. “La mayoría contrae la enfermedad de chico, en el período en que comienza a gatear, hasta que se aleja del piso, y empieza a ir a la escuela y a tener hábitos de higiene”, observa Jensen.

“El ciclo del parásito se conoce desde hace más de 180 años; el control de faena se estableció por decreto presidencial en 1908 –recuerda el médico veterinario –. Es un parásito asombroso, con una capacidad de supervivencia extraordinaria. Si pasaron tantos años, es que se trata de un problema complejo”.

Hasta ahora se buscó frenar los contagios de varias maneras, como control de faena, y educación sanitaria para que los pequeños productores no alimenten a sus perros con vísceras crudas. El mayor esfuerzo apuntó a desparasitar a los perros, lo que debe hacerse cada 45 días, con un antiparasitario que provee el Ministerio de Salud de la Nación.

“En Chubut estamos usándolo desde 1984. Hay cada vez menos casos gracias al esfuerzo de los agentes sanitarios. Pero a veces llegan al puesto y los perros no están; tienen que dejar las pastillas, pero el productor no se las da. Y siguen enfermándose chicos”.

La vacuna Providean Hidatil EG95, puesta a punto en Argentina, apunta a prevenir la enfermedad en el ganado. “Nuestra preocupación desde el Estado son los 50.000 pequeños productores ovinos y caprinos, que tendrían unos 4 millones de cabezas”, resalta Jensen.

Si bien reconoce que “es un problema de salud pública, porque es una de las zoonosis que mayor mortalidad causa”, director nacional de Epidemiología, Horacio Echenique, admite que “desde la Nación le vemos una dificultad (a la vacuna): a diferencia de la aftosa y de la brucelosis, la hidatidosis animal no provoca grandes pérdidas a los productores, con lo cual perdemos un aliado importante, porque no disminuye la producción cárnica. No van a tomar como propia la responsabilidad de aplicar la vacuna, y menos de comprarla”.

Jensen ofrece otra evaluación: “Es una enfermedad crónica que no mata al ganado, ni produce pérdidas evidentes. Pero sí hay una pérdida subclínica, del 10% en la producción de carne, y otro tanto en la producción de lana en los ovinos”.

Por eso reclama “sumar esta nueva herramienta a los programas que ya tenemos”, e incluir la vacuna en un programa nacional que, además del Ministerio de Salud, sume a otras instituciones, como el Senasa y el Programa Prohuerta del INTA. Ayer, el secretario de Agricultura y Ganadería, Lorenzo Basso, se mostró predispuesto a la propuesta.

“Ayudar al pequeño productor tiene que ser una preocupación del Estado para cuidar a la gente, y que no se enfermen esos 500.000 chicos que están en riesgo de contraer hidatidosis –insiste Jensen–. Si además podemos lograr que el productor logre tener unos kilos más de lana y de carne, mejor”.

Casi 30 años de trabajo científico

En 1982, David Heath, del Centro de Investigación Animal de Nueva Zelanda, dio el primer paso contra el contagio de la hidatidosis mediante una vacuna extractiva, a partir de huevos de parásitos, presentes en las heces del perro.

En 1995, Heath y Marshall Lightowlers, en el Laboratorio de Parasitología Molecular de la Universidad de Melbourne, Australia, produjeron la primera vacuna recombinante. Se basa en el antígeno EG95, presente en huevos de parásitos, que protege de la hidatidosis a los hospederos intermedios (ganado).

En 1996 se sumaron a la investigación expertos del Departamento de Zoonosis de la Secretaría de Salud de Chubut y del Cridecit de la Universidad Nacional de la Patagonia “San Juan Bosco”.

En 2006, el laboratorio argentino Tecnovax adquirió la licencia para el desarrollo local.

En 2007, el Centro de Virología Animal (Cevan-Conicet) recibió el material genético. Con apoyo de la Agencia Nacional de Promoción Científica se optimizó la producción de la proteína que contiene el antígeno EG95. La doctora Verónica Poggio, del Cevan, explicó a Clarín que allí se seleccionó el inmunoestimulante apropiado para dar una formulación eficaz y bioequivalente a la australiana. La vacuna se aplica en dos dosis iniciales (la segunda, a 30 días), con una revacunación anual, lo que da una protección del 100%.

Fuente: Clarin.com

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