domingo, 2 de octubre de 2011

Ambicioso proyecto científico del Observatorio Pierre Auger, en Mendoza

Analizan los rayos cósmicos con detectores desarrollados en el país



 
Los dispositivos son realizados por la Comisión Nacional de Energía Atómica, y en el proyecto participan también el CONICET y la UNSAM. Podrán determinar dónde está la transición de rayos galácticos a extragalácticos.

Cuenta la historia que los Cuatro Fantásticos obtuvieron sus poderes cuando fueron expuestos a grandes dosis de rayos cósmicos durante una misión científica en el espacio. Ilesos, regresaron a la tierra para descubrir sus nuevas habilidades y convertirse en superhéroes. Sin embargo, poco aún se sabe de este fenómeno espacial, que bombardea constantemente el planeta sin causar ningún daño.
 
“Cuando hablamos de rayos cósmicos hablamos de algo muy genérico: cada partícula cargada que proviene de afuera de la Tierra es llamada rayo cósmico, pero en realidad existen en rangos de energía extremadamente amplios”, explica Carmelo Sgrò, del Instituto Nacional de Física Nuclear, en Italia.
 
Estas partículas, principalmente protones y núcleos de átomos, viajan cargadas de energía a velocidades cercanas a la de la luz desde distintos lugares del universo y, aunque no sean visibles, todo el tiempo impactan contra el planeta. Cuando llegan a la Tierra entran en contacto con la atmósfera, chocan con las partículas suspendidas en el aire y caen a la tierra en forma de cascada (ver infografía), que nos atraviesa y penetra en la tierra en forma desapercibida.
 
“Vivimos inmersos en rayos cósmicos”, grafica Sgrò, “y estudiarlos puede ayudarnos a comprender toda la física del universo en general”.
 
Para dilucidar de dónde vienen los rayos cósmicos, cómo viajan a través del espacio o cuál es su composición, un grupo de investigadores argentinos desarrolló unos detectores especiales como parte de un proyecto en el Observatorio Pierre Auger, el más grande del mundo y que está ubicado en Malargüe, Mendoza. El proyecto es impulsado por el grupo ITeDA (Instituto de Tecnologías en Detección y Astropartículas), creado en conjunto por la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM).
 
“Básicamente la cascada que generan los rayos está compuesta por tres partes: las partículas electromagnéticas, los muones y los hadrones, que son las partículas más pesadas”, explica Iván Sidelnik, físico del grupo.
 
La clave para discernir su composición química parece residir en los muones, partículas similares a los electrones, pero más pesadas. “Cuando una partícula interactúa con la atmósfera produce muones, que generalmente pierden energía (a medida que caen). A nivel del suelo, la mayor proporción de los rayos cósmicos son muones”, explica Sgrò.
 
La teoría postula que los rayos que vienen de nuestra galaxia lo hacen con menor energía y tienen mayor proporción de partículas livianas que aquellos que vienen de zonas más alejadas, viajan con mayor energía y están formados por elementos más pesados. Esto ocurre porque la fuente que los produce necesita lanzar partículas cada vez más pesadas para que se genere la suficiente energía y el rayo llegue a la Tierra.
 
“Ese cambio de composición, que estudiamos con los contadores de muones, es el que nos va a decir dónde está la transición de rayos cósmicos galácticos de extragalácticos”, asegura el físico.
 
El proyecto es uno de los más ambiciosos en la escena científica internacional en materia de rayos cósmicos, y para implementarlo se necesitó desarrollar contadores de muones especiales, ya que no había este tipo de dispositivo en el mercado.
 
“Adaptamos un detector que ya existía e hicimos el desarrollo tecnológico. Si bien compramos parte de los componentes en el exterior, la electrónica y la mecánica del detector la desarrollamos acá, es todo original nuestro”, asegura Sidelnik.
 
Tras su fabricación en las instalaciones de la CNEA, los detectores son llevados a Mendoza y se ubican en una sección de 23 kilómetros cuadrados del Observatorio Pierre Auger, llamada Infill, donde planean comenzar a tener en breve mediciones sobre la cantidad de muones que llega.
 
Con esa nueva tecnología industria nacional, probablemente la ciencia pueda dar una respuesta a uno de los interrogantes que rodean a los rayos cósmicos: de dónde vienen y cómo llegan al planeta, viajando a través del espacio a altas velocidades. 

Fuente: tiempo.elargentino.com

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