¿El momento oportuno para que Israel bombardee Irán?
Information Clearing House
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens |
Hay cada vez más
señales de que es posible que el gobierno derechista de Israel piense
que llegó el momento oportuno para un ataque contra Irán, ya que suenan
cada vez más alarmas dentro de Israel sobre un supuesto progreso iraní
en la construcción de una bomba nuclear – y el presidente Barack Obama
teme la pérdida de apoyo político judío clave en 2012 si no lo aprueba.
El 26 de septiembre, el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu
reiteró el supuesto progreso iraní, cuando dijo al entrevistador Charlie
Rose que “queda poco tiempo” antes que Irán obtenga armas nucleares y
plantee una amenaza directa para Israel y el resto del mundo.
Sin embargo, el factor clave en toda decisión israelí para enviar sus aviones y misiles contra Irán es el grado en el cual Netanyahu y otros dirigentes de la línea dura del Likud creen que el presidente Obama está obligado a dar un apoyo general a Israel – especialmente cuando se aproxima la Elección 2012.
Es posible que los israelíes concluyan que la formidable efectividad del Lobby del Likud y el apoyo automático del Congreso de EE.UU. así como de neoconservadores que conservan su poder en el Poder Ejecutivo (y en las páginas de opinión de los principales periódicos de EE.UU.) representan una garantía de apoyo automático para prácticamente cualquier cosa que Israel decida hacer.
Si Israel lo ve como una luz verde para atacar, es posible que el resto del mundo –incluso Washington– reciba poca o ninguna advertencia.
Presumiblemente Netanyahu y sus asociados sean renuentes a dar a Obama el tipo de aviso anticipado que le permitiría consultar a algunos consejeros políticos y militares adultos, dándole así una posibilidad de tratar de frustrar los planes israelíes.
¿Las consecuencias de un ataque sorpresa no anunciado? Habría un fuerte argumento en Tel Aviv de que el precedente pasado demuestra que hay pocas, si alguna, consecuencias por no informar a Obama de acciones israelíes.
También existe el precedente de cómo una generación anterior de dirigentes del Likud reaccionaron ante un posible segundo período de un presidente demócrata del que se sospechaba que solo tuviera una lealtad menos que total hacia Israel.
En 1980, el primer ministro Menachem Begin se molestó por la presión del presidente Jimmy Carter que obligó a Israel a entregar el Sinaí a cambio de un tratado de paz con Egipto. Begin dejó en claro a sus seguidores en el interior y en el extranjero que Carter, si era liberado de la presión política de enfrentar la reelección, podría presionar a Israel para que aceptara un Estado palestino. Por lo tanto, Begin transfirió silenciosamente el apoyo político de Israel al republicano Ronald Reagan, ayudando así a asegurar la desproporcionada derrota de Carter.
De la misma manera, algunos israelíes partidarios de la línea dura sospechan que Obama podría verse liberado en un segundo período de su temor de represalias políticas israelíes y por lo tanto renovaría la presión sobre Netanyahu para que congele los asentamientos judíos en el territorio ocupado de Palestina y llegue a un verdadero acuerdo con los palestinos.
Según este análisis, un Obama en un segundo período podría aumentar el creciente aislamiento de Israel en Medio Oriente, que incluso fue subrayado el domingo por el secretario de Defensa, Leon Panetta, cuando dijo que Israel debe reiniciar negociaciones con los palestinos y trabajar para restaurar relaciones con Egipto y Turquía.
“¿Basta con mantener una ventaja militar si uno se está aislando en la arena diplomática?”, preguntó Panetta. “Es lo que está sucediendo”.
El peor año
Por cierto, 2011 ha sido el peor año en la memoria reciente para Israel, al abrir un cambio radical altamente desfavorable en su posición estratégica.
Israel perdió el apoyo de gobiernos anteriormente amistosos en Egipto y Turquía y se encuentra cada vez más aislado internacionalmente, mientras la ocupación de territorio palestino entra a su 45º año y la condición del pueblo palestino recibe cada vez más atención – y simpatía.
Cuando Netanyahu y sus consejeros derechistas observan la nueva constelación, es una apuesta segura que buscan un imperativo para reajustarla a favor de Israel.
Pero, ¿atacando Irán? Bueno, sé que suena demencial. Es demencial. La pregunta, sin embargo es si también suena demencial a los dirigentes de Israel, acostumbrados como están a una realidad en la cual la cola puede menear a un gran perro a su voluntad.
Además, los israelíes suenan cada vez más desesperados y la noción de atacar Irán e involucrar a EE.UU. puede ser vista por dirigentes desesperados como una manera de contener más erosión de su posición estratégica – o por lo menos de mostrar que todavía tienen un defensor muy poderoso.
A mi juicio, un ataque contra Irán tendría un doble propósito: (1) posponer el programa y la infraestructura nuclear de Irán, y (2) apresar a Washington en una relación militar aún más estrecha con Israel. Pongamos algo de contexto en estos puntos, uno por uno:
Primero, el espectro de un arma nuclear iraní. Quisiera decir desde el principio que me sería fácil creer que Irán trabaja en un arma nuclear. Hay todo tipo de motivos por los cuales se podría comprender que Teherán lo vea como un camino razonable.
(Como se ha visto, Iraq no tenía armas nucleares y sabemos lo que le pasó; Corea del Norte tiene un puñado de bombas nucleares y sabemos lo que no le ha pasado.)
El problema es que, no importa lo que yo –o cualquier otro– pueda creer. Para numerosos analistas no basta con un análisis basado en la fe (o, por lo menos no solía bastar). La evidencia empírica es lo que vale para nosotros.
A diferencia de Israel, que se ha negado a firmar el Tratado de No Proliferación y tiene entre 200 y 300 armas nucleares, Irán firmó el TNP e insiste en que no tiene ningún interés en armas nucleares, solo uranio enriquecido para investigación médica y energía. A diferencia de Israel, Irán ha permitido que vayan inspectores del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) a verificar el cumplimiento con su compromiso de no construir armas nucleares.
A pesar de todo, sigue habiendo “creencias” y sospechas de que Irán, pueda estar creando el fundamento para tener una posibilidad de salida, y Teherán no ha cumplido siempre con todas sus obligaciones bajo el régimen de salvaguardas.
Sin embargo, a pesar del sesgo aplicado frecuentemente a los informes del OIEA por los Medios Corporativos Serviles (MCS), y particularmente el New York Times, el OIEA nunca ha detectado la diversión de uranio enriquecido de instalaciones declaradas, con el propósito de construir un arma nuclear. Es un hecho.
Analistas de la inteligencia impiden la guerra
Más allá de esa verdad inconveniente, vale la pena considerar un poco más de historia reciente:
En 2007, el presidente George W. Bush y el vicepresidente Dick Cheney, con apoyo de viva voz de Israel y de los MCS, estaban intensificando el apoyo para contrarrestar lo que afirmaban era la determinación de Irán de construir armas nucleares. El 22 de octubre de 2007, el embajador israelí en EE.UU. insistió en público en que quedaba “muy poco tiempo” para impedir que Irán obtuviera armas nucleares.
¿De verdad? Incluso si hubiera habido un programa nuclear oculto a la OIEA, ningún observador serio esperaba que Irán adquiriera un arma nuclear hasta varios años más tarde. En realidad, a decir verdad, cada año de por medio desde 1995 los servicios de inteligencia habían estado prediciendo que Irán podría tener un arma nuclear dentro de unos cinco años.
Llegó a ser bastante embarazoso – como un disco rayado. La repetición era subrayada por gente como el ex director de la CIA, James Woolsey, un decidido neoconservador que advertía permanentemente que EE.UU. podría no tener otra alternativa que bombardear Irán para detener su programa de armas nucleares.
A mediados de 2006, Woolsey, que se ha autocalificado de “sostén del ala presbiteriana del Instituto Judío para Asuntos de Seguridad Nacional”, lo dijo como sigue: “Me temo que dentro, bueno, en el peor de los casos de unos pocos meses; en el mejor, unos pocos años; ellos [los iraníes] podrían tener la bomba”. Fue hace cinco años.
Los rusos lo entienden
A principios de octubre de 2007, el presidente ruso Vladimir Putin, libre del Lobby del Likud que impone el “pensamiento de grupo” dominado por los neoconservadores de Washington, se burló en público de la “evidencia” que había sido citada como prueba para mostrar que Irán se proponía hacer armas nucleares.
Entonces, durante una visita a Irán el 16 de octubre de 2007, Putin echó sal a las heridas de los neoconservadores de “bombardead Irán”; advirtió: “No solo debemos rechazar el uso de la fuerza, sino también la mención de fuerza como posibilidad”.
Eso provocó un interesante estallido del presidente Bush el día siguiente en una conferencia de prensa:
Solo semanas después, en noviembre de 2007, la comunidad de defensa de EE.UU. completó una Evaluación Nacional de Inteligencia formal en la mejor decisión de decir la verdad al poder. La ENI fue una investigación a fondo de toda la evidencia de años sobre las actividades y planes nucleares de Irán.
Pero las conclusiones de la ENI no se parecían en nada a lo que habían estado afirmando Bush, Cheney, sus homólogos israelíes y los MCS sobre la inminencia de una amenaza nuclear de Irán.
Lo que sigue proviene del párrafo que introduce los Criterios Clave de la ENI de noviembre de 2007 que evitó la guerra con Irán:
Como no existe ninguna garantía que, incluso con una Evaluación honesta, la razón prevalezca en la Casa Blanca, el jefe del Estado Mayor Conjunto, Mike Mullen, y otros altos oficiales como el comandante de CENTCOM, almirante William Fallon, tomaron el paso poco usual de insistir en que las opiniones cruciales de la Evaluación fueran desclasificados y publicados.
Calcularon, correctamente, que esto introduciría una varilla de hierro en las ruedas de la fuerza destructiva que rueda ahora hacia un nuevo desastre – una guerra con Irán.
Hay que recordar que el almirante Fallon, quien llegó a ser comandante de CENTCOM en marzo de 2007, hizo saber a la prensa que no habría un ataque contra Irán “mientras yo esté al mando”. Fue despedido en marzo de 2008.
Sus altos colegas militares, que no son tan francos como Fallon, compartieron su desdén por los puntos de vista peligrosamente simplistas de Bush y Cheney respecto al uso del poder militar.
Bush y Cheney consternados
Lo que tal vez sea lo más sorprendente es el desarmante (si es la palabra correcta) candor con el cual George W. Bush ha explicado su pesar al conocer la opinión unánime de la comunidad de la inteligencia de que Irán no ha estado trabajando en un arma nuclear desde fines de 2003.
Bush deja que todo esto salga a la luz en su memoria Decision Points. Todos supusimos que él y Cheney estaban auténticamente preocupados por una amenaza de Irán, y que se podría haber esperado un largo suspiro de alivio – o por lo menos algunas preguntas de seguimiento – como reacción ante la opinión de la ENI.
En su lugar, es revelador que Bush se haya quejado de que la ENI “ató mis manos respecto al lado militar”, señalando que la ENI comenzó con un resultado de alta confianza en que Irán detuvo su programa de armas nucleares en el otoño de 2003 “que hizo salir los ojos de sus órbitas”.
El ex presidente agrega que “la conclusión de la ENI fue tan sorprendente que sentí que sería inmediatamente filtrada a la prensa”. Escribe que autorizó la desclasificación de los resultados cruciales “para que pudiéramos basar las noticias en los hechos”. ¿Hechos?
Seguro. “Hechos” nuevos y diferentes”. ¿No demostró la experiencia sobre Iraq que la “inteligencia y los hechos” podrían ser “amañados alrededor de la política”, como indicó el famoso Memorando de Downing Street del 23 de julio de 2002, respecto a la necesidad de que EE.UU. y el Reino Unido falsificaran la inteligencia y los hechos para “justificar” el ataque contra Iraq?
Respecto a Irán, sin embargo un Bush alicaído escribe: “La reacción fue inmediata [el presidente iraní Mahmud] Ahmadineyad saludó la ENI como una ‘gran victoria’” La “lógica” aparente de Bush en este caso es utilizar el desdén generalizado por
Ahmadineyad para desacreditar la ENI por asociación, es decir que todo lo que Ahmadineyad elogia tiene que ser falso.
¿Pero se puede culpar a Bush por su pesar? Lamentablemente, la ENI había arrancado los apoyos de la maquinaria de propaganda contra Irán, importados libres de derechos de aduana de Israel y reajustados por los neoconservadores en el interior.
¡Qué embarazoso! Aquí, ante el mundo, estaban las opiniones cruciales de una ENI, el género más autoritativo de informe de inteligencia, aprobado unánimemente “con gran confianza” por todas las 16 agencias de inteligencia y firmado por el director de Inteligencia Nacional, diciendo, en efecto, que Bush y Cheney habían estado mintiendo sobre la amenaza nuclear de Irán.
¿Quid Est Veritas?
En su memoria, Bush se lamenta: “No sé por qué la ENI fue escrita de esa manera… Sea cual sea la explicación, la ENI tuvo un gran impacto – y no fue bueno”. Explicando cómo la Evaluación había atado sus manos “en el lado militar”, Bush incluyó el siguiente notición (aparentemente no corregido):
Por suerte, ni siquiera Dick Cheney pudo convencer a Bush de que reparara el gigante propagandístico y lo soltara para la guerra contra Irán. El tío Cheney ha dejado en claro que su protegido lo desilusionó considerablemente. El 30 de agosto de 2009, dijo a Fox News Sunday que estaba aislado entre los consejeros de Bush en su entusiasmo por la guerra contra Irán.
“Yo era probablemente un mayor propugnador de acción militar que ninguno de mis colegas”, dijo cuando le preguntaron si el gobierno de Bush debiera haber lanzado una ataque preventivo contra Irán antes de dejar su cargo.
Es muy posible que la máquina destructiva de la guerra de Irán hubiera sido reparada y desencadenada en todo caso, si no fuera por la enérgica oposición de los máximos mandamases militares quienes convencieron a Bush que Cheney, sus amigos neoconservadores y los dirigentes israelíes no tenían la menor idea que causaría una guerra contra Irán.
Desgraciadamente, el almirante Mullen acaba de pasar al retiro, y el almirante Fallon fue despedido en 2008 por decir la verdad. Está lejos de ser claro que sus reemplazos serán capaces de actuar como contrapesos a los neoconservadores que siguen teniendo una influencia extraordinaria en el Washington Oficial.
Para que conste, a pesar de que los sospechosos de costumbre provocan pánicos periódicos sobre el creciente peligro iraní, analistas y altos funcionarios de inteligencia, dicho sea a su favor, han seguido jugando limpio, que yo sepa.
Aunque han gastado bastante el modo subjuntivo en su testimonio ante el Congreso, el resultado final es que no existe nueva información de inteligencia que justifique un cambio importante en las opiniones en la ENI de noviembre de 2007.
Todavía no hay inteligencia que “justifique” un ataque preventivo contra Irán (como si ataques preventivos fueran justificados bajo el derecho internacional).
Y esta vez altos funcionarios de inteligencia debieran ser llamados a testificar bajo juramente sobre la evidencia y las conclusiones analíticas, antes que Israel embrolle a EE.UU. en otra guerra catastrófica que haría que Iraq y Afganistán parezcan escaramuzas.
Meter en una trampa al presidente
Prometí, hace tantos párrafos, que mencionaría cómo el primer ministro israelí Netanyahu podría ver un ataque contra Irán como “meter en una trampa” a Washington para que tenga una relación militar aún más estrecha con Israel.
Mi propia idea es que, a pesar de su reciente ejecución brillante en Washington –que incluyó un discurso ante una sesión conjunta del Congreso en la cual republicanos y demócratas compitieron para ver quién podía saltar de pie más rápido y aplaudir más fuerte ante cada frase expresada por el primer ministro israelí– Netanyahu está preocupado.
Creo que piensa que necesita a EE.UU. ahora más que nunca. Y con eso yo tendría que estar de acuerdo.
Esto quedó a la vista a través de sus respuestas a David Gregory en “Meet the Press” de NBC el 25 de septiembre. Gregory apenas pudo articular una palabra de refilón, pero es bueno que haya sido así, ya que un Netanyahu locuaz suministró mucho material para análisis. Parecía estar tratando de hacer contacto – y causó la impresión, por lo menos a mí, de estar a la defensiva:
Lo más importante, desde mi punto de vista, es cómo Netanyahu y sus asociados interpretan a Obama, específicamente: cuánto teme apartarse un ápice de la posición favorable a Israel que ha adoptado. Hay suficiente evidencia de que los israelíes piensan que pueden hacer con él lo que quieran, y no creo que sea necesario repasar eso aquí.
En su lugar quisiera tratar de sacar una lección de mi experiencia del verano pasado como pasajero del Barco de EE.UU. a Gaza: “La audacia de la esperanza”.
El activismo pone en evidencia la cobardía
Cuando salimos de Grecia hacia alta mar el 1 de julio, solo tardó 33 minutos antes de que un barco de los Guardacostas griegos nos interceptara. Después de un impase de más de una hora, comandos vestidos de negro, con máscaras negras aparecieron en un bote de goma negro, subieron al barco de los Guardacostas y nos apuntaron con sus ametralladoras.
Fue más que un poco extraño: ninguno de los 37 pasajeros, 12 periodistas, o cinco miembros de la tripulación nos echamos atrás, menos todavía nos lanzamos al piso. Cuando nuestro capitán comprendió que sus tácticas dilatorias no impedirían que fuéramos abordados, aceptó las órdenes de los Guardacostas griegos de volver a Pireus, donde “La audacia de la esperanza” fue (y sigue estando) confiscada.
Más tarde nos dijeron que ese mismo día, el gobierno de Grecia emitió una directiva sin precedente en esa legendaria nación marítima. La orden prohíbe que cualquier embarcación parta de puertos griegos rumbo a Gaza.
Fue obvio que el gobierno israelí estaba presionando a Atenas, en privado y en público, para que impidiera que los diez barcos de la flotilla de este año partieran a Gaza. Es poco probable, sin embargo, que Israel por sí solo haya podido revertir cuatro milenios de historia griega y embarazar de un modo tan deliberado a los griegos.
Me quedó en claro que fue Washington el que aplicó la presión más decisiva sobre los griegos. ¿Por qué? En breve, porque Obama tiene mucha más influencia sobre el primer ministro griego George Papandreou que sobre Netanyahu. Y esto, a pesar de los 3.000 millones de dólares que EE.UU. da a Israel cada año.
Antes de dejar EE.UU., una fuente con acceso a personal importante en el Consejo Nacional de Seguridad me advirtió que la Casa Blanca no solo planeaba no hacer absolutamente nada para proteger nuestro barco contra ataques o abordaje israelíes, sino que funcionarios de la Casa Blanca “estarían contentos si nos pasaba algo”.
La manera como expresaron ese mensaje fue que funcionarios del CNS estarían “perfectamente dispuestos a que los cadáveres fríos de los activistas fueran mostrados en la televisión estadounidense”. Al ex embajador del Reino Unido Craig Murray le dijeron esencialmente lo mismo antiguos colegas que informaron sobre lo que les habían dicho altos funcionarios del Departamento de Estado.
En otras palabras, altos funcionarios de la seguridad nacional y de la política extranjera en Washington afirmaron que veían con ecuanimidad la posibilidad de que nos ocurriera el mismo tipo de bienvenida dado por la Armada israelí a la flotilla del año pasado a Gaza – aunque pensándolo bien, me parece que el gobierno de Obama prefería que el resultado fuera que simplemente nos encerraran en Grecia.
En el intento del año pasado de romper el bloqueo de Gaza, comandos israelíes atacaron la flotilla temprano por la mañana del 31 de mayo de 2010, en aguas internacionales. Los comandos mataron a ocho civiles turcos y a un estadounidense de 19 años, Furkan Dogan. El primer ministro turco, Yayyip Erdogan protestó – y Turquía sigue exigiendo una disculpa israelí, compensación, y el fin del bloqueo de Gaza.
Al contrario, del presidente Obama no se oyó ni un murmullo. En realidad, la cosa se pone peor. La Casa Blanca y el Departamento de Estado hicieron lo posible por eludir toda responsabilidad de proteger a ciudadanos estadounidenses; en su lugar, el Washington Oficial divulgó la noción errónea de que Dogan no era un estadounidense auténtico sino más bien una especie de híbrido “turco-estadounidense”.
Sabían que era incorrecto. Nació en Troy, Nueva York; nunca pidió la ciudadanía turca.
La legalidad del bloqueo
En cuanto a la legalidad del bloqueo israelí, por suerte, subsisten en el Departamento de Estado algunos porfiados que insisten en el derecho internacional, al parecer con el valor de irse ruidosamente si el Departamento otorgara su bendición a la noción estrambótica de que el bloqueo israelí sea legal.
Hay suficientes profesionales recalcitrantes –expertos en Derecho Marítimo y en convenciones internacionales– para que apoyen con dedicación la noción de que todos los países, incluido Israel, deben respetar esas leyes. Por suerte, su profesionalismo impidió aún más embarazo resultante de la conducta de EE.UU. frente al derecho internacional.
Es posible que ese obstinado profesionalismo sea responsable de una de las conferencias de prensa más extrañas del Departamento de Estado que yo haya visto. El 24 de junio, Matt Lee, periodista de AP, y algunos de sus colegas decidieron ser más realistas que diplomáticos frente a la portavoz del Departamento de Estado, Victoria Nuland, esposa de Robert Kagan, consejero neoconservador de seguridad nacional del vicepresidente Cheney de 2003 a 2005 (y ahora columnista del Washington Post).
Ante tres preguntas directas sobre si el gobierno de EE.UU. considera que el bloqueo israelí de Gaza es legal, la señora Nuland no dio ninguna respuesta.
“Yo no soy experta en Derecho Marítimo”, insistió (cuatro veces). Sus argumentos eran que el Barco de EE.UU. a Gaza no debía ser “una repetición de lo que pasó el año pasado” (cuatro veces). Como si el año pasado los culpables de los ataques de comandos navales israelíes hubieran sido los participantes en la flotilla y que la flotilla de este año también debiera ser considerada responsable.
Parece probable que, por discretos que los pasajeros del “La audacia de la esperanza” tratamos de ser con nuestros mensajes, funcionarios de EE.UU. tuvieron conocimiento de que estábamos a punto de tratar de salir a alta mar y a Gaza (a pesar de los torpedos y los comandos).
Lo que parece claro en retrospectiva es que, mientras funcionarios machos en el Departamento de Estado y en el Consejo Nacional de Seguridad se hubieran sentido cómodos, como afirmaron, al ver nuestros cadáveres en la televisión de EE.UU., Obama tuvo la presencia de ánimo para consultar a su puñado de consejeros maduros que comprendieron que había que hacer algo –y rápido– ya que se preparaba un desastre de relaciones públicas.
Un ataque contra un barco registrado en EE.UU. poniéndonos en peligro, incluida la autora Alice Walker (para no mencionar a los periodistas a bordo de The New York Times, CBS, CNN, Democracynow.org, et al.) debía ser evitado a cualquier precio.
Incluso un cobarde no se podría comparar con Obama en su alcahuetería ante los israelíes. Habiéndolo dicho, el presidente trata de mantener a un mínimo las ocasiones en las que es demasiado embarazoso defender el tipo de conducta israelí que el resto del mundo considera aborrecible.
Si hubiera habido una “repetición de lo que sucedió el año pasado”, sería difícil evitar esta vez una crítica a Israel (aunque, a la hora de la verdad, Obama probablemente podría reunir el “valor” político para volver a guardar silencio).
Sin embargo, si el presidente Obama no pudo reunir el valor para pedir al primer ministro Netanyahu que asegurara el libre paso del “La audacia de la esperanza”, esa demostración de timidez no habrá pasado desapercibida por los dirigentes israelíes; incluso es posible imaginar que los haya divertido.
Pero si se lo pidió a Netanyahu, Obama aparentemente recibió el gesto que parece haberse convertido en el sello característico de Netanyahu cuando reacciona a las súplicas de Washington (el pulgar derecho en la nariz, y agitar los dedos).
En ese caso, Obama hubiera tenido que reconocer que su influencia sobre Netanyahu es nula, y en lugar de arriesgar una disputa con Israel, el camino más seguro sería presionar a los menos formidables griegos para que nos devolvieran al puerto y nos mantuvieran allí.
Por suerte para Obama, se pudo aplicar una presión considerable a Grecia ya que estaba en terribles dificultades económicas y necesitaba otro rescate fiscal. Con peces más gordos que freír, por así decir, el primer ministro griego Papandreou hizo lo que le decían y nos mantuvo en tierra.
Los funcionarios griegos de nivel medio, incluidos algunos de los Guardacostas, que encontramos, se mostraron muy contritos, y virtualmente se tapaban las narices mientras nos obligaban a cumplir.
Por lo tanto, ponte en la posición de Netanyahu y sus colegas. Trata de ver a Obama como ellos lo ven y de reflexionar sobre las diversas acciones políticas y consideraciones estratégicas mencionadas anteriormente. Si fueras Netanyahu, ¿te preocuparía mucho el que Obama pudiera interponerse si Israel se decide a lanzar un golpe contra Irán?
Ray McGovern trabaja con Tell the Word, el brazo editor de la ecuménica Iglesia del Salvador en Washington, DC. Fue oficial del Ejército y analista de la CIA durante casi 30 años y ahora sirve en el Grupo de Dirección de Profesionales Veteranos de la Inteligencia por la Cordura (VIPS). Para contactos: rrmcgovern@gmail.com.
http://www. informationclearinghouse.info/ article29291.htm
Fuente: Rebelion.org
Sin embargo, el factor clave en toda decisión israelí para enviar sus aviones y misiles contra Irán es el grado en el cual Netanyahu y otros dirigentes de la línea dura del Likud creen que el presidente Obama está obligado a dar un apoyo general a Israel – especialmente cuando se aproxima la Elección 2012.
Es posible que los israelíes concluyan que la formidable efectividad del Lobby del Likud y el apoyo automático del Congreso de EE.UU. así como de neoconservadores que conservan su poder en el Poder Ejecutivo (y en las páginas de opinión de los principales periódicos de EE.UU.) representan una garantía de apoyo automático para prácticamente cualquier cosa que Israel decida hacer.
Si Israel lo ve como una luz verde para atacar, es posible que el resto del mundo –incluso Washington– reciba poca o ninguna advertencia.
Presumiblemente Netanyahu y sus asociados sean renuentes a dar a Obama el tipo de aviso anticipado que le permitiría consultar a algunos consejeros políticos y militares adultos, dándole así una posibilidad de tratar de frustrar los planes israelíes.
¿Las consecuencias de un ataque sorpresa no anunciado? Habría un fuerte argumento en Tel Aviv de que el precedente pasado demuestra que hay pocas, si alguna, consecuencias por no informar a Obama de acciones israelíes.
También existe el precedente de cómo una generación anterior de dirigentes del Likud reaccionaron ante un posible segundo período de un presidente demócrata del que se sospechaba que solo tuviera una lealtad menos que total hacia Israel.
En 1980, el primer ministro Menachem Begin se molestó por la presión del presidente Jimmy Carter que obligó a Israel a entregar el Sinaí a cambio de un tratado de paz con Egipto. Begin dejó en claro a sus seguidores en el interior y en el extranjero que Carter, si era liberado de la presión política de enfrentar la reelección, podría presionar a Israel para que aceptara un Estado palestino. Por lo tanto, Begin transfirió silenciosamente el apoyo político de Israel al republicano Ronald Reagan, ayudando así a asegurar la desproporcionada derrota de Carter.
De la misma manera, algunos israelíes partidarios de la línea dura sospechan que Obama podría verse liberado en un segundo período de su temor de represalias políticas israelíes y por lo tanto renovaría la presión sobre Netanyahu para que congele los asentamientos judíos en el territorio ocupado de Palestina y llegue a un verdadero acuerdo con los palestinos.
Según este análisis, un Obama en un segundo período podría aumentar el creciente aislamiento de Israel en Medio Oriente, que incluso fue subrayado el domingo por el secretario de Defensa, Leon Panetta, cuando dijo que Israel debe reiniciar negociaciones con los palestinos y trabajar para restaurar relaciones con Egipto y Turquía.
“¿Basta con mantener una ventaja militar si uno se está aislando en la arena diplomática?”, preguntó Panetta. “Es lo que está sucediendo”.
El peor año
Por cierto, 2011 ha sido el peor año en la memoria reciente para Israel, al abrir un cambio radical altamente desfavorable en su posición estratégica.
Israel perdió el apoyo de gobiernos anteriormente amistosos en Egipto y Turquía y se encuentra cada vez más aislado internacionalmente, mientras la ocupación de territorio palestino entra a su 45º año y la condición del pueblo palestino recibe cada vez más atención – y simpatía.
Cuando Netanyahu y sus consejeros derechistas observan la nueva constelación, es una apuesta segura que buscan un imperativo para reajustarla a favor de Israel.
Pero, ¿atacando Irán? Bueno, sé que suena demencial. Es demencial. La pregunta, sin embargo es si también suena demencial a los dirigentes de Israel, acostumbrados como están a una realidad en la cual la cola puede menear a un gran perro a su voluntad.
Además, los israelíes suenan cada vez más desesperados y la noción de atacar Irán e involucrar a EE.UU. puede ser vista por dirigentes desesperados como una manera de contener más erosión de su posición estratégica – o por lo menos de mostrar que todavía tienen un defensor muy poderoso.
A mi juicio, un ataque contra Irán tendría un doble propósito: (1) posponer el programa y la infraestructura nuclear de Irán, y (2) apresar a Washington en una relación militar aún más estrecha con Israel. Pongamos algo de contexto en estos puntos, uno por uno:
Primero, el espectro de un arma nuclear iraní. Quisiera decir desde el principio que me sería fácil creer que Irán trabaja en un arma nuclear. Hay todo tipo de motivos por los cuales se podría comprender que Teherán lo vea como un camino razonable.
(Como se ha visto, Iraq no tenía armas nucleares y sabemos lo que le pasó; Corea del Norte tiene un puñado de bombas nucleares y sabemos lo que no le ha pasado.)
El problema es que, no importa lo que yo –o cualquier otro– pueda creer. Para numerosos analistas no basta con un análisis basado en la fe (o, por lo menos no solía bastar). La evidencia empírica es lo que vale para nosotros.
A diferencia de Israel, que se ha negado a firmar el Tratado de No Proliferación y tiene entre 200 y 300 armas nucleares, Irán firmó el TNP e insiste en que no tiene ningún interés en armas nucleares, solo uranio enriquecido para investigación médica y energía. A diferencia de Israel, Irán ha permitido que vayan inspectores del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) a verificar el cumplimiento con su compromiso de no construir armas nucleares.
A pesar de todo, sigue habiendo “creencias” y sospechas de que Irán, pueda estar creando el fundamento para tener una posibilidad de salida, y Teherán no ha cumplido siempre con todas sus obligaciones bajo el régimen de salvaguardas.
Sin embargo, a pesar del sesgo aplicado frecuentemente a los informes del OIEA por los Medios Corporativos Serviles (MCS), y particularmente el New York Times, el OIEA nunca ha detectado la diversión de uranio enriquecido de instalaciones declaradas, con el propósito de construir un arma nuclear. Es un hecho.
Analistas de la inteligencia impiden la guerra
Más allá de esa verdad inconveniente, vale la pena considerar un poco más de historia reciente:
En 2007, el presidente George W. Bush y el vicepresidente Dick Cheney, con apoyo de viva voz de Israel y de los MCS, estaban intensificando el apoyo para contrarrestar lo que afirmaban era la determinación de Irán de construir armas nucleares. El 22 de octubre de 2007, el embajador israelí en EE.UU. insistió en público en que quedaba “muy poco tiempo” para impedir que Irán obtuviera armas nucleares.
¿De verdad? Incluso si hubiera habido un programa nuclear oculto a la OIEA, ningún observador serio esperaba que Irán adquiriera un arma nuclear hasta varios años más tarde. En realidad, a decir verdad, cada año de por medio desde 1995 los servicios de inteligencia habían estado prediciendo que Irán podría tener un arma nuclear dentro de unos cinco años.
Llegó a ser bastante embarazoso – como un disco rayado. La repetición era subrayada por gente como el ex director de la CIA, James Woolsey, un decidido neoconservador que advertía permanentemente que EE.UU. podría no tener otra alternativa que bombardear Irán para detener su programa de armas nucleares.
A mediados de 2006, Woolsey, que se ha autocalificado de “sostén del ala presbiteriana del Instituto Judío para Asuntos de Seguridad Nacional”, lo dijo como sigue: “Me temo que dentro, bueno, en el peor de los casos de unos pocos meses; en el mejor, unos pocos años; ellos [los iraníes] podrían tener la bomba”. Fue hace cinco años.
Los rusos lo entienden
A principios de octubre de 2007, el presidente ruso Vladimir Putin, libre del Lobby del Likud que impone el “pensamiento de grupo” dominado por los neoconservadores de Washington, se burló en público de la “evidencia” que había sido citada como prueba para mostrar que Irán se proponía hacer armas nucleares.
Entonces, durante una visita a Irán el 16 de octubre de 2007, Putin echó sal a las heridas de los neoconservadores de “bombardead Irán”; advirtió: “No solo debemos rechazar el uso de la fuerza, sino también la mención de fuerza como posibilidad”.
Eso provocó un interesante estallido del presidente Bush el día siguiente en una conferencia de prensa:
Pregunta: “Señor presidente, quisiera referirme a la visita del señor – del presidente Putin a Teherán… sobre las palabras que Vladimir Putin dijo allí. Hizo una seria advertencia contra una posible acción militar de EE.UU. contra Teherán… ¿Se sintió desilusionado por el mensaje [de Putin]?”
Bush: “Yo –como decía, espero que – si esos son, en los hechos, sus comentarios, espero conseguir que aclare esos… Y por lo tanto le haré una visita al respecto.”
Q. “¿Pero usted cree definitivamente que Irán quiere construir un arma nuclear?”
Bush: “Pienso que mientras – hasta que suspendan y / o aclaren que ellos – que sus declaraciones no son reales, sí, creo que quieren tener la capacidad, el conocimiento, a fin de hacer un arma nuclear. Sé que es de interés para el mundo que se impida que lo hagan. Creo que los iraníes – si Irán tuviera un arma nuclear, sería una amenaza peligrosa para la paz mundial.
“Pero esto es – tenemos un líder en Irán que ha anunciado que quiere destruir Israel. Por lo tanto he dicho a la gente que si está interesada en evitar la Tercera Guerra Mundial, parece que debiera estar interesada en impedir que tenga los conocimientos necesarios para hacer un arma nuclear. Tomo muy en serio la amenaza de Irán con un arma nuclear.”Inteligencia honesta
Solo semanas después, en noviembre de 2007, la comunidad de defensa de EE.UU. completó una Evaluación Nacional de Inteligencia formal en la mejor decisión de decir la verdad al poder. La ENI fue una investigación a fondo de toda la evidencia de años sobre las actividades y planes nucleares de Irán.
Pero las conclusiones de la ENI no se parecían en nada a lo que habían estado afirmando Bush, Cheney, sus homólogos israelíes y los MCS sobre la inminencia de una amenaza nuclear de Irán.
Lo que sigue proviene del párrafo que introduce los Criterios Clave de la ENI de noviembre de 2007 que evitó la guerra con Irán:
“A. Juzgamos con mucha confianza que en el otoño 2003, Teherán detuvo su programa de armas nucleares; también evaluamos con confianza de moderada a alta que Teherán por lo menos mantiene abierta la opción de desarrollar armas nucleares.
…
“La decisión de Teherán de detener su programa de armas nucleares sugiere que está menos determinado a desarrollar armas nucleares de lo que hemos estado juzgando desde 2005. Nuestra evaluación de que es probable que el programa haya sido detenido primordialmente como reacción a la presión internacional sugiere que Irán puede ser más vulnerable a influencia sobre el tema de lo que juzgamos previamente.”Después de llegar a esas conclusiones, no es sorprendente que los autores de la ENI insistan en decir directamente (en negrita): “Esta ENI no (cursiva en el original) asume que Irán se proponga adquirir armas nucleares”.
Como no existe ninguna garantía que, incluso con una Evaluación honesta, la razón prevalezca en la Casa Blanca, el jefe del Estado Mayor Conjunto, Mike Mullen, y otros altos oficiales como el comandante de CENTCOM, almirante William Fallon, tomaron el paso poco usual de insistir en que las opiniones cruciales de la Evaluación fueran desclasificados y publicados.
Calcularon, correctamente, que esto introduciría una varilla de hierro en las ruedas de la fuerza destructiva que rueda ahora hacia un nuevo desastre – una guerra con Irán.
Hay que recordar que el almirante Fallon, quien llegó a ser comandante de CENTCOM en marzo de 2007, hizo saber a la prensa que no habría un ataque contra Irán “mientras yo esté al mando”. Fue despedido en marzo de 2008.
Sus altos colegas militares, que no son tan francos como Fallon, compartieron su desdén por los puntos de vista peligrosamente simplistas de Bush y Cheney respecto al uso del poder militar.
Bush y Cheney consternados
Lo que tal vez sea lo más sorprendente es el desarmante (si es la palabra correcta) candor con el cual George W. Bush ha explicado su pesar al conocer la opinión unánime de la comunidad de la inteligencia de que Irán no ha estado trabajando en un arma nuclear desde fines de 2003.
Bush deja que todo esto salga a la luz en su memoria Decision Points. Todos supusimos que él y Cheney estaban auténticamente preocupados por una amenaza de Irán, y que se podría haber esperado un largo suspiro de alivio – o por lo menos algunas preguntas de seguimiento – como reacción ante la opinión de la ENI.
En su lugar, es revelador que Bush se haya quejado de que la ENI “ató mis manos respecto al lado militar”, señalando que la ENI comenzó con un resultado de alta confianza en que Irán detuvo su programa de armas nucleares en el otoño de 2003 “que hizo salir los ojos de sus órbitas”.
El ex presidente agrega que “la conclusión de la ENI fue tan sorprendente que sentí que sería inmediatamente filtrada a la prensa”. Escribe que autorizó la desclasificación de los resultados cruciales “para que pudiéramos basar las noticias en los hechos”. ¿Hechos?
Seguro. “Hechos” nuevos y diferentes”. ¿No demostró la experiencia sobre Iraq que la “inteligencia y los hechos” podrían ser “amañados alrededor de la política”, como indicó el famoso Memorando de Downing Street del 23 de julio de 2002, respecto a la necesidad de que EE.UU. y el Reino Unido falsificaran la inteligencia y los hechos para “justificar” el ataque contra Iraq?
Respecto a Irán, sin embargo un Bush alicaído escribe: “La reacción fue inmediata [el presidente iraní Mahmud] Ahmadineyad saludó la ENI como una ‘gran victoria’” La “lógica” aparente de Bush en este caso es utilizar el desdén generalizado por
Ahmadineyad para desacreditar la ENI por asociación, es decir que todo lo que Ahmadineyad elogia tiene que ser falso.
¿Pero se puede culpar a Bush por su pesar? Lamentablemente, la ENI había arrancado los apoyos de la maquinaria de propaganda contra Irán, importados libres de derechos de aduana de Israel y reajustados por los neoconservadores en el interior.
¡Qué embarazoso! Aquí, ante el mundo, estaban las opiniones cruciales de una ENI, el género más autoritativo de informe de inteligencia, aprobado unánimemente “con gran confianza” por todas las 16 agencias de inteligencia y firmado por el director de Inteligencia Nacional, diciendo, en efecto, que Bush y Cheney habían estado mintiendo sobre la amenaza nuclear de Irán.
¿Quid Est Veritas?
En su memoria, Bush se lamenta: “No sé por qué la ENI fue escrita de esa manera… Sea cual sea la explicación, la ENI tuvo un gran impacto – y no fue bueno”. Explicando cómo la Evaluación había atado sus manos “en el lado militar”, Bush incluyó el siguiente notición (aparentemente no corregido):
“Pero después de la ENI, ¿cómo podía posiblemente explicar el uso de medios militares para destruir las instalaciones nucleares de un país del que la comunidad de la inteligencia dijo que no tenía un programa activo de armas nucleares?Bueno, ¡un inútil!
Por suerte, ni siquiera Dick Cheney pudo convencer a Bush de que reparara el gigante propagandístico y lo soltara para la guerra contra Irán. El tío Cheney ha dejado en claro que su protegido lo desilusionó considerablemente. El 30 de agosto de 2009, dijo a Fox News Sunday que estaba aislado entre los consejeros de Bush en su entusiasmo por la guerra contra Irán.
“Yo era probablemente un mayor propugnador de acción militar que ninguno de mis colegas”, dijo cuando le preguntaron si el gobierno de Bush debiera haber lanzado una ataque preventivo contra Irán antes de dejar su cargo.
Es muy posible que la máquina destructiva de la guerra de Irán hubiera sido reparada y desencadenada en todo caso, si no fuera por la enérgica oposición de los máximos mandamases militares quienes convencieron a Bush que Cheney, sus amigos neoconservadores y los dirigentes israelíes no tenían la menor idea que causaría una guerra contra Irán.
Desgraciadamente, el almirante Mullen acaba de pasar al retiro, y el almirante Fallon fue despedido en 2008 por decir la verdad. Está lejos de ser claro que sus reemplazos serán capaces de actuar como contrapesos a los neoconservadores que siguen teniendo una influencia extraordinaria en el Washington Oficial.
Para que conste, a pesar de que los sospechosos de costumbre provocan pánicos periódicos sobre el creciente peligro iraní, analistas y altos funcionarios de inteligencia, dicho sea a su favor, han seguido jugando limpio, que yo sepa.
Aunque han gastado bastante el modo subjuntivo en su testimonio ante el Congreso, el resultado final es que no existe nueva información de inteligencia que justifique un cambio importante en las opiniones en la ENI de noviembre de 2007.
Todavía no hay inteligencia que “justifique” un ataque preventivo contra Irán (como si ataques preventivos fueran justificados bajo el derecho internacional).
Y esta vez altos funcionarios de inteligencia debieran ser llamados a testificar bajo juramente sobre la evidencia y las conclusiones analíticas, antes que Israel embrolle a EE.UU. en otra guerra catastrófica que haría que Iraq y Afganistán parezcan escaramuzas.
Meter en una trampa al presidente
Prometí, hace tantos párrafos, que mencionaría cómo el primer ministro israelí Netanyahu podría ver un ataque contra Irán como “meter en una trampa” a Washington para que tenga una relación militar aún más estrecha con Israel.
Mi propia idea es que, a pesar de su reciente ejecución brillante en Washington –que incluyó un discurso ante una sesión conjunta del Congreso en la cual republicanos y demócratas compitieron para ver quién podía saltar de pie más rápido y aplaudir más fuerte ante cada frase expresada por el primer ministro israelí– Netanyahu está preocupado.
Creo que piensa que necesita a EE.UU. ahora más que nunca. Y con eso yo tendría que estar de acuerdo.
Esto quedó a la vista a través de sus respuestas a David Gregory en “Meet the Press” de NBC el 25 de septiembre. Gregory apenas pudo articular una palabra de refilón, pero es bueno que haya sido así, ya que un Netanyahu locuaz suministró mucho material para análisis. Parecía estar tratando de hacer contacto – y causó la impresión, por lo menos a mí, de estar a la defensiva:
GREGORY: “Se puede decir que Israel está tan aislado como nunca ha estado en medio de la Primavera Árabe. Turquía se ha vuelto en su contra, el mundo árabe se ha apartado de dictadores que apoyaban a Israel, tenían tratados de paz con Israel, y ahora es más negativo hacia Israel. En el momento actual, en este momento en particular, a pesar de las preocupaciones de seguridad bien conocidas y sustanciales de Israel, ¿cómo podéis ocupar territorio palestino actualmente?”
NETANYAHU: “Bueno, usted tiene dos suposiciones en sus preguntas, y quiero descomponerlas y sugerir realmente que son equivocadas. La primera es que estamos aislados. Bueno, no estamos aislados en este país, que sucede que es el país más poderoso en la tierra.
“Ayer caminé en el –en, en Central Park. Ya sabe, la gente me encontró. Judíos-estadounidenses, pero muchos no-judíos-estadounidenses y dijeron: ‘Mantenga la fe. Somos fuertes. Sea fuerte. Estamos con vosotros.’
“Un ex teniente coronel de los Marines que ahora es maestro me encontró en un restaurante en Nueva York, gran vista de los Unidos – de la ciudad de Nueva York. Dijo ‘Estamos con vosotros de principio a fin. Manteneos fuertes.’ Un policía neoyorquino, dice: ‘No soy judío. Os apoyo. Manteneos fuetes’. EE.UU. apoya a Israel de un modo sin igual, maneras sin precedentes, número uno…
“Cada uno de los presidentes de EE.UU. representa y actúa sobre la base de la tremenda amistad innata del pueblo estadounidense hacia Israel. Y a propósito, una noticia, Israel es el único país en el que todos son pro EE.UU., oposición y coalición por igual.
“Y yo represento a todo el pueblo de Israel que dice: ‘Gracias, EE.UU.’. Y somos amigos de EE.UU., y somos los únicos aliados fiables de EE.UU. en Medio Oriente.”No obstante, puede haber pocas dudas de que con la pérdida de aliados clave en Turquía y Egipto su posición estratégica en la región es más débil de lo que ha sido en la memoria reciente. Los movimientos en la base también se están estableciendo en EE.UU. y muestran simpatía por el sufrimiento de los palestinos, a pesar de que el Washington Oficial sigue marchando al unísono detrás de Netanyahu.
Lo más importante, desde mi punto de vista, es cómo Netanyahu y sus asociados interpretan a Obama, específicamente: cuánto teme apartarse un ápice de la posición favorable a Israel que ha adoptado. Hay suficiente evidencia de que los israelíes piensan que pueden hacer con él lo que quieran, y no creo que sea necesario repasar eso aquí.
En su lugar quisiera tratar de sacar una lección de mi experiencia del verano pasado como pasajero del Barco de EE.UU. a Gaza: “La audacia de la esperanza”.
El activismo pone en evidencia la cobardía
Cuando salimos de Grecia hacia alta mar el 1 de julio, solo tardó 33 minutos antes de que un barco de los Guardacostas griegos nos interceptara. Después de un impase de más de una hora, comandos vestidos de negro, con máscaras negras aparecieron en un bote de goma negro, subieron al barco de los Guardacostas y nos apuntaron con sus ametralladoras.
Fue más que un poco extraño: ninguno de los 37 pasajeros, 12 periodistas, o cinco miembros de la tripulación nos echamos atrás, menos todavía nos lanzamos al piso. Cuando nuestro capitán comprendió que sus tácticas dilatorias no impedirían que fuéramos abordados, aceptó las órdenes de los Guardacostas griegos de volver a Pireus, donde “La audacia de la esperanza” fue (y sigue estando) confiscada.
Más tarde nos dijeron que ese mismo día, el gobierno de Grecia emitió una directiva sin precedente en esa legendaria nación marítima. La orden prohíbe que cualquier embarcación parta de puertos griegos rumbo a Gaza.
Fue obvio que el gobierno israelí estaba presionando a Atenas, en privado y en público, para que impidiera que los diez barcos de la flotilla de este año partieran a Gaza. Es poco probable, sin embargo, que Israel por sí solo haya podido revertir cuatro milenios de historia griega y embarazar de un modo tan deliberado a los griegos.
Me quedó en claro que fue Washington el que aplicó la presión más decisiva sobre los griegos. ¿Por qué? En breve, porque Obama tiene mucha más influencia sobre el primer ministro griego George Papandreou que sobre Netanyahu. Y esto, a pesar de los 3.000 millones de dólares que EE.UU. da a Israel cada año.
Antes de dejar EE.UU., una fuente con acceso a personal importante en el Consejo Nacional de Seguridad me advirtió que la Casa Blanca no solo planeaba no hacer absolutamente nada para proteger nuestro barco contra ataques o abordaje israelíes, sino que funcionarios de la Casa Blanca “estarían contentos si nos pasaba algo”.
La manera como expresaron ese mensaje fue que funcionarios del CNS estarían “perfectamente dispuestos a que los cadáveres fríos de los activistas fueran mostrados en la televisión estadounidense”. Al ex embajador del Reino Unido Craig Murray le dijeron esencialmente lo mismo antiguos colegas que informaron sobre lo que les habían dicho altos funcionarios del Departamento de Estado.
En otras palabras, altos funcionarios de la seguridad nacional y de la política extranjera en Washington afirmaron que veían con ecuanimidad la posibilidad de que nos ocurriera el mismo tipo de bienvenida dado por la Armada israelí a la flotilla del año pasado a Gaza – aunque pensándolo bien, me parece que el gobierno de Obama prefería que el resultado fuera que simplemente nos encerraran en Grecia.
En el intento del año pasado de romper el bloqueo de Gaza, comandos israelíes atacaron la flotilla temprano por la mañana del 31 de mayo de 2010, en aguas internacionales. Los comandos mataron a ocho civiles turcos y a un estadounidense de 19 años, Furkan Dogan. El primer ministro turco, Yayyip Erdogan protestó – y Turquía sigue exigiendo una disculpa israelí, compensación, y el fin del bloqueo de Gaza.
Al contrario, del presidente Obama no se oyó ni un murmullo. En realidad, la cosa se pone peor. La Casa Blanca y el Departamento de Estado hicieron lo posible por eludir toda responsabilidad de proteger a ciudadanos estadounidenses; en su lugar, el Washington Oficial divulgó la noción errónea de que Dogan no era un estadounidense auténtico sino más bien una especie de híbrido “turco-estadounidense”.
Sabían que era incorrecto. Nació en Troy, Nueva York; nunca pidió la ciudadanía turca.
La legalidad del bloqueo
En cuanto a la legalidad del bloqueo israelí, por suerte, subsisten en el Departamento de Estado algunos porfiados que insisten en el derecho internacional, al parecer con el valor de irse ruidosamente si el Departamento otorgara su bendición a la noción estrambótica de que el bloqueo israelí sea legal.
Hay suficientes profesionales recalcitrantes –expertos en Derecho Marítimo y en convenciones internacionales– para que apoyen con dedicación la noción de que todos los países, incluido Israel, deben respetar esas leyes. Por suerte, su profesionalismo impidió aún más embarazo resultante de la conducta de EE.UU. frente al derecho internacional.
Es posible que ese obstinado profesionalismo sea responsable de una de las conferencias de prensa más extrañas del Departamento de Estado que yo haya visto. El 24 de junio, Matt Lee, periodista de AP, y algunos de sus colegas decidieron ser más realistas que diplomáticos frente a la portavoz del Departamento de Estado, Victoria Nuland, esposa de Robert Kagan, consejero neoconservador de seguridad nacional del vicepresidente Cheney de 2003 a 2005 (y ahora columnista del Washington Post).
Ante tres preguntas directas sobre si el gobierno de EE.UU. considera que el bloqueo israelí de Gaza es legal, la señora Nuland no dio ninguna respuesta.
“Yo no soy experta en Derecho Marítimo”, insistió (cuatro veces). Sus argumentos eran que el Barco de EE.UU. a Gaza no debía ser “una repetición de lo que pasó el año pasado” (cuatro veces). Como si el año pasado los culpables de los ataques de comandos navales israelíes hubieran sido los participantes en la flotilla y que la flotilla de este año también debiera ser considerada responsable.
Parece probable que, por discretos que los pasajeros del “La audacia de la esperanza” tratamos de ser con nuestros mensajes, funcionarios de EE.UU. tuvieron conocimiento de que estábamos a punto de tratar de salir a alta mar y a Gaza (a pesar de los torpedos y los comandos).
Lo que parece claro en retrospectiva es que, mientras funcionarios machos en el Departamento de Estado y en el Consejo Nacional de Seguridad se hubieran sentido cómodos, como afirmaron, al ver nuestros cadáveres en la televisión de EE.UU., Obama tuvo la presencia de ánimo para consultar a su puñado de consejeros maduros que comprendieron que había que hacer algo –y rápido– ya que se preparaba un desastre de relaciones públicas.
Un ataque contra un barco registrado en EE.UU. poniéndonos en peligro, incluida la autora Alice Walker (para no mencionar a los periodistas a bordo de The New York Times, CBS, CNN, Democracynow.org, et al.) debía ser evitado a cualquier precio.
Incluso un cobarde no se podría comparar con Obama en su alcahuetería ante los israelíes. Habiéndolo dicho, el presidente trata de mantener a un mínimo las ocasiones en las que es demasiado embarazoso defender el tipo de conducta israelí que el resto del mundo considera aborrecible.
Si hubiera habido una “repetición de lo que sucedió el año pasado”, sería difícil evitar esta vez una crítica a Israel (aunque, a la hora de la verdad, Obama probablemente podría reunir el “valor” político para volver a guardar silencio).
Sin embargo, si el presidente Obama no pudo reunir el valor para pedir al primer ministro Netanyahu que asegurara el libre paso del “La audacia de la esperanza”, esa demostración de timidez no habrá pasado desapercibida por los dirigentes israelíes; incluso es posible imaginar que los haya divertido.
Pero si se lo pidió a Netanyahu, Obama aparentemente recibió el gesto que parece haberse convertido en el sello característico de Netanyahu cuando reacciona a las súplicas de Washington (el pulgar derecho en la nariz, y agitar los dedos).
En ese caso, Obama hubiera tenido que reconocer que su influencia sobre Netanyahu es nula, y en lugar de arriesgar una disputa con Israel, el camino más seguro sería presionar a los menos formidables griegos para que nos devolvieran al puerto y nos mantuvieran allí.
Por suerte para Obama, se pudo aplicar una presión considerable a Grecia ya que estaba en terribles dificultades económicas y necesitaba otro rescate fiscal. Con peces más gordos que freír, por así decir, el primer ministro griego Papandreou hizo lo que le decían y nos mantuvo en tierra.
Los funcionarios griegos de nivel medio, incluidos algunos de los Guardacostas, que encontramos, se mostraron muy contritos, y virtualmente se tapaban las narices mientras nos obligaban a cumplir.
Por lo tanto, ponte en la posición de Netanyahu y sus colegas. Trata de ver a Obama como ellos lo ven y de reflexionar sobre las diversas acciones políticas y consideraciones estratégicas mencionadas anteriormente. Si fueras Netanyahu, ¿te preocuparía mucho el que Obama pudiera interponerse si Israel se decide a lanzar un golpe contra Irán?
Ray McGovern trabaja con Tell the Word, el brazo editor de la ecuménica Iglesia del Salvador en Washington, DC. Fue oficial del Ejército y analista de la CIA durante casi 30 años y ahora sirve en el Grupo de Dirección de Profesionales Veteranos de la Inteligencia por la Cordura (VIPS). Para contactos: rrmcgovern@gmail.com.
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Fuente: Rebelion.org
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