Advierten sobre el peligro de la radiación solar en los polos
Dos científicos argentinos viajaron hasta la Antártida para estudiar cómo afectan estas radiaciones al ser humano. Dicen que quienes vuelan en aviones a grandes alturas son los más expuestos, especialmente las mujeres embarazadas.
domingo, 13 de noviembre de 2011
Federico Fayad - Enviado especial a la Antártida
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| En la Antártida, la magnetósfera -una suerte de escudo protector contra la radiación solar- es menos eficaz. (Andrés Larrovere / Los Andes) |
Vicente Ciancio y Gustavo Di Giovan son dos
médicos de la Universidad de la Plata especializados en salud
aeroespacial. Ellos realizaron una curiosa investigación en la
Antártida: se trata del proyecto nacional de dosimetría de radiación de
fondo cósmica, galáctica y solar a nivel satelital, aeronáutico y
terrestre, que pone de manifiesto, entre otras cosas, cómo afecta la
radiación a las personas durante un vuelo.
El estudio se llevó adelante en convenio con la Dirección Nacional del Antártico (DNA) y en el frío polar de la Base Marambio, donde -según los científicos- en estas zonas se presenta una situación de menor protección contra las radiaciones ionizantes.
Aquí, los investigadores se expusieron a temperaturas extremas, muy por debajo del cero grado, y con su equipo de trabajo recolectaron datos útiles para su investigación.
"La tierra presenta dos escudos protectores naturales de gran importancia en contra de esas radiaciones. Se denomina magnetósfera y tiene máxima protección en las zonas centrales del planeta. Pero en las zonas polares disminuye", indicó Ciancio, explicando el porqué de su presencia en la Antártida.
A este fenómeno natural, según detallaron los científicos, se le suma el hecho de que el Sol está ingresando en una época de gran actividad. Debido a esto se producen explosiones solares enormes que provocan emisiones de nubes de plasma que son reacciones termonucleares que se generan en el Sol.
Durante estas explosiones, que se corresponden con las manchas solares, se generan los "flares" (destellos, en inglés) que emiten pulsos de radiación electromagnética. Paralelamente, las nubes de plasma expulsan partículas ionizadas subatómicas.
Ambos fenómenos son los que los científicos fueron a estudiar, colocando sensores especiales que ya se encuentran en Ushuaia y en La Plata, Buenos Aires.
Efectos de la radiación
Durante las explosiones solares, tal como sucedió en una época anterior de gran actividad, los incrementos en los niveles de dosis de radiación que ingresan por el Polo Sur son mil veces superiores a las normales.
"En Argentina no contamos con un servicio meteorológico del tiempo espacial que nos pueda informar tempranamente a través de alertas sobre la llegada de estas nubes de plasma, no tenemos posibilidades de realizar medidas de prevención radiológica", indicó Ciancio, y resaltó que los aviones que realizan vuelos transpolares son los que más peligro sufren.
Los efectos de este fenómeno son radiaciones ionizantes de alta energía que producen en el hombre diversas alteraciones médicas según los distintos niveles de exposición. Entre ellas se encuentran las mutaciones genéticas, efectos teratogénicos (originados durante la gestación) y trastornos en la descendencia.
"De ahí la importancia en la aplicación de medidas de seguridad radiológica y de prevención, a través de la aplicación de normas de radiovigilancia para medir las dosis de radiación", destacó Ciancio en primer.
Y como complemento, informó que lo que se puede hacer es una radio-protección, lo cual implica varios aspectos. "Hay que detectar a aquellos individuos que presenten mayor radiosensibilidad, mediante estudios genéticos específicos", subrayó el médico, y continuó asegurando que lo ideal sería administrar pastillas o sustancias de alto efecto radioprotector.
"Asímismo se pueden colocar materiales de alto poder de protección contra las radiaciones en los lugares de resistencia", agregó, citando, por ejemplo, a la Base Marambio.
Una medida de seguridad extra sería, para el doctor, realizar un control cercano de las personas irradiadas a través de un estudio específico por quienes están vinculados a la medicina nuclear. De esta manera se podrán controlar los efectos nocivos de las radiaciones solares.
Prevención aérea
Durante 15 años, Ciancio y su colega realizaron estudios referidos al tema en la aviación civil y comercial.
"En esta actividad se vuela a grandes altitudes y la capa atmosférica se hace muy tenue. Eso permite que las radiaciones que recibe una persona se incrementen en cientos de veces", enfatizó Ciancio. Y es por esta situación que el médico recomienda que se tomen medidas de prevención estrictas, sobre todo en azafatas y pilotos mujeres embarazadas.
Según contó Ciancio, con buen criterio en Aerolíneas Argentinas las mujeres que se encuentran en esta situación son puestas a trabajar en tierra en actividades administrativas. "Tienen nueve meses hasta el parto y tres meses después con el amamantamiento. De esta forma el bebé no tiene complicaciones y la mamá tampoco", aseguró.
Para terminar, Ciancio explicó que otra medida de importancia en los aviones sería la de colocar material radioprotector en las paredes de la cabina de mando, en la cocina de los aviones y en el lugar de descanso de la tripulación de a bordo: "Se va a lograr una reducción significativa de la radiación y debería ser un tema de consideración por las autoridades de nuestro país".
El estudio se llevó adelante en convenio con la Dirección Nacional del Antártico (DNA) y en el frío polar de la Base Marambio, donde -según los científicos- en estas zonas se presenta una situación de menor protección contra las radiaciones ionizantes.
Aquí, los investigadores se expusieron a temperaturas extremas, muy por debajo del cero grado, y con su equipo de trabajo recolectaron datos útiles para su investigación.
"La tierra presenta dos escudos protectores naturales de gran importancia en contra de esas radiaciones. Se denomina magnetósfera y tiene máxima protección en las zonas centrales del planeta. Pero en las zonas polares disminuye", indicó Ciancio, explicando el porqué de su presencia en la Antártida.
A este fenómeno natural, según detallaron los científicos, se le suma el hecho de que el Sol está ingresando en una época de gran actividad. Debido a esto se producen explosiones solares enormes que provocan emisiones de nubes de plasma que son reacciones termonucleares que se generan en el Sol.
Durante estas explosiones, que se corresponden con las manchas solares, se generan los "flares" (destellos, en inglés) que emiten pulsos de radiación electromagnética. Paralelamente, las nubes de plasma expulsan partículas ionizadas subatómicas.
Ambos fenómenos son los que los científicos fueron a estudiar, colocando sensores especiales que ya se encuentran en Ushuaia y en La Plata, Buenos Aires.
Efectos de la radiación
Durante las explosiones solares, tal como sucedió en una época anterior de gran actividad, los incrementos en los niveles de dosis de radiación que ingresan por el Polo Sur son mil veces superiores a las normales.
"En Argentina no contamos con un servicio meteorológico del tiempo espacial que nos pueda informar tempranamente a través de alertas sobre la llegada de estas nubes de plasma, no tenemos posibilidades de realizar medidas de prevención radiológica", indicó Ciancio, y resaltó que los aviones que realizan vuelos transpolares son los que más peligro sufren.
Los efectos de este fenómeno son radiaciones ionizantes de alta energía que producen en el hombre diversas alteraciones médicas según los distintos niveles de exposición. Entre ellas se encuentran las mutaciones genéticas, efectos teratogénicos (originados durante la gestación) y trastornos en la descendencia.
"De ahí la importancia en la aplicación de medidas de seguridad radiológica y de prevención, a través de la aplicación de normas de radiovigilancia para medir las dosis de radiación", destacó Ciancio en primer.
Y como complemento, informó que lo que se puede hacer es una radio-protección, lo cual implica varios aspectos. "Hay que detectar a aquellos individuos que presenten mayor radiosensibilidad, mediante estudios genéticos específicos", subrayó el médico, y continuó asegurando que lo ideal sería administrar pastillas o sustancias de alto efecto radioprotector.
"Asímismo se pueden colocar materiales de alto poder de protección contra las radiaciones en los lugares de resistencia", agregó, citando, por ejemplo, a la Base Marambio.
Una medida de seguridad extra sería, para el doctor, realizar un control cercano de las personas irradiadas a través de un estudio específico por quienes están vinculados a la medicina nuclear. De esta manera se podrán controlar los efectos nocivos de las radiaciones solares.
Prevención aérea
Durante 15 años, Ciancio y su colega realizaron estudios referidos al tema en la aviación civil y comercial.
"En esta actividad se vuela a grandes altitudes y la capa atmosférica se hace muy tenue. Eso permite que las radiaciones que recibe una persona se incrementen en cientos de veces", enfatizó Ciancio. Y es por esta situación que el médico recomienda que se tomen medidas de prevención estrictas, sobre todo en azafatas y pilotos mujeres embarazadas.
Según contó Ciancio, con buen criterio en Aerolíneas Argentinas las mujeres que se encuentran en esta situación son puestas a trabajar en tierra en actividades administrativas. "Tienen nueve meses hasta el parto y tres meses después con el amamantamiento. De esta forma el bebé no tiene complicaciones y la mamá tampoco", aseguró.
Para terminar, Ciancio explicó que otra medida de importancia en los aviones sería la de colocar material radioprotector en las paredes de la cabina de mando, en la cocina de los aviones y en el lugar de descanso de la tripulación de a bordo: "Se va a lograr una reducción significativa de la radiación y debería ser un tema de consideración por las autoridades de nuestro país".
Fuente: Los Andes Online



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