El conflicto bélico de Malvinas en el rock
Los dichos de Waters y Morrissey sobre las islas dan pie a un relevamiento de las canciones británicas referidas al tema.
Una guerra absurda, promovida por ególatras que
la necesitaban para mantener su status quo de muerte y recesión
económica. Para muchos, eso fue Malvinas, y esa mirada es la que
comparten las canciones concebidas sobre el conflicto por parte de los
artistas de los países involucrados. Claro que hay matices. Mientras en
el Reino Unido el disparador fue en la mayoría de los casos la figura de
Margaret Thatcher, la primer ministro británica que embarcó a su país
en una guerra para alentar un nacionalismo que eclipsara una desolación
social creciente, en la Argentina la cuestión se centró en los
padecimientos de los jóvenes soldados mandados al infierno por parte de
un régimen militar que se caía a pedazos.
Resulta oportuno un relevamiento de las obras del rock británico sobre Malvinas, tanto por la proximidad de un aniversario redondo (el trigésimo de la ocupación argentina, luego repelida por la Royal Army) como por las recientes declaraciones circunstanciales -y no tanto- de Roger Waters y Morrissey. Según la prensa chilena, el ex Pink Floyd dijo abiertamente “las Malvinas son argentinas”, aunque luego el músico lo relativizó. Con respecto al provocador de Manchester no quedan dudas, ya que durante su reciente show en Córdoba disparó: “Escuchen, ustedes saben, por supuesto, sobre las Islas Malvinas. Así que por favor no culpen al pueblo inglés. Todo el mundo sabe que pertenecen a la Argentina. Nosotros (los ingleses) sabemos que las islas les pertenecen”.
Lo cierto es que tanto uno como otro tienen obras que inhiben de considerar a sus expresiones como oportunistas o políticamente correctas. Es decir, estas resultaron consecuentes con una prédica de años. Revisemos. Waters fue muy al hueso en “The Final Cut”, el último disco de Pink Floyd del que participó. Es otro álbum conceptual en el que sus intenciones estéticas se llevaron puesto a todo el grupo y cuyo objetivo principal fue sentar posición sobre la reacción inglesa al ataque argentino en Malvinas, además de reivindicar la figura de su padre, muerto en la Segunda Guerra Mundial. Para Waters, la decisión de “Maggie” dinamitó el sueño de una posguerra pacífica que honrara a los caídos. El tema de apertura, “The Post War Dream”, es muy explícito al respecto. “¿Qué pasó con el sueño de posguerra? Oh, Maggie, Maggie, ¿qué hemos hecho?”, se le oye.
Pero es en “Get Your Filthy Hands Off My Desert” (Sacá tus sucias manos de mi desierto) donde alude directamente a Malvinas. Luego de reproducir el sonido del vuelo rasante de un bombardero, Waters expresa: “Brezhenev tomó Afganistán / Begin tomó Beirut / Galtieri tomó la Union Jack (la bandera del Reino Unido) / y Maggie un día, después del almuerzo / tomó un crucero con todos sus hombres / aparentemente, para hacérsela devolver”. Waters hizo un juego de palabras aquí: Cruiser (crucero) con croissant (media luna), junto con desert (desierto) que con dos “s” significa postre.
Más hacia el final del disco, desarrolla la idea de solución final de Thatcher en “The Fletcher Memorial Home”. Lo hace de un modo muy elocuente, claro.
Morrissey, por su parte, nunca se refirió a Malvinas de modo específico, aunque sí se cargó a la “Dama de Hierro” en “Margaret On The Guillotine”, del disco “Viva Hate”. “La gente buena tiene un sueño maravilloso: Margaret en la guillotina. Porque la gente como tú me hace sentir tan cansado ¿Cuándo te morís?”. Una línea de texto que compatibiliza con la propensión de Mozz de cuestionar a la clase política británica (su mohín de asco cuando se refería al laborismo de Tony Blair) y al carácter parasitario de su monarquía. Las remeras de sus músicos en los recitales argentinos con el estampado “We hate William and Kate” linkean, claro, con ese bello manifiesto de The Smiths titulado “The Queen Is Dead”.
Otras
Más canciones británicas sobre las Falklands fueron relevadas recientemente por la edición argentina de Rolling Stone. Allí se enumeran títulos de Elvis Costello, Exploited y Super Furry Animals, además de las ya citadas de Waters. Pero por sobre todas se impone “Shipbuilding”, escrita por Costello para el vanguardista Robert Wyatt, porque resulta más certera del sentir británico progresista sobre el asunto. La canción cuenta la historia de un padre que trabajaba tiempo extra en un astillero real para fabricar el barco en el que, sin saberlo, su propio hijo terminaría yendo a la guerra. Esto le dijo Costello a Fernando García, de Clarín: “El espectáculo patético de dos gobiernos llamando a la guerra para salvar su decadencia. La gente no hizo esa guerra y por eso mi canción tuvo éxito. Justamente, contaba una historia que aludía a la guerra desde un lado imperceptible”.
Una intervención
Un caso curioso de cómo afectó el rock británico a su establishment político durante Malvinas se da con Crass. Es que los miembros de esta banda punk crearon “las cintas del Thatchergate”; en rigor, un casete armado que generó la ilusión auditiva de una conversación telefónica entre Thatcher y Reagan, en la que discutían el hundimiento de barcos en Malvinas y sostenían que Europa se utilizaría como objetivo para el uso de bombas atómicas en cualquier conflicto entre Estados Unidos y la Unión Soviética.
Las copias llegaron al Departamento de los Estados Unidos y se generó un estado de paranoia. Más efectivo que una canción de protesta. (LVI)
Resulta oportuno un relevamiento de las obras del rock británico sobre Malvinas, tanto por la proximidad de un aniversario redondo (el trigésimo de la ocupación argentina, luego repelida por la Royal Army) como por las recientes declaraciones circunstanciales -y no tanto- de Roger Waters y Morrissey. Según la prensa chilena, el ex Pink Floyd dijo abiertamente “las Malvinas son argentinas”, aunque luego el músico lo relativizó. Con respecto al provocador de Manchester no quedan dudas, ya que durante su reciente show en Córdoba disparó: “Escuchen, ustedes saben, por supuesto, sobre las Islas Malvinas. Así que por favor no culpen al pueblo inglés. Todo el mundo sabe que pertenecen a la Argentina. Nosotros (los ingleses) sabemos que las islas les pertenecen”.
Lo cierto es que tanto uno como otro tienen obras que inhiben de considerar a sus expresiones como oportunistas o políticamente correctas. Es decir, estas resultaron consecuentes con una prédica de años. Revisemos. Waters fue muy al hueso en “The Final Cut”, el último disco de Pink Floyd del que participó. Es otro álbum conceptual en el que sus intenciones estéticas se llevaron puesto a todo el grupo y cuyo objetivo principal fue sentar posición sobre la reacción inglesa al ataque argentino en Malvinas, además de reivindicar la figura de su padre, muerto en la Segunda Guerra Mundial. Para Waters, la decisión de “Maggie” dinamitó el sueño de una posguerra pacífica que honrara a los caídos. El tema de apertura, “The Post War Dream”, es muy explícito al respecto. “¿Qué pasó con el sueño de posguerra? Oh, Maggie, Maggie, ¿qué hemos hecho?”, se le oye.
Pero es en “Get Your Filthy Hands Off My Desert” (Sacá tus sucias manos de mi desierto) donde alude directamente a Malvinas. Luego de reproducir el sonido del vuelo rasante de un bombardero, Waters expresa: “Brezhenev tomó Afganistán / Begin tomó Beirut / Galtieri tomó la Union Jack (la bandera del Reino Unido) / y Maggie un día, después del almuerzo / tomó un crucero con todos sus hombres / aparentemente, para hacérsela devolver”. Waters hizo un juego de palabras aquí: Cruiser (crucero) con croissant (media luna), junto con desert (desierto) que con dos “s” significa postre.
Más hacia el final del disco, desarrolla la idea de solución final de Thatcher en “The Fletcher Memorial Home”. Lo hace de un modo muy elocuente, claro.
Morrissey, por su parte, nunca se refirió a Malvinas de modo específico, aunque sí se cargó a la “Dama de Hierro” en “Margaret On The Guillotine”, del disco “Viva Hate”. “La gente buena tiene un sueño maravilloso: Margaret en la guillotina. Porque la gente como tú me hace sentir tan cansado ¿Cuándo te morís?”. Una línea de texto que compatibiliza con la propensión de Mozz de cuestionar a la clase política británica (su mohín de asco cuando se refería al laborismo de Tony Blair) y al carácter parasitario de su monarquía. Las remeras de sus músicos en los recitales argentinos con el estampado “We hate William and Kate” linkean, claro, con ese bello manifiesto de The Smiths titulado “The Queen Is Dead”.
Otras
Más canciones británicas sobre las Falklands fueron relevadas recientemente por la edición argentina de Rolling Stone. Allí se enumeran títulos de Elvis Costello, Exploited y Super Furry Animals, además de las ya citadas de Waters. Pero por sobre todas se impone “Shipbuilding”, escrita por Costello para el vanguardista Robert Wyatt, porque resulta más certera del sentir británico progresista sobre el asunto. La canción cuenta la historia de un padre que trabajaba tiempo extra en un astillero real para fabricar el barco en el que, sin saberlo, su propio hijo terminaría yendo a la guerra. Esto le dijo Costello a Fernando García, de Clarín: “El espectáculo patético de dos gobiernos llamando a la guerra para salvar su decadencia. La gente no hizo esa guerra y por eso mi canción tuvo éxito. Justamente, contaba una historia que aludía a la guerra desde un lado imperceptible”.
Una intervención
Un caso curioso de cómo afectó el rock británico a su establishment político durante Malvinas se da con Crass. Es que los miembros de esta banda punk crearon “las cintas del Thatchergate”; en rigor, un casete armado que generó la ilusión auditiva de una conversación telefónica entre Thatcher y Reagan, en la que discutían el hundimiento de barcos en Malvinas y sostenían que Europa se utilizaría como objetivo para el uso de bombas atómicas en cualquier conflicto entre Estados Unidos y la Unión Soviética.
Las copias llegaron al Departamento de los Estados Unidos y se generó un estado de paranoia. Más efectivo que una canción de protesta. (LVI)
Fuente: Los Andes Online


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