Netanyahu puede calcular que un ataque en
temporada de elecciones forzaría a Obama a apoyar una guerra para no
rebajar sus probabilidades de reelección
¿Prepara Israel el terreno para una tragedia?
FPIF/AlterNet
| Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens |
Las guerras se libran porque algunos deciden que son buenas para sus intereses. La Primera Guerra
Mundial no comenzó por el asesinato del Archiduque Francisco Fernando,
ni fue provocada por el sistema de alianzas. Un “incidente” puede
preparar el terreno para una guerra, pero nadie sigue disparando a menos
que piense que es una buena idea. La Gran Guerra comenzó porque los países involucrados decidieron que podían beneficiarse, por engañosa que haya sido esa conclusión.
Es
útil tener esa idea en mente cuando se trata de comprender si EE.UU. o
Israel irán a la guerra contra Irán. En resumen, cuáles son los
intereses de los protagonistas y si son lo bastante importantes para que
esas naciones den el paso aciago hacia el caos de la batalla.
El problema político de Israel
Según
el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, Irán está construyendo
armas nucleares que plantean una amenaza “existencial” a Israel. Pero
virtualmente nadie lo cree, incluida la mayoría de las comunidades
militares y de los servicios de inteligencia de Tel Aviv. Como dijo
recientemente el ex jefe del Estado Mayor israelí: Irán no es una
amenaza “existencial” para Israel. No existe evidencia de que Irán esté
construyendo una bomba y todas sus instalaciones están actualmente bajo
un régimen continuo de inspección de las Naciones Unidas.
Por
lo tanto, desde una estricta perspectiva de seguridad, Israel tiene
pocos motivos para ir a la guerra contra Irán. Pero Israel tiene interés
en mantener Oriente Medio como un lugar fragmentado, partido por
divisiones sectarias y dominado por gobiernos autoritarios y monarquías
feudales. Si hay una lección que Israel ha aprendido de sus antiguos
señores británicos, es “dividir para conquistar”. Entre sus aliados más
cercanos estaban las antiguas dictaduras de Egipto y Túnez. Ahora se
encuentra en la misma línea con las monarquías reaccionarias del Consejo
de Cooperación del Golfo (CCG): Arabia Saudí, Kuwait, los Emiratos
Árabes Unidos, Bahréin, y Omán.
Irán
no es una amenaza militar para Israel, sino un problema político: Tel
Aviv ve el bravío nacionalismo y la independencia respecto a Occidente
de Teherán como un comodín. Irán también está aliado con el mayor
enemigo regional de Israel, Siria –con la cual Israel todavía está
oficialmente en guerra– así como con Hizbulá en el Líbano, Hamás en Gaza
y el gobierno dominado por los chiíes en Bagdad.
Según
el análisis del gobierno de Netanyahu, dar una paliza a Irán
debilitaría a poco coste a los enemigos locales de Israel. El escenario
de Tel Aviv incluye un ataque de “conmoción y pavor” seguido de un alto
el fuego por mandato de la ONU,
con un máximo de 500 bajas israelíes. Los iraníes tienen poca capacidad
para devolver el golpe, y si atacaran centros civiles israelíes o
trataran de cerrar el Estrecho de Ormuz, causarían una intervención de
EE.UU.
Por
cierto, este escenario de color rosa es poco más que la expresión de
buenos deseos. No es probable que Irán acepte un alto el fuego rápido;
combatió durante ocho largos años contra Irán y la guerra tiene el
hábito de descarrilar los mejores planes. Una guerra entre Israel e Irán
sería larga y sangrienta y podría extenderse a toda la región.
Los
dirigentes de Irán emplean mucha grandilocuencia sobre el castigo a
Israel si ataca, pero a corto plazo no hay mucho que puedan hacer, en
particular en vista de las líneas rojas trazadas por Washington. La
fuerza aérea iraní está obsoleta, y los israelíes tienen tecnología para
destruir la mayor parte de las instalaciones de radar y antiaéreas de
Teherán. Irán podría hacer poco para detener la mezcla israelí de
ataques aéreos, misiles crucero lanzados desde submarinos, y misiles
balísticos Jericho.
EE.UU. y sus aliados
A
pesar de toda su palabrería de que “todas las opciones están sobre la
mesa”, parece que el gobierno de Obama trata de evitar una guerra. Pero
ante las inminentes elecciones de 2012, ¿podría Washington quedarse al
margen? Los sondeos indican que los estadounidenses no estarían a favor
de una nueva guerra en Oriente Medio, pero un frente unido de
republicanos, neoconservadores y del Comité de Acción Política
Estadounidense-Israelí presiona por un enfrentamiento con Irán.
Fuentes
israelíes sugieren que Netanyahu puede estar calculando que un ataque
israelí en época electoral podría obligar al gobierno estadounidense a
apoyar una guerra para no rebajar las posibilidades de reelección de
Obama. No es ningún secreto que los dos dirigentes no se llevan bien.
Pero
EE.UU. también tiene interés en esta lucha. La hostilidad
estadounidense hacia Irán se remonta a la confiscación por parte de
Teherán de los activos petroleros de Gran Bretaña en 1951. La CIA
ayudó a derrocar al gobierno democráticamente elegido de Irán en 1953 e
instalar al dictador Sha. EE.UU. también respaldó la guerra de Sadam
Hussein contra Irán, ha tenido una larga relación antagónica con Siria y
no habla con Hizbulá o Hamás. Los enemigos locales de Tel Aviv son los
enemigos locales de Washington.
Cuando
los monarcas del Golfo formaron el CCG en 1981, su propósito primordial
fue oponerse a la influencia iraní en Oriente medio. Utilizando como
cuña la división religiosa, el CCG ha alentado a los fundamentalistas
suníes para que se enfrenten con los chiíes en el Líbano, Iraq y Siria, y
bloqueó en gran parte la propagación de la “Primavera Árabe” a su
propio campo. Cuando los chiíes de Bahréin comenzaron a manifestarse
contra la falta de democracia y los bajos salarios, el CCG invadió el
país y aplastó las manifestaciones. El CCG no está enteramente de
acuerdo con EE.UU. e Israel respecto a los palestinos, aunque tiene
cuidado de no enfrentar a Washington y Tel Aviv, pero el CCG está en la
misma línea con ambas capitales respecto a Siria, el Líbano e Irán.
La Unión Europea
(UE) se ha sumado a las sanciones, aunque Francia y Alemania han
rechazado explícitamente el uso de la fuerza. Las motivaciones de la UE
van desde el deseo de Francia de recuperar su anterior influencia en el
Líbano a la necesidad europea de mantener su influencia en el centro
energético del mundo.
Preparan la escena para una tragedia
Resumiendo, no se trata solo de petróleo y gas, pero en gran parte es así, y cómo señala Alexander Cockburn de CounterPunch,
a las compañías petroleras les gustaría ver una reducción de la
producción y un aumento de precios. Otra guerra en el Golfo Pérsico
posibilitaría las dos cosas.
Irán
será la víctima, pero algunos elementos del régimen aprovecharán
cualquier guerra para consolidar su poder. Un ataque uniría al país
alrededor de lo que actualmente es un gobierno bastante impopular.
Permitiría que los Guardias Revolucionarios aplastaran a la oposición y
reforzaría el intento del gobierno de Ahmadineyad de reducir los
subsidios para transporte, vivienda y alimentos. Una guerra fortificaría
el poder de los elementos más reaccionarios del actual régimen.
Hay
otros actores en este drama, China, Rusia, India, Turquía, y Pakistán
para comenzar, ninguno de los cuales apoyan una guerra, pero queda por
ver si pueden influir en los acontecimientos. A fin de cuentas, es
posible que Israel decida unilateralmente que favorecería sus intereses
iniciar una guerra y que EE.UU. la apoye.
¿O tal vez todo esto no es más que mucho ruido que no significa nada?
Israel,
Occidente y el Consejo de Cooperación del Golfo comparten muchos
intereses. Por desgracia, también comparten la creencia en que la fuerza
es un medio adecuado para sus objetivos.
Semejantes ilusiones causan las tragedias.
Conn Hallinan es columnista en Foreign Policy In Focus. Se puede leer su trabajo en dispatchesfromtheedgeblog.wordpress.com y middleempireseries@wordpress.com
Fuente: Rebelion.org


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