Un biocombustible sustentable para detener la deforestación
Por Rodrigo Herrera Vegas
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La palmera africana Eleais guineensis, o
vulgarmente conocida como palma aceitera, da un fruto que viene siendo
explotado por el ser humano desde hace unos cinco mil años. El principal
atractivo de ese fruto es el aceite que se puede extraer a partir de
él, que actualmente tiene una producción mundial de miles de millones de
dólares en diferentes industrias, desde la alimenticia hasta los
biocombustibles. La demanda por este tipo de aceite ha ido creciendo a
pasos agigantados durante la última década.
El problema es que para conseguir suplir esa demanda
los gobiernos locales no tienen miramientos a la hora de talar cada vez
más bosques, aniquilando ecosistemas enteros y produciendo más daño del
que supuestamente quieren frenar con la producción de biocombustibles.
Pero viene surgiendo un movimiento, tanto de parte de empresas, como de
gobiernos importadores, que busca una producción de aceite de palma
sustentable, que si se llega a lograr podría generar un cambio
importante a nivel mundial.
Actualmente, el 70 por ciento de la gran demanda que
hay de aceite de palma termina en margarina, chocolate, crema, y demás
productos alimenticios. Pero también se utiliza en la industria de los
cosméticos, y cada vez más en la fabricación de biocombustibles. Es que
se trata de un producto natural, renovable, y que se crea a partir de
los frutos de árboles, por lo que en cierta medida se foresta para
producir este aceite.
Pero lo cierto es que el costo medioambiental del
crecimiento en la demanda del aceite de palma se está volviendo
devastador, no sólo a nivel de las comunidades y ecosistemas locales,
sino a nivel mundial, debido a que se están destruyendo millones de
hectáreas de bosques y turbas que son vitales para el planeta. Bosques y
selvas enormes como los del sudeste asiático o los de África, son los
que pueden absorber el dióxido de carbono, gran culpable del
Calentamiento Global, un dióxido de carbono generado por la tecnología
humana, y paradójicamente, también por la tala y quema indiscriminada de
bosques nativos a fin de limpiar el terreno para plantar palmeras.
Indonesia
es uno de los principales países productores de aceite de palma
dedicado a los biocombustibles, pero a su vez es uno de los principales
países emisores de gases de efecto invernadero, junto con China y
Estados Unidos
Indonesia es uno de los principales países productores
de aceite de palma, con 6 millones de hectáreas de plantaciones, que
planean expandir con 4 millones más especialmente dedicadas a los
biocombustibles. Los gobiernos de la mayoría de los países
desarrollados, y muchos de los que están en vías de desarrollo están
preocupándose por el medioambiente, por lo que piden que un porcentaje
de entre el 5 y el 15, de los combustibles comercializados provenga de
fuentes renovables como la soja o la palma. Pero este interés por
reducir las emisiones de gases de efecto invernadero se está volviendo
en contra, porque para poder lograrlo a base de biocombustibles de
aceite de palma, están destruyendo bosques nativos y la turba de
Indonesia. Cientos de hectáreas que se queman y están produciendo más
emisiones de gases de efecto invernadero que los combustibles fósiles.
Esto está ocurriendo en todo el Sudeste asiático, pero
particularmente en Indonesia, que justamente es uno de los principales
países emisores de gases de efecto invernadero, junto con China y
Estados Unidos, pero lo irónico es que Indonesia los produce, en gran
parte, por la quema de turba y bosques nativos. Tiene una deforestación
tan rápida que en 2008 fue parte del libro Guinness de los Records. 10
millones de las 22,5 millones de hectáreas que el país tenía de turba,
fueron drenadas y quemadas. La turba, para que nos ubiquemos, es un
material orgánico esponjoso, que forma campos enteros de vegetales
muertos que con el paso de los milenios se transforma luego en carbón.
Aceite de palma sustentable
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Así fue que surgió una movida de parte de empresas y
gobiernos para poder poner un fin al descontrol que genera la alta
demanda de aceite de palma. La idea surgió en 2004, cuando el grupo
conservacionista WWF se unió con la industria del aceite de palma y lanzaron Roundtable on Sustainable Palm Oil
(RSPO), una organización sin fines de lucro que buscaba formar una mesa
redonda en la que se sentarían todos los interesados a conversar y
poner límites para que la industria aceitera sea cada vez más
sustentable. La asociación que surgió de este acuerdo tiene cede en
Zurich, Suiza, actualmente, pero también con una base en Kuala Lumpur,
capital de Indonesia.
Redactaron unos principios que tanto productores como
procesadores debían seguir a fin de poder recibir el certificado de
aceite de palma sustentable, un certificado que muchas grandes empresas y
gobiernos nacionales empezaron a solicitar a los productores de aceite.
Los principios a respetar incluyen una transparencia y un compromiso
con el cuidado del medio ambiente, y también con el trato social de las
comunidades asociadas a los bosques y a las plantaciones, así como
también los empleados en el cultivo y en el procesado de los frutos de
la palma.
Actualmente hay más de 70 empresas de todo el mundo que
lo han firmado, la mitad de ellas son de Indonesia. Pero de los más o
menos 40 millones de toneladas de aceite de palma que se producen al
año, por ahora apenas 1,5 millones son certificados como sustentables.
Si bien son pocas las compañías que han certificado, tanto la población
local, como las organizaciones no gubernamentales de Indonesia, están
utilizando los criterios de RSPO y presionan al gobierno nacional para
que se pueda lograr aumentar cada vez más el porcentaje de aceite de
palma sustentable que sale del país. Incluso, según grupos como
Greenpeace y Wetlands International, hay huecos en la legislación local, y en el certificado de RSPO que
permiten hacerse pasar por sustentables, cuando en realidad se sigue
talando bosque nativo, gracias a la vista gorda que hacen los gobiernos
locales.
Pero lo cierto es que si el cien por cien de la
producción del aceite de palma se volviese sustentable, implicaría un
cambio importantísimo a nivel mundial. No sólo países como Indonesia
dejarían de ser los mayores emisores de gases de efecto invernadero,
sino que pasarían a ser lo contrario, reservorios de dióxido de carbono,
porque una palmera aceitera necesita tener, al menos, siete años de
vida para producir el fruto del cual se obtiene el aceite. Esto
implicaría que habría inmensos bosques dedicados a la producción de un
aceite sustentable, volviendo sustentable a la industria alimenticia, a
la cosmética, y siendo una fuente más atractiva de biocombustibles, que
por el momento son los mejores candidatos para reemplazar a los
derivados del petróleo.
Rodrigo Herrera Vegas es co-fundador de sustentator.com.
Fuente: lanacion.com.ar
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