Corea del Norte mantuvo al mundo en suspenso con su última –fracasada– Odisea en el espacio
El satélite del amor de la dinastía Kim
Al-Jazeera
| Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens |
Se generó un sensacional drama de suspense desde ese aciago 16 de marzo cuando el Comité Coreano para Tecnología Espacial anunció que la República Democrática Popular de Corea (DPRK, por sus siglas en inglés), enviaría al espacio un satélite en órbita polar –Kwangmyongsong-3 (“Luz orientadora”, o “Estrella polar”)– con el vehículo de lanzamiento Unha-3.
Unha significa “Vía láctea”. Pero según la producción de
mitos norcoreana, también designa al actual Supremo Líder, Kim Jong-un,
de unos 20 años, “un estadista enviado por el cielo para dirigir el País
de la Calma Matutina hacia la prosperidad milenaria”.
Pero ni siquiera Hollywood en un viaje excitante puede superar un guión semejante.
Literalmente,
todo el planeta estaba esperando el lanzamiento del cohete desde Sohae
(“Mar Oeste”) en el Condado Cholsan –entre el 12 y el 16 de abril- Según
una declaración oficial, “se ha elegido una órbita de vuelo segura para
que los restos del cohete portador que se generarán durante el vuelo no
caigan en los países vecinos”.
En vano: todas las líneas
regionales, desde Japan Airlines y ANA a Philippine Airlines se
apresuraron frenéticamente a alterar sus itinerarios de vuelo.
Estadista sofisticado
En
lo que concierne a los elogios de lo que oficialmente es el tercer
lanzamiento norcoreano de un satélite, cuesta superar al inimitable Kim
Myong-choi – portavoz extraoficial de la dinastía Kim.
Sostiene
que: “para conmemorar el centenario del nacimiento del padre fundador
Kim-Il-sung” (será este domingo), Kim Jong-un “el estadista más joven
pero más sofisticado del mundo” ha programado “el espectacular
lanzamiento de un satélite de observación de la tierra que presentará al
mundo un coro espacial de La Canción del Mariscal Kim Il-sung y de
Feliz Cumpleaños”.
Toda esta exageración, sin embargo, tuvo el
potencial de conducir a un serio embarazo. Corea del Norte lanzó un
primer satélite en 1998. El cohete falló. Lanzó un segundo en 2009.
También falló. Según los norcoreanos no fracasaron. Para la opinión
pública interior, Corea del Norte ya ha colocado dos satélites en
órbita.
Pero otro fracaso, ahora, representaría una pérdida de
prestigio catastrófica, especialmente con tantos extranjeros invitados
para la ocasión (Irán, por ejemplo, ha dominado la tecnología con una
inversión mucho menor).
Y eso es exactamente lo que ocurrió este
viernes por la mañana. Aunque el cohete no estalló frente a todos, el
satélite no llegó a la órbita, según la Agencia Central de Noticias
Coreana.
El Comando Norteamericano de Defensa Aeroespacial
(NORAD) rastreó el lanzamiento de lo que describe como un “misil
norcoreano” a las 6:39 pm EDP (hora diurna del este). NORAD dice que el
misil cayó hacia el sur sobre el Mar Amarillo a unos 165 al oeste de
Seúl. Las secciones dos y tres fallaron. Y ningún resto cayó a tierra.
Hasta ahora, Corea del Norte no ha culpado a la CIA del fracaso.
Técnicamente,
los norcoreanos querían un vehículo de lanzamiento de satélite (SLV),
no un misil balístico, como insisten EE.UU., Japón y Corea del Sur. La
tecnología es básicamente la misma. Esto significa que incluso el
lanzamiento de un SLV prueba que Corea del Norte puede lanzar misiles
balísticos de largo alcance.
La histeria por el lanzamiento
mostrada en latitudes seleccionadas (a la mayor parte del mundo real, de
hecho, no le pudo importar menos) ha sido una fuente de interminable
diversión.
Un vez más corresponde a Kim Myong-chol la tarea de
preguntar a qué viene todo el lío. No es asunto de nadie más; tiene que
ver con el derecho soberano a celebrar el centenario de Kim Il-sung,
Además, el “difunto, gran líder paternal Kim Jong-il” lo quería. Y en
todo caso solo se trata de un inofensivo satélite de órbita polar.
En cuanto al Ministerio de Exteriores norcoreano, ha ridiculizado las apocalípticas advertencias estadounidenses/japonesas/ surcoreanas
como un “pretexto conveniente para presionar por el establecimiento de
un sistema de defensa de misiles en el este de Asia a fin de reiniciar
la Guerra Fría, en un intento de rescatar una Pax Americana al borde del
colapso”.
Los parloteos estúpidos de ese tipo de los “expertos
en seguridad” han sido legión. La secretaria de Estado de EE.UU.,
Hillary Clinton, conteniendo apenas su furia, advirtió de “acción
apropiada” como represalia.
Esto, en la práctica, significa que
todo el paquete volverá a terminar una vez más en la mesa del Consejo de
Seguridad de la ONU, donde los miembros del BRICS China y Rusia
bloquearán cualquier resolución, permitiendo en el mejor de los casos
una “condena” pro forma.
El acostumbrado CD rayado tocó las
mismas viejas canciones de “provocación”, “intolerable” y “flagrante”
violación de las actuales sanciones de la ONU, que prohíben que Corea
del Norte adquiera y pruebe una tecnología de misiles balísticos.
¿Y
qué fue? Pekín puede sentirse ligeramente incómodo con todo este asunto
de satélites de amor, pero puede vivir con él. Para la dirigencia
china, la máxima prioridad es la estabilidad en Corea del Norte, incluso
con una dinastía nuclear Kim. Más vale un Kim nuclear que un Kim
no-nuclear presidiendo sobre una Corea del Norte que se desmorona. Y un
Kim nuclear también supera la posibilidad de una Corea poderosa,
unificada, controlada por Seúl.
Incluso si se aplican más
sanciones de la ONU a Corea del Norte, la que sufrirá realmente –como en
Irán– será la masa de la población, no los dirigentes.
Podrá ser implacable, pero así es la realpolitik.
Para los dirigentes norcoreanos, la ayuda alimentaria extranjera para
millones de sus ciudadanos hambrientos es solo un detalle; solo la
aceptarán bajo sus condiciones y si sus propias agencias gubernamentales
controlan la distribución.
Parece, por cierto, que estn
consiguiendo bastante. El Partido de los Trabajadores de Corea del Norte
–en una rara conferencia especial en esta semana– ha ungido al “más
sofisticado estadista” Kim Jong-un como su Primer Secretario. Su padre,
Kim Jong-il fue nombrado secretario general “eterno”.
Kim Jong-un
ya era Supremo Líder y Supremo Comandante. La "kimología" determina que
el próximo paso será que le nombresn presidente de la comisión nacional
de defensa; es el santo grial del poder en Corea del Norte.
Sí,
por lo tanto él es lo que importa ahora, por lo menos nominalmente,
rodeado por un grupo dirigente militar colectivo cuya prioridad número
uno es solidificar a Corea del Norte como potencia nuclear, y eso
incluirá inevitablemente un tercer ensayo nuclear subterráneo después
del fracaso del lanzamiento del satélite.
En realidad el Gran
Cuadro de los dirigentes norcoreanos está absolutamente claro: con
nuestra capacidad nuclear firmemente establecida, la única salida de
Washington es negociar un tratado de paz con nosotros para terminar la
Guerra de Corea (por el momento solo existe el armisticio de julio de
1953). Eso implicaría la retirada de las tropas de EE.UU. de Corea del
Sur. Sobre el cadáver colectivo del Pentágono, por supuesto.
No
ha escapado a la atención de prácticamente todo el mundo desarrollado
que, debido a su estatus nuclear, ni la OTAN ni una “comunidad
internacional” selectiva están amenazando a Corea del Norte con ataques
militares, bombas revienta-búnkeres, cambio de régimen o R2P
(“responsabilidad de proteger”).
Por lo tanto volvemos al
misterio que ahora yace en el fondo del Mar Amarillo. ¿Era un satélite?
¿Era un misil? ¿O era una grabación del “estadista enviado por el cielo”
Kim Jong-un cantando Satellite of Love de Lou Reed?
Pepe Escobar es corresponsal itinerante de Asia Times. Su último libro es Obama Does Globalistan (Nimble Books, 2009).
Fuente: Rebelion.org


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