lunes, 9 de abril de 2012

El mendocino que inventó un aparato para medir temblores

Miguel Castro (66), recientemente jubilado, contó que con la ayuda de su yerno, elaboró un equipo casero para medir la intensidad de los temblores. Trabajó en la estación del parque General San Martín durante 43 años.


El mendocino que inventó un aparato para medir temblores

Por Federico Fayad - Foto: José Gutiérrez

La frase "llevarse el trabajo a casa" le cabe a la perfección. Hasta hace menos de cinco meses, Miguel Castro (66) era el único encargado de la estación sismológica de Mendoza, ubicada en el parque General San Martín, donde trabajó desde 1969.

En su primer día oficial de jubilado, conversó con Los Andes y contó que ahora trabaja en el comedor de su vivienda, donde revela con alegría y evidente pasión lo que durante toda su vida desarrolló como algo más que un trabajo.

Frente a una computadora, todos los días analiza la actividad sísmica de la provincia sin recibir, ni pedir, nada a cambio. Para esta tarea se vale de un sensor creado por él y su yerno, que se encuentra en un lugar especial del terreno donde vive, lejos de los movimientos de la calle que podrían tener influencia en su instrumental.

"Este equipo, lo integran dos computadoras y un sensor. Lo tengo desde hace dos años. Lo construí con el esposo de mi hija, quien es técnico informático y electrónico con experiencia en la materia", indicó resaltando que fue la persona que le dio ánimos para construir el equipamiento.

Según él, es una de las pocas personas especializadas en la materia, a pesar de que en Mendoza los movimientos de la tierra son constantes.

"Todo lo que yo sé a nivel práctico y teórico lo aprendí por mi formación académica (es profesor en física y matemática) y por experiencia, porque no hay una carrera específica en sismología acá en Mendoza", remarcó quien hasta hace poco fuera docente del Liceo Buffano, de la escuela Roberto Azzoni y el Instituto Murialdo, entre otros.

Cuestión de sensores

El sismograma con el que trabaja es un sistema analógico digital. Uno nuevo, en Estados Unidos, cuesta unos 15 mil dólares y viene sin las computadoras y sin el software ni otras herramientas necesarias. Por esta razón, Miguel decidió poner manos a la obra y fabricarlo en su casa.

"Construimos un sensor vertical que tiene un brazo, una maza y un resorte que le permite oscilación sobre el papel. Además tiene una bobina que se mueve dentro de un campo magnético formado por imanes de compacteras", describió con evidente devoción por su creación. En tanto, lo único que debió solicitar en el exterior fue el software y el conversor.

"Muchos me han dicho que patente mi idea, pero a mí no me interesa", dijo tajante.
Ahora, su yerno le está construyendo dos sensores más, pendulares, para poder tener información completa porque tal como explicó Castro el terreno se mueve en tres dimensiones.
Pese a ser de su propiedad, el equipo del profesor Castro siempre estuvo a disposición de la provincia: "Aunque no es equipo experimental, porque es muy preciso, yo siempre chequeé la información con el Inpres y con colegas de Chile".

La información que da el sismograma es la hora de las dos fases que componen un movimiento sísmico y sus características. La fase inicial, u onda P, que es la que se registra en un primer momento y que tiene mayor velocidad (siete kilómetros por segundo); y la onda S u onda secundaria que es la más peligrosa aunque de menor propagación (de tres a cuatro kilómetros por segundo): "La diferencia es la energía liberada. Las segundas son aquellas que provocan la destrucción, las que actúan sobre vigas y columnas", describió.

Movimientos históricos

Sin dudas, uno de los sismos más recordados por Castro desde que ingresó a la estación es el que ocurrió el 26 de enero de 1985 y que marcó 6,3 en la escala de Richter, tuvo una duración de aproximadamente 9 segundos y su epicentro fue en la frontera entre Argentina y Chile, específicamente en el Cordón del Plata, en Tupungato.

"Prácticamente los cuatro que trabajabamos en aquella época tuvimos que dormir en el observatorio, porque hubo que calibrar constantemente el equipo ya que en minutos perdía precisión", recordó.

Otra de sus memorias sísmicas se remonta hacia 1970, cuando ocurrió un temblor de 7.2 en la escala de Ritcher. Aquella vez, el epicentro estuvo en Illapel, en Chile y ocurrió un 9 de julio, tal como rememoró el especialista. 

Fuente: Los Andes Online

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