Europa juzga a los extremistas pero también piensa cómo proteger sus valores
Dmitri Kósirev, RIA Novosti

Anders Breivik
El pasado 16 de abril, en Oslo
comenzó el juicio contra Anders Breivik, el autor confeso del doble
atentado en la capital de Noruega y en la isla de Utoya que costó la
vida a 77 personas en julio pasado.
Este juicio ha relegado a un segundo plano las noticias publicadas en
los medios de información europeos sobre otro proceso en Dinamarca,
donde a finales de la semana pasada se abrió el juicio contra cuatro
terroristas que se encuentran a otro lado de las “barricadas”.
Breivik arremetió contra los inmigrantes islámicos en Noruega,
mientras que los terroristas de origen árabe se juzgan en Dinamarca por
planear un atentado terrorista contra los que ofendieron a los
musulmanes al haber publicado unas caricaturas del profeta Mahoma años
atrás.
Surge una cuestión evidente: ¿Se ha librado una guerra? ¿Quién podría garantizar la paz?
Todos son iguales
En cuanto a Breivik, al inicio la fiscalía noruega le declaró enfermo
mental, por lo que el asesino múltiple podría evitar la cárcel. Pero el
propio terrorista insistía en su cordura y después de un nuevo examen
psiquiátrico fue declarado mentalmente sano. Ahora ha elegido un plan de
defensa que sume en el pesimismo a sus abogados.
Breivik insistirá que ha actuado en defensa propia protegiendo a sí
mismo y a la civilización europea de la invasión de los extranjeros que
odian a los europeos, su religión y su cultura. Así las cosas, parece
que en esta lucha es posible asesinar a todos independientemente de su
religión.
La historia con los terroristas que planeaban perpetrar el atentado
en Dinamarca empezó en 2005. La publicación en el periódico danés
Jyllands-Posten de 12 caricaturas del profeta Mahoma, al que se prohíbe
dibujar en el Islam, provocó una oleada de protestas en muchos países
europeos y el mundo islámico con disturbios en varios países en los que
murieron muchas personas. Incluso se hizo un intento de asesinato al
autor de caricaturas de Mahoma.
En este caso, se trata del juicio contra cuatro personas residentes
en Suecia (vecinos de la Noruega de Breivik), provenientes de Libia,
Túnez, Líbano y Marruecos. El problema consiste en que estos terroristas
fueron detenidos antes de que hubieran logrado perpetrar atentado en la
sede de periódico Politikens, en el centro de Copenhague, durante la
entrega de unos premios a deportistas a la que estaba invitado el
príncipe Frederik.
En teoría, el tribunal de Dinamarca puede ponerles en libertad a
todos o algunos de estos terroristas debido a la falta de pruebas.
Dos redes terroristas
Es evidente que será imposible hacerle pasar a Breivik ni a los
cuatro terroristas de Dinamarca por enfermos mentales que actuaban
individualmente. No es ningún secreto que los extremistas islámicos
están asociados a una amplia red terrorista. En particular, se descubrió
que los implicados en el proceso en Dinamarca tienen vínculos con los
terroristas de Pakistán.
En cuanto al ‘caso Breivik’, el diario británico The Guardian publicó
un informe detallado sobre las denominadas organizaciones
“anti-yihadistas” en Europa y otros países. Resulta que ambas redes son
igualmente peligrosas, tanto Al Qaeda como la red anti-yihadista.
El periódico citó el informe preparado por la organización
antirracista internacional Hope not Hate (Esperanza no odio) que dice
que 190 grupos islamófobos que mantienen contactos entre sí actúan en la
Unión Europea y EEUU.
Una de las alianzas de este tipo planea celebrar la asamblea
constituyente en Nueva York el próximo 11 de septiembre, el aniversario
del 11-S. La organización llevará el nombre de SION, es decir, Stop a la
islamización de las naciones. Y es evidente que tales grupos no carecen
de dinero, muchos inversores son conocidos y no disimulan sus intentos.
En el informe citado en The Guardian, las organizaciones anunciadas
se agrupan en caso de que estimulen el odio hacia el mundo islámico, su
religión y costumbres. Surge la cuestión: si no se trata de una guerra,
¿qué es?
¿Qué puede oponer al extremismo de ambos tipos anunciados una
política tradicional de Europa que afronta un problema más fundamental
que la crisis de la eurozona que conlleva el desempleo, la pobreza, la
desintegración de Estados, etc.?
La población europea tiene miedo de que los fundamentos que sustentan
su existencia resulten socavados, y esto es más importante que el
dinero. Es decir, desde este punto de vista, los inmigrantes no tanto
amenazan con ocupar los puestos de trabajo de los europeos sino más bien
con afectar su estilo de vida.
La cruz vs. hiyab
Cuando la canciller de Alemania, Ángela Меrkel, anuncia el “fracaso
de la política de multiculturalismo” no son más que palabras aunque sean
justas.
Pero durante los últimos años, en Europa se aprobó muchas medidas
poco populares en el ámbito de la coexistencia de varias religiones y de
los representantes de varias culturas. En reiteradas ocasiones los
organismos que suelen estipular valores europeos impusieron las
respectivas decisiones.
Recordemos, por ejemplo, la historia que empezó a mediados de la
década pasada con la sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos,
con sede en Estrasburgo, que declaró incompatible con la libertad
religiosa la presencia del crucifijo en las escuelas públicas en Italia,
epicentro del catolicismo. Según una madre italiana que presentó la
respectiva demanda al Tribunal de Estrasburgo, la presencia del
crucifijo en la escuela de sus hijos impedía que recibieran una
educación laica. El Gobierno de Italia presentó una apelación ante el
mismo Tribunal como si luchara contra algo que estaba fuera de su
competencia, etc.
La polémica suscitada en torno a la prohibición del velo islámico
(hiyab) en Francia también salió fuera de las fronteras nacionales. Los
musulmanes y liberales europeos trataron de explicar a los franceses que
aunque el hiyab no era un símbolo de pertinencia a una religión sino
solo una de las normas básicas del Islam, la prohibición de llevarlo era
equivalente a la prohibición de llevar la cruz para los cristianos.
Entonces, se prohibió llevar grandes cruces cristianas como símbolo
religioso en las escuelas públicas francesas.
En general, la aplicación de las medidas en el marco de las
tradiciones ideológicas que existen (y están desintegrándose) en Europa
no ha podido todavía resolver el problema de la globalización que hace
chocar los intereses de los representantes de varias culturas. Por eso
es importante determinar a las personas que deberán encontrar las
soluciones apropiadas.
Por ejemplo, ¿qué pasa en Francia, donde el próximo 22 de abril se celebrará la primera ronda de las elecciones presidenciales?
El actual presidente francés, Nicolás Sarkozy, goza de baja
popularidad entre los franceses, pero su nombre está vinculado con las
medidas rígidas aplicadas contra los inmigrantes. Sarkozy lo sabe y en
la campaña actual intenta recibir el apoyo de los que están preocupados
por el flujo de inmigrantes.
Otra partidaria de la idea nacional, Marine Le Pen, candidata a las
elecciones presidenciales de 2012 por el ultraderechista Frente
Nacional, lucha contra Sarkozy.
Mientras, Francois Hollande, candidato socialista a la presidencia de
Francia, está tranquilo y no impide a sus rivales a disputar la
victoria. Pero se espera que sea Hollande quién gane la segunda vuelta
de los comicios. Y en la escala europea esto dará un apoyo adicional a
la idea de una Europa multicultural, unida y liberal que hoy por hoy
pierde su popularidad.
Fuente: RIA Novosti


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