La historia viva del siglo XIX en Guaymallén
Para recuperar el templo que data de 1830 , un grupo de investigadores hurgan en documentos y rastrean objetos. La idea es convertir a la casa anexa a la iglesia en un museo.
Texto: Ignacio de la Rosa - Foto: Marcelo Rolland
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La iglesia se le prestó al Arzobispado y se le han hecho restauraciones. |
Fue una de las pocas construcciones que se mantuvo en pie después
del terremoto de 1861 en Guaymallén, hito que le valió transformarse en
un ícono religioso y cultural de Mendoza.
También fue la sede en la que se alojó a los obispos que viajaban a Mendoza antes de que la provincia tuviese su propio Arzobispado y, en la actualidad, es un pedazo de historia que se mantiene en pie.
La Capilla del Rosario, así como todo el predio de la casa de la familia Mendoza, tiene un valor cultural e histórico indescriptible no sólo para toda la comunidad de Guaymallén, sino a nivel provincial.
Impulsados por esta idea es que un grupo de investigadores guaymallinos, junto con la comuna, están trabajando desde hace dos años en la recuperación de documentos y material que son historia viva de todo el predio donde hoy está la capilla con la idea de instalar un museo en la ex casa de la familia Mendoza, quienes fueran los dueños de toda el área.
“La Capilla y la casa de los Mendoza ha sido testigo de muchos procesos históricos: el terremoto, los vaivenes políticos, cobijó a monjas, obispos y a los soldados de Rosas. Y nosotros estamos restaurando todo en base a documentos y elementos que encontramos, que son más de 120. No son cosas que decimos o que se dicen como parte de una leyenda, sino todo se desprende de lo que hemos encontrado”, resaltó Mario Dell Innocenti, director de la Casa Molina y coordinador del equipo de trabajo.
También fue la sede en la que se alojó a los obispos que viajaban a Mendoza antes de que la provincia tuviese su propio Arzobispado y, en la actualidad, es un pedazo de historia que se mantiene en pie.
La Capilla del Rosario, así como todo el predio de la casa de la familia Mendoza, tiene un valor cultural e histórico indescriptible no sólo para toda la comunidad de Guaymallén, sino a nivel provincial.
Impulsados por esta idea es que un grupo de investigadores guaymallinos, junto con la comuna, están trabajando desde hace dos años en la recuperación de documentos y material que son historia viva de todo el predio donde hoy está la capilla con la idea de instalar un museo en la ex casa de la familia Mendoza, quienes fueran los dueños de toda el área.
“La Capilla y la casa de los Mendoza ha sido testigo de muchos procesos históricos: el terremoto, los vaivenes políticos, cobijó a monjas, obispos y a los soldados de Rosas. Y nosotros estamos restaurando todo en base a documentos y elementos que encontramos, que son más de 120. No son cosas que decimos o que se dicen como parte de una leyenda, sino todo se desprende de lo que hemos encontrado”, resaltó Mario Dell Innocenti, director de la Casa Molina y coordinador del equipo de trabajo.
Ícono religioso y cultural
La Capilla del Rosario, así como todo el predio lindante, se encuentra ubicada en lo que hoy son las calles Martínez de Rosas y, justamente, Capilla del Rosario.
Fue levantada en 1830 por el presbítero Gabriel Bejarano y en su estilo de construcción -tapia- y diseño se ve la incidencia que el religioso traía de su Alto Perú natal: bloques de tierra apisonada.
“Bejarano la construyó en esta zona con sus propios bienes. Muchos dijeron que estaba loco, porque acá había sólo desierto, pero él lo hizo para alejarse un poco del ámbito edilicio y alejarse de la corrupción y las presiones que podían llegar a darse desde lo político y la Iglesia”, destacó Dell Innocenti.
Bejarano vivió en el lugar hasta 1836, año en qué murió, por lo que la casa de ejercicios espirituales y la capilla quedaron en manos de la familia Mendoza.
“Si bien es privado el lugar, los Mendoza siempre lo ofrecieron para que la gente se case, haga bautismos y se oficien misas y catequesis. En 1993, lo compró el municipio al predio y hoy nosotros, en el trabajo de investigación que estamos haciendo, hemos traído todo lo que hemos encontrado y recuperado a la casa Molina para restaurarlo. Hay testamentos, escritos, cartas, pinturas y hasta ropa de todas las épocas. La idea es que todo esto quede en exhibición en un museo que se va a encontrar en la casa anexa a la capilla”, resaltó el coordinador.
Ya en manos de la familia Mendoza, la capilla y la casa anexa tomaron un rol social fundamental para los vecinos del lugar. Fue de tal importancia que hasta el ejército de Juan Manuel de Rosas se alojó en la imponente casa entre los años 1838 y 1846, en un país marcado por los enfrentamientos entre Unitarios y Federales.
“Entre 1862 y 1866, el obispo Nicolás Aldazor también residió en el lugar. Vino después del terremoto desde San Juan, en la época en que Mendoza no tenía su Arzobispado. Entre 1863 y 1867 también se hospedaron en el lugar monjas de la Compañía de María, que tuvieron destrozos por el terremoto en su sede de Capital y vivieron aquí. Hay pinturas y ropa que hemos recuperado que data de ese período”, contaron los investigadores.
Según resaltan, la capilla siempre fue privada: perteneció a los Mendoza y sus antecesores, mientras que luego pasó a manos de la comuna de Guaymallén. Desde 1993 se le ha “prestado” al Arzobispado.
“Los Mendoza siempre fueron muy solidarios y queridos aquí. Prestaban la capilla para todos los que quisieran casarse en el lugar; ellos eran siempre los padrinos. Se encargaban de todos los gastos de los curas para que vengan a dar misa al lugar”, continuaron los estudiosos, resaltando que entre los curas que oficiaron en el lugar se destacan el célebre padre Jorge Contreras y su par Roberto Juárez, capellán de la Penitenciaría.
En el terreno, al pie del campanario (donde todavía se destacan las campanas originales traídas por Bejarano) está enterrado el cuerpo de Juanita Mendoza, la última heredera de la familia histórica.
La Capilla del Rosario, así como todo el predio lindante, se encuentra ubicada en lo que hoy son las calles Martínez de Rosas y, justamente, Capilla del Rosario.
Fue levantada en 1830 por el presbítero Gabriel Bejarano y en su estilo de construcción -tapia- y diseño se ve la incidencia que el religioso traía de su Alto Perú natal: bloques de tierra apisonada.
“Bejarano la construyó en esta zona con sus propios bienes. Muchos dijeron que estaba loco, porque acá había sólo desierto, pero él lo hizo para alejarse un poco del ámbito edilicio y alejarse de la corrupción y las presiones que podían llegar a darse desde lo político y la Iglesia”, destacó Dell Innocenti.
Bejarano vivió en el lugar hasta 1836, año en qué murió, por lo que la casa de ejercicios espirituales y la capilla quedaron en manos de la familia Mendoza.
“Si bien es privado el lugar, los Mendoza siempre lo ofrecieron para que la gente se case, haga bautismos y se oficien misas y catequesis. En 1993, lo compró el municipio al predio y hoy nosotros, en el trabajo de investigación que estamos haciendo, hemos traído todo lo que hemos encontrado y recuperado a la casa Molina para restaurarlo. Hay testamentos, escritos, cartas, pinturas y hasta ropa de todas las épocas. La idea es que todo esto quede en exhibición en un museo que se va a encontrar en la casa anexa a la capilla”, resaltó el coordinador.
Ya en manos de la familia Mendoza, la capilla y la casa anexa tomaron un rol social fundamental para los vecinos del lugar. Fue de tal importancia que hasta el ejército de Juan Manuel de Rosas se alojó en la imponente casa entre los años 1838 y 1846, en un país marcado por los enfrentamientos entre Unitarios y Federales.
“Entre 1862 y 1866, el obispo Nicolás Aldazor también residió en el lugar. Vino después del terremoto desde San Juan, en la época en que Mendoza no tenía su Arzobispado. Entre 1863 y 1867 también se hospedaron en el lugar monjas de la Compañía de María, que tuvieron destrozos por el terremoto en su sede de Capital y vivieron aquí. Hay pinturas y ropa que hemos recuperado que data de ese período”, contaron los investigadores.
Según resaltan, la capilla siempre fue privada: perteneció a los Mendoza y sus antecesores, mientras que luego pasó a manos de la comuna de Guaymallén. Desde 1993 se le ha “prestado” al Arzobispado.
“Los Mendoza siempre fueron muy solidarios y queridos aquí. Prestaban la capilla para todos los que quisieran casarse en el lugar; ellos eran siempre los padrinos. Se encargaban de todos los gastos de los curas para que vengan a dar misa al lugar”, continuaron los estudiosos, resaltando que entre los curas que oficiaron en el lugar se destacan el célebre padre Jorge Contreras y su par Roberto Juárez, capellán de la Penitenciaría.
En el terreno, al pie del campanario (donde todavía se destacan las campanas originales traídas por Bejarano) está enterrado el cuerpo de Juanita Mendoza, la última heredera de la familia histórica.
El futuro museo
Un efímero recorrido por todo el predio es suficiente para caer en la cuenta de que el lugar es historia viva, tanto en sus pocas ruinas como en lo que se mantiene en pie.
“La iglesia está en condiciones, incluso se está dando misa los domingos y los miércoles, y también catequesis. Se le prestó al Arzobispado y se le han hecho restauraciones, pero es muy poco lo que se ha hecho en la casa anexa”, contó Elena Tisera, presidenta de la Asociación de preservación y restauración de la casa Mendoza.
La idea es que el museo con todo el material que se ha encontrado y restaurado de la casa Mendoza esté justamente en una de las habitaciones de la casa que todavía se mantiene en pie en ese distrito guaymallino.
“En 1993, Francisco ‘Paquito’ Grajales (esposo de Juanita) le da en usufructo todo el terreno a la Municipalidad. En 1996, se hizo una restauración en la capilla, pero no en la casa de anexo. Ahí, se derrumbó la sala donde habían estado las monjas (donde ahora hay un espacio verde) y se encontraron restos humanos en esa restauración. Es un ícono de la zona el lugar”, agregó Tisera.
Si bien los trabajos que se hicieron en ese año fueron sólo en la capilla, el material que se encontró pertenece a todo el predio, por lo que todo estará en el museo.
Junto a Dell Innocenti y a Tisera, en la asociación han trabajado Laura Herrada Pérez, Alejandro Bohe y Omar Ortega, quienes resaltaron que es fundamental el apoyo de toda la comunidad. "Seguro hay mucha gente de la zona que se casó en el lugar, que la bautizaron allí. Todo ese material fotográfico y documental sería de gran utilidad para el museo, así como también cualquier aporte que quiera hacer la gente”, sentenciaron.
Un efímero recorrido por todo el predio es suficiente para caer en la cuenta de que el lugar es historia viva, tanto en sus pocas ruinas como en lo que se mantiene en pie.
“La iglesia está en condiciones, incluso se está dando misa los domingos y los miércoles, y también catequesis. Se le prestó al Arzobispado y se le han hecho restauraciones, pero es muy poco lo que se ha hecho en la casa anexa”, contó Elena Tisera, presidenta de la Asociación de preservación y restauración de la casa Mendoza.
La idea es que el museo con todo el material que se ha encontrado y restaurado de la casa Mendoza esté justamente en una de las habitaciones de la casa que todavía se mantiene en pie en ese distrito guaymallino.
“En 1993, Francisco ‘Paquito’ Grajales (esposo de Juanita) le da en usufructo todo el terreno a la Municipalidad. En 1996, se hizo una restauración en la capilla, pero no en la casa de anexo. Ahí, se derrumbó la sala donde habían estado las monjas (donde ahora hay un espacio verde) y se encontraron restos humanos en esa restauración. Es un ícono de la zona el lugar”, agregó Tisera.
Si bien los trabajos que se hicieron en ese año fueron sólo en la capilla, el material que se encontró pertenece a todo el predio, por lo que todo estará en el museo.
Junto a Dell Innocenti y a Tisera, en la asociación han trabajado Laura Herrada Pérez, Alejandro Bohe y Omar Ortega, quienes resaltaron que es fundamental el apoyo de toda la comunidad. "Seguro hay mucha gente de la zona que se casó en el lugar, que la bautizaron allí. Todo ese material fotográfico y documental sería de gran utilidad para el museo, así como también cualquier aporte que quiera hacer la gente”, sentenciaron.
Fuente: Los Andes Online
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