Cumplió años el aeroclub y hubo acrobacias, vuelos y modelismo
La institución cumplió 67 años y recibió amigos que volaron desde todo el país. Durante todo el día hubo decenas de aviones y helicópteros cruzando los cielos. Los aficionados al aeromodelismo se sumaron al festejo.
Textos: Javier Hernández - Fotos: Luis Amieva
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Aviones, avionetas, planeadores, ultralivianos, helicópteros, todo
tipo de nave voladora se observó en la pista y hangares del este
provincial. |
"Quien domina la altura no precisa de otra riqueza", dice
convencido y lleno de entusiasmo, don Mario Cardama mientras desciende
de su avioneta. El hombre tiene 65 años y a bordo de su nave, acaba de
realizar algunas arriesgadas piruetas por encima de las instalaciones
del aeroclub de San Martín, donde centenares de personas se reunieron
ayer para ver volar y celebrar los 67 años de la institución.
Fue un domingo distinto en San Martín, con gente y aviones venidos de toda la provincia y también de muchos otros puntos de la Argentina, como ocurrió con Mario Camargo y Héctor Ferreira que durante un par de horas volaron desde San Luis, piloteando dos pequeños trike, que son una especie de ala delta con motor, donde la ausencia de una cabina permite que el vuelo resulte más libre y que el piloto y su pasajero puedan apreciar mejor el paisaje que corre manso bajo sus pies.
"Esto es una especie de moto del cielo, porque muchas veces los trike no tienen ni siquiera un carenado; solo la silla, los controles, el motor y las alas", explica Mario, que desde la pista del areoclub de San Martín se comunica por radio con Héctor, que salió a volar hace un rato y que ahora está esperando autorización para aterrizar.
Fue un domingo distinto en San Martín, con gente y aviones venidos de toda la provincia y también de muchos otros puntos de la Argentina, como ocurrió con Mario Camargo y Héctor Ferreira que durante un par de horas volaron desde San Luis, piloteando dos pequeños trike, que son una especie de ala delta con motor, donde la ausencia de una cabina permite que el vuelo resulte más libre y que el piloto y su pasajero puedan apreciar mejor el paisaje que corre manso bajo sus pies.
"Esto es una especie de moto del cielo, porque muchas veces los trike no tienen ni siquiera un carenado; solo la silla, los controles, el motor y las alas", explica Mario, que desde la pista del areoclub de San Martín se comunica por radio con Héctor, que salió a volar hace un rato y que ahora está esperando autorización para aterrizar.
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Hecho en Mendoza. El UPA, una de las reliquias, el fuselaje y motor es de EEUU, armado por el ingeniero Fiadino.
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El aeroclub que ayer cumplió años está a un costado de la ruta 50, a mitad de camino entre las ciudades de San Martín y Palmira; tiene una pista de 1.200 metros, guarda en sus hangares 16 naves y cuenta con 60 socios. Dicen sus integrantes que es el más importante de Cuyo y se muestran orgullosos de ello.
"Hoy nos han venido a visitar amigos de todos lados. Hay gente de los aeroclubes de Malargüe, de San Rafael, de Alvear, de Mendoza y de Rivadavia", cuenta Cayetano Castro, presidente del club de aviones de San Martín y sigue: "También volaron para estar en nuestro cumpleaños los amigos de San Luis, de Córdoba, de San Juan y de Río Negro".
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Leandro Pérez (20), de Turismo Maipú, realiza acrobacias con su aeromodelo.
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Las actividades arrancaron temprano y desde temprano entonces, fue llegando el público que se acomodó cerca de la pista, donde decenas de aeronaves formaron parte del espectáculo que duró todo el día y que incluyó la presencia del helicóptero de rescate del parque Aconcagua y otro perteneciente a la policía. "Hemos venido a saludar y ya partimos a trabajar", explica el piloto del Halcón 2, inspector Alejandro Palacios, de la Patrulla de Rescate.
También hubo vuelos de bautismo para aquellos que, por primera vez se animaban a estar más cerquita de las nubes, y otros de acrobacia, donde las avionetas pasaban rasantes junto a la gente o a metros del tinglado de los hangares.
Una pasión
A un costado de la pista, una veintena de aeromodelistas armaban sus aviones radiocontrolados construidos a escala y esperaban autorización para hacerlos volar.
Desde hace más de diez años Diego Landeiro (42) ocupa parte de su tiempo libre en construir y hacer volar aviones réplica. Como él hay muchos otros en la región y se juntan todos los fines de semana en Rivadavia. "En este hobby hay de todo: tenés aviones que cuestan $10.000 y otros que son armados por unos pocos billetes; el asunto depende del bolsillo y del tiempo que uno tenga. Lo principal es contar con un motor y una radio para controlarlo y eso lo hacés con $2.000", explica Diego y a su lado, Francisco Díaz (65) asegura que no hay edad para el aeromodelismo:
"Es una actividad muy sana y sería bueno que los niños y los jóvenes se entusiasmen con este tipo de cosas".
Al rato, uno de los aeromodelos de entrenamiento ya está en el aire haciendo toto tipo de piruetas.
Santiago Cardama es un pibe de 8 años y su abuelo Mario acaba de hacer piruetas en el cielo a bordo de su Zlin 300, una avioneta preparada para esa tarea que cuesta 200.000 dólares. El niño asegura que ya ha manejado un avión, aunque aclara que como no llega a los pedales, necesita ayuda. "Cuando sea grande quiero ser piloto, como mi papá y mi abuelo", dice el niño y levanta la vista al cielo, donde otra avioneta acaba de cruzar bajito, y se desliza suave, rumbo al horizonte.
Fuente: Los Andes Online





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