La batalla por Londres llega en el peor momento para los tories
La sucesión de errores del Gobierno Cameron, salpicado por los escándalos mediáticos, amenaza a su bastión de Londres, que elige alcalde en el marco de las elecciones locales de mañana. A las diferencias con sus socios liberales se suma el malestar en el seno de los tories
Posiblemente, el
primer ministro británico, David Cameron, no esperaba encarar las
elecciones locales y a la alcaldía de la capital londinense de hoy en
desventaja con respecto a la oposición laborista, pero claramente su
luna de miel con el electorado británico ha llegado a su fin.
Según
una encuesta de «The Guardian», los laboristas liderados por Ed
Milliband aventajan a los conservadores en ocho puntos en intención de
voto. Y es que los planes presupuestarios presentados por el gobierno de
coalición entre conservadores y liberales han decepcionado a la opinión
pública.
Los liberales ya sabían los que se les venía encima
después de las elecciones autonómicas escocesas, en las que perdieron en
su propio campo, pero la caída de seis puntos en un mes del partido
conservador (de un 39% a un preocupante 33%) no es un buen augurio para
Cameron. Los beneficiados han sido los laboristas, cuyo apoyo se ha
incrementado en cinco puntos hasta alcanzar un 41%, el mejor resultado
obtenido por la formación en una encuesta de opinión en los últimos
cinco años.
El colapso del voto conservador se produce en el peor momento posible para el actual alcalde de Londres, Boris Johnson, quien ha visto mermada su ventaja de seis a dos puntos sobre el candidato laborista Ken Livingstone.
Los
comicios de hoy decidirán la composición de 128 municipalidades en
Inglaterra, 32 en Escocia y en 21 de los gobiernos locales galeses. En
Londres se decidirá el puesto de alcalde y se elegirá a los 25 miembros
de la Asamblea.
Además, Liverpool y Salford eligirán directamente
a sus alcaldes por primera vez, mientras que otras diez ciudades -Birmingham, Bradford, Bristol, Coventry, Leeds, Manchester,
Newcastle-upon-Tyne, Nottingham, Sheffield y Wakefield- han
organizado referéndums para decidir si seguirán el mismo camino.
Cameron
ha reconocido que los constantes errores del Ejecutivo, junto con su
relación con constantes escándalos mediáticos relacionados con las
empresas de Rupert Murdoch han impactado directamente en la confianza
del electorado en su partido. El primer ministro británico ha querido
quitarle hierro al asunto afirmando que «un par de meses malos en dos
años no es una sorpresa», pero si los meses malos coinciden con
elecciones, si es un posible desastre.
Y hablando de desastres, empezamos por la decisión de Cameron de contratar a Andy Caulson,
uno de los directores del dominical «News of the World», propiedad de
Murdoch, como consejero de su oficina de primer ministro a pesar de que
se había visto obligado a dimitir por la práctica de las escuchas
ilegales. Sigamos con la llamada de la ministra de gobernación, Francis
Maude, aconsejando a los automovilistas que llenaran sus depósitos ante
la posibilidad de una huelga de gasolineras, o la más reciente y que
copa los titulares de las noticias en Gran Bretaña, la posible
filtración de información privilegiada al grupo empresarial de Murdoch
sobre una opa hostil sobre el canal de televisión digital BSkyB por
parte del ministro de cultura Jeremy Hunt.
Por ahora, ha sido el
alto funcionariado el que ha pagado por los errores de los políticos,
pero incluso estos están perdiendo la otípica flema británica y parecen
no estar dispuestos a continuar figurando como cabezas de turco en los
errores gubernamentales. El que fuera jefe del funcionariado, Lord
O'Donnell, criticó la actitud gubernamental, apuntado a que «el acusar
al funcionariado no funciona normalmente, y tampoco funcionará en esta
ocasión».
Por si los ataques externos fueran poco, Cameron también tiene que afrentar las críticas de sectores dentro de su partido
que se sitúan en el ala más derechista del Conservadurismo, como la
diputada Nadine Dorries, que acusó al primer ministro británico y a su
ministro de finanzas, George Osborne, de «no sólo ser dos pijos de clase
alta que no saben el precio de la leche, sino de ser dos pijos
arrogantes que no muestran remordimientos, arrepentimiento o pasión por
entender la vida de otros , y ese es su crimen».
A ello se suma
la división en el seno de la coalición a raíz de la reforma de la cámara
de los lores, uno de los compromisos a los que no han renunciado los
liberales, pero que cuenta con dura oposición en algunas corrientes
conservadoras, que aceptarían una reducción en el número de escaños
hereditarios pero nola pretensión liberal de una cámara totalmente
elegida por los votantes.
A pesar de la satisfacción que los resultados de esta última encuesta puede causar a los laboristas,
estos deben recordar que la falta de apoyo al gobierno de Cameron es
una expresión de la falta de credibilidad de la clase política frente a
la opinión pública británica.
De hecho, una de las pocas áreas en
la que los conservadores se mantienen por delante de los laboristas en
la apreciación de los votantes es en la de la supuesta habilidad en
asuntos económicos, en la que el Ejecutivo actual aventaja a la
oposición en trece puntos.
Fuente: Rebelion.org


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