Egipto desaira a EE.UU.
Asia Times Online
Traducido para Rebelión por Germán Leyens |
La
decepción debe de estar dominando en Washington. Egipto se aleja de la
alianza con EE.UU. y la amarga verdad ya no se puede ocultar o
disimular.
Washington
no esperaba que el “lado correcto de la historia” se desarrollara de
esta manera. La Primavera Árabe ha generado un fruto extraño en Egipto,
un pura raza, no cómo los híbridos de Túnez, Libia o Yemen.
Hay
que considerar lo siguiente: El presidente Barack Obama fue uno de los
primeros hombres de Estado que felicitó a Mohammed Morsi por su victoria
electoral en mayo. Obama rompió el protocolo y lo llamó para
congratularse mostrando la ansiedad de Washington de desarrollar una
espléndida relación con su persona.
Luego,
Obama escribió una carta a Morsi y envió al secretario adjunto de
Estado Williams Burns a El Cairo para entregarla en persona. Después de
Burns fue a El Cairo la secretaria de Estado Hillary Clinton, de nuevo
para una audiencia con Morsi. Entonces tuvo lugar la visita a El Cairo
del secretario de Defensa Leon Panetta. Todo esto en el primer mes de la
presidencia de Morsi.
Panetta
volvió a Washington muy complacido porque los dirigentes militares
egipcios, que han sido el áncora de la estrategia regional de EE.UU. y
los custodios de los intereses estadounidenses en Egipto, no solo se
llevaban bien con Morsi sino que incluso tenían una agenda común.
El
resto ya es parte de la historia. Días o semanas después del optimismo
de Panetta, Morsi envió sin más a los militares de vuelta a sus
cuarteles desde los corredores del poder político. Washington no tuvo
otra alternativa que poner buena cara ante esta situación y casi
difundió el embuste de que Morsi consultó al gobierno de Obama antes de
tomar medidas respecto a los militares egipcios.
Sin
embargo la verdad salió a la luz el fin de semana. EE.UU. puede estar
enfrentando un inmenso revés en sus esfuerzos por influenciar la
presidencia de Morsi. La carta que Burns llevó hace un mes contenía
aparentemente una invitación de Obama para que Morsi visitara
Washington.
En lugar de hacerlo, Morsi viajará a China e Irán.
Se
anunció el domingo en el sitio oficial, en la web del presidente
egipcio. Al parecer Morsi combinará las visitas a China e Irán. Parece
que realizará una visita de tres días a China el próximo lunes por
invitación del presidente Hu Jintao y desde Pekín tiene la intención de
viajar a Teherán el jueves para asistir a la Cumbre del Movimiento de No
Alineados.
Pekín aún no ha anunciado la visita de Morsi. El periódico de propiedad gubernamental China Daily,
en los hechos, publicó un comentario el lunes titulado “La visita de
Morsi a Irán podría remodelar el paisaje político”, que
intencionadamente evitó toda sugerencia de que el itinerario del
presidente también incluiría Pekín.
Sin embargo, el emblemático periódico egipcio Al-Ahram ha
informado de que Morsi y Hu “tienen la intención de discutir temas
cruciales enfrentados por el mundo árabe, como la situación siria y el
problema palestino. Los dos presidentes también discutirán maneras de
realzar el intercambio comercial entre sus respectivos países aparte del
aumento de la inversión china en Egipto”.
Al-Ahram resumió:
“Las dos visitas pueden marcar cambios en la política exterior de
Egipto, considerando que ambos países [China e Irán] tienen tensas
relaciones con EE.UU., del cual Egipto ha sido un aliado leal,
especialmente durante el régimen del presidente derrocado Hosni
Mubarak”.
Perro faldero de nadie
Por
cierto, el Medio Oriente se da cuenta del hecho de que los
estadounidenses no son bien vistos en El Cairo. Sin duda, está decisión
lleva la marca de la Hermandad Musulmana. ¿Qué se propone?
Primero,
los Hermanos saben que esto será muy bien recibido por el clima público
de Egipto, que demanda vehementemente una nueva orientación de la
política exterior que se deshaga del peso muerto de la cooperación con
EE.UU. e Israel de la era de Mubarak y vuelva a la política exterior
independiente del país.
Segundo,
Morsi no quiere depender demasiado de la “asistencia” del Fondo
Monetario Internacional y/o de los acaudalados Estados del Consejo de
Cooperación del Golfo (CCG), que se ve presionado a aceptar a pesar de
que viene asociada con condiciones políticas.
El
Fondo Monetario Internacional dicta términos duros para un préstamo de
3.200 millones de dólares para Egipto. El Banco Islámico de Desarrollo,
con sede en Jeddah, aceptó otorgar financiamiento a Egipto por 2.500
millones de dólares. Catar depositará 2.000 millones en el Banco Central
de Egipto a fin de aliviar la escasez de divisas extranjeras en Egipto.
El año pasado, Arabia Saudí anunció ayuda a Egipto por 4.000 millones
de dólares en “préstamos con interés reducido, depósitos y
subvenciones”. Se trataba de una intensa lucha dirigida por EE.UU. para
sobornar el alma de Egipto.
Es
posible que Morsi vea a China como una potencial inversionista en la
economía egipcia porque Pekín no fija condiciones a la cooperación
económica y actúa generalmente según las reglas del mercado, ajustadas a
las políticas neoliberales que en general serán adoptadas por Morsi. Lo
importante es que los Hermanos saben perfectamente que los países del
CCG –Bahréin, Kuwait, Omán, Catar, Arabia Saudí– pero especialmente
Arabia Saudí, los ven con desagrado e inquietud, como un peligro
existencial para sus regímenes autoritarios. Arabia Saudí, en
particular, ha tenido una relación problemática con la Hermandad.
El
difunto príncipe heredero Nayef utilizó métodos brutales para reprimir
las actividades de la Hermandad en Arabia Saudí. El periódico del
establishment saudí Asharq Al-Awasat demostró su antipatía hacia
Morsi el sábado, cuando en un artículo firmado el veterano editor del
diario, Osman Mirghani, escribió:
El
golpe que Morsi impartió [a los militares], que le permitió tomar el
poder, fue completamente imprevisto, no solo para los dirigentes del
SCAF [Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas] sino también para el
pueblo egipcio en su conjunto… Esas decisiones fueron parecidas a un
golpe de Estado… La Hermandad ha tratado de dominar la arena política
desde que secuestró la revolución y aprovechó la ola revolucionaria para
llegar al gobierno, a pesar del hecho de que se unió bastante tarde a
esa revolución… La Hermandad ha tratado de debilitar a todos los demás
partidos y por ello se negó deliberadamente a cooperar o coordinarse con
ellos en el período de transición previo a las elecciones.
Egipto
está gobernado ahora por declaraciones y decisiones “constitucionales”
emitidas por un presidente que tiene mucho más poder del que tuvo algún
día Mubarak… Si alguna gente dice de Morsi… que se ha liberado, y a la
presidencia, de la custodia y la intervención del ejército, habrá que
formular la pregunta: ¿será seguido por la liberación de Morsi de la
Hermandad, que parece estar presente en todas sus decisiones y medidas?
Hay
que tener presente que esta fuerte crítica apareció un mes después de
la visita de Morsi a Riad por invitación del rey Abdullah y dos días
antes de la cumbre extraordinaria de la Organización de la Conferencia
Islámica (OCI) en Jeddah, en la que participó Morsi.
Se
ha dicho que mientras se dirigía a la cumbre de la OCI Morsi llamó al
“cambio de régimen” en Siria, implicando que Egipto es un dócil seguidor
de la línea fijada por Arabia Saudí, Catar y Turquía. Pero en realidad,
Morsi desairó a la troika al proponer una solución a la crisis siria
mediante la formación de un Grupo de Contacto formado por Arabia Saudí,
Turquía, Irán e Egipto, que podría mediar en un diálogo y reconciliación
siria conducente a una transición política pacífica en una atmósfera
libre de violencia.
Apretón de manos a través de Arabia
Por
cierto, la inclusión de Irán por parte de Morsi en el Grupo de Contacto
propuesto fue un desaire para Arabia Saudí, que auspició la cumbre de
la OCI. Luego existió el lenguaje corporal, que es muy importante en
conferencias entre árabes. Al margen de la cumbre de la OCI, Morsi
intercambió apretones de mano y besos con el presidente iraní Mahmud
Ahmadineyad y habló con él de manera muy calurosa.
Teherán
saludó rápidamente la propuesta de Morsi, lo que por su parte llevó al
aprecio por la Hermandad en El Cairo que vio en la calurosa reacción de
Teherán una confirmación inconfundible de que Egipto comienza a
recuperar parte de la influencia diplomática y estratégica que tuvo
otrora en la región. Una especie de sociedad de admiración mutua se
formó entre El Cairo y Teherán a través de los áridos desiertos de la
Península Arábiga.
Tres
cosas emergieron de la participación de Morsi en la cumbre de la OCI.
Primero, Morsi mostró que Egipto se propone llevar a cabo una política
exterior independiente de los planes occidentales o de los países
petroleros del Golfo. Es decir, Egipto ya no seguirá dócilmente sus
pasos ni aceptará una posición inferior.
Segundo,
Egipto no ve a Turquía como un modelo, a pesar de la sonora propaganda
occidental desde la aparición de la Primavera Árabe de que el islamismo
del tipo al que se adhiere el actual gobierno dirigido por Recep Tayyip
Erdogan es una receta válida para un Medio Oriente enfermo. Erdogan
volvió de una visita a El Cairo el año pasado imaginando que era una
estrella del rock para los egipcios, pero al parecer no es lo que piensa
Morsi.
Tercero,
la decisión de Morsi de incluir a Irán como socio en la búsqueda de la
paz en Siria significó un rechazo del enfoque occidental y saudí-turco.
Al margen de la cumbre de la OCI, el Ministro de Exteriores egipcio
Mohammed Amr también se reunió con su homólogo iraquí Al Akbar Salehi
para urgir que Teherán ayude a solucionar la crisis siria.
Por
cierto, todavía es temprano, pero la decisión de Morsi de visitar Irán
(país con el cual Egipto no tiene relaciones diplomáticas) solo puede
verse como un acto estratégico con profundas implicaciones para la
seguridad regional y la política global. Requiere una cierta
explicación.
Por
una parte, Irán es el primer país musulmán después de Arabia Saudí que
visita Morsi en Medio Oriente. La calle árabe tomará nota de que los
Hermanos en Egipto rechazan la noción (propagada por Arabia Saudí y
Occidente) de una “media luna chií” dirigida por Irán que plantea una
amenaza a las comunidades suníes en Medio Oriente musulmán.
Evidentemente,
Egipto se propone normalizar sus relaciones con Irán, mientras que el
Egipto de Mubarak estaba inundado de temores maniqueos de conspiraciones
iraníes para desestabilizarlo. Las cosas han cambiado. El líder adjunto
de la Hermandad, Mahmud Ezzat, dijo recientemente a Associated Press:
“El antiguo régimen solía convertir a cualquiera de sus rivales [de
Mubarak] en un fantasma. Nosotros [la Hermandad] no queremos hacer cómo
Mubarak y exagerar el temor a Irán”.
Desde
el punto de vista de Teherán, esto representa un gran adelanto
diplomático y geopolítico en un tiempo difícil cuando las conversaciones
P5+1 de Irán están en un punto muerto. Dicho simplemente, las
ecuaciones en Medio Oriente de repente han caído en la incertidumbre. Se
pretendía que todo fuera un pequeño logaritmo del “campo de Teherán
(Irán, Siria, Hizbulá y Hamás)” contra el “campo estadounidense” (Arabia
Saudí, Israel, Turquía y Catar)”. Pero Morsi está cruzando
despreocupadamente esa barrera geopolítica.
¿Podría
tener lugar una gran reorganización de la política regional? Como
mínimo, el caleidoscopio está cambiando y de repente parece que las
situaciones de Siria, Líbano o Gaza podrían estar cargadas de nuevas
posibilidades. (Por cierto, Morsi dejó claro en la cumbre de la OCI que
cualquier enfoque de la crisis siria no debe distraer la atención del
problema palestino, que es el tema crucial para el mundo musulmán).
La
gran pregunta es qué impulsa a la Hermandad de Egipto. La creencia
general es que los Hermanos son gente muy cautelosa y que tardarán el
tiempo necesario para reajustar el cálculo del poder en El Cairo, para
no hablar del compás de la política exterior de Egipto. Pero en el
último período de ocho días, ha comenzado a emerger una nueva imagen de
los Hermanos. ¿Cuál es la explicación?
Ningún retorno a la era de Mubarak
En
retrospectiva, las medidas de Morsi respecto a los militares de hace
una semana fue un golpe preventivo. Los Hermanos consideraron que su
mejor posibilidad sería aprovechar la ola de altas expectativas en la
opinión pública a favor de cambios fundamentales en las políticas
nacionales y que cualquier demora y desidia hacerlo llevaría a que los
militares consiguieran superioridad y a volver las tornas políticamente
respecto al liderazgo de Morsi.
Igualmente,
los Hermanos desconfían del papel de EE.UU. y de sus verdaderas
intenciones con respecto al liderazgo de Morsi. Hay que recordar que la
Hermandad (y Hamás) acusaron explícitamente al Mossad de Israel de ser
responsable del ataque terrorista en el Sinaí el 5 de agosto.
No
está claro qué condujo a los Hermanos a llegar a esa conclusión, pero
el Sinaí ha sido un lugar sin ley durante décadas y es inconcebible que
los servicios de inteligencia israelíes no hayan prestado atención a los
grupos islamistas militantes presentes allí. En realidad, lo que
verdaderamente sucedió el 5 de agosto sigue siendo una incógnita y hay
que poner todo en duda para creer que los beduinos puedan organizar una
operación tan profesional.
Además,
hay otro factor irritante. El ataque terrorista en el Sinaí tuvo lugar
después de las reuniones de Morsi con los dirigentes de Hamás en El
Cairo y su decisión de aliviar parcialmente las restricciones en el
cruce en Rafah, lo que por supuesto convirtió en una burla el “bloqueo”
de Gaza por Israel.
Sea
como sea, el ataque en el Sinaí tuvo lugar incluso mientras EE.UU.
aumentaba la presión sobre Morsi para que resucitara de modo óptimo las
relaciones de seguridad y militares de la era de Mubarak entre El Cairo,
Washington y Tel Aviv. Tanto Clinton como Panetta hicieron lo posible
para persuadir a Morsi de que recuperara el espíritu de la cooperación
tripartita de EE.UU.-Egipto-Israel respecto al Sinaí.
Sin
embargo los Hermanos se darían cuenta de que semejante regreso a las
políticas con respecto a Israel de la era de Mubarak sería profundamente
rechazado por el público egipcio –islamistas y seculares por igual– y
además desacreditaría a la Hermandad y erosionarían la credibilidad de
la presidencia de Morsi, en suma, un suicidio político. Los Hermanos
también sabrían que cualquier configuración de las estrategias
regionales con el foco colocado en el terrorismo eliminaría toda
posibilidad de cambio de política respecto a Gaza.
Resumiendo,
la decisión de Morsi de abrir una línea hacia Pekín y Teherán tiene que
considerarse ante un gran trasfondo. Los Hermanos esperan con aprensión
un plan estadounidense-israelí para desestabilizar el gobierno de Morsi
si no se ajusta al dictado de Washington. Por ello, buscan
posibilidades de reducir el actual nivel de dependencia exagerada de
EE.UU. y sus aliados del Golfo diversificando las relaciones externas
del país y agregando cooperaciones contrapuestas que ayuden a realzar la
autonomía estratégica del país.
La
próxima semana promete ser un momento definidor en la política en Medio
Oriente y los alineamientos entre árabes cuando Morsi viaje a Pekín y a
Teherán. Con el alejamiento de Egipto, las estrategias regionales de
EE.UU. están muy confundidas. La pregunta inmediata será qué se ganará,
después de todo, al conquistar Damasco con tanta violencia brutal y
bestialidad insensata si ya se ha perdido El Cairo y Bagdad.
El
embajador M. K. Bhadrakumar fue diplomático de carrera del Servicio
Exterior de la India. Ejerció sus funciones en la extinta Unión
Soviética, Corea del Sur, Sri Lanka, Alemania, Afganistán, Pakistán,
Uzbekistán, Kuwait y Turquía.
Fuente: Rebelion.org
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