domingo, 10 de marzo de 2013

El negocio de la soja ahora desembarca en Mendoza

Entre otros, hay emprendimientos en Santa Rosa y en San Rafael. El mayor desafío es desarrollar un sistema de riego eficiente. Diversificación.

María Soledad González - Especial para Los Andes 

 

El negocio de la soja ahora desembarca en Mendoza
Representa el 12% del total global sembrado con cultivos extensivos en el mundo. Mientras que en Argentina alcanza al 60% de las hectáreas sembradas y en producción de cereales y oleaginosas.

Su producción tiene amantes y detractores, pero lo cierto es que le ha dado un vuelco tan grande a la economía argentina que el valor agregado por la cadena de la soja durante las últimas diez campañas fue, en promedio, de U$S 9,9 miles de millones anuales, lo que equivale al 4,7% del Producto Bruto Interno (PBI) durante el período, según consigna Luciano Cohan en su libro “El aporte de la cadena de soja a la economía argentina”.

Con precios internacionales tonificados y que en algunos casos han tocado cifras récord, la Pampa Húmeda ha sido el escenario indiscutido durante todos estos años del “boom sojero”.

Mendoza parecía relegada naturalmente a no pensar en su desarrollo por estos terruños.

Fundamentalmente, el requerimiento alto de agua, que arranca desde los 600 mm anuales por hectárea (el triple del régimen de lluvias promedio de la provincia) hasta los 1.000 mm anuales por hectárea, se convirtió en la principal barrera de ingreso al negocio.

De la mano de los desarrolladores de semillas, que han logrado una mejor adaptación y ciclo, el cultivo tanto de soja como de otras oleaginosas y cereales parece tener un nuevo impulso en la provincia.
Diversificar la matriz

En el último año, Santa Rosa se ha convertido en un foco interesante para los inversores que quieren aventurarse en el negocio de los cultivos de extensión bajo riego.

Así lo confirmó a Los Andes Franco Settepani, director de Desarrollo Económico de la municipalidad de Santa Rosa.

“Se ha instalado en el departamento una empresa que ya tiene sembrados siete cultivos y la idea es llegar a trece para el año que viene. Esta compañía ha implantado girasol para semilla, también hicieron una prueba con trigo, algo de soja y sembraron maíz para choclo”, indicó. En total, tienen 350 hectáreas sembradas funcionando en el departamento y de las cuales obtuvieron rendimientos promedio por encima de la media nacional.

En tanto, un cordobés, que tiene un campo en ese mismo departamento pondrá a funcionar su cultivo de soja en 50 hectáreas. El campo, ubicado en Colonia San Jorge, ya tiene un pozo, un reservorio de agua y riego por aspersión.

“El próximo verano, allá por noviembre, vamos a plantar soja; de hecho, ya tenemos las semillas. Vamos a probar en 50 hectáreas”, contó Jorge Sanabria, a cargo del campo sojero. Aunque, el empresario remarcó que el emprendimiento recién está comenzando. Las intenciones de poner un cultivo de soja estaban previstas para este año pero, por problemas en el sistema de riego, no pudieron llegar a término con los trabajos.

Settepani fue muy contundente a la hora de hablar sobre la necesidad de diversificar la matriz productiva de su departamento. “No veo una Mendoza sojizada, pero si una ganadera, en donde se puede convertir proteína vegetal en animal”, indicó el directivo de la municipalidad.

En este sentido, se mostró confiado y sostuvo que “veo una provincia con muchas alternativas. En un plan de rotación de cultivos hay varias ecuaciones que pueden funcionar como: soja-maíz, soja-trigo, o soja-centeno. La misma tecnología que se utiliza en la Pampa Húmeda se puede colocar en la provincia con un sistema de riego eficiente”.

De hecho, en Santa Rosa, han lanzado un plan para diversificar la matriz productiva en 35 hectáreas. Para ello la municipalidad ha brindado a diferentes productores semillas, agroquímicos y el servicio de maquinaria necesario para desarrollar maíz bajo riego.

“El productor puso la tierra y se encarga del cuidado del cultivo. Cuando cosechamos, a través de una cooperativa, nosotros nos cobramos el servicio”, cuenta Settepani. Aunque los resultados recién se van poder ver en abril-mayo, el emprendimiento va por buen camino.

Otros polos

Al igual que en Santa Rosa, tanto en el departamento de San Rafael como en Lavalle, también hay empresarios que se han decidido a sembrar soja bajo riego.

Es el caso de José Orfila (h), quien confirmó que ya tiene en su poder las semillas para implantar soja en una propiedad de la familia ubicada en el sur provincial, más precisamente en San Rafael. Orfila indicó que este año no llegaron con labores culturales requeridas para poder hacer la prueba piloto, pero están confiados en realizarla durante el próximo verano.

El empresario ya tiene funcionando un cultivo extensivo de maíz para grano de ciclo corto, el cual tiene previsto comercializar en los feedlots de la zona.

Orfila forma parte de una prueba piloto que la empresa de semillas Nidera está liderando en la provincia.

Francisco De Marchi, gerente de la empresa para la región sur de Córdoba y San Luis, indicó que “estamos buscando hacer algunas parcelas de ensayo en Mendoza con soja del Grupo 4 corto. La idea es ver cómo se puede desarrollar, para penetrar en el mercado e ir haciendo soja en Mendoza”.

De Marchi consideró entre las limitantes que existen en la provincia, la poca o casi nula disponibilidad de la maquinaria para sembrar y para cosechar. Por esta razón han buscado productores que tengan maquinarias que se puedan adaptar de otros cultivos.

“Creo que de la mano de los resultados es que vamos a poder analizar si el cultivo será relevante. Los productores deberán estudiarlo y ver si lo pueden tomar como una opción de producción. Personalmente, considero que el cultivo se puede implantar y tener buenos resultados. Igual hay que esperar a que se concreten para evaluar si pueden tener algún tipo de impacto en la zona”, sostuvo De Marchi.

El valor de la tierra y el agua

Sin lugar a dudas es la pregunta del millón: cuánto hay que invertir para tener un cultivo de soja. Si bien no hay datos para la provincia de Mendoza, el INTA Pergamino realiza quincenalmente un estudio sobre los márgenes brutos de cultivos en dólares para la zona norte de Buenos Aires.

Este informe cerrado el 22 de febrero indica que para la región de influencia -teniendo en cuenta labranza, semilla, el uso de componentes nitrogenados y fosforados para la tierra, agroquímicos y cosecha-, el costo por hectárea debería rondar los 350 dólares para una hectárea de soja con rindes promedio de 2.800 kilos, y para rindes promedio de 3.800 kilos se deberían contabilizar unos 373 dólares.

Sin embargo, este estudio no contempla la tierra y algo fundamentalmente necesario en Mendoza, cual es la disponibilidad de agua o la inversión necesaria en equipos de riego para eficientizar su uso.

Como para tener una idea, datos revelados en el sector indican que se necesita una inversión no menor a 50 mil dólares para colocar un sistema de riego por aspersión con pivote central en un campo de 55 hectáreas. A esto habría que sumarle el costo de realizar una perforación para obtener agua subterránea, el cual podría rondar en promedio los 50 mil dólares en departamentos como Santa Rosa.

También hay que tener en cuenta el precio de la tierra. Una hectárea de campo, sin cultivar en la zona de Santa Rosa, con derecho a riego, tiene un precio promedio que va desde los $ 3 mil a los $4 mil dólares la hectárea. Mientras que el zona nucleo de cultivo de soja de Buenos Aires, el precio de la hectárea puede oscilar entre los $20 mil a los $30 mil dólares.

El caso del maíz

Esta no es la primera vez que en Mendoza se intentan desarrollar cultivos extensivos. Ya en la década del ‘80 se pretendió desarrollar fuertemente el cultivo de maíz y de hecho varias empresas importantes arribaron a la provincia con ese objetivo.

Además del factor climático, que no ayudó a que el cultivo prosperara, también se enfrentó un problema en la comercialización, ya que el transporte y la logística insumían toda la ganancia. 
 
Los principales puertos de exportación de granos se encuentran en Santa Fe y Buenos Aires, por lo que el transporte reducía prácticamente a cero su rentabilidad.

Hoy el maíz es utilizado por algunos horticultores, principalmente los que se dedican al ajo, como cultivo de rotación. La comercialización en este caso es diferente ya que se buscan por lo general espacios como la ganadería o la avicultura para vender la producción, evitando el costo logístico. 

Los números del boom

Según datos analizados por Luciano Cohan en su libro "El aporte de la cadena de soja a la economía argentina", la soja ha implicado que:

-Argentina lograra convertirse en uno de los principales actores en los mercados globales de soja y derivados. Su participación creció del 15% del total en el año 1995 a un máximo de 28% en el año 2007.

-Entre las campañas 2003/04 y 2007/08, todo el crecimiento en la siembra de soja se realiza en producción de segunda. Desde 2008/09 se observa una pronunciada caída de 3 millones de hectáreas en la soja de segunda y un salto de la soja de primera de 4,7 millones de hectáreas.

-Argentina, junto con Uruguay y Paraguay, con casi el 100% de la soja sembrada genéticamente modificada, se ubica como el país de mayor difusión de este tipo de cultivos a nivel global.

Consideraciones para la diversificación productiva

Por Carlos Parera - Director del Centro Regional Mendoza-San Juan del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA)

La matriz productiva de Mendoza y los valles andinos irrigados de otras provincias se basa en la producción intensiva de frutas y hortalizas, donde la vid y el olivo son los principales cultivos en superficie. Un cambio de esta matriz es factible pero debe estar basado en estudios técnicos, económicos y sociales que puedan dilucidar claramente el impacto que el mismo pueda ocasionar.

La producción de oleaginosas (soja, girasol, etc.) o cereales (maíz, trigo, etc.) es posible en Mendoza, dados los avances tecnológicos que están disponibles actualmente (genética, plaguicidas, maquinaria y otros). Sin embargo aparecen luces rojas cuando analizamos la logística de la que dispone la región para cultivos de esta naturaleza, el cálculo de la superficie mínima de siembra para asegurar rentabilidad o la factibilidad de mecanizar el cultivo. Otros factores también a considerar y de gran importancia para nuestra región son la disponibilidad de agua y la oportunidad de riego, factores clave para lograr rendimientos competitivos; esto implica incorporar tecnología de riego y un incremento en los costos de producción.

Desde el punto de vista social, se debe considerar el impacto que podría tener un cambio de matriz productiva sobre la ruralidad. Al ser los cereales y oleaginosas cultivos de baja demanda de mano de obra y al reemplazar a cultivos intensivos, esta conjunción podría contribuir a aumentar la emigración de la población rural hacia las ciudades.

Podríamos sumar a la argumentación otros considerandos, no obstante los puntualizados hasta aquí dan idea de que el cambio de matriz productiva no es sencillo, y que su impacto excede generalmente al productor.

Es importante evaluar qué iniciativas de diversificación o ampliación de la matriz productiva pueden ser consideradas y de alguna manera complementar otros desarrollos productivos que generen agregado de valor en los territorios, caso de la avicultura o la producción de carne bovina y/o porcina. La complementación de la producción de forraje o alimentos y su transformación a carne puede aumentar la productividad del territorio y transformarse en un modelo productivo a considerar y desarrollar.

Desde el INTA apoyamos estas iniciativas, generando información que pueda ayudar a la toma de decisiones y de esta forma asegurar modelos productivos sustentables. 
 
Fuente: Los Andes Online

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