Líderes de América Latina aplauden la elección del papa argentino

Dirigentes de países de
América Latina, región con el mayor número de católicos en el mundo,
aplaudieron la elección del arzobispo de Buenos Aires, Jorge Mario
Bergoglio, como el nuevo papa Francisco y el primer sumo pontífice
latinoamericano en la historia de Iglesia Católica.
"Hoy es un día histórico, y no quiero dejar de mencionarlo: por
primera vez en los dos mil años va a haber un Papa que pertenece a
Latinoamérica, y le deseamos de corazón a Francisco I que pueda lograr
mayor grado de confraternidad entre los pueblos y las religiones",
manifestó Cristina Fernández de Kirchner, presidenta del país natal del
nuevo papa, pese a que han tenido en los últimos años ciertas
discrepancias, sobre todo con respecto a los matrimonios homosexuales,
legalizados en Argentina en 2010 y duramente criticados por el entonces
arzobispo porteño.
El presidente de Perú, Ollanta Humala, declaró por su parte que la
elección de “un hermano argentino” como el nuevo papa “pone a la región
latinoamericana en la vidriera del mundo” y añadió que "debe unir más a
los pueblos latinoamericanos".
El líder cubano Raúl Castro, expresó a su vez sus “cordiales
felicitaciones y mejores deseos” para el pontificado del nuevo papa. Le
secundó el arzobispo de Santiago de Cuba, Dionisio García, al declarar
que la elección de un papa latinoamericano “significa que la Iglesia se
adentra en un mundo en que ya no solamente Europa es el centro, el eje
del mundo, sino una sociedad que abarca a todos los países”.
El presidente de México, Enrique Peña Nieto, manifestó a través de su
Twitter que saluda “con respeto y afecto” al papa Francisco y confía en
“establecer una relación cordial y cercana” con el nuevo sumo
pontífice.
La mandataria de Brasil, Dilma Rousseff, felicitó al nuevo papa
Francisco y afirmó que “los fieles aguardan con expectativa la llegada
del papa Francisco a Río de Janeiro para la Jornada Mundial de la
Juventud” que se celebrará en el mayor país católico del mundo en julio
próximo.
El papa Francisco, de 76 años, elegido en la quinta votación del
cónclave el pasado miércoles, es un sumo pontífice sin precedentes en
muchos sentidos. Es el primer papa latinoamericano, el primer jesuita en
ocupar la Santa Sede y el primer arzobispo de Roma con el nombre de
Francisco.
Además, es el primer papa no europeo desde el año 741, aunque sí
procede de una familia de inmigrantes italianos en Argentina y de esta
manera se ubica en el cruce entre Italia, país natal de sus padres,
España, país que exportó el catolicismo a América Latina y fue uno de
los principales baluartes de la fe católica durante siglos, y el
continente latinoamericano.
“Argentino” y “jesuita” son precisamente las dos palabras que dominan
hoy las portadas de la prensa española. Y mientras unos hacen
pronósticos sobre qué traerá el nuevo papa a la Iglesia Católica, otros
analizan la presunta “actuación polémica” del nuevo sumo pontífice
durante la dictadura de Videla, cuya foto juntos se propaga rápidamente
por las redes sociales.
El papa Francisco, interlocutor competente para dirimir antigua disputa con la Iglesia de Rusia

El nuevo papa Francisco, al margen de las prioridades que decida marcar para su pontificado, se perfila como un interlocutor competente
para el diálogo con el Patriarcado de Moscú por conocer de primera mano
el tema de las comunidades católicas orientales, antiguo objeto de
desavenencia entre la Iglesia de Rusia y el Vaticano.
El cardenal Jorge María Bergoglio fue
Ordinario para los fieles de rito oriental residentes en la Argentina,
según la Agencia Informativa Católica Argentina (AICA). De las seis
comunidades de católicos orientales que existen en la Argentina
(ucranios, armenios, maronitas, melquitas, rusos y rumanos), las tres
últimas carecen de Ordinario propio, de manera que sus necesidades
espirituales son atendidas por el Ordinariato Oriental.
Los católicos de rito oriental se llaman a menudo uniatas, por
haberse pasado en su momento a la unión con Roma aunque al mismo tiempo
conservaron el rito litúrgico de sus mayores. El rito católico oriental
permite a los sacerdotes contraer matrimonio y practica la admisión inmediata de los niños bautizados a los sacramentos de la eucaristía y la confirmación.
La situación de los uniatas en el oeste
Ucrania ha sido tradicionalmente la manzana de la discordia entre el
Vaticano y la Iglesia Ortodoxa de Rusia. Más de cuatro
millones de greco-católicos, o uniatas, de Ucrania cumplen el rito
ortodoxo pero se subordinan al Vaticano, sueñan con instituir su propio
Patriarcado en Kíev y solicitan que Roma lo bendiga.
En la década de 1990, una vez levantadas las
restricciones de la era soviética, la Iglesia Greco-Católica de Ucrania
pudo recuperar buena parte de los templos traspasados a raíz de su
supresión en 1946 al Patriarcado de Moscú. También hubo casos violentos,
de ocupación de iglesias pertenecientes a la Iglesia rusa.
Un jerarca de la Iglesia rusa, el metropolitano Ilarión, afirmó en febrero pasado, en una entrevista con la televisión Vesti, que
los acontecimientos de aquel período “siguen siendo una herida sin
cicatrizar en el cuerpo de la Iglesia Ortodoxa y una piedra de toque en
el diálogo con los católicos”.
Hoy, Ilarión destacó en unas declaraciones a RIA Novosti que
“se requieren buena voluntad y perseverancia para superar con éxito las
dificultades existentes”. “Esperamos que el nuevo papa tenga estas
virtudes”, agregó.
Fuente: RIA Novosti


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