¿La Dama de Hierro o la sirviente dócil al establishment británico?
(El presente artículo se publicó originalmente en Público el 23 de enero de 2012. Por su interés y relevancia, el autor ha considerado oportuno publicarlo de nuevo)
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¿Por
qué la promoción a Margaret Thatcher ahora? Existe una percepción
bastante generalizada en círculos conservadores de que lo que se
necesita en estos momentos difíciles de crisis es un líder de un
gobierno que se atreva a hacer los cambios necesarios, enfrentándose con
grupos poderosos, responsables de la crisis. Entre éstos, se considera a
los sindicatos como uno de los más culpables del elevado desempleo. En
su supuesta “defensa egoísta” de sus propios intereses (atribuyéndoles
una estrechez de miras al preocuparse exclusivamente de los trabajadores
que ya tienen trabajo –los famosos “insiders”-), los sindicatos están
dificultando la integración en el mercado de trabajo de los jóvenes, las
mujeres y otros colectivos –conocidos como los “outsiders”-. Lo que se
requiere –se nos dice- es que hay que debilitar a los sindicatos e
implementar, entre otras medidas, la facilidad de despedir a los
trabajadores con contrato fijo, haciendo más fácil que los “insiders” se
conviertan en “outsiders”, lo cual, paradójicamente, facilitará -según
ellos- el descenso del desempleo. En esta interpretación de los hechos,
el elevado desempleo en España se atribuye al excesivo poder de los
sindicatos con los cuales nadie se atreve. Lo que hace falta es alguien
con bemoles que los ponga en cintura y, de paso, reduzca los derechos
sociales y laborales adquiridos, desmontando el Estado del Bienestar
pues, no sólo éste consume recursos que el país no tiene, sino que la
disponibilidad de tantos beneficios sociales ablanda a la ciudadanía y
le da excesiva seguridad, perdiendo su creatividad y actitud
emprendedora. Se tiene que reducir la supuestamente excesiva protección
social para fortalecer el espíritu emprendedor de la población.
Competitividad y dinamismo tienen que sustituir a colaboración,
solidaridad y seguridad.
Durante estos años de crisis hemos visto
el dominio de este pensamiento en centros financieros, empresariales,
mediáticos y políticos de países a los dos lados del Atlántico Norte. El
deterioro de la situación económica que la aplicación de las políticas
que derivan de este pensamiento conservador y neoliberal están creando,
ha generado la llamada por parte de estos centros a una figura política
(que solía llamarse Caudillo, y ahora se la define como “personalidad a
quien no le tiemblen las manos”) para enfrentarse con los “poderosos”,
como los sindicatos, los funcionarios públicos, las clase populares y
una larga lista de sectores de la población que no se caracterizan
precisamente por tener gran poder económico, financiero, mediático o
político. En realidad, “valentía o machismo político” es atreverse a
enfrentarse con los débiles, en representación de los poderosos.
Lo que la película no dice
Un
ejemplo de este supuesto coraje político es la llamada Dama de Hierro,
Margaret Thatcher, la figura política en Gran Bretaña que ha sido más
dócil y servil hacia los grupos más poderosos de aquel país (desde la
City, el centro financiero de aquel país, al gran mundo empresarial).
Tal “líder” era un mero instrumento de tales poderes, realidad ocultada
en la película “La Dama de Hierro”, (que idealiza tal figura hasta
niveles hiperbólicos). Lejos de ser la figura antiestablishment
británico como la película presenta, Margaret Thatcher fue un producto
de tal establishment, promocionada por el mismo. Gran Bretaña (un país
en el que viví durante varios años) es un país donde clase social
adquiere una dimensión muy marcada en la vida cotidiana de la población.
Tal establishment británico siempre se ha preocupado de la imagen que
su instrumento político (el Partido Conservador) da cara a la población.
La procedencia social de sus dirigentes da una imagen que preocupa al
establishment. De ahí que, en un momento de gran agitación social, tal
establishment necesitaba dirigentes que no procedieran de las clases
dominantes, que rompieran esta imagen. Thatcher, hija de tenderos, y
Major, hijo de un desempleado, fueron figuras elegidas para romper con
aquella imagen que, a pesar de estos cambios, el Partido Conservador
continúa teniendo (David Cameron es hijo de una familia con una gran
fortuna).
Thatcher fue una figura promovida por el establishment
con el objetivo de destruir a los sindicatos, cuyo grupo central y más
radical, fue el sindicato de mineros. Redujo también la protección
social, hasta tal punto, que la mortalidad en la mayoría de sectores
populares (tal como ha documentado extensamente Richard G. Wilkinson en
su libro Unhealthy Societies) creció durante su mandato, incluyendo las
tasas de suicidio, homicidio, y alcoholismo, apareciendo de nuevo un
problema que había desaparecido: el hambre, en especial entre los niños,
y muy en particular en las regiones más pobres, como Yorkshire,
Escocia, y el País de Gales (ver “The Iron Lady: the Margaret Thatcher
Movie we don’t need”, de Laura Flanders. The Nation. 04.01.12). El film
muestra a los sindicalistas como violentos, vociferadores e irracionales
pero nunca explica porque las clases populares y los sindicatos se
rebelaron contra las condiciones miserables que las políticas
thatcherianas estaban imponiendo a la clase trabajadora de Gran Bretaña.
Fue ella la que hizo famoso el dicho de que “creemos en la lucha de
clases y venceremos”. Thatcher, como Reagan en EEUU, intentó crear una
cultura en la que todas las víctimas del sistema darviniano que ella
aspiraba a establecer, se sintieran responsables de su propia situación.
¿Thatcher como feminista?
Pero
lo que alcanza niveles absurdos en la película es presentar a Margaret
Thatcher como feminista, lo cual ha originado protestas generales en
círculos feministas a los dos lados del Norte de América. Como ha
indicado NOW (la mayor asociación feminista de EEUU), Thatcher fue la
dirigente británica que recortó con mayor intensidad los derechos de las
mujeres en Gran Bretaña. Su propio desprecio hacia las feministas y sus
recortes en derechos laborales y sociales dañó extensamente a las
mujeres británicas. Su profundo reaccionarismo la llevó también a apoyar
a las dictaduras más reaccionarias existentes en el mundo, incluyendo
la del General Pinochet, convirtiéndose en uno de sus máximos
defensores. Y sus políticas neoliberales fueron la causa de la crisis
que estamos viendo estos días en Europa.
Pero su cinismo llegó al
extremo de crear una guerra (The Falklands War, la guerra de las
Malvinas) para intentar recuperar su popularidad, punto que sí se
reconoce en la película, y que sus promotores presentan como ejemplo de
equilibrio en el análisis de tal figura. Pero tal presentación crítica
(excepcional en la película) de Margaret Thatcher está muy poco
desarrollada, pues no señala suficientemente el planteamiento
oportunista en la programación de la guerra que Thatcher realizó, y que
ha estado claramente documentado en los medios. Hoy, los establishments
conservadores y neoliberales británicos, americanos o españoles, entre
otros, añoran a la Sra. Thatcher, una de las figuras –como Ronald
Reagan- más negativas y destructivas que ha existido en el siglo XX.
Una última nota. Ruego al lector que distribuya ampliamente este artículo.
http://blogs.publico.es/vicenc-navarro/2013/04/09/la-dama-de-hierro-o-la-sirviente-docil-al-establishment-britanico/
Fuente: Rebelion.org



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