Neopentecostales, estado laico y conservadurismo popular en Brasil
El diputado pastor Marco Feliciano y la política de lo grotesco
Parece broma, pero es tragedia. Por un acierto entre los llamados
cardenales del Congreso brasileño – el colegio de líderes– los
dirigentes de los partidos políticos tuvieron el coraje, hace algunos
meses de ultrapasar los límites del sentido común. El pastor Marco
Feliciano (PSC-SP), doble de hombre de medios (tele evangelista), pastor
neopentecostal, fue puesto al frente de la Comisión de Derechos Humanos
de la Cámara. Esta es más una de las caras más grotescas, aunque
coherentes, de la política profesional brasileña. Coherentemente, la
mayoría de los parlamentarios, dirigentes partidarios y ocupantes de los
primeros escalones de los tres niveles de gobierno se mueve según los
criterios de la supervivencia y de la conveniencia. Cuando el senador
alagoano Renan Calheiros (del Partido del Movimiento Democrático del
Brasil, del estado de Alagoas) fue elegido para la cámara alta (Senado) y
el potiguar (natural del estado del Rio Grande del Norte), Henrique
Eduardo Alves (PMDB-RN) para comandar la mesa de los diputados
federales, el Brasil se vio de rodillas ante un partido, el infame PMDB,
operando como federación de oligarquías y coligación de intereses.
Renan Calheiros es un viejo (apenas) conocido de la población
brasileña. Renunció el mismo cargo en 2007 por implicación en escándalos
de corrupción (fue descubierto entonces que parte de sus cuentas era
pagada por empresas de construcción civil). El diputado federal Henrique
Eduardo Alves, del mismo partido de Renan, es blanco de una serie de
denuncias. Aún así, fue elegido presidente de la Cámara con el apoyo del
PT de la actual presidente Dilma y del ex-presidente, Lula. El PMDB
sirve como carta comodín en el juego político y forma parte de la base
aliada de quien está en el poder.
Ahora, el Legislativo expone
sus vísceras al nombrar a un creacionista para una Comisión que debería
defender el pensamiento de vanguardia. Vale acordar que Feliciano es
predicador de la Iglesia Asamblea de Dios, estando al frente del
Ministerio Tiempo de Renacimiento. Este ramo fue fundado por él “a través de una visita del señor de forma sobrenatural”,
según el dominio de Internet que lleva su nombre. Cuando alguien afirma
tamaño absurdo y es electo diputado federal, poco resta a comentar,
además de la indignación.
La indicación de Feliciano al cargo
es atribuida a una articulación del líder del PMDB, Eduardo Cunha, otro
integrante también de la bancada evangélica – aunque Cunha sea un
camaleón de la política, hombre que hace la intermediación entre las
demandas de la bancada y las ansias políticas del Ejecutivo.
Actualmente, Feliciano es campeón de audiencia de desaprobación en las
manifestaciones populares y en las redes sociales. Su última hazaña fue
insertar en la pauta de la Comisión propuestas conectadas a la “cura gay”, que permite que psicólogos intenten curar homosexuales y otra penalizando la discriminación contra, vea bien, heterosexuales.
Nada
de eso acontecería y este tipo de político jamás sería electo, si el
país tuviera una severa Ley Anti-Secta (cómo la que existe en Francia) y
no hubiera tamaña permisividad en la venta de horarios en las rejillas
de programación en los canales de TV privados. Vale la misma crítica en
escala mayor, pues el Brasil convive con canales enteros bajo control de
entidades religiosas, dedicando buena parte o la totalidad de su
programación para el proselitismo de la fe. En una sociedad de
iletrados, donde el analfabetismo funcional atraviesa las opciones por
el voto, predicar supersticiones como si fueran bendiciones es más fácil
que explicar los mecanismos inflacionarios o los factores estructurales
de la desigualdad. La ignorancia transformada en poder político
fortalece la bancada neopentecostal.
Feliciano es otro reflejo
del abismo ideológico, pues la sensible mejoría de la calidad de vida de
los brasileños no vino acompañada de un cambio de mentalidad en las
clases bajas. El resultado es esta combinación grotesca de
representación política basada en el conservadorismo popular y teología
de la prosperidad. En el valle todo por la tal gobernabilidad, la
división de cargos y funciones, indicó el pastor de la ignorancia para
un puesto sensible. Menos mal que hubo reacción popular. Ahora es
cuestión de tiempo hasta que sea quitado de la referida presidencia para
salvar la imagen de aliados y correligionarios.
La bancada “evangélica” y el pensamiento reaccionario
La
intelectualidad brasileña y sus categorías artísticas son bastante
avanzadas en lo que concierne a los usos y costumbres. Ya era el momento
de ver un acto público en el auditorio de la Asociación Brasileña de
Prensa (ABI), Centro del Río de Janeiro, como el ocurrido en mayo de
este año. En esa ocasión, artistas de la Red Globo, políticos de
centro-izquierda y profesores universitarios se reunieron con líderes de
movimientos sociales y redes de defensa de derechos humanos, teniendo
como blanco la difusión de odio e ignorancia proveniente de los
neopentecostales. Marco Feliciano (PSC-SP) viene operando como epicentro
de la opinión pública brasileña, movilizando justificadas
preocupaciones. En el periodo de la Apertura (1977-1979), el local era
escenario de las luchas por la redemocratización y también, por la
equivocada bandera de la Amnistía Amplia, General e Irrestricta para
torturadores y criminales de lesa humanidad. Ahora, en 2013, grupos de
minoría activa, intelectuales y artistas, nuevamente se reúnen para
intentar detener el avance del pensamiento autoritario, galvanizado por
el presidente de la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara Federal.
La paradoja es la siguiente: si las masas son convocadas, la parte
activa va a empujar hacia la derecha.
El Partido Social
Cristiano de Feliciano, según su presidente Vítor Nósseis, es un partido
en el cual “el cristianismo es profesado sin neurosis y prejuicios”.
Neurótica está quedando la población brasileña con los discursos
perjudiciales de Feliciano. Según su interpretación del libro Génesis de
la Biblia, la causa de los problemas socio-económicos y políticos del
continente africano es culpa de la “Maldición de Cam”. Ya dejó bien
clara su posición sobre homosexuales afirmando, en la red social
twitter, que “la putrefacción de los sentimientos de los homo afectivos
llevan (sic) al odio, al crimen, al rechazo”. Feliciano no perdonó ni
los muertos, pues en pleno culto religioso atacó el ex-beatle John
Lennon y dije que su muerte fue una “venganza divina”. Después el
diputado se lamenta diciendo que es culpa de la prensa haber creado de
su imagen como un “monstruo”.
Si el político y pastor paulista
(natural del estado de São Paulo) carga en su discurso la marca del
grotesco, este perfil no es exclusivo. El conjunto de tele-evangelistas
viene predicando diariamente, hace más de treinta años, principios de
doctrina vinculados a la Teología de la Prosperidad. De hecho viene
acumulando poder y fuerza social. Hoy, este sector es representativo,
batiendo casi treinta puntos de porcentaje electoral con el llamado
“voto evangélico”. Tal clivaje se basa en formulaciones obscuras,
trayendo interpretaciones bíblicas al pie de la letra, reforzando los
aspectos del pensamiento conservador de las clases bajas. Para el
consumo suntuoso, es el mejor de los mundos. Para transformar la
sociedad, estamos en malas aguas.
La bandera de los
neopentecostales es combatir la concepción de Estado Laico. Si existe la
laicidad en el Brasil, donde teóricamente la religión no interfiere en
el Estado, el Frente Parlamentario Evangélico viene tomando espacio en
el Congreso Nacional y preocupando a los menos conservadores. Está
compuesto por políticos de partidos distinguidos que unifican sus
actuaciones en razón de los intereses de sus iglesias, verdaderas
franquicias de comercio de la fe ajena, en general, teniendo cómo
público-objetivo los sectores más vulnerables de la sociedad brasileña.
Sus banderas son siempre las peores posibles. Articulan de forma
contraria las cuestiones como la criminalización de la homofobia, la
legalización del aborto y tantas otras que son adversas sus
predicaciones. Si fueran comparadas las bancadas de los partidos, la
bancada evangélica sería la tercera mayor del Congreso. Nada de eso es
sin ton ni son y acompaña el ascenso de la economía brasileña a través
de una década de gobierno de coalición, donde las luchas populares
dieron lugar a la inclusión a través del consumo.
En varios
momentos de la historia, la clase trabajadora mejoró su condición de
vida, arrancando conquistas y derechos. En el Brasil, en el siglo XXI,
todo cambió. Hoy, el ministro de Pesca y obispo licenciado de la Iglesia
Universal del Reino de Dios, Marcelo Crivella (ex-senador por el PRB,
del estado del Río de Janeiro), del Partido Republicano Brasileño,
agradece a un ex-líder sindical (Lula) y una ex-guerrillera (Dilma), por
la ampliación del crédito y del poder de compraventa del salario. Su
alegato llega a ser simplista. Con más dinero en circulación, mayor es
el número y volumen del diezmo pagado por los fieles. Si eso no es una
crisis de paradigma, ¿qué es?
Con más dinero en mano, fruto de
las transformaciones estructurales (ejecutadas de modo parcial,
intentando domesticar la furia de la Banca, y con éxito relativo) y al
papel de políticas públicas (como el salario social conocido como Bolsa
Familia), el brasileño puede acompañar, a través de sus aparatos nuevos
de televisión, los predicamentos de los partidos reaccionarios y arcas
enteras de adoración. Como la TV Record, de Edir Macedo, fundador de la
Iglesia Universal del Reino de Dios y también tío del empresario
predicador, cantante góspel, y ya investigado por el Grupo Especial de
Represión al Crimen Organizado, el ya aquí citado “obispo” Marcelo
Crivella. Si no fuera realidad, podría ser el guión de una novela.
Vivimos
un momento en el Brasil donde a veces hasta sentimos nostalgia del
periodo de Guerra Fría y de la Doctrina de Fronteras Ideológicas. La
ironía es irresistible. Nuestro mayor dramaturgo, Nelson Rodrigues,
también periodista de deportes y costumbres, además de un ácido crítico
social, peleaba contra el sector religioso más a la izquierda, a quien
llamaba de “padre de marcha”. ¿Qué diría el escritor acerca de políticos
como Feliciano y Crivella, ambos en la base volátil de un gobierno –con
un partido otrora reformista radical (el PT de los años ’80 del siglo
XX)– cuyo pasado y trayectoria política se forja en la acción de
pastorales sociales, entidades de base y movimientos vinculados a la
Teología de la Liberación?! Ciertamente, nuestro mayor dramaturgo “era
feliz y no sabía”. Es preferible un predicador de tela ofreciendo un
sermón intentando alterar las relaciones sociales, a un doble de pastor,
presentador y político, reforzando el prejuicio y el pensamiento
reaccionario.
El Estado laico y la propaganda de la intolerancia
Como dijimos arriba, la lucha entre la propaganda religiosa
conservadora vinculada a los neopentecostales y la postura de diversos
sectores en defensa del Estado Laico, es una pugna en constante combate.
La resolución del Consejo Nacional de Justicia (CNJ) –órgano colegiado
que sería la instancia revisora superior de la Justicia brasileña, cuyo
comando pertenecía a la presidencia del Supremo Tribunal Federal (STF,
Suprema Corte brasileña) datada de 14 de mayo, obligando los notariados
del Brasil a registrar la boda civil entre personas del mismo sexo– trae
más luz a un tema atravesado por el obscurantismo y la ignorancia
sistémica. En teoría, el Estado brasileño es laico. Sólo en teoría. Para
nuestra desgracia, el discurso de lo sagrado, confundiendo intérpretes
de la fe dentro de la vida privada, hoy marca las acciones más
retrógradas en la sociedad. Ya escribimos sobre eso en este texto y lo
repetimos, porque parece broma pero sigue siendo tragedia. En el inicio
del siglo XXI, el pensamiento conservador descendió de la pirámide
social y camina codo con codo con lo peor de la política brasileña. Las
sectas neopentecostales y la legión de tele-evangelistas dobles de
políticos profesionales, andan abrazados con el coronelismo electrónico
(los propietarios de redes regionales y estaduales de Radio y TELE) y
refuerzan la corrupción endémica y el clientelismo de los operadores de
la política nacional.
El problema de la difusión reaccionaria
utilizando mecanismos casi caricaturescos y reproduciendo la Teología de
la Prosperidad es que ésta es tan legítima como la acumulación
capitalista –y por consecuencia, el consumo suntuario– o como las
posturas de intolerancia. Los derechos homo-afectivos, así como los
derechos reproductivos –y la legalización del aborto– deberían ser
hechos consumados y no tabúes insuperables. Deberíamos discutir la
naturaleza del poder y del ejercicio democrático, y no temas recurrentes
como el racismo y la homofobia. Pero, la correlación de fuerzas es
otra. La simple presencia del diputado y pastor Marco Feliciano (PSC-SP)
al frente de la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara nos obliga a
la continuación del debate.
Toda predicación intolerante
refuerza comportamientos idénticos, en todos los niveles. La violencia
contra los homosexuales es retroalimentada por el lenguaje violento de
la predicación conservadora. Los pastores que predican la intolerancia
son co-responsables por cada hombre y mujer agredidos en forma cobarde.
Si la homofobia fuera encuadrada como crimen, ningún dublé de político y
presentador de TELE podría usar este argumento como pavada
creacionista. Por eso es por lo que el texto del Proyecto Ley 122 –que
hace un crimen cualquier predicación que resulte en idea pro-homofobia–
es tan importante. Infelizmente, es otra ley que camina a pasos lerdos y
por lo visto no sale tan rápido.
El CNJ tomó una decisión
acertada, pero podría ir a más. Tanto el Consejo como el Supremo podrían
seguir los pasos de la Suprema Corte del Canadá. Allá, ningún discurso
bíblico –ni aún el escrito– puede ser usado contra la homosexualidad y
quién lo haga es encuadrado en el crimen de odio y así es castigado. La
opción sexual es un derecho individual y así debe ser respetada. El
Estado laico tiene que ser forzado a respetar estos derechos y castigar a
quién los ataca.
Observación: Pedimos disculpas por
aplicar el término evangélico al referirme a la bancada neopentecostal.
Se trata de una exigencia periodística, considerando el problema de
espacio y atención del lector. Neopentecostal es el concepto correcto,
pero evangélico es el eufemismo empleado para los pastores de la
Teología de la Prosperidad, diversificados en sus distinguidas sectas
recaudadoras, aunque políticamente aliados.
Bruno Lima Rocha es politólogo, profesor de relaciones internacionales y de periodismo (www.estrategiaeanalise.com.br/blimarocha@gmail.com), Sabrina Stieler es estudiante de periodismo y militante estudiantil (facebook.com/sabrinastieler)
Fuente: Rebelion.org
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