¿China pierde el paso?
Persiste el debate y
la preocupación en relación a la moderación de los índices de
crecimiento en China (7,6% en la primera mitad del año, aunque superior
al 7% fijado como objetivo para todo el ejercicio). La conjunción de
fricciones comerciales, caída del comercio exterior, alza de los costes
laborales, alteraciones en el mercado de divisas, etc., configuran un
complejo panorama.
El excedente comercial de China se redujo un
14% en junio. Las exportaciones cayeron en el mismo mes un 3,1%. El IPC
también aumentó un 2,7%, superior al 2,1% de mayo (aunque inferior al
3,5% de objetivo anual). Los bancos chinos adquirieron en junio menos
divisas de las que vendieron, con un déficit de 400 millones de dólares.
Es el primer déficit de este tipo desde septiembre. Por otra parte, el
consumo rural creció un 14,3% en el primer semestre de 2013, cifra que
para algunos indica que el mercado interno tira ya del crecimiento.
Fuentes oficiales señalan que el comercio exterior ha contribuido con un
0,9% al crecimiento del 7,6% del primer semestre del año, lo que sería
indicativo también de que la transformación del modelo económico está en
marcha.
El gobierno de Li Keqiang está privilegiando el ahorro
(reducción del 5% en el gasto oficial, prohibición de construir nuevos
edificios oficiales en los próximos cinco años) y las reformas
administrativas, acompañadas de gestos simbólicos como la liberalización
de las tasas de interés y la renuncia a los paquetes de estímulo aunque
si adoptando medidas parciales sobre todo en relación a las pymes
(exención del IVA y del impuesto sobre beneficios en algunos casos,
reducción de los costes de la exportación), que se acompañan de
propuestas para enfrentar la excesiva capacidad de producción o en
rubros clave como el medio ambiente (con una inversión comprometida de
277.000 millones de dólares, equivalente a más de la mitad del plan de
estímulo que China gastó en 2009-2010 para hacer frente a la crisis
financiera mundial).
A destacar, la decisión del Consejo de
Estado de crear una Zona de Libre Cambio en Shanghai tras la experiencia
de convertibilidad del yuan en Qianhai desde el verano de 2012. Li
Keqiang ha debido enfrentar resistencias a este proyecto, tanto en la
Comisión de Regulación Bancaria (Shang Fulin) como en la Comisión de
regulación de operaciones en bolsa (Xiao Gang). El objetivo consiste en
impulsar la reforma financiera en cuatro dominios principales:
inversiones extranjeras, comercio, servicios financieros y normativa
legal. Se estima una gestación del proyecto a lo largo de una década.
En relación a las empresas estatales, la reforma otorga especial
importancia a su internacionalización, de modo que en los próximos cinco
años, sus beneficios procedan en un 50% del negocio exterior
(actualmente representa un 38%). En la lista Fortune Global 500 2013, hay 44 empresas estatales chinas clasificadas.
Otro eje es la urbanización. Algunos académicos advierten que esta no
debe reducirse a un mero aumento de la población urbana sino que se
trata de una transformación de las infraestructuras, el empleo, el
ambiente y el bienestar social. Reclaman por ello moderación en el
proceso y revisión a fondo del impacto financiero. Se teme que las
autoridades locales impulsen la urbanización buscando ciegamente
aumentar las cifras del crecimiento.
Por otra parte, se
estimula un ejercicio de clarificación indispensable, especialmente a
través del desarrollo de una auditoría a nivel estatal que permitirá
conocer el estado real de las finanzas de los gobiernos locales, uno de
los agujeros negros principales (el FMI sugiere que equivaldría al 45%
del PIB del país, aproximadamente el doble del reconocido oficialmente).
En otro orden, la transferencia de competencias del gobierno
central a otros niveles y la disminución de los controles, sobre todo en
el poder financiero, se ha acompañado de nuevas iniciativas para
garantizar la participación de las ONGs y empresas en la prestación de
servicios públicos esenciales y en la gestión de infraestructuras
urbanas, algunas de las cuales se han abierto a la inversión extranjera
en algunas ciudades. El gobierno planea dar entrada al sector privado en
los proyectos de infraestructura (metro, carreteras, terminales de
comunicación, calefacción, depuradoras y tratamiento de basura) con el
propósito de captar recursos y ganar eficiencia, asegura.
Las
autoridades descartan cualquier posibilidad de aterrizaje brusco y
señalan que la moderación es conveniente para la reestructuración.
Algunos economistas consideran que la reducción de la tasa de
crecimiento es lógica y hasta necesaria para evitar burbujas y recuerdan
que, a pesar de todo, sigue siendo muy sólida en comparación con otras
economías del mundo y que es necesario un cambio de ritmo para la
transformación del modelo de crecimiento. Pero de persistir las
dificultades y constatarse que estas medidas no garantizan la
consecución del objetivo de crecimiento del 7,5 por ciento para 2013,
podría haber alteraciones.
Xi Jinping llamó a romper las
barreras de los grupos de interés atrincherados en las estructuras y
segmentos del poder administrativo y económico para poder avanzar en la
senda de la reforma anunciando que la sesión de otoño del Comité Central
del PCCh detallará medidas prácticas.
Los máximos dirigentes
multiplican su presencia en provincias para transmitir el firme
compromiso con el cambio y para vencer las resistencias locales,
invitándose a las autoridades a familiarizarse con las nuevas claves:
eficiencia de la administración pública, mayor papel del mercado,
innovación, etc. Unos y otros abundan en que el nuevo impulso tiene como
nervio central la concesión de mayor relevancia al mercado en
detrimento de los métodos de planificación o desarrollo determinados por
el gobierno. Y que será suficiente para mantener un crecimiento
estable.
Es pronto para determinar si la ampliación de las
esferas de actuación del sector privado y el nuevo auge dispensado al
mercado se traduce en una mera reestructuración de las vigas del poder
o, por el contrario, implica consecuencias de mayor alcance como la
reducción de la capacidad de control político del PCCh.
Sin el
más mínimo pudor, el FMI, exhibiendo el medallero de economías
destrozadas con sus recetas, sigue pidiendo a China más reformas
económicas. China, sin duda, necesita reformas, pero ¿quién en su sano
juicio puede hacerle caso al FMI? ...
Xulio Ríos es director del Observatorio de la Política China y autor
de “China pide paso. De Hu Jintao a Xi Jinping” (Icaria editorial)
Fuente: Rebelion.org
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