EE.UU. está posibilitando un "Siriastán"
 
 
 
Asia Times Online
 | Traducido para Rebelión por Germán Leyens | 
Si se necesitara 
alguna evidencia adicional para destruir el mito de una “revolución” que
 lucha por una futura Siria “democrática”, las grandes noticias de la 
semana eliminaron cualesquier duda. 
Once, trece o catorce 
brigadas “rebeldes” (según la fuente) han abandonado al “moderado” 
Consejo Nacional Sirio (CNS) respaldado por EE.UU. y al no tan libre 
Ejército Libre Sirio (ELS). Los dirigentes del montón son los 
demenciales yihadistas de Jabhat al-Nusra, pero incluyen a otros malucos
 como las brigadas Tawhid y Tajammu Fastaqim Kama Ummirat en Alepo, 
algunas de ellas hasta hace poco parte del agonizante ELS. 
Los
 yihadistas prácticamente ordenaron que la miríada de “moderados” se 
sometiera, “se unificara en un claro marco islámico”, y jurara lealtad a
 una futura Siria con la sharía como “única fuente de legislación”. 
Un tal Ayman al-Zawahiri debe de estarlo pasando bien en su confortable escondite a prueba de drones en algún sitio de los Waziristanes.
 No solo porque su llamado a una yihad multinacional –al estilo 
Afganistán de los ochenta– está dando resultados, sino también porque el
 CNS dirigido por EE.UU. ha sido desenmascarado como el roedor 
desdentado que es realmente. 
Y los hechos en el terreno lo
 siguen corroborando. El Estado Islámico de Irak y el Levante respaldado
 por al Qaida se apoderó de un pueblo cerca del cruce fronterizo Bab 
al-Salam con Turquía que estuvo en manos del ELS, porque el ELS fue 
acusado de luchar por la “democracia” y de tener estrechos vínculos con 
Occidente. Falso: el ELS quiere esos vínculos pero bajo un régimen 
controlado por la Hermandad Musulmana. El Estado Islámico de Irak y el 
Levante –del cual Jabhat al-Nusra es el principal componente sirio– 
quiere un Siriastán "talibanizado". 
Las bandas 
yihadistas de la línea dura en Siria pueden contar hasta con 10.000 
combatientes; pero son responsables de lo que podría decirse que es un 
90% de los combates duros, porque son los únicos con experiencia en el 
campo de batalla (al incluir a iraquíes que combatieron contra los 
estadounidenses y chechenos que combatieron a los rusos). 
Al
 mismo tiempo, y no por accidente, desde que el príncipe Bandar bin 
Sultan, asumió la dirección de la yihad siria por encargo del rey saudí 
Abdalá, el CNS de la Hermandad Musulmana, alineado con el “moderado” 
Catar, ha sido progresivamente marginado. 
Queremos las cabezas de esos pacifistas 
Pero
 si hablamos de desastres, nada se compara con la excusa del gobierno de
 Obama de una “estrategia”, que teóricamente se limita a armar y 
entrenar extensivamente al eslabón más débil –bandas seleccionadas del 
ELS infiltradas por agentes de la CIA– y al “escrutinio” de armas que 
caen en manos de yihadistas. Como si la CIA tuviera inteligencia local 
fiable sobre la miríada de fuentes de financiamiento y logística 
yihadistas basadas en el Golfo. 
Ahora el CNS, el ELS y el 
así denominado “Comando Militar Supremo” en el exilio dirigido por el 
grandilocuente general Sali Idriss no son más que un chiste. Todo el 
asunto ocurrió mientras el líder del CNS al-Jerba estaba en la Asamblea 
General de la ONU en Nueva York, donde se reunió con el secretario de 
Estado John “Asad-es-como-Hitler” Kerry. Kerry no habló de armas sino de
 más “ayuda” y de futuras negociaciones en la eternamente postergada 
conferencia Ginebra II. Al-Jerba estaba furioso. Y para colmo, algunas 
de sus bandas del ELS se unieron abiertamente a al Qaida. 
¿Por
 qué? Hay que seguir la ruta del dinero. Así funciona, en pocas 
palabras. Por lo menos la mitad de las “brigadas” del ELS están formadas
 por mercenarios financiados desde el extranjero. Combaten donde sus 
amos –que los arman y les pagan– les dicen que lo hagan. El “Comando 
Supremo” controla, en el mejor de los casos, un 20% de las brigadas. Y 
esa gente ni siquiera vive en Siria; están basados en el lado turco o 
jordano de la frontera. 
Los yihadistas mercenarios, por 
otra parte, están a tiempo completo en el terreno. Es la verdadera 
fuerza combatiente, reciben sus salarios a tiempo y sus familias están 
bien atendidas. 
Por lo tanto, para todos los propósitos 
prácticos ahora se trata de una guerra entre el Ejército Árabe Sirio 
(EAS) y un montón de yihadistas. Por supuesto esto NO lo explicarán los 
lánguidos medios corporativos a la opinión pública occidental. 
Ahora imaginad a esos fanáticos de la sharía,
 decapitadores y devoradores de hígados, dispuestos a ir a la 
conferencia Ginebra II para negociar un alto el fuego con el Gobierno 
sirio y un posible acuerdo de paz con el eje OTAN-Casa de Saud. 
Obviamente no va a suceder, como el propio príncipe Bandar bin Sultan 
telegrafió en persona en Moscú al presidente ruso Vladimir Putin. 
Peor
 todavía, desde el punto de vista de Washington, no hay modo de 
justificar por qué pueden tener lugar negociaciones significativas. 
Hasta los infieles perplejos con medio cerebro de Washington serán 
capaces de ver la conexión con hordas de “rebeldes” sirios que se unen a
 al Qaida inmediatamente después del ataque de al-Shabab contra el 
Westgate Mall en Nairobi. 
Sobra decir que Bagdad está 
enloqueciendo ante estos eventos. El Estado Islámico de Irak y el 
Levante está aumentando los atentados con coches bomba y los ataques 
suicidas en el propio Irak, porque el apóstata gobierno al-Maliki 
dirigido por chiíes es un objetivo en la misma medida como el secular 
Bacher el-Asad. Cuesta creer que hace solo cinco meses, yo haya estado 
escribiendo sobre el advenimiento del Emirato Islámico de Siriastán.
 Ahora es obvio hasta qué punto el “invisible” al Zawahiri y el astuto 
príncipe Bandar bin Sultan se han apropiado de la “estrategia” de 
Washington para conseguir lo que realmente quieren. 
Pepe Escobar es autor de Globalistan: How the Globalized World is Dissolving into Liquid War (Nimble Books, 2007) y de Red Zone Blues: a snapshot of Baghdad during the surge. Su libro más reciente es Obama does Globalistan (Nimble Books, 2009). Contacto pepeasia@yahoo.com 
Fuente: Rebelion.org 


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