A los cien años, murió en Italia, criminal de guerra nazi arrestado en Argentina en 1995
Desde Bariloche a Roma y de ahí al infierno
Página 12
El capitán Erich Priebke, extraditado en 1996, falleció ayer en su casa de Roma, donde estaba bajo arresto domiciliario, cumpliendo una condena a cadena perpetua que le fue impuesta por la Corte Militar de Apelaciones en 1998.
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Erich Priebke |
Había cumplido cien años el 29 de julio el asesino de las Fosas
Ardeatinas, la matanza de 335 civiles por los SS nazis en 1944, y había
logrado evitar pasar sus últimos días en una cárcel italiana. El capitán
Erich Priebke había sido arrestado en Bariloche en 1995 y extraditado a
Italia para ser juzgado a partir de 1996. Falleció ayer en su casa de
Roma, donde estaba bajo arresto domiciliario, cumpliendo una condena a
cadena perpetua que le fue impuesta por la Corte Militar de Apelaciones
en 1998. En julio se había sentido mal y fue internado en un hospital,
para luego volver al departamento donde vivía –facilitado en 2009 por
sus amigos nazifascistas de Roma– y de allí no salió nunca más.
Anticipándose a la posibilidad de que sus familiares residentes en
Argentina pidan traer los restos de Priebke para que sean enterrado en
este país, la Cancillería comunicó en su cuenta oficial de Twitter que no
permitirá su ingreso.
En una entrevista “testamento” que dejó a su abogado para que fuera
revelada sólo luego de su muerte, el oficial nazi no se arrepiente de su
pasado, al contrario. “He elegido ser yo mismo”, responde a una
pregunta sobre si sigue siendo nazi. “La fidelidad al propio pasado es
algo que tiene que ver con nuestras convicciones. Se trata de mi modo de
ver el mundo, mis ideales. El nacionalsocialismo ha desaparecido con la
derrota y hoy, de todas maneras, no tendría ninguna posibilidad de
volver a revivir”, dijo. Y más adelante, refiriéndose a los campos de
concentración, indicó que “nunca se encontraron cámaras de gas en los
campos de concentración, salvo una de ellas construida por los
norteamerianos en el campo de Dachau (Alemania). Pero sí había inmensas
cocinas que funcionaban para los internados e incluso un prostíbulo para
sus exigencias”.
Según Priebke, “no hay testimonios confiables a nivel judicial o
histórico sobre las cámaras de gas”. Y agrega como para terminar de
poner en duda el tema: “Sé por experiencia personal de mi prisión y la
de mis colegas cómo hacían los vencedores para sacarles confesiones en
los campos de concentración a los prisioneros”. Y agrega: “He conocido
personalmente los lager. La última vez estuve en Mauthausen, en mayo de
1944, para interrogar al hijo de Badoglio (jefe del gobierno italiano en
1943-44), Mario, por orden de Himmler. Di vueltas por el campo durante
dos días. Había inmensas cocinas, pero no cámaras de gas.
Lamentablemente mucha gente ha muerto en los campos de concentración,
pero no por una voluntad asesina. La guerra, las condiciones de vida muy
duras, el hambre, la falta de curas adecuadas, estaban a la orden del
día, no sólo en los campos sino en toda Alemania, sobre todo a causa de
los bombardeos indiscriminados”.
¿Y el Holocausto?, ¿qué fue según Priebke? “Nada más que
manipulaciones de las conciencias visto que las nuevas generaciones,
comenzando desde la escuela, han sido sometidas a un lavado de cerebro y
obsesionadas con historias macabras para limitar la libertad de
juicio”, particularmente divulgadas por el cine y la televisión,
concluyó.
Descubierto en 1994 por un periodista estadounidense que lo
entrevistó de sorpresa en una calle de Bariloche y denunció mundialmente
que Priebke era uno de los protagonistas de la masacre romana, el
capitán de las SS insistió en aquel reportaje en que no había matado a
nadie y que, además, había cumplido órdenes. “En esa época, órdenes eran
órdenes”, dijo al periodista estadounidense.
En las Fosas Ardeatinas, poco antes de que los alemanes que habían
ocupado Roma empezaran a retirarse hacia el norte por la avanzada de los
Aliados, fueron asesinados 335 civiles con un tiro en la nuca. Algunos
de ellos estaban presos. Otros eran judíos que esperaban ser llevados a
campos de concentración. Pero también cayó gente común, que caminaba por
las calles, y hasta algunos muchachos de 14 y 15 años. Las órdenes
nazis eran matar a 10 civiles por cada uno de los 33 militares que
habían muerto el día anterior en un atentado que la Resistencia había
hecho en Via Rasella, una calle de Roma. Pero en vez de matar 333 ellos
mataron 335, lo que sirvió muchos años después como pretexto, dado que
era un soldado y cumplía órdenes, para que la Justicia lo pudiera
incriminar, entre otras cosas, porque no había cumplido las órdenes.
Al concluir la guerra y ayudado, se dice, por el Vaticano, Priebke
logró escapar a la Argentina. Estuvo primero en Buenos Aires y luego en
Bariloche, donde llegó a ser una figura conocida, sobre todo en la
numerosa comunidad alemana. En 1995 fue extraditado a Italia y acusado
de haber organizado y participado de la matanza de las Ardeatinas. En
Argentina había sido defendido hasta su extradición por el penalista
Pedro Bianchi, abogado defensor, también, de otros personajes nefastos
como Emilio Massera y Leopoldo Galtieri. En Roma lo fue por varios
abogados –ninguno le venía bien– y terminó en manos de uno famosísimo,
Carlo Taormina, que de todas maneras no pudo evitar la condena.
Priebke no tendrá ningún funeral en Roma y sería llevado a la
Argentina para ser enterrado en Bariloche, junto a su esposa Alicia,
fallecida hace algunos años, dijo su abogado italiano Paolo Giachini.
Cuando cumplió cien años, en julio, se organizaron manifestaciones en su
contra frente a la casa donde vivía. Los manifestantes habían
desplegado banderas de Israel, estrellas de David y cartelones alusivos.
Uno de ellos decía: “El puede festejar sus cien años, sus víctimas no”.
Ese día además fueron leídos los nombres de las 335 víctimas de las
Fosas Ardeatinas bajo sus ventanas.
Priebke murió el día en que el papa Francisco recibía en el Vaticano
a exponentes de la comunidad judía de Roma. “Ahora sus víctimas lo
están esperando en el cielo, con la esperanza de que haya justicia
divina”, comentó Riccardo Pacifici, presidente de la comunidad judía de
Roma.
Fuente: Rebelion.org
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