Impsa se lanza a reestructurar financieramente sus negocios
Integró Venti Luxemburgo, un holding para consolidar balances de contratos eólicos en Brasil y proyectos energéticos en Argentina. Busca atraer inversores y posicionarse en Bovespa y Wal Street. Consideran que podrán enfrentar la turbulencia de los mercados.
Miguel Ángel Flores Isuani - mflores@losandes.com.ar
Enrique Pescarmona, titular del grupo que tiene establecimientos en distintas partes del mundo. (Los Andes) |
Operativamente, desde la compañía aseguran que la marca Impsa no
sufrirá modificaciones, pero la multinacional mendocina que conduce
Enrique Pescarmona ya se embarcó en un proceso de reingeniería
financiera de sus negocios, para obtener mejores resultados en medio de
la turbulencia de la que los mercados no pueden despegarse desde 2011.
El resultado fue una decisión inédita para su historia: consolidar balances de sus proyectos en Argentina y Brasil en la figura de Venti Luxemburgo, una nueva sociedad con la que, según sus mentores, busca atraer más inversores internacionales, respaldar la eventual salida de acciones en la bolsa de San Pablo (Bovespa) y Wal Street, y sostener un programa de emisión de deuda que incluye un bono por U$S 390 millones al 2020.
Tan importante es la operación que se concretó en tiempo récord cuando terminaba el 2013. Y se presentó a la CNV (Comisión Nacional de Valores) el segundo día hábil del 2014, como una “reorganización societaria” consistente, principalmente, en la venta del 100% de las acciones de Impsa en Wind Power Energía (WPE), su subsidiaria para negocios de energía eólica en Brasil, a Venti S.A., tal como lo comunicó Julio Dreizzen, responsable de Relaciones con el Mercado de la compañía.
La medida implica consolidar bajo el nuevo holding “paragüas” los balances habitualmente en pesos argentinos y en reales, a moneda norteamericana. Aunque además se la presenta como un modo de darle mayor respaldo (como fiador) al Programa Global de Emisión de Títulos de Deuda que había encarado la firma de Pescarmona por un total de U$S 500 millones, y a “todas las sumas adeudadas a tenedores de obligaciones negociables por todo concepto”, como es el Bono Impsa 2020, de U$S 390 millones.
Pero la razón de fondo, según explica el analista Osvaldo Cado, parte del equipo que ideó la reestructuración inicialmente pensada para el 2011, fue “a través de los balances de Venti, emprolijar los números de los negocios en Argentina y Brasil y dejar en claro los riesgos asociados a cada jurisdicción: la que tenía WPE, concentrada en energía eólica, e Impsa, más focalizada en la hidroeléctrica”.
Motivaciones fuertes
“Operativamente todo sigue igual que antes, en todo caso tiene algo de cosmética que resulta importante a la hora de atraer capitales. También se intenta lograr darle un mayor respaldo a un bono que resultó bastante golpeado por el conflicto con los holdouts”, detalla Cado respecto al Impsa 2020.
Con el antecedente de un banco canadiense que terminó por decidir un préstamo por U$S 35 millones a la unidad operativa de Argentina, para Cado el fruto de la reingeniería en definitiva “es un vehículo con el que se gana claridad, amigable a la hora de decidir para los inversores que ya manifestaban esa inquietud en el road-show que hicimos del bono el año pasado. Y además contribuye a preparar una eventual colocación de acciones en la Bolsa”.
Tras dos experiencias fallidas en 2008, durante la crisis de las subprime, y en 2011, Impsa va por su tercer intento de emitir acciones en la arena bursátil internacional con Venti, que se lanza con un capital inicial de U$S 150 millones. Y espera la oportunidad de poder jugar fuerte en el mega mercado de capitales del Bovespa paulista y Wal Street.
Múltiples medios para hacerse de financiamiento, algo que será tan necesario como el agua en un 2014 en el que la firma ya se embarcó en grandes emprendimientos. Ya había logrado el aval para construír un parque eólico de U$S 170 millones en Uruguay, y acaba de cerrar lo que anuncia como “la mayor venta de su historia”: la fabricación de 287 generadores eólicos de 2,0 MW en Brasil, equivalentes a 574 MW por unos 1.650 millones de reales para ser entregados entre 2016 y 2018, incluído un contrato de Operación y Mantenimiento de 5 a 20 años. Y pretende posicionarse en los pretensiosos proyectos energéticos del Gobierno argentino.
El resultado fue una decisión inédita para su historia: consolidar balances de sus proyectos en Argentina y Brasil en la figura de Venti Luxemburgo, una nueva sociedad con la que, según sus mentores, busca atraer más inversores internacionales, respaldar la eventual salida de acciones en la bolsa de San Pablo (Bovespa) y Wal Street, y sostener un programa de emisión de deuda que incluye un bono por U$S 390 millones al 2020.
Tan importante es la operación que se concretó en tiempo récord cuando terminaba el 2013. Y se presentó a la CNV (Comisión Nacional de Valores) el segundo día hábil del 2014, como una “reorganización societaria” consistente, principalmente, en la venta del 100% de las acciones de Impsa en Wind Power Energía (WPE), su subsidiaria para negocios de energía eólica en Brasil, a Venti S.A., tal como lo comunicó Julio Dreizzen, responsable de Relaciones con el Mercado de la compañía.
La medida implica consolidar bajo el nuevo holding “paragüas” los balances habitualmente en pesos argentinos y en reales, a moneda norteamericana. Aunque además se la presenta como un modo de darle mayor respaldo (como fiador) al Programa Global de Emisión de Títulos de Deuda que había encarado la firma de Pescarmona por un total de U$S 500 millones, y a “todas las sumas adeudadas a tenedores de obligaciones negociables por todo concepto”, como es el Bono Impsa 2020, de U$S 390 millones.
Pero la razón de fondo, según explica el analista Osvaldo Cado, parte del equipo que ideó la reestructuración inicialmente pensada para el 2011, fue “a través de los balances de Venti, emprolijar los números de los negocios en Argentina y Brasil y dejar en claro los riesgos asociados a cada jurisdicción: la que tenía WPE, concentrada en energía eólica, e Impsa, más focalizada en la hidroeléctrica”.
Motivaciones fuertes
“Operativamente todo sigue igual que antes, en todo caso tiene algo de cosmética que resulta importante a la hora de atraer capitales. También se intenta lograr darle un mayor respaldo a un bono que resultó bastante golpeado por el conflicto con los holdouts”, detalla Cado respecto al Impsa 2020.
Con el antecedente de un banco canadiense que terminó por decidir un préstamo por U$S 35 millones a la unidad operativa de Argentina, para Cado el fruto de la reingeniería en definitiva “es un vehículo con el que se gana claridad, amigable a la hora de decidir para los inversores que ya manifestaban esa inquietud en el road-show que hicimos del bono el año pasado. Y además contribuye a preparar una eventual colocación de acciones en la Bolsa”.
Tras dos experiencias fallidas en 2008, durante la crisis de las subprime, y en 2011, Impsa va por su tercer intento de emitir acciones en la arena bursátil internacional con Venti, que se lanza con un capital inicial de U$S 150 millones. Y espera la oportunidad de poder jugar fuerte en el mega mercado de capitales del Bovespa paulista y Wal Street.
Múltiples medios para hacerse de financiamiento, algo que será tan necesario como el agua en un 2014 en el que la firma ya se embarcó en grandes emprendimientos. Ya había logrado el aval para construír un parque eólico de U$S 170 millones en Uruguay, y acaba de cerrar lo que anuncia como “la mayor venta de su historia”: la fabricación de 287 generadores eólicos de 2,0 MW en Brasil, equivalentes a 574 MW por unos 1.650 millones de reales para ser entregados entre 2016 y 2018, incluído un contrato de Operación y Mantenimiento de 5 a 20 años. Y pretende posicionarse en los pretensiosos proyectos energéticos del Gobierno argentino.
Tras el desarrollo del nuevo reactor nuclear argentino
Atender la reingeniería de sus finanzas no
le resta atención para sus negocios al holding de Pescarmona, que
mientras terminaba de integrar a Venti firmó con la CNEA (Comisión
Nacional de Energía Atómica) un contrato de U$S 76,5 millones para
sumarse al Proyecto Carem.
El compromiso es, en un plazo de 32 meses y sin montaje, desarrollar la ingeniería, y proveer y montar el recipiente de presión que contiene el primer reactor nuclear modular desarrollado en la Argentina.
Como está pensado, el reactor Carem, a emplazarse en Lima (Buenos Aires) tendrá una potencia de 25 MW. Para el Gobierno nacional, es una prueba clave dentro del desarrollo de Centrales Nucleares Modulares que impulsa la CNEA.
El compromiso es, en un plazo de 32 meses y sin montaje, desarrollar la ingeniería, y proveer y montar el recipiente de presión que contiene el primer reactor nuclear modular desarrollado en la Argentina.
Como está pensado, el reactor Carem, a emplazarse en Lima (Buenos Aires) tendrá una potencia de 25 MW. Para el Gobierno nacional, es una prueba clave dentro del desarrollo de Centrales Nucleares Modulares que impulsa la CNEA.
Fuente: Los Andes Online
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