miércoles, 12 de marzo de 2014

El cielo puede esperar
por Diego Hurtado


Emplazamiento del VEX1A en la rampa de lanzamiento.

La prueba del primer prototipo del lanzador satelital argentino plantea la necesidad de generar procesos de deliberación y evaluación de las apuestas tecnológicas, revisar el calendario y mejorar el empleo de las capacidades disponibles en la CONAE.

Luego del lanzamiento del VEX1A –primer prototipo del lanzador satelital argentino Tronador II–, el comunicado oficial de la CONAE sostuvo que la prueba fue positiva. Cuatro fuentes consultadas por TSS, seleccionadas por su mirada crítica del proceso de desarrollo del VEX1A, coinciden en que la prueba que tuvo lugar el 26 de febrero en la localidad de Pipinas, partido de Punta Indio, puede evaluarse como exitosa.

Tanto el segmento de tierra –comunicaciones, telemetría, logística, etc.– como el segmento de vuelo –electrónica, motores, combustible, etc.– funcionaron “bastante bien con respecto a la performance esperada”, explica una de las fuentes consultadas. Especialmente, si se considera que son los primeros lanzamientos los que presentan el mayor grado de incertidumbre.

Ahora bien, para el desarrollo de tecnologías complejas capital-intensivas –como la nuclear, la aeronáutica o la espacial– el factor tecnológico es una variable fuertemente dependiente de los procesos de toma de decisiones políticas –internas y externas a la CONAE– y organizacionales. Así, la prueba del VEX1A también significa una ocasión crucial para un análisis de estas variables.

Las fuentes consultadas, con diversos matices, coinciden en que la CONAE tiene problemas relacionados con la escasa participación de su personal más calificado en las discusiones internas acerca de las apuestas tecnológicas. Es decir, debería haber más espacio para distintas instancias de evaluación a cargo de sus propios profesionales, “sin asumir que detrás de cada opinión haya un lobby”, agrega una de las fuentes.

Por ejemplo, la decisión a favor de los combustibles y oxidantes hipergólicos –aquellos que ignitan espontáneamente–, que si bien son muy impulsivos y facilitan el proceso de ignición, también son muy corrosivos y contaminantes. Dos de las fuentes mencionan que el uso de hidracina podría no haber sido la mejor elección.

Sin embargo, dado que hoy ya se dispone de un importante know-how, también aceptan que al presente no debe abandonarse, si bien debería pensarse que la siguiente etapa del Tronador II podría utilizar LOX/kerosene como oxidante y combustible. De hecho, ya existen contactos con Y-TEC –la empresa conformada por YPF y el CONICET– para avanzar en el desarrollo de la tecnología que haría posible el uso de este tipo de combustible.

En este punto, las fuentes coinciden en que los cohetes que emplean combustibles y oxidantes líquidos tienen mayor impulso específico que los combustibles sólidos y, además, que son capaces de regular el empuje, pudiéndose apagar y reencender a voluntad, algo que no es posible para los lanzadores que emplean combustibles sólidos. Por estas razones, la mayoría de los lanzadores espaciales utilizan combustibles y oxidantes líquidos. 
La prueba de lanzamiento se realizo en la estancia La Capetina, Punta Indio, provincia de Buenos Aires.

Los más críticos, ex miembros de la CONAE, explican que hubo una “política de segregación” dentro de esta institución hacia una parte del staff que hoy no puede tener acceso a los procesos de toma de decisiones, a pesar de estar algunos de ellos en los puestos más altos. Parte de la explicación es la propia continuidad de la política espacial y, como consecuencia, de la acumulación de conflictos que no encuentran canales de deliberación para dirimirse.

En este sentido, un importante salto de calidad en el desarrollo del Tronador II sería que, en adelante, la CONAE diseñara mecanismos para lograr una mayor participación de sus profesionales. Otro paso importante sería que el Ministerio de Planificación –del que depende la CONAE desde fines de 2012– incorporara un equipo o consejo de asesores en temas aeroespaciales independientes de la CONAE.

Un último cuestionamiento que surge de la prueba del VEX1A son los tiempos que se manejan para la finalización del Tronador II. En el calendario del plan espacial, el lanzador satelital debería estar listo en un año y medio, cumpliendo con el desarrollo y lanzamiento de los seis modelos declarados por la CONAE. Para las fuentes consultadas es un calendario que compromete la calidad y los procesos de aprendizaje del proyecto, instancias claves en el objetivo de alcanzar una verdadera autonomía tecnológica.

“Hacen falta cinco o diez años para trabajar en materiales avanzados, reducir pesos, desarrollar distintas tecnologías de manufactura, de tanques estructurales y válvulas de todo tipo, hay que avanzar en el desarrollo de una turbobomba y de motores de gran empuje. Todo eso lleva tiempo”, precisa una de las fuentes. 
Relevamiento secuencial de la fase de lanzamiento del VEX1A.

Con una notable trayectoria de hitos tecnológicos en su haber, como la creación de la empresa INVAP y el desarrollo de la tecnología de enriquecimiento de uranio en Pilcaniyeu, si bien se reconoce la capacidad de Conrado Varotto –al frente de la CONAE desde 1994– para “conseguir presupuesto” y respaldo político, una lectura de los cronogramas excesivamente ajustados es que se trataría de una intromisión no justificada de la política en un proyecto tecnológico de punta. Entre otras consecuencias no deseadas, el motor debería comprarse a Ucrania en lugar de desarrollarse en el país.

“El resultado alcanzado no es malo. La gente se mató trabajando […] Debería venir una etapa en donde la institución crezca. Lo primero que debería tener la CONAE es un estado de deliberación interna más abierto”, sostiene una fuente. El aprendizaje acumulado a partir del desarrollo y lanzamiento del VEX1A plantea la necesidad de fortalecer la institución con la gente que tiene 25 a 30 años trabajando en el tema.

Finalmente, las cuatro fuentes consultadas coinciden en que las críticas parten de la base de que es un logro que en la Argentina se apueste al desarrollo autónomo de un lanzador satelital de combustibles líquidos y que “el proyecto está bien encarado”. Alguno de ellos también sugiere que la Argentina está en condiciones de comenzar a trabajar a favor de una agencia espacial sudamericana. 

Fuente: unsam.edu.ar

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