Irak se desangra aún más rápido
Viento Sur
Sólo tres meses
después de cumplirse el 11º aniversario del inicio de la segunda guerra
de Irak, y cuando el grueso de las tropas de EEUU y sus aliados ya se
han retirado tras estabilizar y democratizar el país, la guerra sectaria alcanza uno de sus niveles más altos, amenazando con desbordar las fronteras nacionales.
La
ofensiva militar iniciada hace pocos días por el ISIS (Ejército
Islámico de Irak y Levante, en sus siglas en inglés), está resultando
arrolladora. Tras la caída de Mosul, la segunda ciudad en importancia
del país -dos millones de habitantes- después de cuatro días de feroces
combates entre los yihadistas y las tropas gubernamentales, el ISIS
continuó con gran celeridad abriéndose paso hacia el sur del país.
En
su camino ha tomado por asalto importantes ciudades como Tikrit, Baiji
-donde se encuentra la principal refinería del país- Yalula, en el este
del país, localidades del oeste, en la provincia de Anbar, y muchas
otras, amenazando las ciudades santas de Nayaf y Kerbala y colocándose
en pocos días a las puertas de la propia Bagdad, una ciudad de 6,5
millones de habitantes.
Más de medio millón de personas han huido
ante el avance de los fundamentalistas. El grueso de las tropas
gubernamentales asentadas en las zonas atacadas ha abandonado las armas y
ha huido o se ha entregado a los insurgentes.
Al Maliki les ha
acusado a esos efectivos de ser parte de “una conspiración” contra su
Gobierno. La población local no solo teme el terror que tradicionalmente
imponen los combatientes del ISIS y la aplicación rigorista que hacen
de la sharia -ley islámica-, sino también los bombardeos
indiscriminados a los que somete el ejército a las localidades
capturadas por los rebeldes.
La propia ONU ha reconocido la muerte de numerosos civiles a causa de los ataques gubernamentales contra los rebeldes.
A
pesar de no haber consolidado totalmente su control sobre las ciudades
tomadas por asalto, la amplitud e intensidad de sus ataques han hecho
temer al Gobierno del chií Nuri al Maliki por su propia supervivencia.
Los combates en localidades cercanas a la capital y los ataques suicidas
sincronizados en distintos puntos de Bagdad demostraban que no se
trataba de simples ataques puntuales relámpago de pequeñas unidades de
milicianos.
El ISIS, el más poderoso y más ultra grupo armado
yihadista que opera en Irak y Siria, enfrentado desde hace tiempo con la
dirección central de Al Qaeda, parece convencido de poder librar esta
vez un combate frontal y generalizado contra el régimen de Nuri al
Maliki, tras haber conseguido varias victorias militares en los últimos
meses.
El polémico primer ministro, en el poder desde 2006 y
refrendado por las urnas en abril pasado, ha alimentado el odio en un
sector creciente de la población, con su política ultra sectaria frente a
las minorías suní y kurda y la brutalidad con la que responde las
protestas sociales y toda disidencia.
El ISIS ha capitalizado
también ese malestar y ha conseguido que muchas otras milicias locales
suníes de las ciudades atacadas se sumen al combate abierto contra las
fuerzas gubernamentales.
EEUU prevé acciones pero no la vuelta de las tropas
La
actual ofensiva se ha lanzado premeditadamente en momentos críticos
para Al Maliki, cuando este aún mantiene duras negociaciones para formar
gobierno con los líderes de las otras formaciones de la coalición
Estado de Derecho con las que acudió a las urnas.
El Gobierno
iraquí, presionado por las protestas populares a las constantes matanzas
de civiles provocadas por los ataques con drones y cazabombarderos
estadounidenses, o las acciones de mercenarios de compañías al servicio
del Pentágono, rechazó firmar con EEUU el tratado de seguridad que le
reclamaba Obama. EEUU pretendía obtener inmunidad total para el pequeño
contingente de tropas, fuerzas especiales, espías y mercenarios que
quedara una vez finalizada totalmente la retirada a fines de año. Y esa
decisión de Al Maliki tiene su coste; ahora le pasa factura.
EEUU
ya no tiene unidades de combate sobre el terreno y Barack Obama
descarta la posibilidad de una vuelta de las tropas. En su discurso
televisado del viernes pasado el presidente hizo una clara alusión al No
que recibió de Al Maliki sobre el tratado de seguridad: “Estados Unidos
no puede involucrarse simplemente en una acción militar en ausencia de
un plan político de los iraquíes que nos dé seguridad de que están
preparados para trabajar conjuntamente con nosotros”.
“No podemos
repetir la situación anterior, cuando nosotros estábamos allí y
teníamos que cerrar un ojo”, en alusión a las divisiones constantes en
la sociedad y gobierno iraquíes.
Obama, en definitiva, intenta
responsabilizar al Gobierno de Al Maliki y el resto de fuerzas políticas
de no haber aprovechado la ayuda de EEUU y haber ahondado sus
divisiones internas.
En cualquier caso, el presidente
estadounidense se encuentra en una situación extremadamente embarazosa.
Contaba con poder terminar su mandato sin nuevos dolores de cabeza sobre
el tema, pero ahora no puede negar ante el mundo entero el fracaso de
la misma y la situación dramática en la que se encuentra la población de
ese país. Máxime cuando existe un riesgo real de que el conflicto
desborde las fronteras nacionales y afecte de lleno también a Siria,
Turquía e Irán. Más de 80 turcos, la mayoría de ellos empleados del
consulado en Moscú -incluido el propio cónsul- y una treintena de
camioneros, son rehenes de los insurgentes.
Los milicianos del
ISIS entran y salen por las fronteras entre Siria e Irak, reivindicando
que han dado ya con ello el primer gran paso para la eliminación de
fronteras y la instauración de su anhelado califato islámico. Irán, por
su parte, ve cómo los combates del noreste del país, cercanos al
Kurdistán, se libran a decenas de kilómetros de su territorio.
En
su discurso del viernes pasado Obama dijo: “Dada la naturaleza de estos
terroristas, supone eventualmente también una amenaza para los
intereses americanos”. “No enviaremos tropas nuevamente a combatir en
Irak, pero he pedido a mi equipo de seguridad que prepare una serie de
opciones”. El presidente estadounidense aclaró que tomará “varios días”
adoptar una decisión. “Queremos estar seguros de que tenemos datos
precisos sobre la situación que hay allí. Queremos estar seguros de
contar con todos los datos de Inteligencia necesarios para que yo pueda
ordenar acciones, hay que definir los objetivos, que los ataques sean
precisos y que haya garantías de obtener el efecto buscado”.
Irán, en máxima alerta
El
Gobierno del chií Hasan Rohani ha prometido ayuda a su aliado Al
Maliki, pero sabe bien que no puede llevar a cabo una intervención
militar directa de su poderoso ejército en el vecino Irak. Sería el
detonante de una situación que podría envolver en llamas a toda la
región.
Las tropas iraníes están en máxima alerta, como lo están las tropas de otro país vecino, Turquía.
El
general Gassem Suleimani, comandante de la Force Quds de los Guardianes
de la Revolución iraníes y máximo responsable en las operaciones
extraterritoriales, visitó días atrás Bagdad para conocer de primera
mano las previsiones de las fuerzas armadas iraquíes y valorar la ayuda
que pueda prestar Irán, lo que da una idea de la gravedad de la
situación.
La ineficacia de las fuerzas armadas y de seguridad
iraquíes -300 000 hombres adiestrados y armados por EEUU-, y las
deserciones en sus filas, no le permiten garantizar una victoria militar
contra las milicias yihadistas. Por ello el Gobierno ha hecho un
llamamiento a todos los hombres en edad de combatir para “renovar las
fuerzas armadas”.
En apoyo a su llamamiento ha salido el
principal líder chií iraquí, el Gran Ayatolá Ali al-Sistani, quien ha
urgido en la plegaria de los viernes a los chiíes a unirse a la ’yihad’
(guerra santa) para derrotar a los atacantes. Al-Sistani no sólo es
sumamente respetado por la comunidad chií sino incluso por sectores
suníes. Miles de hombres de todas las edades comenzaron a apuntarse como
voluntarios solo una hora después de escuchar su llamamiento.
El
representante de Al Sistani, el jeque Abdul Mehdi al-Karbalaie, aclaró a
los voluntarios que se debían limitar por ahora “a cubrir las bajas
producidas en las fuerzas de seguridad” por muerte o deserción.
Al
Sistani reclamó igualmente a los gobiernos de Irán y EEUU que acudieran
“antes de que sea tarde” en auxilio del Gobierno iraquí.
Se
desconoce cuál es la ayuda concreta que pueda ofrecer finalmente Irán,
y, por parte de EEUU, Obama aparentemente solo contempla la posibilidad
de enviar drones armados y cazabombarderos para atacar las columnas de
milicianos del ISIS que actualmente se desplazan sin casi resistencia
por amplias zonas del enorme terrritorio iraquí.
En manos de los kurdos
Ante
tal situación de emergencia el Gobierno de Al Maliki ha decidido pedir
auxilio a los representantes del estable gobierno autónomo del
Kurdistán, que cuenta con la poderosa fuerza de los ’peshmerga’. Miles
de estos veteranos combatientes kurdos, que cuentan con moderno
armamento semi pesado y pesado, han partido ya para distintas ciudades y
localidades situadas en su frontera con el resto de Irak para
defenderlas de cualquier ataque. Mosul se encuentra a menos de cien
kilómetros de distancia de Erbil, la capital del Kurdistán. Los
’peshmerga’ se han desplegado igualmente fuera de sus fronteras, en
lugares abandonados a su suerte por las tropas gubernamentales, como la
ciudad de Kirkuk, rica en petróleo y que el gobierno kurdo reclama desde
hace años como parte importante del Kurdistán.
La dependencia de
Al Maliki de un aliado semejante en esta coyuntura, el único que por el
momento parece capaz de frenar la ofensiva del ISIS, tendría sin duda
un importante costo posterior político y previsiblemente también
territorial, pero su gobierno no es precisamente el que puede poner
condiciones en este momento. Su margen de maniobra es estrechísimo.
En
momentos como este, en que los soldados han comenzado incluso a
construir trincheras en los límites de la capital -con mayoría de
población suní- y a fortalecer sus defensas ante un posible asalto de
los yihadistas desde tres frentes distintos, Al Maliki ni siquiera ha
conseguido respaldo del Parlamento para declarar el estado de
emergencia.
El fracaso económico, político, militar cosechado por
EEUU en Irak y su impotencia para enfrentar por otras vías una
situación extrema como la actual, le hacen temer una derrota
geoestratégica de aún mayor calado. Esto ha reabierto en el seno de la
Administración Obama y el Pentágono el debate sobre la estrategia a
seguir. Y la vía que parece empezar a tomar cada vez más cuerpo es
tender a la balcanización de Irak, al reconocimiento internacional de la
fragmentación del territorio iraquí en tres zonas independientes
controladas por chiíes, suníes y kurdos. La misma fórmula que en
definitiva parece alentarse para otras situaciones igualmente
incontrolables, como la de Libia y Siria.
Roberto Montoya es miembro del Consejo Asesor de Viento Sur. Su último libro, Drones, la muerte por control remoto (Akal, 2014, colección A Fondo).
Fuente: Rebelion.org
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