Se presentó la décima edición del concurso organizado por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva
Un avión no tripulado y un detector de infecciones, estrellas de Innovar 2014
Más de 240 productos, destacados por su diseño, tecnología y grado de originalidad, se exhibieron en Tecnópolis. Otros inventos sorprendentes: un calefón solar y una silla de ruedas que se convierte en scooter.
por Gustavo Sarmiento
Un avión no tripulado y un detector de infecciones, estrellas de Innovar 2014
Más de 240 productos, destacados por su diseño, tecnología y grado de originalidad, se exhibieron en Tecnópolis. Otros inventos sorprendentes: un calefón solar y una silla de ruedas que se convierte en scooter.
por Gustavo Sarmiento
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| Chimango 650 - Con 6,50 metros de largo, es el vehículo aéreo no tripulado más grande del país. Lo presentaron los marplatenses Romina Dorso y Andrés Ferrin. |
Transporte, instrumentos para medicina y también inventos surgidos como trabajos universitarios son algunas de las ramas preponderantes de Innovar 2014, la décima edición de esta muestra que exhibió más de 240 productos que se destacan por su diseño, tecnología y grado de originalidad, en el Predio Ferial de Tecnópolis.
"Este es el avión no tripulado más largo de la Argentina", enfatizan Andrés Ferrin y Romina Dorso, de AeroDyca, mientras señalan con cierto orgullo al UAV (Vehículo Aéreo No Tripulado) Chimango 650, ubicado en el centro del galpón; y por sus 6,50 metros de largo, una de las figuritas de la exposición. Ellos, marplatenses, están en el negocio de los aviones no tripulados desde 2000, pero hace tres años se pusieron a desarrollar este avión, que puede transmitir video en vivo con dos cámaras (en la trompa y en la cola), transportar 40 kilogramos usando 30 litros de combustible y alcanzando velocidades de hasta 200 km/h. "Es cien por ciento fabricación nacional y ya está operativo –remarcan–. Lo probamos en el Club de Planeadores de Mar del Plata." Se maneja de forma remota o con coordenadas automatizadas. Y ahora buscan posibles inversores para llegar a fabricar hasta diez en un año, o ser uno de los ganadores de los premios que repartirá el Ministerio de Ciencia y Tecnología y que entre todos suman un millón de pesos. Los posibles usos son variados: desde el monitoreo de la frontera (tiene ocho horas de autonomía y capacidad de operar en un rango de cien kilómetros) hasta para el agro, empresas petroleras o gaseoductos, e incluso las Fuerzas Armadas, que ya les han contratado otros aviones anteriormente.
Este año son nueve las categorías, vinculadas a la identificación de sectores socioproductivos estratégicos enunciados en el Plan Argentina Innovadora 2020: agroindustria, alimentos, equipamiento médico, tecnología para la discapacidad, energía, fitomedicina, producto innovador, investigación aplicada e innovación en la universidad. En esta última, la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (FADU) de la UBA prevalece, con una decena de iniciativas. Es el caso de ECUS, un scooter eléctrico destinado a personas que necesitan transportar carga en contextos urbanos: plomeros, electricistas, cadetes. El detalle está en que la carga la lleva en el medio del vehículo, "dándole más estabilidad". La persona maneja más atrás.
También está TRIP, que "brinda movilidad y autonomía a personas en sillas de ruedas", que permite a la persona manejarse sola en un scooter, con manubrio, eléctrico, pero sin embrague ni cambios, con capacidad para hacer diez kilómetros. Una vez en casa, se despega de la parte delantera a través de un caño con abrazaderas y queda como silla de ruedas.
Históricamente, la salud fue uno de los ámbitos más productivos en Innovar. El año pasado sobresalieron la vacuna contra el cáncer de pulmón y el primer ecógrafo de Latinoamérica. En esta edición está Virest, un compuesto ya patentado por un grupo del CONICET y de Virología de la UBA, que mediante una variación química molecular permite tratar la conjuntivitis. Concentra antiviral y antiinflamatorio, sin los efectos adversos de los corticoides. También hay un aparato de detección de venas con luz infrarroja, diseñado por estudiantes de la Universidad Nacional de Córdoba, para pacientes de diálisis o quimioterapia intravenosa.
Y el consorcio Nanopoc, formado por el INTI, la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) y otras tres empresas, presentó una de las mayores innovaciones que mezcla química, diseño industrial, nanotecnología y software. Es un dispositivo portátil que permite en forma rápida la detección de enfermedades infecciosas con apenas una gota de sangre. Armaron una tabla con ocho celdas, que contienen el resultado de la interacción de la sangre con antígenos en cubículos magnetizados. Se coloca la tableta en el dispositivo y, a través de una aplicación del celular, consigue saber en segundos si lo depositado en cada celda tiene una infección. "La idea es llevarlo al monte santiagueño. Con un simple pinchacito ya está. También está la posibilidad de trabajar con el Hospital Central de Chaco, en pocos meses", contó Diego Comerci, de la UNSAM.
Ya lo probaron con Chagas, aftosa y brucelosis, pero puede funcionar con otras infecciosas. Resaltaron la importancia de la detección temprana, por ejemplo, con el síndrome urémico hemolítico, que en el país es la primera causa de insuficiencia renal en menores de 5 años y, no detectada a tiempo, puede dejar secuelas de por vida, como hipertensión arterial y alteraciones neurológicas. «
Kit para detectar arsénico en el agua
SensAr es un proyecto auténticamente interdisciplinario. Por un lado, Alejandro Nadra y su equipo de biólogos de Ciencias Exactas (UBA) y el CONICET idearon un proceso por el cual podían modificar bacterias genéticamente para que, en presencia de varios contaminantes, en este caso arsénico, cambien de color. Así determinan el nivel de contaminante presente en el agua, "teniendo en cuenta que 4 millones de personas en la Argentina toman agua con arsénico, y la mayoría no lo sabe".
Pero faltaba la pata práctica, llevarlo a un producto físico "tangible, fabricable y descartable". Así se contactaron con Adrián Teijeira y sus compañeros de Diseño Industrial de la FADU, y salió el kit SensAr, biosensor de arsénico en agua que contiene las bacterias auxotrofas para un aminoácido que, en presencia del contaminante, genera un color rojo. Se coloca en una pipeta agua de la canilla, en el otro extremo el agua destilada que viene en el kit, y a las 12 horas se sabe si contiene o no arsénico. Tuvieron contactos para poder iniciar la fabricación en serie, pero siguen expectantes. Cada kit costaría 25 pesos.
Calefón a puro sol
En la ciudad cordobesa de Unquillo no hay gas natural y los problemas con las garrafas suelen ser recurrentes. Julia Tügel, profesora de física en secundaria y universidad, y que ya venía de crear años atrás la cocina solar para familias necesitadas de la escuela IPEM 23, decidió comenzar la elaboración de un calefón solar.
Ayer mostró una maqueta. Claro, es difícil transportar un aparato de 1,80 por 2,50 metros que almacena 386 litros. Son tres tanques de casi 133 litros. En realidad tubos negros, para que se conserve la radiación. Se calientan por efecto invernadero, a través de un vidrio y espejos. Cuando llega la noche, o los días nublados, se cierran automáticamente dos tapas que protegen el vidrio. Dos días aguanta el aparato con la tapa puesta. Si bien la temperatura promedio es de 40º, ningún tubo mantiene la misma temperatura. El de más abajo es de unos 38ºC, por ahí entra el agua de red, el del medio asciende a 47ºC, y después el de más arriba a 54ºC, y de ahí a la ducha. Así evita mezclas con agua fría durante la extracción. Julia aguarda recibir un premio para arrancar a invertir en una producción numerosa. Unquillo la espera.
Una camilla inteligente para cuidar al paciente
"Como casi siempre, la innovación nace de una necesidad", dice Alejandro Suvire, médico general de Mendoza. Cuando atendía en la guardia, seis años atrás, llegó un chico que hacía delivery y que en un choque se rompió tibia y peroné. Lo sacaron de la moto a la camilla, de ahí a la ambulancia, a la guardia, a rayos y a la pieza. Terminó con hemiplejía por pinzamiento cervical. Alejandro pensó entonces en la necesidad de una camilla que no generara nuevas lesiones o agravara las ya existentes; y que además no demandara contacto entre el camillero y el afectado. "No hay ningún dispositivo en el mundo que sirva para trasladar a una persona sin tocarla. Por ejemplo, ahora, con el ébola, la mayor cantidad de contagios se da de esa forma. Esto lo evita." Así nació la "camilla inteligente", de metal, basada en cinco tablas o varas, que se colocan por debajo del cuerpo acostado en cinco puntos clave anatómicos: cuello, dorsal, lumbar, rodilla y talón. Luego se anexa al contorno por hendijas metalizadas y se levanta sin que el paciente sufra el movimiento, como comprobó ayer el público. Suvire trabaja en el proyecto junto a la OPS y fue galardonado por Unicef.
Fuente: tiempo.infonews.com



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