El tren de los pueblos viene marchando
Un invento argentino, el “tecnotren”, propone una alternativa económica para comunicar poblaciones aisladas por donde alguna vez pasó un tren. La Plata y Entre Ríos ya lo tienen.
Por Gustavo Moure
Un invento argentino, el “tecnotren”, propone una alternativa económica para comunicar poblaciones aisladas por donde alguna vez pasó un tren. La Plata y Entre Ríos ya lo tienen.
Por Gustavo Moure

General Mansilla es un pueblo lechero de la provincia de Buenos Aires, pero no se moleste en buscarlo en la guía. Sus habitantes se han encargado de llamarlo Bartolomé Bavio, y ahí sí, aunque los papeles digan lo contrario, hasta el ferrocarril concedió esa identidad a su vieja estación de tren.
Como en tantos otros pueblos, Bavio concentraba su actividad en torno a la estación, y aún hoy lo sigue haciendo, aunque el “tren lechero” sea sólo un recuerdo. El Plan de restructuración ferroviaria, lanzado por la dictadura militar para cerrar decenas de ramales en todo el país, alcanzó también como una daga al ramal La Plata–Pipinas, y los habitantes de Bavio vieron cómo se perdía entre los pastizales el último tren rumbo a La Plata en 1978.
Pero los pobladores de Bavio no pudieron hacer el duelo y comenzaron a organizarse para cuidar y pintar la estación, procurar que nadie levantara las vías, y mantener intactas las señales, con la esperanza de que el tren volviera. La señal llegó de la mano de Jorge Beritich, un hombre que se las ingenió para crear un prototipo de fibra de vidrio y plástico, con un motor de Fiat Duna, capaz de circular −por su peso− por cualquier ramal abandonado de la Argentina.
Beritich eligió al pueblo por su afán en conseguir el regreso del tren: después de 30 años, sus pobladores vieron ingresar una formación pequeña pintada de verde manzana, que poco tenía que ver con aquellas General Motors aceitosas y la inconfundible leyenda en forma de rayo: “Ferrocarriles argentinos”. Bavio lo celebró con una fiesta, a pesar de que no se trataba de la soñada reactivación, sino de las pruebas del prototipo. Años después de aquel valioso ensayo, el “tecnotren”, como se lo conoce popularmente, funciona en las afueras de La Plata y en Entre Ríos, mientras que muchos proyectos de reactivación lo tienen en la mira en varias provincias.
El sueño de don Jorge
Contradictorio quizá, pero el invento del tecnotren no nació de un ferroviario: Jorge Beritich, su mentor, era en realidad carrocero. El hombre falleció al poco tiempo, pero la semilla ya estaba plantada: Tecnoporte, la pequeña empresa donde se fabrica el tecnotren en General Pacheco, al norte de la provincia de Buenos Aires, continuó fabricando el trencito.
Por suerte, el viejo Beritich encontró un sucesor en Ricardo Pistone, actual jefe de producción de Tecnoporte: “Jorge nunca pudo digerir el desperdicio que significan los ramales en desuso y los pueblos que se vuelven fantasmas. Así empezó a fabricar a prueba y error un prototipo, hasta que salió el tecnotren. El tenía mucha experiencia como fabricante de carrocerías, y se dio cuenta de que un diseño liviano podría circular sin problemas por las vías abandonadas”.
El tecnotren tiene un valor de mercado de 700 mil dólares por cada una unidad con aire acondicionado. El valor, por dar alguna referencia, supone poco más de la mitad de lo que le costó al Estado Nacional la compra de cada vagón a China para la reactivación del Ferrocarril Sarmiento; y tiene la particularidad de fabricarse casi en un ciento por ciento con materias primas nacionales.
El tecnotren cuenta con un motor Fiat Duna 1.7 diesel que consume apenas 16 litros de gasoil cada 100 km, y mecánica Mercedes Benz. La tracción se hizo con cadenas de cosechadoras que se usan en el campo. Según Ricardo, “todo está pensado para que cualquier mecánico de pueblo pueda arreglarlo y para que los repuestos se consigan en cualquier lado”.
El “tecno” es un vehículo bidireccional y autónomo, por lo que no requiere ni de locomotora, ni de sistema eléctrico. Al ser traccionado por un motor de automóvil, no puede arrastrar más de tres vagones, que transportan 150 pasajeros en total a una velocidad de entre 30 y 40 km por hora, por lo que no es apto para ciudades densamente pobladas, pero sí para capitales de provincia, pueblos y recorridos cortos.

Derechito a la facultad
Desde su creación, el tecnotren ha cosechado sus mejores resultados en la periferia de la ciudad de La Plata. Comenzó a implementarse en marzo de 2013 uniendo la terminal del Ferrocarril Roca con la estación Policlínico, donde funciona el histórico Hospital San Martín. La particularidad del recorrido platense está en el público universitario que lo utiliza, ya que el tren atraviesa las facultades de periodismo, informática, arquitectura, medicina y ciencias naturales, con 13 servicios diarios en ambos sentidos.
Roberto Saavedra es un ferroviario de pura cepa, con más de 30 años en la línea Roca: “Vengo de varias generaciones de ferroviarios y también mis hijos siguieron nuestro camino. Creo que este tren es una muy buena idea, y a juzgar por la demanda, es un éxito”. El universitario transporta entre 1.700 y 1.800 pasajeros por día.
El otro lugar donde lleva una implementación sostenida es en Entre Ríos: el tren parte de la ciudad de Paraná hacia los pueblos de Oro Verde y Colonia Avellaneda. Oro Verde tiene 4.333 habitantes y Colonia Avellaneda 3.084, y en estaciones como Tezanos Pinto y Villa Fontana viven 319 y 219 habitantes, según el último censo. El viaje cuesta un peso. Al principio lo operaba la provincia, pero desde 2013 lo hace el Estado Nacional.
Santiago del Estero también se sumará a la movida. El tecnotren comenzará a funcionar en 2015 bajo el nombre de “Tren del Desarrollo”. En este caso, no sólo se aprovechará parte del antiguo ramal del Ferrocarril Mitre, hoy en desuso, sino que se construirán además nuevos tramos del tendido en forma elevada, porque el objetivo aquí es turístico. El recorrido tiene como principal atractivo el paso por el emblemático Puente Negro a través del Río Dulce.
Hoy, según el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, hay más de 4.000 pueblos en la Argentina con menos de 3.000 habitantes y en franca desaparición. Como el colectivo quizás, este noble invento argentino busca otra vez acercar la gente a la gente, los pueblos a los pueblos, y vaya si es buena noticia.
¿Tecno vs. ferrocarril?
El tecnotren es criticado por lento e incluso por no tener la estética de los trenes tradicionales, pero la discusión pasa por otro lado. El peso con cincuenta que vale un boleto, alcanza para pagarle al personal, el combustible y arreglar el tren, y no se requiere de ningún conocimiento experto para su funcionamiento, que además se nutre con repuestos nacionales. Su consumo de 16 litros cada 100 km (contra los 180 del tren convencional), lo hace rentable en donde el ferrocarril no llega, mientras que su única exigencia es que las vías estén limpias y alineadas.
Fuente: rumbosdigital.com


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