28 de mayo de 1991, el día negro de la historia espacial argentina
Por Pablo Alvarez, ArgentinaEnElEspacio
Por Pablo Alvarez, ArgentinaEnElEspacio
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El ex presidente Menem brinda con el entonces embajador de Estados Unidos Terence Todman. |
“Art. 8.- Derógase el Decreto N. 1.164 del 28 de enero de 1960, y disuélvase la Comisión Nacional de Investigaciones Espaciales (CNIE), disponiéndose que todos los elementos, partes y componentes del misil Cóndor II, en todas sus versiones y etapas de desarrollo, que existan a la fecha, serán desactivados, desmantelados, reconvertidos y/o inutilizados según sus posibilidades de uso en aplicaciones y destinos pacíficos, de manera de efectivizar en forma fehaciente y definitiva la cancelación completa e irreversible del proyecto respectivo, transfiriéndose el personal científico, instalaciones y materiales involucrados a la nueva COMISION NACIONAL DE ACTIVIDADES ESPACIALES, (CONAE).”
Así rezaba el artículo 8 del decreto nacional N° 995/91 del 28 de mayo de 1991, firmado por el entonces presidente de la nación Carlos Saúl Menem y sus ministros Cavallo, González y Di Tella, decreto que sepultaba y ponía la lápida al desarrollo de la cohetería en Argentina. Mediante la firma del mismo se arrojaban por la borda más de 30 años de investigación y desarrollo en materia de vectores y se condenaba al país a renunciar al dominio de dicha tecnología, iniciándose de esta manera un periodo de inactividad que duraría más de dos décadas. Transcurridos ya 24 años de aquél acto de entreguismo y traición a La Patria llevado a cabo por el gobierno neoliberal menemista, ArgentinaEnElEspacio recuerda el acontecimiento mediante una nota de opinión titulada “28 de mayo de 1991, el día negro de la historia espacial argentina”.
Aun hoy, existen quienes argumentan que la cancelación del proyecto Cóndor fue conveniente para nuestro país, ya que a cambio de desmantelar el mismo -sostienen-, el país se vio beneficiado recibiendo asistencia de Estados Unidos para encarar la fabricación de pequeños satélites. Por tal motivo –argumentan quienes defienden esa línea de pensamiento-, no se debe juzgar la cancelación del Cóndor como un hecho negativo. Ante un argumento tan falaz como éste, es necesario traer a consideración algunas cuestiones que nos permitan tener una verdadera dimensión de lo que realmente se cocinaba mediante el decreto 995/91.
Una segunda línea argumentativa considera que la cancelación del proyecto fue una decisión acertada por cuanto el país resultaría severamente perjudicado -a causa de sanciones derivadas de un contexto político internacional muy desfavorable- en caso de haber continuado con el desarrollo de un misil balístico como era el Cóndor II. Parte de esta línea de pensamiento, esto es, la no necesidad de un misil balístico, es materia factible de ser debatida –dada su complejidad, dicho debate escapa al dominio de esta nota de opinión-, mas no así el abandono y la cancelación lisa y llana del proyecto.
El decreto 995/91 creaba asimismo la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE), ente del ámbito civil que tomaría de allí en más las riendas del desarrollo de la actividad espacial. En aquel momento, disponer el traslado de la actividad espacial del ámbito militar al civil podía considerarse una medida acertada y necesaria, debido a la coyuntura política y socioeconómica de la Argentina de principios de los 90. Ahora bien, TRASLADAR, RECONVERTIR y CONTINUAR son términos muy diferentes a los de CANCELAR y ABANDONAR. En cierta forma, la creación de la CONAE era una maniobra del gobierno menemista que intentaba apaciguar la humillación a la que se sometió a los técnicos y científicos -y el país todo-, que dedicaron sus vidas a la investigación y el desarrollo de la actividad espacial: “tratemos de que no se note”, como reza el dicho popular.
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Dibujo del misil Condor II. Imagen: Grupo ARTRAX. |
Asimismo, el gobierno creaba la CONAE con la plena conciencia de saber que nunca le asignaría a ésta un presupuesto acorde a la tarea que se le encomendada. El país contaría de allí en más con una agencia espacial con proyectos e ideas, pero imposibles de ser materializados a causa de la carencia de recursos financieros. Así las cosas, con mucho ingenio y trabajo CONAE logró proyectar un minúsculo programa espacial factible de ser materializado con los escasos recursos que tenía asignados.
Debieron de sucederse gobiernos y transcurrir varios años para que se reconociera la importancia que la actividad espacial merece, y para que se la jerarquice como una actividad de fundamental importancia para el desarrollo socioeconómico del país. El 24 de mayo de 2005 mediante la firma del decreto 532/2005 se declaró “...al desarrollo de la actividad espacial como política de estado y de prioridad nacional”. Debieron de transcurrir 14 años luego de la cancelación del Cóndor para que un gobierno se dignara a reconocer el carácter estratégico del desarrollo espacial.
El decreto 532/2005 vino a hacer justicia allí donde no la había. Y más aún: el gobierno del entonces presidente Néstor Kirchner no se quedó en el mero formalismo de la sanción del decreto, sino que acompañó la medida con la asignación de partidas presupuestarias crecientes y acordes a la tarea encomendada a la agencia espacial, de manera que ésta pudiera materializar sus más ambiciosos proyectos –el Tronador entre ellos- que desde hacía años dormían archivados a la espera de tiempos de mayor ventura.
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El Cóndor II en Aeropac S.A, prov. de Mendoza. Foto: Aeropac. |
El Proyecto Cóndor había alcanzado un importante grado de desarrollo para el año 1991. Tras años de arduo trabajo, el vector Cóndor II, de 10 metros de altura y 80 cm de diámetro, se hallaba casi listo para poder realizar su primer lanzamiento. El mismo poseía sistema de navegación y control, y contaba con tecnología de tobera basculante. Más de 800 personas trabajaban en el proyecto, en el cual el país había invertido alrededor de 500 millones de dólares -en la construcción de facilidades, formación del personal, y en tareas de investigación y desarrollo-. Todo esto se entregó a cambio de que la agencia espacial estadounidense (NASA) “nos enseñara” a hacer algo que ya sabíamos hacer: pequeños satélites. Un gran negocio sin dudas -para los americanos, claro está-.
Así las cosas, la empresa INVAP recibió con posterioridad a la cancelación del Cóndor asistencia de la NASA para encarar la construcción de los citados satélites, y, hay que repetirlo, aunque beneficioso para INVAP -hecho que no puede negarse-, no era algo que no se pudiera hacer localmente. Más aun, era algo que ya se estaba haciendo en el país. Fue precisamente un grupo de ingenieros del proyecto Cóndor – vaya ironía- quienes diseñaron y construyeron -contando con un magro presupuesto aportado por el gobierno provincial de Córdoba-, el satélite Musat-1 Víctor lanzado al espacio en agosto de 1996. El Víctor no era el primer satélite argentino, pero si el primero en ser diseñado y construido en el país. Lo que pudieran haber hecho estos mismos ingenieros de haber contado con recursos adecuados nadie puede asegurarlo, pero no es difícil de imaginar.
Así las cosas, la empresa INVAP recibió con posterioridad a la cancelación del Cóndor asistencia de la NASA para encarar la construcción de los citados satélites, y, hay que repetirlo, aunque beneficioso para INVAP -hecho que no puede negarse-, no era algo que no se pudiera hacer localmente. Más aun, era algo que ya se estaba haciendo en el país. Fue precisamente un grupo de ingenieros del proyecto Cóndor – vaya ironía- quienes diseñaron y construyeron -contando con un magro presupuesto aportado por el gobierno provincial de Córdoba-, el satélite Musat-1 Víctor lanzado al espacio en agosto de 1996. El Víctor no era el primer satélite argentino, pero si el primero en ser diseñado y construido en el país. Lo que pudieran haber hecho estos mismos ingenieros de haber contado con recursos adecuados nadie puede asegurarlo, pero no es difícil de imaginar.
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Preparación del Cóndor para su primer lanzamiento. Foto: www.matchtres.com. |
Haber entregado el citado grado de desarrollo tecnológico a cambio de algo tan menor -en comparación- como fue lo citada asistencia de la NASA no admite justificación alguna. En contraposición a semejante acto de entrega el país podría haber negociado la reconversión del Cóndor en un inyector satelital basado en el uso de combustible líquido -propulsante éste no adecuado para ser utilizado con fines bélicos-, si lo que realmente preocupaba a la administración americana era el desarrollo de un misil con fines bélicos por parte de una nación por ellos considerada "no confiable".
Más aun, a cambio de la cancelación del misil el país debió haber exigido –o “negociado” para expresarlo de manera políticamente correcta-, la transferencia de tecnología de combustible líquido con el fin de reemplazar la de propulsante sólido que desde el país del norte se “pedía” discontinuar. En suma, cambiar un Ferrari por un Lamborghini, y no por una bicicleta como finalmente sucedió. Claro está que para que eso sucediera hacía falta un gobierno con espíritu nacionalista, y no uno entreguista como lo era el de Carlos Menem.
Existe un conocido dicho que reza que los países que no tienen memoria de los errores cometidos en el pasado corren el riesgo de volver a repetirlos. Por eso, hoy, exactamente a 24 años de aquel día nefasto para nuestro país, quienes hacemos ArgentinaEnElEspacio deseamos recordar aquel lamentable acontecimiento, de manera que el futuro no nos encuentre nuevamente derrotados, y principalmente para que el país logre de una buena vez alcanzar la soberanía en materia espacial, algo que debió haber sucedido hace ya más de 20 años.
Fuente: argentinaenelespacio.blogspot.com.ar
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