domingo, 28 de junio de 2015

Los días de heladas se reducirán y aumentarán las noches tropicales
El dato surge del informe final para la Tercera Comunicación Nacional Sobre Cambio Climático, que se presentó esta semana en Mendoza y que elevará la Argentina a las Naciones Unidas en ‘París 2015’.

por Sandra Conte




En unos 25 años se espera que en Mendoza -también en Jujuy, Salta, Catamarca, La Rioja y San Juan- haya en promedio, como consecuencia del calentamiento global, entre 10 y 25 días menos de helada al año y alrededor de 10 jornadas anuales más en las que las mínimas estén por encima de 20°.

También se prevé que las temperaturas mínimas y máximas se incrementen entre 1 y 2°, y que aumente de 25 a 40 el número de días en que se produzcan olas de calor.

Este escenario para el futuro cercano (2039) en la región fue incluido en un informe final del Proyecto Tercera Comunicación Nacional Sobre Cambio Climático.

Los resultados de la provincia se presentaron la semana pasada y el martes se expondrán los nacionales. Asimismo, serán mostrados en París, entre el 30 de noviembre y el 11 de diciembre, en la 21° Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2015.

De 1960 a 2010

El capítulo sobre el cambio climático en la ‘región Andes’ parte de un análisis de datos de temperaturas y precipitaciones -lluvias y nevadas- entre 1960 y 2010. Durante este período, la temperatura media anual aumentó en toda la zona andina, pero muy fuertemente en el área metropolitana de Mendoza, donde el incremento fue superior a 1º.

Esta suba fue más marcada en la mínima -que trepó 1,5° en el oasis norte de la provincia- que en la máxima. Como consecuencia, hubo menos días con heladas.

Si bien se observa que las precipitaciones aumentaron, lo más significativo es un cambio en el régimen de precipitación. Esto es, hubo una tendencia a que la lluvia se acumule en pocos días y a que se extienda el número de jornadas secas al año, con lo que se acentúa la diferencia entre la estación lluviosa (verano-otoño) y la seca (invierno-primavera). Asimismo, aumentó la cantidad de agua caída durante eventos extremos.

Un estudio -se hizo investigación específica, pero también se tomaron trabajos de investigación previos- muestra que en Mendoza, entre 1950 y 1960, la base de los glaciares (la altura en la que se encuentran las masas de hielo) subió 300 metros. Si bien esto indica algo conocido, que el ambiente en alta montaña es más cálido, la proyección apunta a que estos valores se duplicarán entre mediados y fines de siglo.

De 2015 a 2039

A partir de este diagnóstico elaborado por el Centro de Investigaciones del Mar y la Atmósfera (CI MA), se trabajó con diversos modelos de predicción del clima para plantear posibles estados futuros.

El estudio compara tres escenarios: uno de extremo calentamiento, al que se llegaría si no se controlan las emisiones globales de gases de efecto invernadero; otro de emisiones moderadas, y un tercero, intermedio de los dos anteriores.

Para lo que se denomina el futuro cercano, hasta 2039, los escenarios coinciden en que las heladas se reducirían (entre 10 y 25 días al año) y tenderían a desaparecer, sobre todo en las zonas no muy elevadas.

Las temperaturas máximas y mínimas aumentarían de 1 a 2°, como también el porcentaje de días con máximas extremas -entre 10 y 20%- y el número de jornadas con olas de calor (de 25 a 40 días más al año). Asimismo, habría unas 10 noches tropicales adicionales, que es cuando la mínima está por encima de 20°.

Estos datos se explican porque la zona andina presenta una mayor vulnerabilidad ante el calentamiento global, ya que los continentes se calientan más rápido que los océanos.

Además de la lejanía de la costa, las provincias de la región están rodeadas por montañas, por lo que el mayor ingreso de aire proviene del sur, principalmente asociado con el pasaje de frentes fríos. Como se especula que este ingreso sería cada vez más esporádico, la situación se agravaría.

De hecho, en el horizonte de fin de siglo, si bien los modelos presentan menos coincidencias, la mínima extrema del año podía llegar a aumentar en 5° y la máxima en 7°, habría 60% más de días con temperaturas extremas y hasta 200 días adicionales con olas de calor.

Si se tiene en cuenta que las máximas extremas ya se ubican entre 35 y 42°, de concretarse este escenario, muchas localidades andinas “tendrían serias limitaciones para las actividades al aire libre y para la vida en general”, advierte el estudio.





Mitigación y adaptación

Estos escenarios dependen del nivel global de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), y por eso, advierte Diego Araneo, investigador del Ianigla que participó en la elaboración del informe, la reducción a nivel local no impacta en los efectos del cambio climático en la región. De ahí la necesidad de un acuerdo entre todos los países.

José Pozzoli, coordinador de la Agencia de Cambio Climático, que depende del Ministerio de Tierras, Ambiente y Recursos Naturales, ilustró que toda América Latina emite la quinta parte de los GEI que Estados Unidos. Por eso, los esfuerzos locales apuntan a las medidas de adaptación a los efectos esperados de ese cambio.

Con financiamiento del BID, detalló Pozzoli, se están instalando ocho nuevas estaciones hidro-níveo-meteorológicas en el Cordón del Plata, para que el Ianigla cuente con más datos e Irrigación reciba información en tiempo real para administrar de modo más eficiente el agua para riego. También, de modo de estar preparados para el incremento previsto de lluvias torrenciales y aludes en alta montaña (como ocurrió a principios de 2013).

Otra de las medidas, ya que se esperan más lluvias, pero menos nevadas -y con ello menos escurrimiento a los ríos-, es la construcción de reservorios a la vera de los cauces principales.

La prueba piloto se está desarrollando en Rufino Ortega (Maipú). Además de almacenar el agua que caiga, se cambiará el modo de administrar el recurso para pasar de un sistema por turno a otro por demanda, con la incorporación de tecnología accesible para mejorar la eficiencia.

Asimismo, como experiencia de las posibilidades de producción en las zonas no irrigadas -más del 95% del territorio provincial-, en conjunto con el Iadiza (Instituto Argentino de Investigaciones de las Zonas Áridas), está en ejecución un proyecto de fortalecimiento comunitario en Lavalle.

El objetivo es que los pobladores puedan comercializar leche de cabra y sus derivados, como también que cultiven alfalfa para la crianza del ganado caprino.

Sin embargo, también hay propuestas que tienen como objetivo reducir el consumo de agua y energía, como también la emisión de GEI: la medición de la huella de carbono en la vitivinicultura, la generación de biogás a partir de residuos en Las Heras, el subsidio a pequeñas y medianas empresas para una producción más limpia, y la figura del pequeño generador para favorecer la captación domiciliaria de energía solar y su venta a las distribuidoras.

La tarea de predicción

Diego Araneo, doctor en Ciencias de la Atmósfera y los Océanos del Ianigla (Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales), explicó que existen unos 40 modelos matemáticos que se emplean en todo el mundo para obtener perspectivas del clima futuro. Se basan en ecuaciones que representan los procesos físicos en la atmósfera y cómo interactúan con el suelo, el océano, la criosfera, etc.

Para intentar predecir estados de la atmósfera a futuro, se incorporan al modelo de pronóstico los datos que se obtienen de las estaciones de observación y los sensores remotos (como los que llevan los satélites). Las ecuaciones van permitiendo predecir el valor de ciertas variables en pequeños pasos de tiempo, cada uno de los cuales se toma como condición inicial del siguiente, hasta llegar a largos períodos temporales.

De todos modos, advirtió Araneo, si las condiciones iniciales difieren un poco, los resultados a futuro suelen ser muy distintos. Por este motivo, se toman varios cálculos y se hace un ensamble o promedio de los datos finales.

A su vez, los distintos modelos también llegan a resultados diferentes, por lo que para hacer las predicciones de cada región se eligen los que mejor representan el clima del lugar y los que además arriban a escenarios semejantes.

Compromiso internacional

En 1994, la Argentina ratificó la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático y asumió una serie de obligaciones. Entre ellas, la de informar sobre su inventario nacional de gases de efecto invernadero y los programas que contengan medidas para mitigar y facilitar la adecuada adaptación al cambio climático. Esto está incluido en la elaboración y presentación de una comunicación nacional.

La primera comunicación argentina fue presentada en 1997 (en 1999 se elevó una visión revisada de ella) y la segunda en 2007. Ésta es la Tercera Comunicación Nacional elaborada por la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable, a través de la Dirección de Cambio Climático, y será presentada ante la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático a fines de 2015. 
Fuente: Los Andes Online

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