sábado, 27 de junio de 2015

Viernes de terror por los ataques jihadistas
Tres atentados en el mismo día y en tres continentes: una decapitación en Francia, una masacre de turistas extranjeros en Túnez y el asalto a una mezquita chiíta en Kuwait. El “gran enemigo” de los tiempos de Bush se reencarnó con una eficacia letal.

Por Eduardo Febbro 
Un hilo de sangre de origen jihadista dejó su primera huella en Francia, se expandió en Túnez y terminó en Kuwait. Europa, el Mediterráneo, el Golfo Pérsico, en total, la jornada de viernes dejó un saldo de 63 muertos. El horror irrumpió durante la mañana en la localidad de Saint-Quentin-Fallavier, cerca de la ciudad de Lyon. Yassin Salhi, un hombre de 35 años, señalado por su inclinación a la radicalización islamista, ingresó en la empresa transportadora de gas donde trabajaba, Air Products, y decapitó al gerente. El atacante habría también intentado hacer explotar el auto con el cual accedió al establecimiento. Otras tres personas resultaron heridas durante este operativo al que el presidente francés, François Hollande, calificó de “ataque de naturaleza terrorista”. Dentro de la empresa, las autoridades encontraron banderas islamistas y, sobre el cuerpo de la víctima, una serie de inscripciones aún no reveladas.

Las circunstancias completas de lo que, por ahora, parece ser un acto solitario, no se conocen totalmente. Yassin Salhi fue detenido de inmediato por un bombero. Según reveló el ministro francés de Interior, Bernard Cazeneuve, el supuesto terrorista había sido fichado y catalogado en 2006 con la mención “S”, es decir, proclive a la radicalización. La mención “S” desapareció de su legajo a pesar de que, en 2011, se lo vinculó con los círculos salafistas de la región de Lyon. Por esta razón, Yassin Salhi fue objeto de vigilancia entre 2011 y 2014. Según el diario L’Est Républicain, el individuo se habría radicalizado tras entrar en relación con un predicador híper virulento de la mezquita de Pontarlier, en la región de Doubs. El ministro del Interior precisó no obstante que el hombre “no era conocido por mantener lazos con actores terroristas”. En la localidad de Saint-Priest, donde vivía el agresor, nadie puede creer que ese vecino “sin historias, amable y con hijos muy educados”, haya podido cometer un acto semejante. Hasta ahora hay cuatro personas detenidas: Yassin Salhi, su esposa, su hermana y una persona más sobre la cual no se ha suministrado información.

Después de Francia, el horror eligió el Mediterráneo como región y Túnez como objetivo. El único país que después de las revueltas árabes de 2011 logró construir una alternativa democrática fue atacado por segunda vez en lo que va del año. El pasado 18 de marzo, un operativo contra el Museo Bardo, situado en la capital, terminó con la muerte de 21 turistas. Ayer, 26 de julio, a las 11 de la mañana, un individuo abrió fuego contra los huéspedes de dos hoteles ubicados en la región de Susa, junto al puerto de El-Kantaui. Treinta y siete personas, entre ellas varios turistas alemanes, belgas y noruegos, resultaron muertas y hay decenas de heridos. Uno de los hoteles, el Imperial Marhaba, pertenece al grupo español Riu. La información de que se dispone es muy imprecisa. Las agencias de prensa hablan de un comando de tres individuos que desembarcó en la playa antes de abrir fuego. Uno de ellos, el asaltante, murió en el tiroteo mientras que otros dos sospechosos fueron detenidos. El principal protagonista no estaba señalado por los servicios de seguridad. Se trataría de un estudiante oriundo de la región de Kariouan, una de las ciudades santas del Islam, ubicada en el centro del país, que escapó a los radares de los servicios secretos.

Para Túnez es una catástrofe y un golpe mortal al turismo, un sector del que depende la economía tunecina y ya muy afectado por el atentado de marzo pasado. En 2011, el derrocamiento popular del dictador Zine Al Abidine Ben Ali, que dio lugar a las demás revueltas árabes, abrió un período de esperanzas. Túnez fue la única nación de las que se sublevaron contra sus dictaduras que logró salir airosa de la Primavera Arabe. Después de un período de inestabilidad, el país organizó elecciones libres donde participaron todos los grupos políticos y las tendencias confesionales. Túnez se convirtió en un modelo de reconstrucción democrática para todo el mundo árabe. En diciembre de 2014, Túnez eligió al laico Béji Caïd Essebsi como presidente de la república. El jefe del Estado incluyó en su gobierno al movimiento islamista moderado Ennahda y el modelo mostró signos de mucha eficacia y tolerancia mutua. Pero el terrorismo lo sentenció. En los últimos cuatro años este país perdió casi el 50 por ciento del turismo –21 por ciento de enero a junio de este año con un pico de menos 62 por ciento de turistas franceses–. El presidente tunecino dijo ayer que Túnez no podía luchar sola contra el terrorismo e interpeló a la comunidad internacional para que se adoptara una “estrategia global”. “Estamos ante un movimiento internacional. Túnez no puede enfrentar solo a los jihadistas. El mismo día, a la misma hora, Francia fue blanco de una acción paralela. Y Kuwait, también. Esa es la prueba de que necesitamos una estrategia global, donde todos los países democráticos unamos nuestras fuerzas.” Túnez tiene, además, otro problema, representado por un núcleo muy duro de islamistas radicales. Con 3000 combatientes en el terreno es, por ejemplo, el país de donde proviene el mayor número de combatientes extranjeros que pelean en Siria e Irak junto al Estado Islámico, EI.

Si el atentado en Francia parecía hasta ayer un acto aislado, el de Túnez y el de Kuwait tienen características similares: son blancos emblemáticos y atentados de masa.

En Kuwait, un grupo ultrarradical que se presenta como una rama del Estado Islámico reivindicó el atentado perpetrado dentro de la mezquita Al-Imam al-Sadeq, en Kuwait City. El día, la hora y el lugar no podían ser más simbólicos: el segundo viernes del mes de ayuno del Ramadán, el día y el momento en que los fieles participaban en la plegaria de los viernes. El atentado terrorista fue reivindicado por una extensión del Estado Islámico en Arabia Saudita, la Provincia de Najd. La reivindicación alega que se trataba de atacar un “templo de los renegados”. Ese el término con el cual los radicales sunnitas califican a los chiítas.

La extensión de la influencia del Estado islámico, su objetivo declarado de castigar a los chiítas, está desembocando en un trastorno mayor en las regiones de Medio Oriente y del Golfo Pérsico. A diferencia de lo que ocurre en Arabia Saudita, los chiítas de Kuwait (un millón y medio) tienen relaciones tranquilas con el poder central. El Islam sunnita, mayoritario en Arabia Saudita, y el chiíta, de peso global en Irán e Irak, se están ahora confrontando con, como telón de fondo, la guerra sosegada y costosa entre dos potencias regionales y confesionales que son Irán y Arabia Saudita. El salafismo más radical está conduciendo la región a un escenario de sangre y horror.

Tres atentados en el mismo día y en tres continentes distintos y durante la jornada de la plegaria musulmana es enorme. El impacto no puede más que multiplicarse. Aunque nada dice que exista una coordinación previa a estos ataques. Desde hace ya muchos años, el jihadismo no responde más a una estructura vertical ordenada sino a un modo desestructurado de pasar a la acción. La organización de Al Qaida dio lugar a células aisladas o a individuos que protagonizan los ataques, cuando quieren y según el blanco que les resulta más apto. En 2004, uno de los dirigentes de Al Qaida conceptualizó este tipo de operativos con el nombre de “la tercera jihad”. En ese documento de 1600 páginas escrito por Abu Mussab al-Souri se preconiza una guerra total, desprendida de toda coordinación operativa central. La realidad muestra la eficacia de esa teoría. Los responsables del atentado contra el semanario satírico francés Charlie Hebdo operaron así. Al Qaida antes, el Estado Islámico ahora. El “gran enemigo” designado por el ex presidente norteamericano George Bush y sus aliados occidentales se reencarnó con una eficacia decisiva, alimentado por los errores garrafales de Occidente y sus “aliados” regionales de las monarquías del Golfo Pérsico, que los financian y alientan mientras las grandes potencias les venden a esos aliados armas, tecnología, clubes de fútbol y hoteles de lujo. La gran cruzada contra el terrorismo ha dejado miles de muertos inocentes y fructuosos contratos en las arcas de Occidente.


Francia en alerta máxima
François Hollande pidió unidad para combatir el terrorismo. Le Pen reclamó medidas contra el islamismo. Repudio de la Casa Blanca y las cancillerías de Alemania, Gran Bretaña y Brasil. 
Los atentados jihadistas que golpearon simultáneamente Francia, Túnez y Kuwait generaron la condena del presidente francés, François Hollande, y de varios líderes políticos en todo el mundo.

El mandatario galo abandonó precipitadamente la cumbre europea consagrada a la crisis griega, en Bruselas, para convocar a un consejo nacional de defensa. Tras la reunión se dirigió a su país y pidió unidad a la población para poder combatir el terrorismo con eficiencia. “Se han desplegado considerables elementos policiales. Se están tomando todos los recaudos para evitar una tragedia adicional”, aseguró. Además anunció que el gobierno aumentó al máximo la alerta terrorista para la región de Rhone-Alpes para los próximos tres días y decretó el duelo para los dos siguientes. Por su parte, el ministro del Interior, Bernard Cazeneuve, se desplazó hasta la localidad donde se produjo el atentado para dirigir personalmente las investigaciones. En tanto, la derechista Marine Le Pen consideró que su país debe “armarse contra el jihadismo”, y pidió medidas de control durante los rezos en las mezquitas del país. “Debemos armarnos contra el terrorismo islamista. Debemos combatirlo sin fin y perseguir por todo nuestro territorio todo comportamiento fundamentalista”, expresó. Le Pen pidió “medidas fuertes y firmes para derribar el islamismo”, como restablecer las fronteras nacionales o expulsar de Francia a los sospechosos de fundamentalismo islamista. “El conjunto de los rezos en las mezquitas debe someterse a vigilancia a partir de hoy, y la construcción de nuevos templos debe congelarse para bloquear los fondos extranjeros dudosos”, concluyó.

Mediante un comunicado leído por el vocero de la Casa Blanca, Josh Earnest, el gobierno norteamericano condenó “en los términos más enérgicos” los ataques. “Nuestros pensamientos y oraciones están con las víctimas de estos ataques atroces, con sus seres queridos y con la gente de los tres países”, señaló. Por otro lado, el ministro de Exteriores alemán, Frank-Walter Steinmeier, condenó el nuevo “acto de terrorismo y fanatismo” registrado en Francia y aseguró que Berlín está unida a París en defensa de una “sociedad libre, frente al odio ciego del terrorismo”. El funcionario alemán, que se mostró conmocionado en la lectura del comunicado oficial, afirmó que “no se pueden permitir más asesinatos”. En la misma línea, el premier británico, David Cameron, consideró que el ataque en Francia, así como el de Túnez y Kuwait, encajan en el tipo de actos violentos propios del islamismo extremista. “Tendremos que ver los detalles, pero lo que parece es que encajan en este modelo de extremismo islamista y violencia que tanto hemos visto en Europa y en otras partes del mundo”, sostuvo el primer ministro en una conferencia de prensa, la cual tuvo lugar al término de la cumbre europea que estaba siendo desarrollada en Bruselas.

Además de Argentina, Brasil fue uno de los países latinoamericanos que manifestaron su repudio al triple golpe terrorista. A través de un comunicado de la cancillería, Brasilia condenó los ataques terroristas, a los que calificó de “actos criminales perpetrados por extremistas en nombre de ideas incompatibles con las más elementales reglas de convivencia”. Además, el texto señala que “la intolerancia religiosa y el uso de la violencia indiscriminada, practicada con cualquier pretexto, merecen el repudio de la sociedad y el gobierno de Brasil”. Por su parte, las autoridades libanesas condenaron de manera “enérgica” los atentados y consideraron que están dirigidas a provocar disenso entre la población y ensuciar la imagen del Islam. En un comunicado, el primer ministro, Tamam Salam, condenó el atentado en la mezquita Imán al Sadik de Kuwait, el cual calificó como un “acto despreciable, realizado por una mano terrorista en una casa de Dios en el mes sagrado de Ramadán”.


Asalto en Somalia



Más de medio centenar de soldados burundeses murieron y varios más resultaron heridos ayer en un ataque cometido por la milicia islamista Al Shabaab contra una base militar de la Unión Africana (UA) en la localidad somalí de Lego, a 130 kilómetros al norte de Mogadiscio, capital de Somalia, informaron fuentes oficiales.

El ataque, perpetrado por un suicida a bordo de un vehículo con explosivos, impactó contra la base militar de la UA tras lo cual un número indeterminado de milicianos armados con ametralladoras y lanzagranadas atacaron la base, aparentemente con la intención de tomar el control.

El vocero del ejército de Burundi, Gaspard Baratuza, confirmó la muerte de 50 soldados aunque señaló que “es probable que la cifra de muertos aumente”, debido a que varios militares resultaron heridos. Poco antes, el comandante militar Abdikarin Osman había informado que varios milicianos de Al Shabaab habían muerto en un fuerte tiroteo con las tropas de la Unión Africana y las somalíes.

Además, Abdulkadir Mohamed Nur Siidii, gobernador de Baja Shabelle, en el sur del país africano, aseguró que varios soldados somalíes, un funcionario local y dos traductores que trabajaban para las tropas de la UA fueron secuestrados.

En la base militar había alrededor de 100 soldados burundeses de los 5000 que forman parte de la misión de la UA en Somalia que busca combatir a Al Shabaab, una milicia extremista que lucha para instaurar un Estado islámico y que ha expandido su control fuera de las fronteras nacionales, especialmente a Kenia. Una de las acciones mas resonantes y letales del grupo fue justamente en Kenia, en abril pasado, cuando el grupo armado ingresó a la Universidad de Garissa y mató a 148 personas.

Más de 20.000 soldados provenientes de Uganda, Burundi, Djibouti, Sierra Leona, Kenia y Etiopía forman parte de la misión de la UA en Somalia, donde reina el caos y la guerra civil desde 1991, cuando el dictador Mohamed Siad Barré fue derrocado y caudillos tribales, milicias islamistas, y bandas delictivas se apoderaron del territorio.

Al Shabaab se atribuyó la responsabilidad del ataque en declaraciones en la radio proinsurgente Al Andalus a través de su vocero Ali Mahamoud Raghe, donde afirmó que 15 atacantes suicidas habían llevado adelante el ataque en el que murieron 50 soldados de la UA y habían confiscado equipamiento militar.

Raghe agregó que después de tomar la base, el grupo comenzó a abastecer con alimentos a los residentes cercano. La base es una estratégica cadena de abastecimiento para las tropas de la UA, según Shabaab.

Según el grupo extremista, sus milicianos consiguieron entrar en la base y se enfrentaron durante horas a las tropas de Amisom, que apoyan al gobierno somalí en su lucha contra los grupos armados que siembran el caos en el país del extremo noreste de Africa.

Antes de retirarse del lugar, los fundamentalistas quemaron vehículos militares y se apoderaron de armas y municiones de los soldados de la UA, además de plantar su bandera en la base, relataron a Shabelle testigos de los hechos. “Pude ver cuerpos sin vida en las calles y cómo abandonaban la localidad”, manifestó Arahman Geele, vecino del lugar. “Este ataque no nos hará cejar en nuestra decisión de continuar apoyando al gobierno y la gente de Somalia hasta que estén libres de terrorismo”, dijo Maman Sidikou, líder de la misión de la UA en Somalia. La acción de Al Shabaab se producen en medio de una ola de atentados que sacudió a todo el mundo y dejó más de 60 muertos en Francia, Túnez y Kuwait.
Fuente:  pagina12.com.ar

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