martes, 15 de septiembre de 2015

Nuevas condiciones para determinar la habitabilidad de un planeta
Un estudio sugiere tener en cuenta un nuevo parámetro para definir si un mundo extraterrestre puede albergar vida: su composición química. 


Kepler-186f es el primer exoplaneta que se ha descbierto que es de tamaño similar a la Tierra que se encuentra en una zona habitable en torno a una estrella lejana. NASA Ames/JPL-Caltech/T. Pyle

Como sabemos, nuestro planeta se encuentra en la llamada zona habitable, una región del espacio interplanetario cuya distancia del Sol crea las condiciones óptimas para la existencia de vida. Ahora, un nuevo modelo desarrollado por Marcos Jellinek, de la Universidad de la Columbia Británica, y Matthew Jackson, de la Universidad de California en Santa Bárbara, sugiere que habría que tener en cuenta otro parámetro al considerar la hipótesis de la habitabilidad de un planeta: su composición química global.

Según los investigadores, esta influye en la abundancia de uranio, torio y potasio de sus rocas, que regula su calor interno radiactivo y la formación de las placas tectónicas, las cuales, a su vez, determinan la presencia de actividad volcánica y la emisión de dióxido de carbono (CO2) a la atmósfera. Los resultados se publicaron en la revista Nature Geoscience.

Hasta hace unas décadas, el estudio de la composición química terrestre se basaba en un modelo basado en la información contenida en las condritas, meteoritos rocosos que eran considerados los "ladrillos" de nuestro planeta. Sin embargo, una serie de estudios sobre el análisis de la relación entre dos isótopos del neodimio,142Nd y 144Nd, demostró que las sustancias de nuestro planeta podían diferir de las contenidas en las condritas, lo que planteó nuevos interrogantes sobre el origen de la Tierra.

En el año 2013, Jackson y Jellinek demostraron, en un trabajo publicado en la revista Geochemistry, Geophysics, Geosystem, que la corteza continental se había formado tras el desgaste de una gran porción del manto terrestre. Su teoría suponía también una reducción del 30 por ciento en el contenido de uranio, torio y potasio presente en la masa del planeta, cuya desintegración sería responsable de casi todo el calor radiactivo de la Tierra.

En el nuevo artículo, los autores afirman que si el planeta hubiese alojado una mayor cantidad de estas tres sustancias, la teoría de la tectónica de placas no podría explicar la forma en que está estructurada la litosfera, la porción externa más fría y rígida de la Tierra. En concreto, el planeta tendría una sola y enorme placa, lo que produciría un efecto invernadero extremo debido al exceso de emisiones de CO2 en su atmósfera procedente de una mayor actividad volcánica. En cambio, el nuevo modelo reproduce las condiciones químico-físicas adecuadas para que las regiones más internas del planeta no sean demasiado frías ni demasiado calientes.

Según los investigadores, la historia térmica y la tectónica de placas están conectadas entre ellas. Si el uranio, el torio y el potasio regulan el movimiento de las placas tal como creen los autores del estudio, los astrónomos que buscan exoplanetas deberían tener en cuenta también este nuevo parámetro. En el caso del satélite Kepler de la NASA, que hasta el momento ha identificado más de 1.000 planetas pero solo ha ubicado a una pequeña fracción de los mismos en la zona habitable, será fundamental entender cómo la composición química de estos cuerpos celestes podrá contribuir a descubrir nuevos mundos aptos para albergar vida. 


Fuente:  scientificamerican.com

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