martes, 26 de abril de 2016

Científicos españoles recrean en Río Tinto la primera misión tripulada en Marte
El Centro de Astrobiología prueban un equipamiento que les permitiría sobrevivir en el entorno hostil del planeta rojo.

por Rosa Font

Proyecto Moonwalk, en Río Tinto, el «Marte español.

Han desembarcado en el corazón de la faja pirítica de Huelva, ocupando las orillas del río color sangre y la zona de las Zarandas, donde se ubicaba en los tiempos de oro de la minería del cobre el complejo de transformación del metal, en Minas de Riotinto, en las proximidades de la mayor mina a cielo abierto del continente, la Corta Atalaya.

Una bandera de Europa sobre la tierra agrietada de un terreno que forma parte del Patrimonio Histórico Andaluz desde 2012, anuncia la llegada a la zona escogida como laboratorio por los científicos del Centro de Astrobiología (CAB) y del Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA).  

El Marte primitivo

Aquí, junto al río Tinto, se está llevando a cabo el ensayo de la primera misión tripulada a Marte por una doble similitud de esta zona de la Cuenca minera onubense con el planeta rojo. De un lado, su paisaje, parecido al de algunas zonas que ya han sido descubiertas en Marte, relata el director de la misión y responsable científico del proyecto Moonwalk, Víctor Parro. De otro, la composición de sus aguas, de alto contenido en hierro y azufre –encontrados igualmente en Marte–, escasez de oxígeno y un ph muy ácido, así como la existencia de una microbiología paralela en ambos escenarios, indicativa de unas condiciones de vida similares. «El río Tinto pudo ser el Marte primitivo, por lo que conocerlo nos puede ayudar a explicarlo y saber más de él».

Desde que aterrizaron a las orillas del Tinto hace una semana, los científicos del Centro de Astrobiología están llevado a cabo los trabajos de preparación para la exploración marciana que se efectuará en los próximos días, enmarcada en el proyecto que ha venido a bautizarse como Moonwalk para el desarrollo y mejora de las técnicas para que un equipo astronauta-robot realice actividades extravehiculares (EVA) en cooperación. 

Yemo y Gandolfi

La exploración se seguirá en tiempo real de forma permanente desde el Centro Internacional de Control de la Misión, en Zaventem (Bruselas), incluido un retorno de entre 10 y 20 minutos de las comunicaciones, similar al que se produce en una conexión con Marte.

En estos días se están realizando los entrenamientos y eligiendo los escenarios en los que se desarrollará la misión con Yemo (el robot) y Gandolfi 2, un traje espacial con un ordenador a bordo que permite al astronauta comunicarse al mismo tiempo con el robot y con el Centro de Control. Aquí radica la importancia de la misión, por «la versatilidad y comodidad» en el uso de la tecnología que se emplea. 

Primeros pasos juntos

Yemo y el astronauta ya han dado sus primeros pasos juntos por la Cuenca minera onubense. El prototipo que se ha desarrollado, en el que se incluye inteligencia artificial, permite a ambos comunicarse por un lenguaje gestual, de forma que el robot sigue las órdenes que se le van dando para explorar recursos, tomar imágenes o muestras para analizar.

«En Marte, como en otros planetas, hay zonas como cuevas, laderas o colinas que resultan inaccesibles y a las que por separado, un robot y un hombre, no pueden llegar por separado. Esta tecnología sí nos permitirá acceder» ya que, explica Parro, Yemo podrá seguir los pasos que le vaya marcando el astronauta.

Una vez diseñado el recorrido y la zona de exploración en el Tinto, la semana que viene se desarrollará la exploración, en contacto directo con Bruselas. «Podremos ver el resultado y analizar el grado de satisfacción», añade.

El proyecto Moonwalk, que se enmarca en el Séptimo Programa Marco (FP7) de la Unión Europea, se puso en marcha hace tres años con el objetivo de comparar diferentes modalidades de equipos astronauta-robot y astronauta-astronauta en el desempeño de múltiples tareas, usando como escenarios operativos dos ambientes análogos de Marte y la Luna, el río Tinto y el fondo marino de la costa de Marsella. 

Después de Huelva, Marsella

Precisamente, a la misión en el río Tinto, le seguirá una segunda fase en la costa de Marsella, donde se llevarán a cabo ensayos bajo el mar, simulando condiciones de baja gravedad, igual a si se realizan actividades extravehiculares en la superficie lunar. Esta segunda fase será más compleja y costosa ya que se necesitarán buzos especializados, un barco en la superficie que proporcione energía y suministros

«Estas misiones nos van a llevar a aprender condiciones de vida extremas y el alcance de los prototipos que desarrollamos para cuando tengamos que llevar a cabo una explotación planetaria», concluye el responsable científico del Moonwalk.

La continuidad de los fondos para investigación que llegan desde Europa es clave para avanzar en la carrera espacial.

En la campaña en Río Tinto, el Centro de Astrobiología, cuyos científicos son pioneros en el desarrollo de tecnología de detección de vida, contribuye además con dos instrumentos científicos, Solid (Signs Of LIfe Detector), que detecta biomoléculas procedentes de microbios y uno de los prototipos del RLS (Raman Laser Spectrometer), que detecta pigmentos y minerales, pigmentos y minerales. Ambos están diseñados para la misión ExoMars2018 de la Agencia Espacial Europea (ESA).



Fuente: ABC.es

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