martes, 30 de agosto de 2016

El primer vuelo del entrenador
A principios de agosto voló por primera vez el IA-100, un avión para entrenamiento diseñado y construido por FADEA con el aporte de pymes locales. TSS habló con la empresa que fabricó sus alas. 
por Matías Alonso



A principios de este mes se realizó con éxito en Córdoba el primer vuelo del avión IA-100, diseñado y construido en la Fábrica Argentina de Aviones (FADEA) con el aporte de piezas realizadas por pymes locales. Se trata del primer avión con diseño propio que sale de esta fábrica estatal en más de 20 años, y su uso está previsto para el entrenamiento elemental de pilotos.

El proyecto fue iniciado por FADEA con dos objetivos: remplazar los aviones de origen alemán Grob TP-120 —adquiridos con la opción a ser recomprados por Grob— y reactivar la cadena de proveedores para la industria aeronáutica. Así, el proyecto requirió la integración del trabajo de 11 pymes de diferentes provincias.

El vuelo de este prototipo es la culminación de la primera fase del proyecto, que consistía en un demostrador tecnológico monomotor, biplaza y de ala baja, con capacidad de vuelo por instrumentos, electrónica digital y tren de aterrizaje fijo. La segunda fase consistirá en un entrenador civil con certificación FAR 23 –una certificación de la Administración Federal de Aviación estadounidense para aviones pequeños– y aviónica simplificada. La tercera fase consistirá en un entrenador militar acrobático con tren de aterrizaje retráctil y la última implicará su conversión en cuatriplaza, con mayor potencia y diferentes opciones de aviónica. Este último avión podría ser el reemplazante del Grob TP-120, que es turbopropulsado, mientras que el primer IA-100 tiene un motor a pistón de 180 caballos de fuerza.

PlaneARG se dedica a la fabricación de planeadores de material compuesto. Fue la encargada de hacer las matrices y piezas de las alas y la cola del IA-100.

El proyecto marcó un hito para la industria argentina, al pasar del tablero a la pista en 18 meses, todo un récord debido al esfuerzo de integración de materiales compuestos realizados en diferentes pymes.

PlaneARG, una pyme de Roldán (Santa Fe) que se dedica a la fabricación de planeadores de material compuesto, fue la encargada de hacer las matrices y piezas de las alas y la cola del avión. El gerente de esta empresa, el ingeniero aeronáutico Federico Langhi, le dijo a TSS: “El 22 de diciembre de 2014 tuvimos la primera reunión y, a partir de entonces, comenzamos a trabajar, primero en la parte más técnica del proyecto y, en febrero de 2015, sobre los modelos y las matrices”.

El IA-100 recibió algunas críticas cuando fue mostrado en la exposición Defensa de la Industria, en 2015, debido a falencias en la visibilidad para el piloto. Según Langhi, esa característica del avión “está dentro de los límites que fijan las normas, pero no debería ser un problema ya que no es la condición en la que normalmente está el avión. En tierra se puede tener baja visibilidad y, de hecho, hay ejemplos de aviones con esas características que, en condición de vuelo, tienen muy buena visibilidad. De todas formas, es algo que se puede corregir sin mayores problemas”.

El proyecto marcó un hito para la industria argentina, al pasar del tablero a la pista en 18 meses, todo un récord debido al esfuerzo de integración de materiales compuestos realizados en diferentes pymes.

Entre 2013 y 2015, PlaneARG fabricó dos aeronaves no tripuladas (VANT) para la empresa rionegrina INVAP, en el marco del proyecto Sistema Aéreo Robótico Argentino (SARA), impulsado por el Ministerio de Defensa. Ambas se fabricaron íntegramente en fibra de carbono, la primera con una envergadura de cinco metros y la segunda con una de seis metros.

Actualmente, la iniciativa se encuentra suspendida por la nueva conducción del área de Defensa. “Nosotros ahora estamos trabajando más para el sector privado. Todo lo que era de INVAP y FADEA está muy frenado y no hemos podido avanzar, pero siempre estamos con la expectativa de que se reactiven los proyectos y podamos seguir participando”, dice Langhi. “El equipamiento que tuvimos que comprar para estos proyectos nos permitió actualizar la tecnología que uno necesita en esta industria y nos ayudó a desarrollarnos como empresa”, asegura el ingeniero aeronáutico. 



Fuente: Agencia TSS

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