lunes, 5 de diciembre de 2016

Cumbre ministerial de la ESA 2016: adiós AIM y luz verde a ExoMars 2020
por Daniel Marín 
 
 


Cada cierto tiempo los ministros de los 22 países que forman la agencia espacial europea (ESA) se reúnen para decidir si determinados proyectos espaciales viven o mueren. Al igual que cualquier otra agencia, la ESA desarrolla muchos proyectos al mismo tiempo, pero solo unos pocos pasan el corte final de ese jurado implacable que es el consejo de ministros. Como suele ser habitual el destino de muchas misiones tiene poco que ver con sus bondades científicas y mucho con los tejemanejes políticos entre bambalinas de los distintos gobiernos que forman la ESA. Y, por supuesto, la cumbre de este año no podía ser diferente. 
 
 
Adiós a la sonda AIM de la ESA (ESA).


La principal víctima de la cumbre ha sido la misión AIM para el estudio de asteroides cercanos. AIM (Asteroid Impact Mission) debía ser la contribución europea a la misión AIDA (Asteroid Impact and Deflection Assessment mission), una misión de bajo coste realizada conjuntamente con la NASA. La NASA tenía que contribuir con la sonda DART (Double Asteroid Redirection Test), una pequeña nave que debía chocar contra el satélite del asteroide Didymos bajo la atenta supervisión de AIM. AIM iba a incluir además la pequeña sonda de aterrizaje alemana Mascot 2 y varios cubesats. De haber sido aprobada hubiera despegado en 2020 mediante un Soyuz ST desde la Guayana Francesa y habría llegado a Didymos unos 18 meses después. El impacto de DART habría tenido lugar en 2022. 


Fases de la misión AIDA, con la sonda AIM de la ESA y la sonda DART de la NASA (ESA).


AIM contaba con una importante participación española, así que su cancelación es un jarro de agua fría para nuestro país. En realidad deberíamos hablar de un doble varapalo, ya que AIM no es más que la continuación de bajo coste de la propuesta Don Quijote, una misión formada por el orbitador Hidalgo y la sonda de impacto Sancho en la que España jugó un papel central. Don Quijote fue propuesta varias veces en diferentes encarnaciones durante la pasada década, pero no hubo manera de pasar el filtro de la ESA.

En ambos casos la decisión ha sido tomada basándose en criterios exclusivamente políticos y económicos: AIM nunca logró hacerse con el consenso necesario dentro de la ESA y eso a pesar del apoyo de la comunidad científica y la intensa campaña en los medios a favor de la misión de los últimos meses. AIM se suma así a la larga lista de misiones de la ESA destinadas a estudiar asteroides que no han salido adelante (Marco Polo, Nero, Euneos, Earthguard, Ishtar, Simone, etc.). No obstante, el Director General de la ESA Jan Wörner ha declarado que AIM no está totalmente muerta, un eufemismo para decir que pronto veremos otra propuesta de misión parecida, seguramente con otro nombre, que tendrá que volver a pasar por el calvario de una nueva cumbre de ministros. 
 
 
Diseños estudiados para AIM (ESA).


Fases previstas del proyecto AIM (ESA).

La cancelación de AIM ha sido justificada como un mal necesario para sacar adelante la misión ExoMars 2020, que se ha convertido en el equivalente de la ESA al telescopio James Webb de la NASA en términos presupuestarios. Después del fracaso en el aterrizaje de la sonda Schiaparelli y el éxito en la inserción orbital de la sonda ExoMars TGO, la misión ExoMars 2016 nos ha ofrecido una de cal y otra de arena. Pero ExoMars 2020 necesitaba nada más y nada menos que 440 millones de euros para seguir adelante y muchos dudaban cuál sería el veredicto de la cumbre de ministros. Pues bien, como era de esperar, los ministros han levantado sus pulgares hacia arriba y, por tanto, ExoMars 2020 seguirá adelante. Eso sí, ‘solo’ recibirá 340 millones de euros adicionales.

Los otros cien deberán salir de la cancelación o retraso de otros proyectos de la agencia, entre ellos AIM. Otra misión damnificada ha sido el proyecto de observatorio espacial de onda gravitatorias LISA, que ahora se aplaza de 2029 hasta 2034 como muy pronto, lo que no deja de ser una paradoja después de que se hayan detectado por primera vez estas ondas en observatorios terrestres (LIGO). En cualquier caso está sobre la mesa una posible colaboración con China o con la NASA, así que quizás LISA pueda hacerse realidad antes de que nos hagamos viejos. Veremos. Por otro lado, todo apunta a que una de las próximas misiones de medio tamaño, M4 o M5, será también retrasada. 
 
 
La etapa CM (Cruise Module) de ExoMars 2018 suelta al módulo DM (Descent Module) antes de entrar en la atmósfera marciana (NPO Lávochkin).

La plataforma de superficie rusa y el rover europeo ExoMars 2020 (ESA).


Recordemos que ExoMars 2020 —originalmente ExoMars 2018— es un proyecto conjunto entre Rusia y la ESA para estudiar la superficie de Marte. Rusia aporta el lanzador Protón-M y la etapa de descenso con varios instrumentos científicos, mientras que la ESA contribuye con la etapa de crucero y, principalmente, el rover que debe excavar por primera vez el subsuelo marciano en busca de biomarcadores. La misión ha sufrido numerosos sobrecostes y retrasos que se remontan a la pasada década y se ha convertido en un proyecto too big to fail, que dirían al otro lado del charco. Aunque en principio las críticas al proyecto se centraron en la participación rusa —sobre todo a cargo de la empresa NPO Lávochkin—, el último retraso de la fecha de lanzamiento de 2018 a 2020 se ha debido principalmente a la falta de dinero por parte de la ESA. Y el fracaso de Schiaparelli no ha dejado precisamente a la ESA en muy buen lugar frente a sus socios rusos. 
 
 
Rover ExoMars 2020 (ESA).

De cualquier modo, la cifra de 440 millones de euros puede seguir aumentando. Precisamente los ministros han acordado que parte del trabajo de integración y pruebas de la etapa de descenso de ExoMars 2020 se haga en Francia y en Italia en vez de en Rusia, como estaba planeado, con el fin de aligerar los tiempos del proyecto. Esperemos al menos que los controles de calidad sean mejores que los de Schiaparelli.

Pero en esta ruleta que es la cumbre ministerial no podemos olvidarnos de esos pet projects que cada país lucha por imponer al resto para potenciar su industria nacional independientemente de que sean redundantes o sirvan para algo. Proyectos más o menos inútiles que todos acabaremos pagando de nuestro bolsillo, por supuesto. El ganador del proyecto incomprensible de 2016 es sin duda el Space Rider. Bajo ese nombre tan molón se esconde un proyecto italiano tan interesante como estéril. Space Rider no es más que la continuación del proyecto IXV (Intermediate eXperimental Vehicle) y su objetivo es construir un cuerpo sustentador reutilizable que pueda traer carga de la ISS o realizar experimentos de microgravedad en órbita. 
 
 
Spacer Rider, el IXV 2.0 (ESA).


Dicho así suena medianamente bien, hasta que vemos sus prestaciones y nos damos cuenta de que son de risa comparadas, por ejemplo, con las de la cápsula Dragon de SpaceX, por ejemplo. Si Europa quería una cápsula de carga reutilizable podía haber financiado alguna de las versiones del ATV que se propusieron en su momento, pero no este cacharro. La única función del Space Rider es contentar a los italianos, aunque esperemos que al menos se saque algo en claro de este proyecto. Italia quiere lanzar el Space Rider mediante el cohete Vega —principalmente de origen italiano— alrededor de 2021. Después de esta cumbre ministerial es muy probable que veamos al Space Rider en acción. Otra cosa es que realice más de un puñado de misiones. 
 
 
Space Rider comparado con otras cápsulas en servicio (Thales Alenia).


El otro proyecto nacional impuesto al resto de la ESA ha sido, como se esperaba, el motor de metano Prometheus. Francia y su CNES están empeñados en que la industria francesa no se quede atrás con respecto a SpaceX y quieren a toda costa que la ESA financie esta tecnología, a pesar de que no hay en las mesas de diseño ningún lanzador europeo que vaya a emplear dicho motor (que nadie se sorprenda si el siguiente paso es aprobar el desarrollo de Callisto). El tiempo dirá si es una decisión acertada… o si llega demasiado tarde. 
 
 
Aspecto de un posible lanzador orbital europeo reutilizable a base de metano (CNES/Stéphane Querry).

Por último, entre otras decisiones que, pese a ser previsibles, son importantes está la de prolongar la vida de la ISS hasta 2024. La ESA era el único socio importante de la estación espacial que todavía no había confirmado oficialmente su participación de 2020 hasta 2024. Por otro lado, también se confirma que la ESA está dispuesta a suministrar el módulo de servicio para la segunda misión de la nave Orión, la EM-2 (Exploration Mission 2), que debe llevar astronautas alrededor de la Luna no más tarde de 2023. Ahora le toca a la NASA decidir si lleva a cabo esta misión y cuando.




Fuente: danielmarin.naukas.com

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