jueves, 5 de enero de 2017

El libro blanco de los planes de China en el espacio para los próximos cinco años
por Daniel Marín



El pasado 27 de diciembre China publicó un informe sobre los planes espaciales del país para los próximos cinco años que ha causado bastante revuelo mediático. No obstante, y salvo por un detalle, el texto no contiene ninguna novedad. De todas formas conviene repasarlo por si hay algún despistado y porque, como suele ocurrir, a veces las ausencias son bastante reveladoras. El informe confirma algunas fechas que ya sabíamos: a finales de 2017 se lanzará la sonda de retorno de muestras Chang’e 5 y en 2018 le seguirá la Chang’e 4, la primera sonda que aterrizará en la cara oculta de la Luna.


Maqueta de la sonda de retorno de muestras lunar Chang’e 5.

Recordemos que la Chang’e 5 traerá muestras del suelo lunar a la Tierra por primera vez desde los años 70 y, lo que es más importante, usará un sistema muy flexible que podrá emplearse en una eventual misión de retorno de muestras de Marte a finales de la próxima década. Por su parte, la Chang’e 4, que será una versión mejorada de la Chang’e 3 que actualmente está en la superficie lunar, también contará con un rover para explorar la cara oculta de nuestro satélite. Previamente, y aunque esto no aparece en el libro blanco, China lanzará en junio de 2018 un satélite repetidor que estará situado en el punto L2 del sistema Tierra-Luna para garantizar las comunicaciones con la Chang’e 4.


La Tierra y la Luna vistas por la Chang’e 5-T1 en 2014.

Un técnico durante el montaje de la Chang’e 5.

Sonda Chang’e 4.


El informe no menciona ninguna misión lunar posterior, lo cual confirma que antes de 2021 no se lanzará ninguna misión adicional a la Luna. La próxima sonda lunar, todavía no aprobada formalmente, podría ser la Chang’e 6, un clon de la Chang’e 5 que despegaría en 2023 para traer muestras de la cara oculta. Además de la Luna, China lanzará en 2020 su primera sonda a Marte de forma independiente. La misión será tremendamente ambiciosa para tratarse de el primer paso de China en la exploración del planeta rojo —no contamos aquí la malograda sonda Yinghuo 1— y contará con un orbitador y una sonda de aterrizaje en la que viajará un rover de 200 kg.

Sonda de aterrizaje marciana china de 2020 con el rover.

En cuanto al programa tripulado, el libro blanco no aporta prácticamente ninguna información, más allá de confirmar que el año que viene se lanzará el primer carguero Tianzhou que se acoplará con la mini estación espacial Tiangong 2. La Tiangong 2, una versión mejorada de la Tiangong 1 lanzada en 2013, fue puesta en órbita el pasado septiembre. El informe no menciona ninguna misión tripulada adicional a esta estación aparte de la Shenzhou 11. El Tianzhou 1 es un carguero no tripulado de 13 toneladas lanzado por el nuevo cohete Larga Marcha CZ-7 que, de hecho, es más grande y pesado que la propia Tiangong 2. En esta misión se ensayarán las técnicas de trasvase de combustible en órbita necesarias para abastecer a la próxima estación china de gran tamaño.

La estación Tiriangong 2 (arriba) acoplada a la nave tpulada Shenzhou 11 el pasado octubre.

El carguero Tianzhou 1 (izquierda) se acopla con la Tiangong 2.

Curiosamente, el libro blanco no habla de plazos específicos para esta estación de 60 toneladas que estará formada por los módulos Tianhe, Mengtian y Wentian, y eso a pesar de que el lanzamiento del Tianhe, de 20 toneladas, está previsto para 2018 o 2019 y la finalización de la construcción de la primera fase de la estación debería tener lugar en 2022. Tampoco se habla del telescopio espacial Xuntian que estará acoplado de forma intermitente a la estación ni de la futura nave tripulada de nueva generación.


Nodo frontal del módulo Tianhe de la estación espacial de 60 toneladas.


En cuanto al programa científico, tampoco hay detalles concretos sobre las numerosas misiones que se lanzarán en los próximos años, aunque se hace referencia a los satélites tecnológicos Shijian 13, Shijian 17 y Shijian 18. También aparece una párrafo dedicado al desarrollo de tecnologías relacionadas con la propulsión eléctrica (iónica) y comunicaciones láser. En la esfera internacional China declara su intención de aumentar la colaboración internacional con todas las naciones que así lo deseen, aunque destaca los progresos en la cooperación con la agencia espacial europea (ESA), Rusia y Brasil (recordemos que EE UU tiene vetado cualquier tipo de colaboración con China en el espacio). También señala la importancia de potenciar el sistema de posicionamiento Beidou como una herramienta de colaboración internacional.


Jing Haipeng (izquierda) y Chen Dong, astronautas de la misión Shenzhou 11 (Xinhua).

Y esto es todo. Este libro blanco no deja de ser eso, una declaración de intenciones muy vaga y prácticamente sin detalles técnicos que sirve para que mucha gente en occidente se entere de golpe y porrazo de la existencia de misiones y propuestas que llevan años encima de la mesa. Con la excepción, como decíamos al principio, de un pequeño detalle. Y es que durante la rueda de prensa de la presentación del libro blanco el vice administrador de la agencia espacial china, Wu Yanhua, confirmó oficialmente que China está trabajando en el lanzador gigante Larga Marcha CZ-9, capaz de situar hasta 140 toneladas en órbita baja. Es una noticia importante porque hasta ahora solo habíamos oído rumores o visto informes preliminares de este proyecto sin respaldo oficial de alto nivel y sin confirmar el nombre del lanzador. Wu Yanhua también confirmó los rumores de que el primer vuelo de este cohete tendría lugar en 2030 como muy pronto. Solo entonces China se podría plantear una misión tripulada para aterrizar en la Luna.


Configuraciones del Larga marcha CZ-9, el futuro cohete gigante chino (chinaspaceflight.com).



Fuente:  danielmarin.naukas.com

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