jueves, 9 de febrero de 2017

El búnker nuclear secreto construido como “la última esperanza” de Reino Unido
por William Park

Sin los ductos de aire, el túnel 1 muestra la altura total de la estructura: es tan grande, que un autobús de dos pisos podría circular por los túneles.


Debajo de una montaña en los campos de Worcestershire, a unos 32 kilómetros al oeste de Birmingham, en el centro de Inglaterra, se ocultan unos túneles.

Lo que en algún momento fue parte de una fábrica secreta de aviones durante la Segunda Guerra Mundial, se convirtió en el refugio que utilizaría el gobierno de Reino Unido en caso de una guerra nuclear: los Túneles de Drakelow.

"Este hubiese sido el último recurso del gobierno", cuenta Michael Scott, un voluntario de la Fundación para la Conservación de Drakelow, institución encargada de restaurar el lugar.

Dada la importancia que tuvieron tanto en la Segunda guerra Mundial como en el período de la Guerra Fría, resulta sorprendente que se sepa tan poco de los túneles.


Bajo tierra

Cuando las ciudades en todo Reino Unido comenzaron a ser bombardeadas durante la Segunda Guerra Mundial, el gobierno se vio en la necesidad de encontrar un lugar donde la producción de tanques, aviones y municiones se mantuviese sin interrupciones.

Este aviso de seguridad sigue pegado a la entrada de lo que una vez fue una fábrica de componentes para aviones.


La solución fue desarrollar fábricas bajo la superficie, lejos de las grandes ciudades.

Los Túneles de Drakelow albergaron una de estas instalaciones militares.

La mayor parte de la ladera alrededor de la entrada a los túneles no tiene vegetación, lo que deja al descubierto una masa de piedra arenisca por encima del acceso a la instalación, que habría hecho este sitio prácticamente a prueba de bombas en la Segunda Guerra Mundial.

La instalación

El punto de acceso que utilizan Scott y otros voluntarios para trabajar se llama Entrada A.

Al cruzar su pesada puerta de acero se encuentra una sala con tanques de agua que permanecen intactos, con capacidad para almacenar hasta tres meses de líquido potable.

La entrada Adit A, utilizada cuando los túneles fueron transformados en búnker, es la que usan los voluntarios hoy.

Este botón de emergencia podía activarse fuera de la sala de seguridad, que no tiene ventanas y está protegida por una puerta de acero.


Como muchas partes de la infraestructura de Drakelow, los tanques no pudieron ser sacados cuando la instalación fue abandonada.

Los Túneles de Drakelow comenzaron a ser construidos en junio de 1941, y la fábrica estuvo al tope de su capacidad en mayo de 1943.

En ese momento trabajan unas 700 personas, produciendo partes para la Bristol Aeroplane Company, la cual desarrollaba el modelo Bristol Beaufighter, un avión que podía utilizarse como bombardero o nave de combate.

Como toda línea de ensamblaje que se precie, Drakelow estaba diseñada para ser una estructura eficiente.

Por ejemplo, es notoria la cantidad de baños que se localizan en los 23.225 metros cuadrados que abarca la instalación.

"La idea era asegurarse que los trabajadores no perdieran mucho tiempo caminando hacia un baño", dice Scott.

El comedor se encontraba en el piso de abajo, y todavía pueden apreciarse los hornos y demás utensilios para atender a 700 personas.

En caso de incidentes, la situación se comunicaba a los "habitantes" de Drakelow con una máquina como la de la foto, que fue donada por una estación local de la BBC (no es original).


En algunos lugares los túneles fueron revestidos con acero. Esa cobertura permitía contener el efecto de la temperatura sobre la pared de roca.

La maquinaria más caliente fue ubicada en esos corredores especiales, dado que al generar altas temperaturas podían provocar una expansión en la pared de roca limpia, mientras que en la noche, al enfriarse, harían que se contrajera.

Para evitar el riesgo de derrumbes, estas zonas se recubrieron con acero.

La Guerra Fría

En 1949, a medida que la Guerra Fría se intensificaba, el gobierno de Reino Unido empezó a construir 15 salas de guerra fortificadas en distintas partes del país.

Varias computadoras antiguas siguen en lo que era la Oficina Regional de Gobierno.


Sin embargo, ante la amenaza de un ataque nuclear, estas instalaciones no hubiesen sido lo suficientemente fuertes para proteger a sus ocupantes.

Eran pequeñas, sin capacidad para albergar equipos de trabajo por largos períodos de encierro.

Además, se localizaban muy cerca de las principales ciudades (por ejemplo, cinco se encontraban en Londres), lo cual las convertía en blancos perfectos de un ataque.

Habiendo visto el efecto de los ataques nucleares en Japón, el gobierno británico le encargó al Comité Strath -dirigido por William Strath, jefe de la Secretaría para Centralizar Planes de Guerra- que analizara las consecuencias de un ataque nuclear en Reino Unido.

El Reporte Strath fue publicado en 1955, y ahí se advertía que aun cuando el ataque fuese "limitado", el efecto sería devastador: agua y comida contaminadas, los hospitales sobrepasados por cuatro millones de heridos y 12 millones de muertos, y la industria quedaría paralizada.

Strath recomendó la construcción de una red de búnkeres antinucleares que protegieran a la población.

No obstante, el costo estimado de la inversión sería enorme (US$37 mil millones a valor de 2016).

Frente a eso, Thomas Padmore, quien dirigía el grupo de trabajo sobre Maquinarias del Gobierno durante la Guerra, identificó una alternativa reutilizando lugares como Drakelow.

Búnker antinuclear

Algunos de los búnkeres propuestos por Padmore albergarían personas en funciones de gobierno, pero no al público.

Dentro de uno de los extractores. La entrada es tan grande que una persona cabe de pie.


De producirse un ataque sobre Londres, el poder pasaría a gobiernos locales que controlarían regiones de Reino Unido desde dentro de cada búnker.

Estos refugios antinucleares se convertirían en Sedes Regionales del Gobierno, desde donde podrían dirigirse las labores de administración publica en cada zona.

Estas instalaciones también incluían estudios de la BBC, desde donde se transmitiría información para orientar al público en la superficie.

Para determinar dónde ubicar estos refugios Padmore estableció zonas que estuviesen lejos de los principales centros de concentración de la población, para evitar ataques directos; con suficiente profundidad para proteger a sus usuarios; y que fuesen los suficientemente prácticos para alojar personas por períodos mayores a un mes.

Los Túneles de Drakelow cumplían con todos esos requisitos.

Drakelow por dentro

El aire dentro de los túneles es muy húmedo. La temperatura es algunos grados más alta que en el exterior.

En su época de actividad requería del pleno funcionamiento de un enorme sistema de ventilación para combatir la humedad. Hoy en día se requiere un esfuerzo mayor para mantenerlos secos.

El generador principal no funciona, así que los voluntarios deben confiar en el generador secundario para tener luz y mantener el área libre de humedad.

Solo se utilizó una parte de Drakelow como búnker para el gobierno regional. La mayor parte de la fábrica permanece tapada por paredes de bloques.

La gigantesca cocina de ésta dio paso a una más pequeña en la etapa de búnker, mientras que algunas de las oficinas se convirtieron en dormitorios equipados con literas al estilo militar.

"Aun hay muchas cosas que desconocemos de este sitio. Me gustaría tomar una mandarria y derribar alguna de estas paredes para ver qué hay detrás", comenta Scott.

"Pero esta es una base militar y esa pared debe existir por una muy buena razón. A lo mejor no es seguro o alguien murió aquí y no pudo ser rescatado. Quizás es mejor no saber qué hay del otro lado de la pared".

Sede de gobierno

Desde 1958 hasta 1980 Drakelow funcionó como Sede Regional del Gobierno en caso de un ataque nuclear.

Una de las oficinas del RSG todavía muestra un cartel de una protesta de 1985.


En 1980 el búnker cambio de nombre a Oficina del Gobierno Regional, cumpliendo las mismas funciones, pero con menos personal.

En la década de los 80, con la prolongación de la Guerra Fría y la frustración de los británicos con el programa nuclear del país, las puertas principales de Drakelow se convirtieron un lugar habitual de protestas.

No fue sino hasta 1993 cuando la instalación fue vendida al sector privado, manteniendo la mayor parte de la estructura inalterada.

"Nos encantaría reabrir esta instalación al público. Es uno de esos pocos lugares que en Reino Unido tuvieron tanta relevancia en la Segunda Guerra Mundial como en la Guerra Fría", explica Scott.

Desde fuera es difícil adivinar la extensión de Drakelow.

Algunas entradas pueden ser encontradas alrededor de la campiña.

Nada sugiere que alguna vez allí funcionó una enorme cadena de producción de partes de aviones, ni que fuera el último reducto del gobierno británico. 



Fuente: BBC Mundo

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