miércoles, 19 de abril de 2017

Un comodorense en el desarrollo de un satélite de observación
Pablo Morales es un joven ingeniero en computación, que además de llevar adelante un trabajo como emprendedor en la creación de muebles inteligentes, es miembro de un equipo que desarrolla un satélite de observación. Conocé su historia.






Un grupo de ingenieros en computación, en aeronáutica, en electrónica y en mecánica desarrolla actualmente el µSAT-3, un micro satélite de bajo costo que realizará tareas de vigilancia y observación del territorio nacional. El trabajo se realiza por pedido del Ministerio de Defensa de la Nación y es llevado adelante por el Centro de Investigaciones Aplicadas (CIA), dependiente de la Dirección General de Investigación y Desarrollo de la Fuerza Aérea Argentina.

La construcción del µSAT-3 comenzó hace cuatro años y sigue la línea iniciada en 1992 con el µSAT-1, bautizado con el nombre "Víctor", que fue lanzado desde Rusia en 1996 y se mantuvo operativo durante tres años. Posteriormente le siguió el µSAT-2, que nunca llegó a ser puesto en órbita: en plena crisis de 2001, el proyecto fue discontinuado por falta de financiamiento. Actualmente, personal del CIA junto a un grupo de jóvenes ingenieros egresados de la Universidad Nacional de Córdoba avanza en las últimas etapas del µSAT-3.

Pablo Morales es un joven ingeniero en computación, nacido en Comodoro Rivadavia que egresó el año pasado de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la UNC y trabaja en el CIA a través de una beca de maestría. Su tarea es programar el software de la computadora de a bordo. Reconoce que jamás imaginó participar en un proyecto de esta magnitud: "es muy gratificante trabajar con gente de tanta experiencia, porque dejamos mucho en este proyecto. Para mí sería un orgullo muy grande ver el satélite en órbita".

El joven comodorense no solo aplica sus conocimientos a los satélites, ya que como diera a conocer El Patagónico el pasado 5 de abril, Morales también se destaca como un joven emprendedor, que junto a un grupo de amigos y colegas realizó y puso a la venta la mesa de luz inteligente "Curvilux" que fue lanzada a la venta en Nueva York y ya puede ser adquirida por cualquier persona.

Para Luis Murgio, Investigador del Centro de Investigaciones Aplicadas del Instituto Universitario Aeronáutico, dentro del Régimen de Investigación y Desarrollo del Ministerio de Defensa, el desarrollo en Argentina de un proyecto de esta envergadura tiene un valor destacado: "este satélite tiene todo el desarrollo local, salvo los integrados que no se producen en el país. Podríamos comprar un micro satélite listo en el exterior, pero en este caso desarrollamos todo: la computadora, el software, la estación terrena y la propulsión. El ´know how´ que dejará este proyecto es muy importante, porque al contar con los conocimientos y entrenamientos, al próximo satélite lo podremos construir en un tiempo mucho menor".

Los responsables también destacan que la construcción y puesta en órbita del µSAT-3 permitirá potenciar el desarrollo de tecnologías satelitales de bajo costo, mantener la continuidad de la línea de investigación y desarrollo espacial iniciada en Córdoba en la década del ´60 y discontinuada por el Estado nacional en 1990, además de incentivar el interés de la sociedad y los jóvenes en el estudio de la ciencias y las ingenierías.

Para lograr estos objetivos es fundamental la consolidación de un equipo de trabajo con gente joven capaz de capitalizar el conocimiento acumulado en el Centro de Investigaciones Aplicadas en los últimos 25 años en el área aeroespacial.

"Aquí hay ingenieros en aeronáutica, mecánicos, electrónicos y en computación. Son todos ingenieros, pero el `idioma´ de cada uno es diferente. Por eso es fundamental la integración del equipo: no es lo mismo cómo ve un aeronáutico una caja y cómo ve un electrónico una plaqueta. La integración de las distintas capacidades y los distintos lenguajes es fundamental para llevar adelante un proyecto multidisciplinario como es la construcción de un satélite", subraya Murgio.

El equipo de trabajo




En el equipo hay dos grupos etarios muy marcados: los más experimentados, que formaron parte de proyectos emblemáticos como el desarrollo del misil Condor II, y un grupo numeroso de ingenieros "sub 30" en los que está incluido el comodorense Pablo Morales, repartidos en cada una de las áreas en que se divide el proyecto. Entre ambos grupos hay 20 años de distancia, un hiato que tiene un vínculo directo con la historia reciente del desarrollo aeroespacial argentino.

El aporte de los trabajos finales de los alumnos de las universidades tiene un rol importante en el proyecto. Murgio destaca que en este tipo de desarrollos es habitual que para encontrar la solución a un problema se deba seguir dos o tres caminos posibles. "Esos caminos son recorridos en paralelo, para luego seleccionar el más adecuado. Esa tarea, en muchos casos, es llevada adelante a través de las tesinas de grado de los estudiantes", apunta.  



Fuente: elpatagonico.com

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