lunes, 19 de febrero de 2018

Escalofriantes vivencias de bomberos mendocinos: "La niña no me soltaba" (3ra y última entrega)
"Tutuka" Quiroga relata sus dos últimas anécdotas. Y remata con un agradecimiento a sus compañeros de 27 años.
Por Rolando López





Tercera y última entrega acerca de las experiencias paranormales de algunos bomberos de la Policía de Mendoza. A diferencia de las dos anteriores, el suboficial Mauricio Quiroga, más conocido como "Tutuka", deja una última vivencia que refleja con intensidad lo bueno -"hay muchas cosas buenas", asegura, de su trabajo como bombero.

El dique Benegas es un lugar donde mucha gente va a comer asados. Y después, algunos se meten al agua por más que no esté permitido. Eso hizo un camionero después de comer. El hombre se perdió de la superficie ante la mirada de su esposa y sus hijos. Eran un domingo a la tarde y allá fuimos. Rastreamos toda la tarde. 

Yo estaba como buzo y la esposa del desaparecido lloraba sin parar. Ya sin luz de día, decidimos todos quedarnos a dormir allí para volver a buscar con las primeras luces de la mañana. 

Me sumergía y, a tientas porque el agua es marrón, buscaba algo. Mientras, desde la orilla la esposa del camionero no me sacaba la vista de encima por más que había otros dos buzos que buscaban. 

Entonces sentí que una mano me agarraba el tobillo desde el fondo del agua. Me sumergí pero no encontré nada. Al salir sentí de nuevo la mirada de la esposa del hombre con una intensidad muy fuerte. 

Me corrí un poco y llamé a mis compañeros. Se sumergieron y al salir dijeron: "Estaba justo abajo tuyo". Fue en 2007. 

NIÑA

Fue a principios de los '90; un domingo a la tarde estábamos en el cuartel después de ver un partido de fútbol. Yo era un novato. De pronto, sonó la alarma: un incendio. Salimos en el camión 366. Dentro de mi casco cola de pato, por radio, indican que era una casa que se estaba incendiando. Tengo temor porque soy nuevo, pero a la vez ansiedad por llegar. 

Cuando arribamos, vimos la casa en llamas. Abrí la cajuela y saqué una pieza de manguera. Corrí detrás de mis compañeros que tenían la línea armada. Escuché los gritos de una mujer: "Mi hija, mi hija…". Entramos a la casa y al rato apareció uno de mis compañeros que traía algo en brazos; era su saco, porque no lo tenía puesto. Me lo pasó y en medio de gritos me dice, "Tutuka, sacalo afuera". Eso hice. Pesaba mucho y vi que había un niño envuelto adentro. 

Salí y me indicaron ir a la ambulancia. Ahí me di cuenta de que era una niña; lloraba. Me miró y se aferró a mi cuello con mucha fuerza. Me apretaba tanto que no la podían sacar. El médico se dio cuenta de que la niña no me soltaba así que me pidió que subiera a la ambulancia con ellos. 

La niña seguía aferrada a mi cuello y no me soltó ni siquiera cuando llegamos al hospital. Corrí con ella en brazos hasta que me le recibieron y por primera vez le vi la cara. Ya no lloraba y con su mirada me decía que no la dejara; pero se fue en brazos de un médico. Me quedé quieto y una mujer envuelta en lágrimas me abrazó; era su madre.

PD: Este es mi homenaje a todos aquellos héroes anónimos; mis compañeros los bomberos. Por permitirme integrar sus filas durante 27 años. Firmado: Tutuka.



Fuente: Los Andes

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