Así es por dentro el Invap, la "fábrica" argentina de satélites y reactores nucleares
por Lucas Parera
La sede central de la empresa está en Bariloche; fue creada en 1976 y emplea a 1300 personasFuente: LA NACION - Crédito: Ricardo Pristupluk
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El edificio está instalado a metros del Nahuel Huapi. Desde la mayoría de sus ventanas se puede ver el lago, bordeado por cipreses y lengas, que en otoño y de lejos parecen conitos rojos, amarillos, naranjas y marrones. Por su ubicación, podría ser un hotel. Pero las instalaciones se usan para algo muy distinto: el desarrollo de radares 3D, satélites de alta complejidad y reactores nucleares. Se trata del Invap, la institución argentina que es referente mundial del diseño y producción de sistemas tecnológicos complejos.
"Hoy estamos realizando las pruebas de separación del satélite Saocom 1A", le dice a LA NACION Leonel Garategaray, Responsable de Estructuras y Mecanismos del proyecto. Leonel hace de guía hacia el hangar de pruebas, por áreas y pasillos de un blanco y una asepsia dignos de un quirófano. El satélite es el primero de una "familia" de cuatro y será lanzado al espacio en septiembre, en un cohete Falcon 9 del excéntrico multimillonario Elon Musk.
La familia de satélites Saocom servirá para prevenir inundaciones y realizar mapas de productividad para la agroindustria. Desplegado, el satélite mide 10 metros de largo por 3,5 de ancho Fuente: LA NACION - Crédito: Ricardo Pristupluk |
En el hangar se puede ver el Saocom. Pesa tres toneladas y ocupa el espacio de un monoambiente. Está colgado del techo, con sus antenas plegadas sobre sí mismo, como un murciélago dormido. "Las antenas, una vez desplegadas, miden 10 metros de largo por 3,5 de ancho -dice Garategaray-. Está equipado con un tipo de radar que sirve para monitorear el estado de los suelos incluso debajo de la superficie. Va a poder medir el nivel de humedad y predecir, por ejemplo, inundaciones. También va a ser muy importante para la producción agropecuaria: va a poder estimar los rendimientos de los cultivos y predecir plagas".
La zona de pruebas está recubierta por un material similar al de una sala de ensayo, para aislarla. En los testeos se busca reproducir las condiciones físicas que el satélite tendrá que enfrentar en el espacio: se simulan escenarios extremos de temperatura, presión, humedad, vibraciones y sonido. Para probar las vibraciones, por ejemplo, se coloca al satélite en una plataforma que lo agita como si fuera una coctelera. Para testear la resistencia al sonido, se lo rodea de torres parlantes y se lo somete a un ruido equivalente a tres conciertos de rock en River.
Durante la visita de LA NACION se evalúan los mecanismos que permiten al satélite desprenderse del cohete. Esto se simula con pirotecnia y explosiones. "Pero son muy leves. Se escucha un pum pum chiquito y no pasa nada", anticipan trabajadoras de Invap. Y en efecto las explosiones decepcionan. Una vez que terminan las pruebas, los ingenieros y técnicos de Invap, de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales y del Centro de Ensayos de Alta Tecnología -todos participan del proyecto-, se saludan y felicitan con un grupo de especialistas de Space X, la empresa de Musk, que viajaron a Bariloche para participar de esta etapa de los ensayos.
Invap, llamada inicialmente Investigaciones Aplicadas, nació en 1976 como desprendimiento del Instituto Balseiro. Su fundador, Conrado Varotto, se inspiró en las iniciativas de Silicon Valley para darle forma. En sus más de cuatro décadas de existencia desarrolló satélites como los SAC-A, SAC-B, SAC-C y Arsat; y vendió reactores nucleares de investigación a Egipto, Perú, Argelia, Arabia Saudita, Australia, Holanda y Brasil. No hay muchas empresas en el mundo que lo pueden hacer.
Ingenieros de Invap, de Ceatse y de Conae trabajan en el satélite Saocom 1A, junto a científicos de Space X. El lanzamiento es en septiembre Fuente: LA NACION - Crédito: Ricardo Pristupluk
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Cuatro claves
"Cuando se creó el Invap se fijaron ciertas reglas de funcionamiento, que fueron muy valiosas a lo largo de estas décadas", dice a LA NACION Vicente Campenni, gerente general de la empresa, para intentar explicar su éxito. "La primera es que Invap no recibe subsidios, ni de la provincia [la empresa es propiedad de la provincia de Río Negro], ni de la Nación. Esto quiere decir que lo que tenemos son contratos con diferentes clientes, que salimos a buscar, para satisfacer una necesidad práctica. La segunda es que el costo tiene que ser competitivo; se tiene que poder exportar. Y además tenemos que poder adaptarnos de manera constante a un contexto cambiante. Esto quiere decir que la estructura de la empresa está siempre bajo revisión".
Detrás de Campenni, en la sala de reuniones de Invap donde habla conLA NACION, está el pizarrón donde se plasma esta "revisión constante" de la estructura de la empresa. Es un caos de flechas, líneas y nombres. Parece garabateado por un Carlos Bilardo extremadamente ansioso. "Es que el contexto del mercado tecnológico es acotado y siempre se mueve. Y nosotros nos movemos entonces con él. Así se crece, también, moviéndose: primero empezamos con el área nuclear, y eso llevó a lo satelital, y con lo satelital empezamos a meternos en el desarrollo de radares para los satélites, y eso nos llevó al desarrollo de radares, y así. Una cosa lleva a la otra. Es curioso: el conocimiento es la única materia prima que se reproduce cuanto más la usás. Eso es lo que tratamos explotar".
El Saocom 1B se encuentra en etapa de integración. Después vendrá una intensiva etapa de testeos Fuente: LA NACION - Crédito: Ricardo Pristupluk |
Una clave más: para trabajar de esta manera, un aspecto fundamental es que el proyecto se realiza "a medida" del cliente. "Cuando los australianos pidieron un reactor nuclear, el más parecido, el que más se ajustaba a lo que ellos querían, era uno nuestro, el que le vendimos a Egipto. La tentación era entonces usar el mismo diseño, pero empezamos de cero, y salió un diseño distinto. Creo que si caímos en la tentación no hubiéramos ganado la licitación. Nosotros trabajamos como un sastre", aporta Juan Pablo Ordóñez, subgerente de Invap y a cargo de Proyectos Nucleares.
Parte del equipo que monitorea los tests del Saocom 1A Fuente: LA NACION - Crédito: Ricardo Pristupluk |
De la Argentina a Holanda
El pasado mes de enero, Mauricio Macri anunció que la Argentina construirá un reactor nuclear para Holanda. Fue Invap quien ganó la licitación: se trata del hito más reciente de la empresa. "El de Holanda es un reactor distinto, especial", dice Ordóñez, que interrumpe la entrevista para mostrar fotos de follajes enrojecidos por el otoño. "Este reactor es distinto -retoma- porque será financiado por el mercado de capitales. Esto hizo que las especificaciones que pidieron fueron muy diferentes a las de los reactores anteriores que hicimos. Y de hecho hubo dos licitaciones, la anterior, en 2009. Hicieron de nuevo la licitación porque cambiaron el plan de negocios del proyecto. Su intención es que el reactor tenga capacidad de exportar".
¿Qué es lo que va a exportar el reactor nuclear Pallas? Radioisótopos. ¿Y cómo se producen? Primero, un breve repaso de cómo funciona un reactor nuclear.
La sede central de Invap está en Bariloche; en total, emplean a 1300 personas Fuente: LA NACION - Crédito: Ricardo Pristupluk |
Hay dos tipos de reactores. La diferencia radica en la cantidad de energía que producen y, de manera derivada, los usos que se le puede dar. Unos, los denominados reactores de central nuclear, producen miles de megavatios y se usan para el abastecimiento de energía eléctrica. Los otros producen cientos de megavatios y se denominan reactores de investigación. Los dos funcionan de la misma manera. Una vez que se produce la fisión nuclear, es decir, cuando un núcleo atómico es "desequilibrado" por un bombardeo de neutrones y se divide en más núcleos, se libera calor -y también neutrones-. El calor es utilizado por las centrales nucleares para calentar agua, que se evapora, y que hace girar una turbina. Eso produce electricidad.
Invap desarrollará cuatro satélites Saocom: 1A, 1B, 2A y 2B, que orbitarán en constelación y tendrán una vida útil de cinco años Fuente: LA NACION - Crédito: Ricardo Pristupluk |
Los reactores nucleares de investigación, por su parte, usan los neutrones liberados en la fisión nuclear para una serie de objetivos: "Se hace que peguen en blancos de uranio, lo que genera los radioisótopos, que sirven para fines médicos [son administrados al paciente para el tratamiento de tumores malignos, en lo que se llama radioterapia]; o se los hace impactar sobre lingotes de silicio para producir silicio dopado, que se usa para producir microchips", indica Ordóñez. El principal uso del reactor Pallas, entonces, será producir radioisótopos para exportar a distintos centros médicos europeos.
Ordoñez adelantó a LA NACION que, durante los primeros dos años, alrededor de 100 personas trabajarán en el reactor, en Invap, durante la etapa de diseño. Después, durante la etapa de construcción, que se realiza in situ, el número aumentará a 200 personas. Irán a Holanda por períodos de tres o cuatro meses, y en algunos casos, durante años. En esos casos, Invap muda también a las familias de los ingenieros. "Vamos a terminar la parte conceptual a fines del año que viene. Entonces presentamos el proyecto y este es evaluado por entidades regulatorias; lo nuclear es siempre fuertemente regulado. Una vez que tengamos el proyecto aprobado, empieza la etapa de construcción del reactor. Esperamos terminar para 2024", dice.
Muchos de los técnicos de Invap vienen de instituciones terciarias de Bariloche Fuente: LA NACION - Crédito: Ricardo Pristupluk |
Son proyectos con plazos largos. En ese sentido, la relación de Invap con el Estado argentino, con el marco de previsibilidad que le pueden dar las políticas de Estado, es fundamental. No siempre fue estable. En la década del 90, Invap tenía un monocliente, que era la Comisión Nacional de Energía Atómica, que canceló sus proyectos. En esa época la empresa tenía una planta de 1100 personas y quedaron 300.
Invap sorteó la crisis con el desarrollo y exportación de satélites, y con un reactor vendido a Egipto. A partir de ese momento, la empresa comenzó a diversificar sus productos y a exportar más. Hoy en día tiene 1300 empleados. Muchos de ellos son técnicos, y vienen de instituciones y escuelas de Bariloche. "Para nosotros trabajar acá es un orgullo", dice a LA NACION Marcos Rodríguez, de 36 años, que trabaja hace 15 años en Invap. "Nosotros hacemos la parte del limpiado y ensamblado de cables. Es algo pequeño, pero si hay una falla en esto, falla todo. Si nos equivocamos nosotros, falla la misión. Así que tenemos una gran responsabilidad y nos entusiasma cuando vemos nuestro trabajo terminado. Somos parte de algo increíble".
Fuente: La Nación
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