martes, 26 de junio de 2018

«TsUP, tenemos un problema»: Soyuz al rescate del Burán
por Daniel Marín



En noviembre de 1988 el primer transbordador soviético de la serie Burán partió hacia el espacio sin tripulación. En aquel momento nadie podía imaginar que aquella iba a ser la primera y última misión del proyecto espacial más costoso y avanzado jamás desarrollado por la Unión Soviética. La nave 1.01 había sido originalmente bautizada como Baikal y se cambió su nombre a última hora para que fuese similar al del programa que debía representar. Pero no era la única. La URSS estaba construyendo en esos momentos cinco transbordadores espacialesque debían servir para todo tipo de misiones: desde llevar víveres y carga a la estación espacial Mir, hasta supervisar el despliegue de estaciones de combate láser de tipo Skif. El Burán había sido concebido en los años 70 como una respuesta simétrica al shuttle estadounidense, un programa que los militares soviéticos consideraban una amenaza potencial. Diez años más tarde ya era evidente que el transbordador de la NASA no era en absoluto un arma terrorífica y, para colmo, en 1986 quedó patente la falta de seguridad del sistema con el accidente del Challenger.


Así se habría acoplado una Soyuz de rescate a una lanzadera del programa Burán usando el sistema APAS-89 (Vadim Lukashevich/www.buran.ru).

A raíz de esta tragedia las autoridades soviéticas aumentaron las medidas de seguridad del Burán. Al fin y al cabo la URSS ya tenía las naves Soyuz y la estación Mir en servicio en servicio y pronto estaría en activo la nave Zaryá, una «súper Soyuz» parcialmente reutilizable que debía aterrizar usando retropropulsores. Una primera medida fue reducir la tripulación de ocho a cuatro cosmonautas como máximo hasta nueva orden. De esta forma los cuatro tripulantes viajarían en la cubierta superior y podrían salvar sus vidas usando asientos eyectables (el shuttlehabía llevado dos asientos eyectables operativos durante sus primeras cuatro misiones). Los asientos no eran tan buenos como la torre de escape de la Soyuz (SAS) que había evitado la muerte de la tripulación de la Soyuz T-10-1 en 1983, aunque en teoría podrían usarse a una mayor altura y velocidad que los del shuttlegracias a que el cohete Energía no llevaba cohetes de combustible sólido. Pero no era suficiente. ¿Y si la nueva nave espacial sufría algún desperfecto en órbita?¿Y si el escudo térmico cerámico resultaba dañado durante el lanzamiento o no se podían cerrar las compuertas de la bodega de carga? La respuesta era tan simple como terrible. No había escape posible para la tripulación. ¿La solución? Algo tan simple como idear un sistema de rescate en órbita basado en una nave Soyuz.


Detalle del acoplamiento (Vadim Lukashevich/www.buran.ru).

El concepto era sencillo a más no poder. Durante las primeras misiones tripuladas de las lanzaderas del programa Burán una Soyuz TM esperaría lista para el despegue en Baikonur. En caso de que surgiese algún problema en órbita la Soyuz despegaría con un cosmonauta a bordo y se acoplaría con el transbordador. Los dos cosmonautas —en las primeras misiones solo viajarían dos personas, como en el caso del shuttle— pasarían a la Soyuz y los tres regresarían a la Tierra. Todo muy simple, pero había un problema. La Soyuz usaba un sistema de acoplamiento «macho-hembra» incompatible con el sistema andrógino del Burán. La solución fue equipar a la Soyuz con el mismo sistema andrógino APAS-89 que el que llevaba el Burán, aunque este sistema era más grande y pesado que el tradicional. Al menos el acoplamiento sería sencillo porque el Burán usaba un túnel desplegable con el sistema APAS para mantener las distancias con la estación espacial durante el acoplamiento (cuando en los años 90 el shuttle se acopló con la Mir y, luego, con la ISS usando el sistema APAS no incorporó este sistema desplegable, por lo que la maniobra era mucho más delicada).

La oficina de diseño NPO Energiya de Valentín Glushkó construyó tres Soyuz TM «de rescate» con los números de serie 101, 102 y 103, dotadas del sistema APAS. Pero una vez estas naves estuvieron listas se tomó la decisión de no esperar a una emergencia de verdad para usarlas. ¿Por qué no ensayar una misión de rescate en las primeras misiones del programa Burán? De esta forma se mataban dos pájaros de un tiro: se podría ensayar la idoneidad del sistema de rescate y, de paso, se ganaría experiencia de cara a una misión tripulada del Burán. La nueva misión fue denominada 2K1 al ser la primera de la segunda lanzadera del programa, la nave 2.01 o 2K. En su primera misión el Burán, nave 1.01 o 1K, no solo no llevó tripulación, sino que ni siquiera iba con asientos o sistemas de soporte vital. En esta segunda misión del programa la nave 2K despegaría sin tripulación y se acoplaría al módulo Kristall de la Mir usando el sistema APAS-89. La tripulación de la Mir inspeccionaría el interior del transbordador y, una vez instalado un telescopio de rayos X que llevaba en la bodega usando el brazo robot de la 2K, se separaría de la estación para comenzar un vuelo en solitario.


Recreación del Burán acoplado con el módulo Kristall de la Mir en la misión 2K1.

Posteriormente la Soyuz 101 de rescate despegaría desde Baikonur con dos cosmonautas y se acoplaría con la 2K. Los dos tripulantes vivirían en la lanzadera durante un día antes de separarse y continuar rumbo a la Mir, donde también se acoplarían usando el APAS-89 del módulo Kristall. Por su parte la nave 2K regresaría sin tripulación a la Tierra. Para esta misión «medio tripulada» del Burán en noviembre de 1990 se seleccionaron seis cosmonautas. Tres eran ingenieros del Centro de Entrenamiento de Cosmonautas (TsPK), Eduard Stepanov, Valeri Illaryonov y Nikolái Fefelov, mientras que los otros tres eran pilotos de las fuerzas aéreas (VVS) asignados al programa Burán, Leonid Kadenyuk, Iván Bachurin y Alexéi Boroday. La misión 2K1 debía tener lugar en 1991, aunque pronto fue retrasada hasta finales de 1992. En marzo de ese año, tres meses después de la desintegración de la URSS, los seis cosmonautas completaron su entrenamiento intensivo para la misión, que para entonces ya había sido trasladada a 1993.


Soyuz TM-16 (Soyuz nº 101) con el sistema APAS-89.

El recurso de las Soyuz de rescate permitía aumentar la seguridad del programa Burán y al mismo tiempo se trataba de una magnífica sinergia de dos sistemas tripulados radicalmente distintos. La NASA nunca tuvo la oportunidad de implementar un esquema de rescate similar y, cuando tras la tragedia del Columbia se vio obligada a planificar una misión de recate en caso de emergencia (coincidiendo con la última reparación del telescopio Hubble), tuvo que recurrir a un complejo y arriesgado plan en el que un transbordador de rescate se acercaría a otro mientras la tripulación pasaba al primero en varios paseos espaciales.

Pero no pudo ser. En mayo de 1993 el programa Burán, demasiado caro y complejo para la maltrecha economía de la joven Federación Rusa, se canceló de forma oficiosa. Se decidió aprovechar la Soyuz 101, ya construida, para una misión rutinaria a la Mir, pero en vez del grupo de cosmonautas que se habían entrenado duramente para una misión que ya no se iba a producir se eligieron dos cosmonautas del programa Mir, Guennadi Manakov y Alexander Poleschuk. La Soyuz 101 despegaría el 24 de enero de 1993 con el nombre de Soyuz TM-16. Fue la única «Soyuz de rescate» que alcanzó el espacio y la segunda con un sistema andrógino (la primera fue la Soyuz 19 que se acoló con el Apolo ASTP en 1975). Las Soyuz 102 y 103 serían reconvertidas a Soyuz TM normales equipadas con un sistema de acoplamiento clásico. Paradójicamente, hoy en día las naves tripuladas Shenzhou chinas emplean un sistema de acoplamiento copiado del APAS-89. Por suerte o por desgracia nunca fue necesario que las Soyuz de rescate entrasen en acción.


(Vadim Lukashevich/www.buran.ru).



Fuente:  danielmarin.naukas.com

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