miércoles, 4 de julio de 2018

Los planes del nuevo jefe de Roscosmos: el futuro de la cosmonáutica en jaque
por Daniel Marín



El pasado 28 de junio el nuevo director general de la Corporación Estatal Roscosmos, Dmitri Rogozin, dio una conferencia donde perfilaba los desafíos del programa espacial ruso para la próxima década. En principio no hay cambios significativos. Los planes de Roscosmos a largo plazo siguen pasando por la Luna y dependen del futuro cohete Soyuz 5 y la nueva nave tripulada Federatsia. Pero desde que Rogozin tomó el cargo ha hecho una serie de declaraciones aparentemente menores que, sin embargo, apuntan a un futuro nada prometedor para el programa espacial ruso.


La futura nave tripulada rusa Federatsia ya no aterrizará de esta forma (Roscosmos).

Empecemos por la empresa estatal GKNPTs Jrúnichev, fabricante de los cohetes Protón-M y Angará A5, los más potentes que Rusia tiene en servicio. Jrúnichev —una de las empresas espaciales más importantes del país y heredera de la mítica oficina de diseño de Cheloméi— lleva años sufriendo pérdidas económicas y humanas. De aquí a 2025 se espera que reduzca sus empleados unas dos veces y media hasta quedarse en 1.700 trabajadores. De paso, también venderá sus instalaciones en Moscú, situadas en un terreno muy jugoso desde el punto de vista urbanístico. Estos cambios no son malos de por sí, pero la incertidumbre de cara al futuro sí que lo es. Las instalaciones de Jrúnichev en Fili (Moscú) son precisamente las empleadas para construir el cohete Protón, de ahí que Rogozin haya anunciado la retirada de este venerable lanzador antes de lo previsto.


Dmitri Rogozin, el nuevo jefe de Roscosmos (RT).

La decisión de Rogozin —que todavía no ha sido formalizada— tiene como objetivo mitigar las cuantiosas pérdidas económicas de la empresa, que actualmente acumula unas deudas cercanas a los 1.600 millones de dólares, aunque conviene señalar que la retirada de este lanzador ya estaba prevista para 2025. Rogozin quiere que Jrúnichev se concentre en el Angará en vez de en el Protón, una decisión que a priori puede parecer lógica si tenemos en cuenta que son dos vectores de prestaciones parecidas y, además, el Angará es mucho más moderno. El Angará ha sufrido una serie de ataques injustificados y, tras la cancelación del Angará A5P y el A5V, su futuro era muy poco prometedor. Sin duda, la decisión de Rogozin de potenciar este lanzador es acertada. Lo que es más discutible es la propuesta de resucitar la versión Angará A3, que entraría en competencia directa con el Soyuz 2 y el futuro Soyuz 5.

El problema es que, paradójicamente, el Protón es una de las principales fuentes de ingresos de Jrúnichev gracias a sus lanzamientos comerciales. La triste serie de fallos del Protón en los últimos años ha provocado que los clientes huyan de este cohete por culpa de los altos precios que reclaman las compañías aseguradoras. El Protón debe realizar al menos 15 misiones seguidas con éxito antes de que los precios de los seguros vuelvan a la normalidad, pero sin suficientes clientes es imposible alcanzar esta cifra en menos de una década, creando un círculo vicioso del que es difícil salir.


Cohete Protón-M (ILS).


Cohete Protón Medium, versión pequeña y barata del Protón-M (ILS).


Los bajos precios del Protón lo convierten en el único rival serio del Falcon 9 de SpaceX (65 millones de dólares por lanzamiento frente a los 62 millones del F9 en su versión desechable). Por contra, el Angará es un cohete tremendamente caro que todavía no se ha producido en serie —el hasta ahora único lanzamiento de la versión A5 en 2015 fue un ejemplar fabricado ad hoc—, pero se cree que el coste por lanzamiento rondaría los cien millones. El Protón-M es un cohete muy antiguo que además emplea combustibles hipergólicos altamente tóxicos, pero no parece muy buena idea retirarlo si lo que se busca es la competitividad de Jrúnichev en el mercado internacional. Por si fuera poco Jrúnichev sigue intentando sacar adelante la versión ligera del Protón-M, denominada Protón Medium, una variante de este lanzador con solo dos etapas —y una capacidad para situar entre 5 y 5,7 toneladas en una órbita de transferencia geoestacionaria— cuyo objetivo es ofrecer un precio más competitivo que el Falcon 9 (una misión del Protón Medium saldría por unos 55 millones, un precio que le permitiría hablar de tú a tú con el Falcon 9 en su versión recuperable).


Diseño actual del Protón Medium (ILS).

El pasado marzo la empresa ILS (International Launch Services), la rama de Jrúnichev encargada de ofertar el Protón en el mercado internacional, presentó la última versión del Protón Medium con una cofia más grande —de hasta 5,3 metros de diámetro— a petición de los clientes. Sin embargo, pocas semanas después los rumores que llegaban de Jrúnichev apuntaban a que el proyecto está congelado por falta de fondos. Hace pocas semanas ILS volvió a anunciar que sigue trabajando en el Protón Medium y, de forma ya bastante rocambolesca, al mismo tiempo múltiples fuentes no oficiales de Jrúnichev insistían en que el proyecto está muerto debido a que nadie quiere pagar el dinero necesario para llevar a cabo las pruebas de los nuevos elementos del Protón Medium. La empresa OneWeb ha declarado hace poco que tiene interés en reservar once lanzamientos del Protón Medium, lo que permitiría romper el ciclo enfermizo en el que se halla inmerso este lanzador.


El cohete Soyuz 5 con la nave Federatsia (RKK Energía).

Dejando el Protón a un lado, el futuro lanzador Soyuz 5 —también conocido como Sunkar (y antes como Féniks)— se enfrenta a varios problemas. Esta copia 100% rusa del cohete Zenit ha sido el elegido para lanzar la futura nave Federatsia desde Baikonur en detrimento del Angará A5P. Una de las razones para preferir el Soyuz 5 frente al Angará fue —además de las maniobras políticas de la empresa RKK Energía, fabricante de las naves Soyuz y contratista principal de este proyecto— mantener en activo la producción del motor RD-171, el más potente del mundo. Sin embargo, Rogozin ha declarado que el Soyuz 5 deberá tener motores de methalox (metano y oxígeno líquido) en vez de kerolox (paradójicamente el proyecto Soyuz 5 nació hace cinco años como un cohete de methalox con un diseño radicalmente distinto a cargo de RKTs Progress).

Este cambio de última hora implica rediseñar por completo un lanzador que ya estaba a punto de entrar en la fase final de construcción, por no hablar de las reformas necesarias que deberán acometerse en las instalaciones del Zenit en Baikonur, preparadas para un cohete de queroseno y oxígeno líquido. Un Soyuz 5 de methalox es ciertamente más avanzado que el Zenit tradicional y abre la puerta a una posible reutilización, pero a nadie se le escapa que esta decisión, de implementarse, significaría un retraso de muchos años en la introducción de este vector y, peor aún, de la futura nave Federatsia, que ya acumula un lustro de retrasos. Y, hablando de Federatsia, RKK Energía ha decidido renunciar al espectacular sistema de aterrizaje propulsivo mediante cohetes —parecido al de la Crew Dragon de SpaceX— por falta de dinero. La futura nave rusa empleará un sistema de cohetes de frenado mucho más simple derivado de los tradicionales DMP de la cápsula Soyuz junto con paracaídas tradicionales.


La nave Federatsia y su torre de escape (SAS) para el Soyuz 5 (Roscosmos).

El culebrón del Soyuz 5 tiene repercusiones en el futuro de la empresa Sea Launch, actualmente propiedad de la compañía rusa S7 Space Systems. S7 compró la participación de RKK Energía en Sea Launch con el objetivo de revitalizar los lanzamientos del Zenit desde el océano Pacífico, pero cada día que pasa queda más claro que no tienen ningún plan digno de tal nombre. El Kremlin ha prohibido a S7 el lanzamiento de cohetes Zenit a raíz del conflicto en Ucrania, a pesar de que en un principio les engañaron y dijeron que no tendrían problema alguno para usar este lanzador. Y, en vista de que el Soyuz 5 no estará listo pronto, la empresa no deja de acumular pérdidas. Una reciente ocurrencia de los directivos de S7 ha sido la propuesta de sustituir el RD-171 de la primera etapa del Zenit por viejos motores soviéticos NK-33 con el fin de abaratar precios y competir con el Falcon 9. Un plan poco acertado si tenemos en cuenta que no tienen la financiación adecuada para acometer las pruebas de un cambio de motorización de este calado.


S7 está a cargo de Sea Launch (S7).

En el frente de la cosmonáutica tripulada la situación tampoco está mucho mejor. El módulo Nauka (MLM) continúa acumulando retrasos. En principio su lanzamiento estaba previsto para este año, pero lo más probable es que no despegue antes de 2020. La culpa la tiene el complejo proceso de limpieza de los tanques de combustible de Nauka —se detectaron impurezas en su interior—, pero también el hecho de que se trata de un módulo de veinte años que, a pesar de no haber abandonado la Tierra, se encuentra cerca del fin de su vida útil. Para lanzarlo al espacio es necesario volver a certificar sus sistemas principales y ni Jrúnichev —que construyó el módulo— ni Energía —encargada de los sistemas principales y de su certificación para el vuelo— quieren aceptar esa responsabilidad (y tampoco tienen dinero para ello).


Módulo Nauka (MLM)(RKK Energía).


Módulo nodo Prichal (UM, Uzlovoi Modul) que se debe acoplar a Nauka (RKK Energía).

De hecho, Rogozin ya ha dejado caer que, como ya comentamos en este blog, es posible que Nauka jamás llegue a la órbita. Si este módulo se queda en tierra el pequeño módulo nodo Prichal (UM) correría la misma suerte. Y sin Nauka y Prichal el único módulo que puede enriquecer el segmento ruso en los próximos años es el NEM (Módulo Energético-Científico), a cargo de la empresa RKK Energía. El NEM parece que progresa a buen ritmo y el pasado junio pudimos ver las primeras pruebas del prototipo del segmento presurizado del mismo, indicando que al menos el proyecto ya ha pasado de la fase powerpoint. Pero sin Nauka y Prichal los planes de Roscosmos para crear una estación espacial totalmente rusa a partir de 2024 usando los módulos del segmento ruso de la ISS se desvanecen. Al mismo tiempo Rusia sigue interesada en formar parte de la futura estación espacial lunar Gateway, un proyecto liderado por EEUU. El control de Estados Unidos en el proyecto Gateway es tal que Roscosmos ni siquiera tendrá la opción de diseñar su esclusa usando los estándares rusos y deberá plegarse a las normas impuestas por la NASA.


Módulo NEM (RKK Energía).

La estación independiente rusa con los módulos Nauka, Prichal y NEM (RKK Energía).


Prototipo de la sección presurizada del NEM (Roscosmos).

El programa de sondas espaciales sigue acumulando retraso tras retraso. La sonda lunar Luna 25, prevista para 2019, se retrasa una vez más, ahora a 2021. El resto de sondas, Luna 26 y Luna 27, también se retrasan a 2022 y 2023, respectivamente. La culpa de estos retrasos la tiene, cómo no, la falta de fondos, pero también las sanciones de Estados Unidos y la Unión Europea contra Rusia, que han dificultado la importación de elementos de alta tecnología. De hecho, es posible que varios instrumentos europeos, algunos con componentes estadounidenses, no puedan ser enviados a Rusia para la misión Luna 27. Las buenas noticias son que la sonda marciana ExoMars 2020, un programa conjunto entre la ESA y Roscosmos, sigue adelante. Otro rayo de esperanza son misiones científicas conjuntas como el observatorio Spektr-RG de altas energías, construido en colaboración con Alemania.


Modelo de la sonda Luna 25 (NPO Lávochkin).

Teniendo en cuenta la situación de la economía rusa y los desafíos a los que se enfrenta su sector espacial, Roscosmos debe centrarse y buscar una serie de objetivos claros, pero, ante todo, debe evitar de cambiar de opinión cada seis meses. El propio Rogozin ha declarado que la industria espacial rusa tiene que dejar de competir contra sí misma. Esperemos que haga honor a sus palabras.



Fuente: danielmarin.naukas.com

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