Japón ejecuta a seis miembros del culto responsable de ataques con gas sarín
Por Angie Chan
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Los miembros del culto que fueron ejecutados el 26 de julio. En el sentido de las manecillas desde arriba a la izquierda: Yasuo Hayashi, Kazuaki Okazak, Masato Yokoyama, Toru Toyoda, Satoru Hashimoto y Kenichi Hirose. CreditJiji Press/Agence France-Presse — Getty Images
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Japón ejecutó este 26 de julio a los seis miembros del culto Aum Shinrikyo del Día del Juicio Final que permanecían en el corredor de la muerte tras la aplicación de la pena capital al fundador del grupo y a otros seis miembros hace unas semanas, comunicó el Ministerio de Justicia de Japón.
Los seis —Satoru Hashimoto, Toru Toyoda, Kenichi Hirose, Yasuo Hayashi, Masato Yokoyama y Kazuaki Okazaki— fueron condenados por su participación en uno o más de tres crímenes: el ataque con gas sarín al Metro de Tokio en 1995, otro ataque con gas sarín en la prefectura de Nagano en 1994, así como los asesinatos de un abogado, su esposa y su bebé en 1989.
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Un guardia de seguridad en la puerta del Centro de Detención de Sendai, donde miembros del culto Aum Shinrikyo fueron ejecutados el jueves. Crédito: Yusuke Ogata/Kyodo News, vía Associated Press
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“Después de veinte años de investigación, la ejecución es adecuada, aunque algunas personas dicen que deberíamos escuchar más de parte de ellos” en términos de arrepentimiento, dijo Masaharu Yamada, un expolicía que investigó los ataques del grupo. “Tomando en cuenta el sufrimiento y el dolor de las víctimas y sus familiares, tal vez es demasiado tarde”.
Las ejecuciones ocurrieron casi tres semanas después de que los funcionarios llevaran a cabo las penas de muerte contra Shoko Asahara, el líder del grupo, y seis de sus exseguidores.
Los tres ataques, que los tribunales afirmaron fueron cometidos para contribuir a la propuestas de Asahara de “controlar Japón en el nombre de la salvación”, causaron la muerte de veintinueve personas. El caso más conocido, el ataque con gas sarín en el Metro de Tokio, mató a trece personas y causó lesiones a miles, con lo que se convirtió en el ataque más grande en Japón desde la Segunda Guerra Mundial.
Japón es uno de los pocos países desarrollados que continúan con el uso del ahorcamiento como pena capital. Los presos y sus familiares solamente son notificados de la ejecución el día en el que esa llevada a cabo. A pesar de la oposición internacional, el apoyo de la población a la pena de muerte se mantiene alto en Japón.
Fuente: nytimes.com
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